29 noviembre, 2014

El juicio contra Alfon evidencia la persecución policial

25/11/201 La esperada vista en el tribunal ha dejado en evidencia la fragilidad de las estrategias criminalizadoras contra el joven que acudió a la huelga general del 14-N.



Tras el surrealista aplazamiento el pasado 18 de noviembre por incomparecencia de los policías que le acusaban –estaban “de vacaciones”–, el esperado juicio contra Alfonso Fernández Ortega, Alfon, por asistir a la huelga general del 14N (portando explosivos según la policía), finalmente ha tenido lugar esta mañana. Y ha dejado en evidencia lo endeble de las estrategias criminalizadoras contra la protesta que la Policía y este Gobierno pretenden convertir en norma con la venidera Ley Mordaza.

Al igual que en la cita aplazada, se nos convocó a las 10 de la mañana en la Audiencia Provincial de Madrid. Pero a diferencia de la malograda primera fecha, en esta ocasión se evitó el desfile de activistas, políticos y caras conocidas entre el público, pasando el juicio a la diminuta sala 3 que sólo permite 19 invitados. Por suerte se me permitió acceder como prensa, “como ciudadano e informador tienes el derecho”, me espetó un entrajado bedel.

Mientras los medios hacíamos cola para acreditarnos, los policías y bedeles plantearon una interesante discusión sobre la importancia de dejar pasar primero a Telemadrid. En efecto, las cámaras de la polémica cadena, acusada de manipulación a favor del PP, fue custodiada por un grupo de serviles bedeles y policías delante de nuestros atónitos ojos. Por suerte nosotros también pudimos acceder a la sala y, tras ser obligado a borrar una foto que saqué en el pasillo e instruido sobre el complejo procedimiento mediático (“Sólo video mudo, nada de fotos”), empezó el juicio, con la presencia de 19 invitados y muchos medios (algunos de los cuales, como los dos sentados a mi lado, sólo cubrieron a los testigos de la acusación y se fueron cuando llegó la defensa).

Se volvió a cuestionar la aparición de pruebas de última hora. Al igual que en el juicio aplazado, unos informes periciales sobre la presencia de gasolina en las botellas incautadas, que nadie parecía haber pedido, se formalizaron 2 años después de los hechos, ahora aparecía una nueva prueba en el mismo día del juicio que la defensa no había podido conocer hasta el propio juicio. El fiscal destapa su principal argumento, repetido una y otra vez, para acusar: “No se puede dudar de la imparcialidad de la Policía”. La jueza, reconocida por todos como muy “garantista”, decide aceptarla y da paso al interrogatorio de Alfon por parte del fiscal. El procurador se lanza a su juicio ideológico, porque no puede ser tachado de ninguna otra cosa, con fruición.

El fiscal centra su interrogatorio en la pertenencia de Alfon a distintos grupos antifascistas, como clara evidencia de su peligrosidad y violencia. 

Sin preámbulos, centra su interrogatorio en la pertenencia de Alfon a distintos grupos antifascistas como clara evidencia de su peligrosidad y violencia. “¿Usted es miembro de Bukaneros?”, le espeta agresivo. “Sí”, contesta tranquilo Alfon. “¿Entonces por qué dijo no serlo en las dependencias policiales cuando le arrestaron?”, contrataca virulento el fiscal. Alfon explica que la presión y amenazas que sufrió le hicieron temer declarar algo que perjudicase a sus compañeros. El fiscal mantiene la presión para adentramos en la parte más delirante del juicio: “¿Pertenece usted a las Brigadas Antifascistas o BAF?”. “No”, contesta extrañado Alfon. “¿Entonces por qué tiene una camiseta de las BAF?, ¿suele usted llevar camisetas de organizaciones con las que no se identifica?”, replica triunfal el procurador.

La sala se pierde en un aturdimiento general, rememorando las miles de camisetas con lemas en inglés compradas sin saber ni lo que quieren decir. “No comprendo”, interpone Alfon. “¿Por qué salía en una foto encontrada en su ordenador con una camiseta de las BAF? ¿Por qué tiene una camiseta así?”, proclama arrebatado el fiscal como quien ha encontrado las armas de destrucción masiva en Irak. “Porque me gusta”, contesta Alfon. Erlantz, el abogado de Alfon, zanjaría la cuestión de la camiseta preguntando a Alfon: “¿Tuvo que presentar su DNI o firmar alguna solicitud para comprar esas camisetas, ratificar su adhesión al grupo?”. A lo que Alfon contestó, lógicamente, que no. Que de hecho se la habían regalado.

Esta línea de criminalización ideológica todavía habría de durar un rato. “Ha escrito usted en la página de Facebook de Soldados ADRV?”, inquiere el fiscal. “Sí”, reitera Alfon. Tras plantear la peligrosa radicalidad antifascista de los seguidores de la Asociación del Rayo Vallecano, el agente del ministerio público acaba por asestar la que cree su estocada mortal: “¿Reconoce haber escrito en una conversación en Whatsapp con el grupo ADRV: ‘Hay que acudir a la huelga combativa. No hay que ir de legales ni cívicos. Eso les joderá más a CCOO y UGT’?”. “Supongo, no lo recuerdo exactamente”, ofrece tranquilo Alfon. “O sea que usted aboga por saltarse la ley”, interrumpe excitado el procurador. “Yo lo que quiero decir es que la huelga es una herramienta para defendernos de la opresión y hay que utilizarla en toda su extensión”.

El fiscal no parece contento con la coherencia de Alfon y pierde un buen rato en intentar hacerle afirmar que el buscaba la violencia en la huelga. Alfon no cede y explica una y otra vez su disconformidad con cierta connivencia de los sindicatos CCOO y UGT con la patronal. Entonces saltamos a la tercera pata magistral de la acusación: “Daria, exnovia de Alfon detenida ese día junto a él, llevaba el número de teléfono de su abogado escrito en el antebrazo. Aunque se explica que fue Elena Ortega, madre de Alfon, la empeñada en cumplir una tradición de los movimientos sociales con la que todos los manifestantes estamos tristemente familiarizados (Legalsol siempre publica en las redes los nombres y números de los abogados por si detienen a manifestantes; costumbre cada vez más habitual). Pero el fiscal cree ver en esta rutina una prueba del demoníaco adiestramiento violento de Alfon y Daira. “Nadie lleva el número de su abogado tatuado o escrito en la piel”, reiterará varias veces a lo largo del juicio y en su alegato final intentando imponer su moral burguesa y madura a rutinas juveniles y ciudadanas que parece desconocer.

Para terminar su ronda criminalizadora ideológica —ningún tiempo dedicado a demostrar si llevaba o no explosivos y todo a plantear sus ligazones ideológicas con la izquierda “radical”—, el fiscal le espeta a un desconcertado Alfon: “¿Sabe usted que se publicaron unas fotos con coches policiales ardiendo y el lema de las BAF para pedir su liberación?, ¿No cree que esas fotos acreditan su pertenencia a las BAF?”. “Pues pregúnteselo a quien las publicase, yo no sé nada de esas fotos, como de tantas otras”, concluye Alfon extrañado. Es Erlantz Ibarrondo el que a continuación interroga a Alfon, subrayando la persecución a la que el joven ha venido siendo sometido desde hace años por el mero hecho de ser Bukanero y su concienciación social (no se menciona en el juