31 marzo, 2020

Disección de la vulnerabilidad sistémica de la globalización capitalista — Said Bouamama


Diversas epidemias amenazan vidas humanas en los campos de refugiados en Grecia


Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos - 31/03/2020

Existen los avatares y existe la vulnerabilidad que lleva a las catástrofes. La confusión entre ambas cuestiones es una de las características esenciales del discurso oficial del gobierno francés (y de otros muchos gobiernos). No es de extrañar esta confusión voluntaria cuya función es ocultar y hacer desaparecer la segunda que, en efecto, cumple la función de analizadora de las contradicciones de un sistema social, de reveladora de la realidad que la ideología dominante oculta o deforma habitualmente y de espejo de aumento de unas desigualdades y dominaciones que la caracterizan. Efectivamente, el hecho de centrarse voluntariamente en la dimensión de “catástrofe” difumina unas imágenes de imprevisibilidad, de incertidumbre, de ausencia de responsabilidad humana, etc. El hecho de centrarse en la vulnerabilidad cuestiona las causas económicas y sociales de una situación, las verdaderas razones del conjunto de las consecuencias de una catástrofe y los intereses económicos que han provocado esta vulnerabilidad. ¿Qué nos revela la pandemia sobre la vulnerabilidad de nuestro mundo dominado por una globalización capitalista?

Precisiones conceptuales

La comparación entre los efectos del huracán Iván que azotó a Cuba en septiembre y los del ciclón Katrina que se abatió sobre Florida, Luisiana y Misisipi un año después permite aportar algunas precisiones conceptuales sobre las nociones de riesgo, avatar, catástrofe y vulnerabilidad. Sin embargo, ambos ciclones, que eran de la categoría 5, es decir, la velocidad del viento superaba los 249 kilómetros por hora, tuvieron unos balances humanos absolutamente dispares: ninguna persona muerta en Cuba y 1.836 personas muertas y 135 desaparecidas en Estados Unidos. Así, avatares similares provocan consecuencias diametralmente opuestas. El vocabulario elaborado para describir estos fenómenos naturales excepcionales y sus consecuencias igual de excepcionales puede ayudar a comprender lo que está en juego en estos momentos ante la pandemia que estamos viviendo.

Un primer concepto clave es el avatar natural que designa unos acontecimientos climáticos sobre los que el ser humano no tiene influencia en el momento que se desencadenan (inundación, huracán, erupción volcánica, etc.). Aunque la aparición de un virus mortífero es de naturaleza diferente, puede encajar en esta definición, al menos con los conocimientos que tenemos en estos momentos. Los avatares conllevan riesgos para el ser humano y este concepto se puede definir como un peligro, es decir, como una consecuencia potencial del avatar. La vulnerabilidad, por su parte, designa los efectos previsibles de un avatar sobre el ser humano y ellos mismos depende de varios factores: densidad de población de las zonas de riesgo, capacidad de prevención, estado de las infraestructuras que permita reaccionar rápida y eficazmente, etc. La catástrofe, por último, define un riesgo cuya potencialidad se transforma en realidad y cuyas consecuencias estarán en función de la vulnerabilidad.

Dar cuenta de una catástrofe sin abordar la cuestión de la vulnerabilidad es una artimaña ideológica que permite redimir a las clases dominantes eliminando unas causas económicas, políticas y sociales que explican la magnitud de las consecuencias. En efecto, esta operación consiste en achacar enteramente a la naturaleza unas consecuencias que en gran parte testan relacionadas con unas opciones económicas y políticas. La magnitud de la catástrofe depende a su vez del estado de una sociedad en el momento que sobreviene el avatar y de las decisiones tomadas para reaccionar a él.

Si a largo plazo se puede esperar de los progresos de la ciencia que conozcamos y controlemos mejor los avatares, a corto plazo solo la reducción de la vulnerabilidad puede limitar drásticamente las consecuencias de los avatares, es decir, evitar que se transformen en catástrofes o limitar estas. Por consiguiente, la pandemia actual se puede considerar un revelador de la vulnerabilidad: "Los balances socio-económicos y las muchas lecciones aprendidas en los últimos años nos enseñan que las catástrofes son verdaderos reveladores de vulnerabilidades humanas y territoriales en el seno de las comunidades y sociedades afectadas" (1), resumen los geógrafos Frédéric Leone y Freddy Vinet. La función de revelador interviene aquí a un nivel doble: el grado de exposición al riesgo que en el caso de las enfermedades cuestiona las políticas de prevención y las desigualdades sociales, y la capacidad de reaccionar ante la catástrofe que cuestiona el estado del sistema sanitario, de sus infraestructuras y sus medios. Por otra parte, las políticas concernientes a otros sectores de la vida social y política tienen impacto en la capacidad de respuesta: política de vivienda, política migratoria, política penitenciaria, etc. Esa es la razón por la que tanto a escala mundial como a escala francesa se puede considerar la pandemia un revelador de la globalización capitalista.



Una vulnerabilidad colectiva hija de la globalización capitalista

Las ideologías que acompañan a la globalización capitalista se han elaborado a partir de dos postulados complementarios que desde ha décadas se repiten incesantemente en los discursos políticos y mediáticos dominantes. El primero es la primacía del individuo sobre las estructuras en la explicación de los problemas sociales a escala de cada nación. Este postulado permite eliminar la noción de clase social y de desigualdad social a beneficio de una supuesta responsabilidad individual que frecuentemente se traduce en el discurso de la asunción individual del riesgo. La diferencia de vulnerabilidad ante la salud y las enfermedades ya no se refiere a las desigualdades sociales sino a las características individuales por una parte y a los comportamientos individuales por otra. El discurso de la responsabilidad individual sirve aquí para ocultar la responsabilidad del sistema social, es decir, de las clases dominantes que deciden sus reglas de funcionamiento. "Todavía se sigue considerando en gran medida la vulnerabilidad social de las poblaciones desde el punto de vista del individuo y su lugar en el grupo. Aunque son los individuos quienes soportan bien las pruebas de vulnerabilidad, es a nivel de las estructuras sociales donde se manifiestan las condiciones que hacen esas pruebas más o menos soportables. En otras palabras, entre el individuo y el avatar también hay estructuras sociales"(2), resumen los geógrafos sanitarios Marion Borderon y Sébastien Oliveau. Aunque es evidente que la pandemia actual afectará al conjunto de las clases sociales debido a su magnitud, también es indiscutible que la morbilidad afectará en primer lugar a la clases populares y dentro de ellas a los sectores más precarios.

El segundo postulado es la primacía de cada nación sobre las estructuras que rigen las relaciones internacionales. Este postulado permite ocultar las relaciones de dominación entre los países del centro dominante y los de la periferia dominados. Las desiguales vulnerabilidades nacionales ante la salud y la enfermedad ya no se refieren en absoluto a las desigualdades sociales mundiales sino a las características específicas de cada nación (clima y catástrofes naturales, cultura, demografía, etc.) por una parte y a las opciones políticas nacionales por otra. El discurso de la responsabilidad nacional sirve aquí para ocultar la existencia del neocolonialismo y del imperialismo. Sin embargo, bastaría con observar la geografía de las desigualdades de salud en el mundo para darse cuenta de que coincide perfectamente con la división binaria centro-periferia, a excepción de algunos países significativos como Cuba, por ejemplo. Así, las estadísticas de la OMS en 2015 sobre la cantidad de médicos por país precisan que en Austria se cuenta con 52 médicos por 10.000 habitantes, 39 en Italia y España, 32 en Francia, etc., y en el otro extremo, un solo médico en Ruanda y Uganda, 9 en Sri Lanka o 10 en Pakistán. Todos los demás indicadores (cantidad de personal de enfermería, porcentaje destinado a sanidad en el presupuesto nacional, disponibilidad de medicamentos, etc.) presentan cifras similares (3).

Con todo, esta mirada fotográfica no basta para calibrar totalmente el significado que tiene la globalización capitalista para la salud humana. Conviene completarla teniendo en cuenta el deterioro del acceso a la atención médica tanto en el centro como en la periferia. Aquí se debe completar la lectura sincrónica con un enfoque diacrónico. En efecto, la globalización capitalista no es solo el capitalismo, también es el capitalismo de una secuencia histórica precisa marcada por la dominación del ultraliberalismo en materia de política económica. La desinversión del Estado, el debilitamiento y/o la privatización de los servicios públicos, las políticas de austeridad, etc., han provocado en todo el planeta un aumento de la vulnerabilidad, que es lo que se revela en toda su magnitud con la crisis del coronavirus.

En un país como Francia el capitalismo globalizado y su política económica ultraliberal han aumentado considerablemente la vulnerabilidad desde hace cuatro décadas. En el vocabulario liberal de sanidad esto se denomina "racionalización de la oferta asistencial", que en concreto significa la supresión de un 13 % de las camas de hospital a tiempo completo (es decir, que acogen a un paciente más de 24 horas) solo entre los años 2003 y 2016 (69.000 camas), según las propias cifras del Ministerio de Sanidad (4). El balance es similar aunque se tomen como indicadores los presupuestos de los hospitales, los efectivos del personal sanitario o la cantidad de establecimientos públicos: el "desmantelamiento del siglo”, en palabras de los sociólogos Pierre-André Juven, Frédéric Pierru y Fanny Vincent (5). Esta vulnerabilidad cada vez mayor es lo que se revela hoy con la prueba de la pandemia tanto en la falta de camas de reanimación y de pruebas de detección como en el macabro culebrón de la escasez de mascarillas. La escasez de pruebas y de mascarillas no es en absoluto el resultado de un error sino uno de los axiomas fundamentales de la lógica ultraliberal, esto es, la producción “en flujo tenso", que consiste en reducir al mínimo los productos almacenados para reducir los costes. Lo que se ha instalado a lo largo de las cuatro últimas décadas no es sino una "privatización insidiosa" de los hospitales públicos, resume el sindicato CGT Sanidad: “La privatización de los hospitales se ha hecho por partes, poco a poco, al hilo de las sucesivas reformas. Ha habido al menos dos etapas fundamentales para comprender la transformación de los hospitales públicos: la gerencialización (la modificación de la organización de los hospitales según las modalidades de lo privado) y la mercantilización (introducción de una lógica de rentabilidad comercial en la atención sanitaria). Estos dos puntos constituyen lo que se podría denominar la "privatización insidiosa» de los hospitales. Aunque desde el punto de vista jurídico los hospitales no se vuelven privados, lo son en la práctica ya que reproducen exactamente los métodos, los modelos de organización y los objetivos de lo privado" (6).

La misma lógica pero con una violencia aún más destructiva se ha desplegado en los países de la periferia dominada. Los Planes de Ajuste Estructural (PAE) impuestos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, es decir, por las potencias imperialistas, desmantelaron los sistemas nacionales de salud. Entre las condiciones impuestas por estos PAE para obtener un préstamo figura sistemáticamente la disminución de los presupuestos públicos y la privatización de los servicios públicos. Prácticamente en todas partes la sanidad y la educación serán los sectores más afectados por la imposición de estos recortes de presupuesto. Uno de los efectos que provocan estos PAE es la "fuga de cerebros" y en particular de los médicos y otros profesionales sanitarios que trabajaban sobre todo en estos servicios públicos sacrificados. Tal como atestigua un estudio de 2013 sobre la "huida de médicos africanos" a Estados Unidos, las cifras son elocuentes: "La huida de médicos del África subsahariana a Estados Unidos empezó con fuerza a mediados de la década de 1980 y se aceleró en la de 1990 durante los años en los que se aplicaron los programas de ajuste estructural impuestos por […] el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial" (7). Los médicos norteafricanos o de Oriente Próximo que trabajan en los hospitales franceses son testimonio del mismo proceso en Europa. Los daños que se prevé puede provocar la pandemia en África, por ejemplo, si no se detiene antes serán de una magnitud sin parangón con la que conocemos en Europa. La mirada eurocéntrica dominante en los medios de comunicación invisibiliza esta potencial hecatombe de masas.

Las aporías de la globalización capitalista que saca a relucir la pandemia

"Cuando todo se privatice, estaremos privados de todo". Este eslogan de las pancartas de nuestras manifestaciones resume perfectamente la racionalidad de las clases dominantes en la actual secuencia histórica mundial ultraliberal. Contrariamente a una crítica demasiado rápida y demasiado frecuente, las clases dominantes no son idiotas ni irracionales, sino que simplemente tienen la racionalidad de sus intereses. Por supuesto, esta racionalidad dominante es antagonista de otra racionalidad: la que no se basa en maximizar el beneficio. Así, la lucha de clases es una lucha de racionalidad. Es lo que ilustran las muchas aporías que muestran las estrategias de lucha contra la pandemia en Francia. Una aporía es una contradicción irresoluble. Veamos dos ejemplos no exhaustivos que revelan la prueba de verdad que constituye la pandemia.

El primer ejemplo significativo es el de la política penitenciaria desde hace varias décadas. El hacinamiento en las cárceles es una realidad abrumadora muy documentada. La tasa de ocupación de los establecimientos penitenciarios "es hoy en día del 116 % con 70.651 personas presas para 61.080 plazas (a fecha del 1 de enero de 2020). El hacinamiento se concentra en los centros de detención preventiva, que acogen a las personas en espera de juicio y a las condenadas a penas breves de prisión. En estos establecimientos, que albergan a más de dos tercios de la población carcelaria, la tasa de ocupación media es del 138 %, que obliga a dos o tres personas (a veces más) a compartir la misma celda y a más de 1.600 personas a dormir cada noche en colchones en el suelo" (8), resume el Observatorio Nacional de Prisiones. Esta situación se contradice con una lucha eficaz contra la pandemia al tiempo que supone un sacrificio selectivo de parte de la población. Existen situaciones similares con la política migratoria y el hacinamiento en lugares como Calais, en centros de detención superpoblados o en viviendas insalubres que también están superpobladas; con la política destinada a las personas sin hogar; con la de vivienda que produce una fuerte sobreocupación para las clases populares o, por último, con la ausencia de una verdadera política de lucha por la igualdad entre los sexos. De estas aporías se desprenden directamente la magnitud del precio humano que pagaremos durante esta pandemia y su distribución por clase social, sexo y origen. La morbilidad vinculada a la pandemia tendrá indudablemente una dimensión de clase y también estará unida inevitablemente al género y al color.


El segundo ejemplo igual de significativo es el de las personas refugiadas que se amontonan en los puntos conflictivos de Italia y Grecia debido a la política de la Europa Fortaleza. Aunque la apertura de las fronteras turcas y la reacción brutal y represiva del Estado griego han reforzado aún más las escandalosas condiciones de existencia de estas personas refugiadas, los medios de comunicación dominantes organizan el silencio y la invisibilidad. Antes de que se produjeran ambas la jurista Claire Rodier hacía el siguiente balance de los puntos conflictivos griegos: “problemas de promiscuidad, de cohabitación de menores no acompañados con adultos, de alimentación insuficiente, de malas condiciones higiénicas debido a la saturación de las instalaciones sanitarias, etc. […] En enero de 2017 Amnistía Internacional revelaba una tasa de ocupación del 148 % en Lesbos, del 215 % en Samos y del 163 % en Kos. Debido a ello, durante el invierno de 2016-2017, que fue particularmente duro en la región, algunos de ellos se vieron obligados a dormir a la intemperie, envueltos en simples mantas que cubría la nieve por la noche” (9). Basándose en los informes de la misión de Amnistía Internacional (10), Claire Rodier añade que el balance en las zonas conflictivas italianas es el mismo. La ONG Médecins Sans Frontière [Médicos sin Fronteras] utiliza acertadamente la expresión “bomba sanitaria” para caracterizar la situación: “En algunas zonas del campamento de Moria solo hay un punto de agua para 1.300 personas y no hay jabón. Familias de cinco o seis personas tienen que dormir en espacios que no superan los tres metros cuadrados, lo que significa que las medidas recomendadas, como el lavado frecuente de manos y el distanciamiento social para evitar la propagación del virus, son simplemente imposibles” (11). También en este caso el resultado es similar: por un aparte, debilitamiento de la capacidad para hacer frente eficazmente a la pandemia y, por otra, sacrificio de las personas refugiadas.

El día después

Unas aporías tan importantes debilitan considerablemente la eficacia de la ideología dominante, que ya está muy debilitada por el movimiento de los Chalecos Amarillos y el movimiento contra la reforma de las pensiones. Al menos momentáneamente, ya no es posible mantener un discurso liberal sobre la sanidad, despreciar los servicios públicos y alabar lo privado, ni siquiera simplemente criminalizar la intervención del Estado. Con todo, el Elíseo ya está preparando el día después de la pandemia. Sin ser exhaustivo, ya se pueden identificar algunos de los componentes de esta preparación. El primero es la puesta en escena de una supuesta "irresponsabilidad" de una parte de la ciudadanía. Las imágenes machaconamente difundidas de personas que no respetan el confinamiento, el lugar que ocupa esta "irresponsabilidad" en la comunicación del gobierno, el recordatorio por parte de los medios de comunicación de la cantidad de amonestaciones, etc., son elementos que ponen de relieve un estrategia destinada a presentar la previsible magnitud de las consecuencias de la pandemia como resultado de la indisciplina irresponsable y no como resultado de causas políticas y económicas. El objetivo es también instrumentalizar el miedo legítimo a la pandemia para difundir la imagen de un gobierno responsable que, a pesar de la indisciplina, hace frente a la "guerra", por retomar la expresión de Macron.

El segundo componente de la preparación se sitúa en la vertiente económica. En este caso se trata de preparar a la opinión pública para un nuevo ciclo de austeridad para el “día después”. Aunque la pandemia demuestra el coste humano de las políticas de recortes de los presupuestos sociales, el objetivo es aquí instrumentalizarlo para volver a legitimar la idea de la necesidad de recortes del presupuesto justificados por los "daños de guerra" y el imperativo de la "reconstrucción". El vocabulario de la guerra y de la unidad nacional va en esa dirección. Estamos ante un ejemplo de lo que la periodista Naomi Klein denomina “la estrategia del shock”. En su libro publicado en 2007 demuestra la utilización de shocks psicológicos suscitados por desastres para imponer un ultraliberalismo aún mayor. Este proceso (el "capitalismo del desastre", como ella lo denomina) "recurre intencionadamente a crisis y catástrofes para sustituir los valores democráticos a los que aspiran las sociedades por la ley del mercado y la barbarie de la especulación" (12), explica Naomi Klein.

El tercer componente es jurídico y adopta la forma de una ley "de emergencia para hacer frente a la epidemia del Covid-19" que cuestiona varios derechos de las personas trabajadoras. Esta ley permite al gobierno adoptar disposiciones "provisionales" en materia de derecho laboral. Autoriza a los empleadores de los "sectores particularmente necesarios para la seguridad de la nación o para la continuidad de la vida económica y social", los cuales se definirán por decreto, "a derogar […] las estipulaciones convencionales relativas a la duración de la jornada laboral, al descanso semanal y al descanso dominical" (art 17). Reduce el plazo de aviso de las vacaciones pagadas de cuatro semanas a seis días. Por último, autoriza al gobierno a modificar “las modalidades de información y consulta de las instancias representativas del personal y, sobre todo, del comité económico y social”. Mientras que al gobierno no le parece urgente proporcionar mascarillas a las personas que ejercen profesiones de contacto, considera urgente cuestionar los derechos de las personas empleadas.

Si la pandemia es un analizador de la globalización capitalista y de su política económica ultraliberal, no es, sin embargo, su derrota. El día después será el de la factura y de señalar quién la va a pagar. A pesar de nuestra atomización debida al confinamiento, es imperativo prepararlo desde hoy como lo preparan ya las clases dominantes. También es imperativo exigir desde ahora una ayuda importante y sin condiciones para que los países de África puedan hacer frente a la pandemia, países que los gobiernos occidentales han hecho a sabiendas extremadamente vulnerables en materia de salud. Las personas dominadas de todo el planeta tiene más interés que nunca en centrar sus luchas en las causas de la situación y no sólo en sus consecuencias. El coronavirus demuestra indiscutiblemente que estas causas se sitúan en la globalización capitalista. Contra esta globalización es contra lo que que debemos luchar. Si otro mundo es posible, también es necesario y urgente.

Notas:

(1) Frédéric Leone y Freddy Vinet, "La vulnérabilité, un concept fondamental au cœur des méthodes d’évaluation des risques naturels", en Frédéric Leone et Freddy Vinet (dir.), La vulnérabilité des sociétés et des territoires face aux menaces naturelles, Publicación de la Universidad Paul Valery de Montpellier 3, 2005, p. 9.
(2) Marion Borderon et Sébastien Oliveau, Vulnérabilités sociales et changement d’échelle, Espaces, populations et sociétés, n° 2016/3, p. 1.
(3) Base de datos de la OMS, sección “Health systems”, http://apps.who.int/gho/data/node.main.475?lang=en, consultado el 21 de marzo de 2020 a las 20:53 h.
(4) Bénédicte Boisguérin (coord.), Les établissements de santé, Ministère de la santé et des solidarités, Direction de la recherche, des études, de l’évaluation et des statistiques, Edición 2019, p. 8.
(5) Pierre-André Juven, Frédéric Pierru, Fanny Vincent, La Casse du siècle : à propos des réformes de l’hôpital public, Raison d’Agir, París, 2019.
(6) Anne Braun, Alya Lécrivain, Diane Beaudenon, Victorien Pâté y Mathieu Cocq, L’Hôpital public : vers une privatisation contrainte?, 2019, pp. 3-4.

(7) Akhenaten Benjamin, Caglar Ozden, y Sten Vermund, Physician Emigration from Sub-Saharan Africa to the United States, PLOS Medicine, volumen 10, n° 12, 2013, p. 16.
(8) Section française de l’Observatoire National des Prisons, Surpopulation carcérale, https://oip.org/decrypter/thematiques/surpopulation-carcerale/, consultado el 21 de marzo de 2020 a las 11:10 h.
(9) Claire Rodier, Le faux semblant des hotspots, La revue des droits de l’homme, n° 13, 2018, p. 5.
(10) Ibid, pp. 8-9.
(11) Comunicado de MSF del 13 de marzo de 2020, Coronavirus: plus que jamais, l’urgence de l’évacuation des camps grecs, https://www.msf.fr/actualites/coronavirus-plus-que-jamais-l-urgence-de-l-evacuation-des-camps-grecs, consultado el 22 de marzo de 2020 a las 12:15 h.
(12) Naomie Klein, La stratégie du choc. La montée d’un capitalisme du désastre, Actes Sud, París, 2008, contraportada. [En castellano La doctrina del «shock»: el auge del capitalismo del desastre, Barcelona, Paidós, 2007; traducción de Isabel Fuentes García.]



Ranjeet Brar, NHS surgeon, speaks about Covid-19

























30 marzo, 2020

"¡Médicos y no bombas!" Fidel Castro





"¡Médicos y no bombas!" Fidel Castro, en el discurso que pronunció en la Facultad de Derecho en Buenos Aires en 2003, donde habló sobre la medicina cubana y de cómo Cuba envía médicos, y no bombas, a los lugares donde se necesitan.



PALESTINA: Militares israelíes demuelen clínica palestina de emergencia para enfrentar el coronavirus


PalestinaLibre.org - 30/03/2020

Terroristas israelíes se roban materiales

Las fuerzas israelíes de ocupación entraron en la aldea palestina de Khirbet Ibziq para demoler edificaciones, instalaciones sanitarias y confiscar materiales destinado a la construcción de una clínica para enfermos del coronavirus.

Escombros y restos de la clínica e instalaciones sanitarias demolidas por
 militares israelíes de ocupación en Khirbet Ibziq en el Valle del Jordan

Funcionarios de la Administración Civil israelí llegaron a la aldea de Khirbet Ibziq con una escolta militar, una excavadora y dos camiones equipados con grúas el jueves por la mañana para demoler la clínica comunitaria y las viviendas de emergencia, según el observatorio israelí de derechos humanos B'tselem.

B’tselem informó que los funcionarios israelíes incautaron postes y láminas designadas para formar ocho carpas, dos para una clínica de campo, dos para una mezquita y cuatro para viviendas de emergencia para personas infectadas y evacuadas de sus hogares.

También se confiscó un generador de energía, así como suministros de arena, cemento y bloques de cemento para el piso de las carpas.

B'tselem dijo que los aldeanos estaban construyendo una iniciativa comunitaria de primeros auxilios para lidiar con la crisis de Covid-19 que ha paralizado grandes zonas del sur de Cisjordania. Hay 106 casos confirmados hasta ahora en los territorios palestinos ocupados de Cisjordania y Gaza, con una muerte reportada el miércoles pasado.

La mayoría del valle del Jordán está bajo el control militar israelí total, a pesar de estar dentro de Cisjordania. Mientras tanto, al menos el 44 por ciento de la tierra total en el Valle del Jordán ha sido expropiado por las fuerzas israelíes con fines militares y ejercicios de entrenamiento.

29 marzo, 2020

Carlos Taibo: "Nos hallamos ante una crisis que se sitúa en la antesala del colapso"




x Boro LHLa Haine.org 27/03/2020

Charlamos con el escritor, profesor y anarquista Carlos Taibo, autor, entre muchos otros, del libro "Colapso. Capitalismo terminal. Transición Ecosocial . Ecofascismo"

En la situación actual en la que nos encontramos de pandemia global y Estado de alarma muchos nos preguntamos si lo que estamos viviendo es el principio del colapso del sistema económico como consecuencia de todos estos hechos. Sobre ese colapso del sistema capitalista y lo que vendrá después ha escrito el anarquista Carlos Taibo en una de sus últimas obras "Colapso. Capitalismo terminal. Transición Ecosocial. Ecofascismo".

Desde La Haine hemos tenido el placer de charlar con él sobre los hechos que estamos viviendo en estos días, si estos hechos nos llevan a ese colapso, o al "principio del fin" del actual sistema económico, así cómo sobre otras cuestiones relacionadas con la dura realidad que estamos viviendo a nivel global en estos momentos detonada por la pandemia global del Covid19.

Hola, Carlos. En uno de tus últimos libros hablabas del colapso del sistema capitalista. Vista la situación actual, ¿podemos decir que nos encontramos en el principio de algo así?

Es difícil responder. El colapso por el que me interesaba en ese libro remitía ante todo a las consecuencias, letales, del cambio climático y del agotamiento de las materias primas energéticas. Pero hablaba también de la existencia de factores que, aparentemente secundarios, podrían oficiar, sin embargo, como multiplicadores de las tensiones. Y entre ellos se refería expresamente a epidemias y pandemias. Igual una manera de salir del entuerto consiste en afirmar, con todas las cautelas, que nos hallamos ante una crisis que se sitúa en la antesala del colapso. Las cosas como fueren, muchos de los hechos que se suceden estos días, en lo más cercano y en lo más lejano, me sitúan en el escenario que manejé cuando escribí ese libro.

Se habla mucho del origen de este virus, de si ha sido algo fortuito, de origen natural o si por el contrario ha sido introducido con fines geopolíticos ¿Qué opinión tienes tú al respecto?

No tengo datos fehacientes al respecto. Ninguna explicación me sorprende. Pero soy poco propenso a aceptar las tesis de corte conspiratorio. Me parece que la miseria cotidiana del capitalismo contemporáneo, incluidas sus versiones estadounidense y china, es suficientemente ilustrativa como para que no precisemos explicaciones especiales. Más allá de ello, creo que muchas tesis conspiratorias atribuyen al sistema que padecemos unas capacidades mayores de las reales, olvidan sus numerosas disfunciones y bien pueden tener, al amparo de llamativas paradojas, un efecto desmovilizador de las resistencias.

Está claro que, pase lo que pase, la situación actual ha puesto a la clase obrera en la más absoluta de las indefensiones, donde algunos se han visto de repente despedidos de sus trabajos y peligra su sustento, su vivienda y sus necesidades más básicas, y por otro lado, otros miles tienen que ir a sus puestos de trabajo sin ninguna medida de seguridad, arriesgando así su salud y la de los de su entorno. Eso es lo que está ocurriendo ahora mismo, pero ¿qué consecuencias va a tener esta crisis en la clase obrera a medio y largo plazo?

Lo primero que debo subrayar es que, pese a afirmaciones como la que sugiere que la pandemia toca a todo el mundo por igual, salta a la vista que exhibe una rotunda dimensión de clase. Se ha señalado con frecuencia que sus efectos no son los mismos sobre los ricos, que pueden confinarse en sus mansiones en Marbella, sobre la clase media, acaso beneficiaria principal de esa farsa que es el teletrabajo, y sobre las clases populares, que las más de las veces tienen que seguir acudiendo a trabajar en condiciones infames. Pruebas y tratamientos se dispensan, también, con arreglo a criterios visiblemente clasistas.

Si se preserva el escenario actual, cada vez más tétrico, dominado por el sindicalismo de pacto, el panorama de cara al futuro se antoja muy delicado. A día de hoy, y por lo demás, no sé con qué quedarme a la hora de identificar la conducta dominante: si con el apoltronamiento general que se aprecia en tantos lugares o con una indignación en ascenso que invita a atisbar un renacimiento del sindicalismo de combate. No está de más que agregue que, si nuestra situación es mala, aún peor lo es, y con creces, la de muchos de los habitantes de los países del Sur. Espero, en cualquier caso, que no cale el mensaje de que las renuncias de hoy permitirán la recuperación de mañana.

El progresivo deterioro de la sanidad pública, así como la entrada cada vez mayor en las últimas décadas de las empresas privadas en el sector de la sanidad han supuesto que el sistema sanitario esté desbordado para hacer frente a la pandemia. ¿Crees que podremos darle la vuelta a esta situación y que lo que está pasando se convierta en el argumento irrefutable para exigir una sanidad pública y de calidad?

La indignación que se hace valer en estas horas ante las consecuencias, dramáticas, del deterioro de los sistemas sanitarios, ante la ineptitud de los responsables políticos y ante su subordinación a los intereses empresariales debería provocar una tensión fuerte, fortísima, en el sentido que propones. Queda por determinar, eso sí, si no asistiremos a la manifestación de un ejemplo más de memoria flaca y olvido rápido. Si, por otra parte, el flujo principal en los estamentos de poder en todo el planeta lo es, incipientemente, en provecho de un proyecto ecofascista está claro qué ocurrirá con la sanidad. Tengo que señalar, en fin, que a mi entender no es suficiente con defender los servicios públicos: esa defensa tiene que reclamar, al tiempo, su autogestión y su socialización plenas.

Mientras dura la crisis todas las actividades, movilizaciones, etc. de los movimientos populares están paradas. ¿Crees que el sistema aprovechará esta crisis para tratar de paralizar los movimientos disidentes y fomentar el individualismo frente a lo colectivo?

Entiendo que, aunque no estrictamente buscado, lo que está sucediendo en el Estado español es un experimento decisivo para calibrar qué es lo que pueden hacer con nosotras. Y pienso tanto en el despliegue de un proyecto aberrantemente estatalista, jerárquico, autoritario y militarizado como en la servidumbre voluntaria a la que se ha entregado buena parte de la población. Es verdad, con todo, y en sentido diferente, que están proliferando las iniciativas de apoyo mutuo que anuncian, ojalá, la irrupción de nuevos movimientos de resistencia empeñados, en efecto, en colocar lo colectivo en el núcleo de su acción y de sus preocupaciones. Qué interesante es recuperar, por cierto, el término ‘apoyo mutuo’. No descarto en modo alguno, de cualquier forma, que el aparato represivo que padecemos aproveche la tesitura para deshacerse de realidades incómodas.

Estamos viviendo a nivel mundial un incremento exponencial del autoritarismo y de políticas represivas. ¿A dónde crees que nos lleva esta peligrosa tendencia?

Me resulta inevitable vincular el experimento mencionado con el horizonte del ecofascismo. No se olvide que en una de sus dimensiones principales este último bebe de la idea de que en el planeta sobra gente, de tal manera que se trataría, en la versión más suave, de marginar a quienes sobran –esto ya lo hacen– y en la más dura, directamente, de exterminarlos. Ya sé que es manifiestamente excesivo vincular lo que ocurre en estas horas con el despliegue ostentoso de un proyecto ecofascista. Pero no lo es, en cambio, la sugerencia de que eso que sucede prepara el terreno y acrecienta los conocimientos al servicio de un proyecto de esa naturaleza.

El ejército está en las calles en el Estado español, pero a nivel internacional en más países empieza a pasar lo mismo. Además, EE.UU. tenía previsto unos ejercicios militares en Europa donde preveía desplegar a 37.000 militares. Aunque oficialmente dicen haber suspendido la mayor parte de las maniobras, mantienen varios miles de soldados desplegados, más otros miles que tienen permanentemente en bases en Europa ¿Es casual tanto movimiento militar?

La retórica de la guerra, y de los soldados, ha reaparecido con toda su fuerza, supuestamente al servicio de un proyecto humanitario, ya no externo, sino interno. Vuelvo a lo del ecofascismo. Un horizonte de esa naturaleza reclama, inexorablemente, herramientas militares. Y exige ratificar la preeminencia de los países ricos sobre los desheredados de siempre. Aunque nada nuevo hay en ello, habrá que estar muy atentas para identificar lo que, en este terreno, será un legado mayor del fortalecimiento represivo de la institución Estado al que asistimos en estas horas. Con Estados Unidos, como siempre, en cabeza.

Mientras gran parte de la población mundial se está quedando en casa, muchas actividades laborales, industriales, etc. se han suspendido y las carreteras están prácticamente vacías ¿Crees que el planeta respira aliviado, aunque sólo sea por unas semanas? Desde un punto de vista ecologista, ¿podemos aprender algo de esta situación?

Es cierto que hemos asistido a una significativa reducción de la contaminación en el planeta, a un retroceso en el consumo de combustibles fósiles y a un freno salvaje de la turistificación. Claro es que hay que preguntarse si alguno de esos procesos, afortunados, ha venido para quedarse o si, como parece, acabarán por retroceder. Obviamente, y en el estadio actual, no obedecen a la lógica de lo que algunas llamamos decrecimiento ni se ven acompañados de un proyecto social que apueste por la desjerarquización, la desurbanización, la destecnologización, la despatriarcalización, la descolonización, la descomplejización y la desmercantilización de mentes y sociedades. Otra cosa es, eso sí, que nos puedan servir como herramientas para subrayar las miserias del orden heredado y la imposibilidad de sostenerlo.

Ante esta situación, ¿qué alternativas tenemos la clase obrera y los movimientos populares anticapitalistas?

Las de siempre. Por un lado, colocar en el núcleo del debate la discusión sobre el capital, el trabajo asalariado, la mercancía, la plusvalía, la alienación, la explotación, el expolio de los países del Sur, la sociedad patriarcal, las guerras imperiales, la crisis ecológica y el colapso. Por el otro, perfilar movimientos anticapitalistas que, lejos de la lógica de los Estados, coloquen la autogestión y el apoyo mutuo en el núcleo de su acción. Y sumar al acervo de esos movimientos muchos de los elementos propios de las sociedades precapitalistas. Ya sé que fácil no es.

Muchas gracias, Carlos. ¿Hay algo más que quieras añadir para nuestros lectores?

En estas horas me parece urgente distinguir la solidaridad desnuda y espontánea que se ejerce desde abajo y la que, antes aparente que real, se despliega conforme a intereses ajenos y fórmulas autoritarias. Y hay que estar, claro, con los viejitos y las viejitas.

Gracias, compañero, salud y un placer charlar contigo.


27 marzo, 2020

La respuesta de Venezuela a la pandemia COVID19 — Leonardo Flores

CodePink 25/03/2020
Traducción del inglés: Arrezafe

¿Por qué a Venezuela le va mucho mejor que a sus vecinos en la región?

Médicos venezolanos realizando una visita a domicilio COVID-19.
(Foto: cortesía de @OrlenysOV)

A las pocas horas de su anuncio, más de 800 venezolanos residentes en EEUU se registraron para un vuelo de emergencia Miami-Caracas a través de un sitio web administrado por el gobierno venezolano. Dicho vuelo, ofrecido sin costo, fue propuesto por el presidente Nicolás Maduro cuando supo que 200 venezolanos estaban atrapados tras la decisión del gobierno de Estados Unidos de cancelar los vuelos comerciales como medida preventiva ante el coronavirus. La oferta de uno se amplió a dos o más vuelos, ya que se hizo patente el deseo de muchos venezolanos de regresar a Venezuela. Sin embargo, la situación sigue sin resolverse debido a la prohibición de dichos vuelos por parte de EEUU hacia y desde el país.

Quienes confían únicamente en los medios de comunicación hegemónicos podrían preguntarse quién en su sano juicio,querría abandonar Estados Unidos para ir a Venezuela. Numerosos medios, incluyendo la revista TIME, el Washington Post, The Hill, el Miami Herald, entre otros, publicaron opiniones la semana pasada describiendo a Venezuela como una pesadilla caótica. Estos medios de comunicación proyectaron una imagen de desastre ante el coronavirus, de la incompetencia del gobierno y de una nación al borde del colapso. La realidad de la respuesta de Venezuela al Covid-19 no está cubierta en absoluto por los medios de comunicación hegemonicos.

Además, dichos ocultan deliveradamente el daño causado por las sanciones de la administración Trump, que devastó la economía y el sistema de salud mucho antes de la pandemia. Estas sanciones han empobrecido a millones de venezolanos e impactan negativamente en la infraestructura vital, como la generación de electricidad. Venezuela no puede importar repuestos para sus centrales eléctricas y los apagones resultantes interrumpen los servicios de agua que dependen de bombas eléctricas. Estos, junto con docenas de otras implicaciones de la guerra híbrida contra Venezuela, han causado una disminución en los índices de salud que ha propiciado 100.000 muertes a consecuencia de las sanciones.

Concretamente, respecto al coronavirus, las sanciones aumentan los costos de los kits de prueba y los suministros médicos, y prohíben al gobierno de Venezuela comprar equipos médicos en los EEUU. Supuestamente, estos obstáculos situarían a Venezuela en la senda de un desastre similar a Irán (también golpeado por sanciones) o Italia (golpeada por la austeridad y el neoliberalismo). A diferencia de esos dos países, Venezuela tomó medidas decisivas desde el principio para afrontar la pandemia.

Como resultado de ello y de otros factores, Venezuela se encuentra actualmente en mejor situación que los países de su entorno. En el momento de escribir este artículo, 11 días después del primer caso confirmado de coronavirus, el país tiene 86 personas infectadas, con 0 muertes. A sus vecinos no les ha ido tan bien: Brasil tiene 1.924 casos con 34 muertes; Ecuador 981 y 18; Chile 746 y 2; Perú 395 y 5; México 367 y 4; Colombia 306 y 3. (Con la excepción de México, todos esos gobiernos, liderados por Estados Unidos, han participado activamente y contribuido a los esfuerzos de cambio de régimen en Venezuela). ¿Por qué Venezuela lo está haciendo mucho mejor que otros países de la región?

Los escépticos afirmarán que el gobierno de Maduro está ocultando cifras y muertes, que no hay suficientes pruebas, ni suficientes medicamentos, ni suficiente talento para enfrentar adecuadamente una pandemia. Pero aquí están los hechos:

Primero, la solidaridad internacional ha jugado un papel decisivo, permitiendo al gobierno estar a la altura del desafío. China envió kits de diagnóstico de coronavirus que permitirán diagnosticar a 320.000 venezolanos, además de un equipo de expertos y toneladas de suministros. Cuba envió 130 médicos y 10,000 dosis de interferón alfa-2b, un medicamento con un historial comprobado de ayuda a la recuperación de pacientes con COVID-19. Rusia ha enviado el primero de varios envíos de equipos y equipos médicos. Estos tres países, habitualmente caracterizados por la política exterior de los Estados Unidos como malvados, ofrecen solidaridad y apoyo material. Estados Unidos ofrece más sanciones y el FMI, sobradamente conocido por estar bajo el control de Estados Unidos, negó una solicitud venezolana de $ 5 mil millones en fondos de emergencia que incluso la Unión Europea apoya.

En segundo lugar, el gobierno llevó a cabo rápidamente un plan para contener la propagación de la enfermedad. El 12 de marzo, un día antes de los primeros casos confirmados, el presidente Maduro decretó una emergencia de salud, prohibió la reunión de multitudes y canceló vuelos desde Europa y Colombia. El 13 de marzo, primer día, dos venezolanos dieron positivo; el gobierno canceló las clases, comenzó a exigir máscaras faciales en el metro y en la frontera, cerró teatros, bares y discotecas, y limitó los restaurantes a llevar o entregar comida a domicilio. Vale la pena insistir en que esto tuvo lugar el primer día de un caso confirmado; muchos estados de EE. UU. aún tienen que dar estos pasos. Para el cuarto día, se puso en práctica una cuarentena nacional (equivalente a la reclusión domiciliaria) y se reutilizó un portal en línea llamado Sistema Patria para estudiar posibles casos de COVID-19. Para el octavo día, el 90% de la población estaba atendiendo a la cuarentena. Para el día 11, más de 12.2 millones de personas habían completado la encuesta, más de 20.000 personas que informaron estar enfermas fueron visitadas en sus hogares por profesionales médicos y 145 personas fueron derivadas para pruebas de coronavirus. El gobierno estima que sin estas medidas, Venezuela tendría 3.000 personas infectadas y un alto número de muertes.

Tercero, el pueblo venezolano estaba en posición de manejar una crisis. En los últimos 7 años, Venezuela ha vivido la muerte de un líder muy popular, violentas protestas de la ultra derecha, una guerra económica caracterizada por la escasez y la hiperinflación, sanciones que han destruido la economía, un golpe de estado en curso, intentos de insurrecciones militares, ataques contra servicios públicos, apagones, migración masiva y amenazas de intervención militar estadounidense. El coronavirus plantea un desafío diferente, pero las crisis anteriores han potenciado la resistencia del pueblo venezolano y fortalecido la solidaridad dentro de las comunidades. No hay pánico en las calles, por el contrario, las personas están tranquilas y siguen los protocolos de salud.

Cuarto, organización masiva y prioridad a las personas por encima de todo. Las comunas y las comunidades organizadas han tomado la delantera, produciendo máscaras faciales, manteniendo el sistema de suministro de alimentos CLAP en funcionamiento (paquete de alimentos que llega mensualmente a 7 millones de familias), facilitando visitas de médicos casa por casa y fomentando el uso de máscaras faciales en público. Más de 12.000 estudiantes de medicina en su último o segundo año de estudios solicitaron ser capacitados para visitas domiciliarias. Por su parte, la administración de Maduro suspendió el pago de alquileres, decretó el congelamiento del despido en todo el país, bonificó a los trabajadores/as, prohibió que las teleoperadoras cortaran los teléfonos o internet a los usuarios, llegó a un acuerdo con las cadenas hoteleras para proporcionar 4.000 camas en caso de que la crisis se intensifique, y se comprometió a pagar los salarios de los empleados de pequeñas y medianas empresas empresas En medio de una crisis de salud pública, agravada por una crisis económica y las sanciones, la respuesta de Venezuela ha sido garantizar alimentos, brindar atención médica gratuita y pruebas generalizadas, y evitar una mayor presión económica sobre la clase trabajadora.

El gobierno de Estados Unidos no ha respondido a la solicitud de la administración de Maduro de hacer una excepción para que Conviasa Airlines, la aerolínea nacional sancionada por dicho gobierno, lleve a los venezolanos varados en los Estados Unidos de regreso a Caracas. Dado cuanto sucede en los Estados Unidos, donde el tratamiento del COVID-19 puede costar casi $ 35,000 y cuyo gobierno está sopesando la opción de priorizar la economía sobre la vida de las personas, tal vez estos venezolanos que esperan volver a casa entiendan que sus posibilidades de sobrevivir al coronavirus, tanto física como económicamente, son mucho mejores en un país que valora la salud sobre las ganancias.




Por las calles desiertas de 9 ciudades en cuarentena




Utrech – 20 marzo 2020 




Londres – 23 marzo 2020



Nueva York – 23 marzo 2020




Las Vegas – 22 marzo 2020




Glasgow – 22 marzo 2020




Benidorm – 19 marzo 2020



Roma – 19 marzo 2020




San Francisco – 22 marzo 2020



París – 19 marzo 2020



26 marzo, 2020

¿Salvar al capital o salvar al pueblo?



Ángeles Maestro - Red Roja 25/03/2020

Expropiar la banca, las empresas estratégicas y, por supuesto, la sanidad privada incluidas las farmacéuticas.

La actual crisis sanitaria y social tiene proporciones gigantescas y consecuencias aún por determinar, sin parangón desde hace décadas.

La sanidad pública se desborda mientras los hospitales de gestión privada con financiación pública miran para otro lado, mantienen buena parte de sus instalaciones cerradas y continúan su actividad habitual. Las aseguradoras privadas, en medio de la tragedia, multiplican la publicidad pretendiendo hacer su particular agosto con la angustia de la gente mientras aprovechan las medidas del gobierno para reducir plantillas.

Al tiempo, aparece una auténtica hecatombe social.

El confinamiento decretado para intentar minimizar los contagios ha revelado toda la magnitud del criminal desorden capitalista. La policía, la guardia civil y el ejército han tomado las calles para evitar que la gente salga de casa sin motivo justificado mientras se deja al libre albedrío del gran capital mantener o no la producción. La incongruencia produce situaciones aberrantes como trabajadores y trabajadoras yendo a trabajar a sectores no indispensables, hacinadas en el metro, mientras el ejército metralleta en mano o la policía, les impiden dar un paseo por su barrio el fin de semana. Al tiempo, las redes sociales reflejan un número creciente de abusos, arbitrariedad y brutalidad policial en aplicación, precisamente, de la Ley Mordaza.

De hecho, las empresas que han cerrado lo han hecho, en la mayoría de los casos, como consecuencia del plante y la exigencia del personal. Miles de empresas mantienen su producción de bienes y servicios no indispensables; y lo hacen exponiendo a sus plantillas - aún con casos positivos y síntomas, y bajo amenaza de despido - a correr el riesgo de contagio y convertirse en nuevos focos de infección. Uno entre tantos casos denunciados ha sido el de la multinacional danesa VESTAS que fabrica aerogeneradores y que obliga a trabajar a las 1.300 personas de su plantilla en su sede de Zaragoza a pesar de tener varios casos confirmados de Coronavirus. Los sindicatos han denunciado que esa empresa almacena y oculta miles de mascarillas, guantes de nitrilo, gafas y monos de seguridad, etc[1].

El sindicato CGT de AIRBUS, tras comprobar que tanto en la empresa como en industrias auxiliares había centenares de trabajadores y trabajadoras con síntomas - positivos o en cuarentena - y ante la negativa de la empresa a parar la producción, han convocado huelga indefinida a partir del 30 de marzo. El objetivo es dar cobertura a todas las personas que decidan no acudir al trabajo.

¿Dónde está el dinero?

Podría pensarse que esta penuria desesperada de medios de la sanidad pública y de miseria en millones de hogares es consecuencia de la ausencia generalizada de recursos. No es así, ni muchísimo menos. Recuerdo algunos datos relativos a fondos que salen de los Presupuestos Generales del Estado, que van a parar a sectores de discutible prioridad y que no ha alterado en absoluto el Estado de Alarma:

El pago sólo de los intereses de la Deuda[2] que se triplicó tras transferir decenas de miles de millones de euros de dinero público a la banca y que no devolvió –sin contar los vencimientos de capital– supone 31.400 millones al año, 86 millones de euros/día[3].

El gasto militar, 31.400 millones de euros al año, 87 millones de euros/día[4]

Las subvenciones a la iglesia católica, más 11.000 millones/año, 30 millones de euros/día[5]

El pago a la casa real, ocho millones de euros/año, 22.000 euros/día[6]

A todo ello hemos sumar los datos de evasión fiscal de los grandes bancos y empresas, que si en condiciones normales provocan indignación, hoy son directamente escandalosos.

Las empresas del Ibex 35 mantienen 805 filiales en paraísos fiscales, el 80% en la propia UE, hacia los que desvían beneficios empresariales, ocasionando pérdidas multimillonarias en los ingresos del Estado por el ya muy mermado Impuesto de Sociedades. De esta forma, a pesar del incremento espectacular de beneficios declarados estos últimos años, los ingresos estatales por este impuesto han sido la mitad, mientras los ingresos procedentes de impuestos indirectos como el IVA han subido un 14%. Los beneficios de estas empresas en los años 2018 y 2019, según la CNMV, suman 77.677 millones de euros.

Las empresas del Ibex que más filiales poseen en paraísos fiscales son el Banco de Santander con 207, le siguen ACS con 102, Repsol con 70, Ferrovial con 65 y Arcelor Mital con 55[7].

Y un respirador, material por el que clama la sanidad pública, cuesta 4.000 euros

El gran capital aumenta su poder con el Estado de Alarma

Y frente a esta situación, que ya partía antes del coronavirus de condiciones de miseria dramáticas para 12 millones de personas, y de penuria para más de la mitad de la población[9], el Gobierno en la declaración del Estado de Alarma se ha limitado a poner ridículos parches frente al desmoronamiento social y económico en curso.

Ha establecido estrictos mecanismos de control social de la población, algunos de ellos de más que dudosa justificación, mientras el capital sigue actuando en función de sus beneficios y en contra de la salud de la población, empezando por sus propios trabajadores y trabajadoras.

Las medidas económicas anunciadas por el Gobierno del PSOE-PODEMOS el pasado 17 de marzo, tal y como ocurrió hace una década, ponen en poder de la banca y de las grandes empresas la capacidad de decisión sobre los fondos públicos que, indudablemente, van a emplear para rescatarse a sí mismos. La oligarquía económica y financiera, cuyas empresas y bancos están interpenetrados, no sólo se verá beneficiada por esta gigantesca emergencia sanitaria y social, sino que es la banca la que decidirá a qué empresas concede créditos con el aval del Estado y a cuáles no.

Como mandan los cánones de la lucha de clases, el gran capital, con el gobierno "progresista" a su servicio, mantiene el cetro del poder, aún más acrecentado, para beneficiarse del desastre de la inmensa mayoría.

Veamos el mecanismo.

De los 200.000 millones que se anuncian, 100.000 son avales del Estado que el gobierno pone en manos de los bancos para que los administren. Es decir, son los bancos los que valorarán la solvencia de las empresas que los soliciten y quienes decidirán a cuáles de ellas se darán y a quiénes no, en función de su capacidad de asegurar la devolución del crédito concedido. Y sin ningún riesgo, porque si en algún caso hubieran errado la decisión y se produjera un impago, actuaría el Estado como aval.

¿Existe alguna duda de qué empresas serán consideradas solventes, teniendo en cuenta que los mismos capitalistas son dueños de bancos y grandes multinacionales? ¿Cabe alguna posibilidad de que las más de 150.000 pequeñas empresas o los más de tres millones de autónomos que están viendo hundirse su negocio accedan mayoritariamente a esos créditos? Es evidente que no.

Es a los bancos, pues, a quienes se les ha hecho el enorme regalo de poder vender su materia prima, el dinero, dando créditos por valor de la enorme suma de 100.000 millones de euros. Y venderán sus créditos al tipo de interés "de mercado" cuando el Banco Central Europeo les presta a ellos, y se prestan entre ellos, a interés cero, o incluso negativo[10].

A ello se suman los 750.000 millones del Banco Central Europeo (BCE) para comprar "activos públicos y privados", es decir para insuflar esa enorme cantidad de dinero público mediante la compra de bonos a las grandes corporaciones, mientras el riesgo lo asume el BCE. Es decir, la parte de esos 750.000 millones que le corresponda a España irá a parar a los mismos grandes bancos y a las mismas empresas multinacionales.

En cuanto a las medidas dirigidas a las necesidades más perentorias de la clase obrera: vivienda, luz, gas, agua, etc, son meros aplazamientos de pago de hipotecas y facturas, que se acumularán para después. Y por si se nos olvida, los acreedores son los mismos grandes bancos y las grandes multinacionales.

El resto de las medidas del Gobierno que supongan gasto irán a incrementar la Deuda pública, ésa que pagamos todos, sin que al gran capital se le haya impuesto gravamen alguno. Más bien al contrario, como hemos visto. Y más que veremos cuando "para salir de la crisis" reclamen rebajas, más todavía, en el Impuesto de Sociedades y otros impuestos directos.

En su negligencia criminal, porque hay vidas pagando por ella, el Ejecutivo no ha asumido medidas paliativas que sí han adoptado otros gobiernos europeos, al menos durante el Estado de Alarma, como:

Prohibición absoluta de despidos en este periodo, como Italia y Grecia, declarando nulo cualquier despido que se produzca.
En Italia, cada autónomo recibirá un bono de 600 euros en marzo y abril
En Grecia el Estado abonará 800 euros en abril a quienes hubieran perdido su empleo.
En Dinamarca, el Estado pagará el 75% de salarios de empresas en riesgo de crisis a cambio de que no haya despidos
En Francia, moratoria en el pago de alquileres a las PYMES, que además no pagarán agua, luz o gas.
En Alemania, hasta hace poco gendarme de la austeridad en la UE, se utilizará el banco público KfW para utilizar 550.000 millones de euros en préstamos a las empresas durante la crisis y se usarán ayudas públicas para que no haya despidos.

En este cuadro se resumen las medidas adoptadas por algunos países. Como puede verse, España está en la cola de las ayudas si tenemos en cuenta las aprobadas hasta el pasado 22 de marzo:


Fuente: recopilación de anuncios gubernamentales (22 de marzo) Carlos Sanchez Mato[11]

Como puede verse, hasta en Italia, con un gobierno de derechas, las medidas de choque social superan con creces las aprobadas por estre gobierno.

Conclusión urgente: poner en el puesto de mando la salvación del pueblo.

Por mucho que quieran ocultarlo bajo el siniestro manto del Coronavirus, es evidente que la pandemia ha sido sólo el detonante de una nueva crisis, de mucha mayor envergadura y menos margen de maniobra que la de hace una década, y que ya estaba en avanzado estado de gestación.

Esta conclusión no es de interés sólo para economistas. Es indispensable que sepamos que cuando la emergencia sanitaria se atenúe estaremos en medio de la más gigantesca crisis social y económica que se recuerda.

Los datos son ya estremecedores: 50.000 despidos diarios, 760.000 personas se han sumado a un paro ¿temporal?. La última semana se perdieron más empleos que en todo el año 2009 y la cara del hambre sin paliativos aparece con intensidad progresiva en los barrios obreros.

El gobierno, como se ha visto, no ha abordado las responsabilidades esenciales que le corresponden ante una situación de grave emergencia como la actual. Ni siquiera cuando ya se oyen los crujidos del derrumbe se han incluido en las decisiones del Consejo de Ministros del 24 de marzo, migajas como la moratoria o ayudas al pago de alquileres o la protección social más amplia (se habla del 70% de la base reguladora) para las trabajadoras del hogar cuando son millones las mujeres, cabezas de familia, en la economía sumergida y que se quedan sin nada al perder el trabajo por el Coronavirus.

El Gobierno de Coalición muestra cada vez con más claridad de quién recibe las órdenes y Podemos sigue sumando batallas perdidas que muestran que no sirve más que para dar una imagen “progre” en el relato, que no en los hechos. Mientras, cada vez más sectores de la clase trabajadora van descubriendo en su propia piel que así no se puede seguir.

El cuento de que no se puede hacer otra cosa que salvar banqueros y grandes capitalistas ya no lo compra nadie, máxime después de haber comprobado como el Rey Emérito es probablemente el mayor ladrón del reino, y eso que la competencia es dura.

Las dimensiones del desastre no pueden enfrentarse sino con medidas que atajen las causas, y no sólo los síntomas, y que deben constituir el programa básico de un Frente para salvar al pueblo:

1. Nacionalización de todos los recursos sanitarios y planificación de su funcionamiento al servicio de las necesidades de salud de la población y de la protección eficaz de quienes están en primera línea: los trabajadores y trabajadoras de todo el sistema sanitario.
2. Paralización de la actividad en todos aquellos sectores no indispensables para la supervivencia e intervención de las empresas productoras de recursos sanitarios, incluidas las farmacéuticas.
3. Intervención de todas las grandes empresas de producción y distribución para evitar la fuga masiva de capitales que ya se está produciendo y declarar la función social de las empresas estratégicas.
4. Expropiación de la banca que parasita al resto de la sociedad. Negativa a pagar la Deuda, creada en buena parte al transferir dinero público a la banca, y no aceptar los límites del gasto público impuestos por la UE.

Sólo con estos instrumentos se puede abordar el objetivo esencial:

5. Planificación racional de la economía en función de las necesidades sociales.

En definitiva, lo que es insoslayable es salir de la barbarie de un funcionamiento social dirigido con mano férrea a asegurar el incremento permanente de los beneficios de grandes capitalistas, a costa de la miseria, la salud, la represión y la vida de quienes, precisamente, crean sus riquezas.

Junto a la ineludibilidad de estas medidas, cuya perentoriedad irá creciendo cada día, surge la necesidad de construir el poder capaz de mostrar el camino a la movilización popular que sin duda se producirá tras esta fase de confinamiento y catatonia, y, en definitiva, de llevarlas a cabo. Sobre estos planteamientos programáticos, enunciados de una u otra manera, es preciso construir un Frente dirigido a la salvación del pueblo, desde el acuerdo político de organizaciones y desde la construcción de poder popular desde la base.

La historia nos enseña que en momentos de grave crisis es cuando se ven las cosas con más claridad y ha llegado el momento de ponerse manos a la obra.

NOTAS

2 Como se recordará, la Deuda Pública se triplicó en siete años. Paso de ser el 37% del PIB en 2007 al 100% en 2014. El concepto más importante por el cual se produjo este espectacular incremento fue la transferencia a los grandes bancos de decenas de miles de millones de dinero público, que como es sabido, ante la pasividad absoluta del Gobierno, se niega a devolver.

Precisamente en este lapso de crisis social agudísima, en 2011, el PSOE y el PP reformaron el artículo 135 de la Constitución, para junto al Tratado de Estabilidad de la UE considerar su pago como prioridad absoluta, frente a cualquier otra necesidad. Hasta la fecha esta consideración sigue siendo la misma.

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"Cuando las crisis amenazan las principales columnas sociales de sostén estructural y la convivencia ciudadana, las elites predican esfuerzos adicionales: todos para uno y uno para todos a la usanza de los mosqueteros románticos de Dumas. Ese ideal de igualdad es ficticio, mera treta para recomponer la figura maltrecha, desviar responsabilidades propias y volver al statu quo anterior al caos, quizá con algún cambio estético, nominal, que no afecte a la propiedad de las cosas ni a las riendas estatales". Armando B. Ginés
Artículo completo en: La Haine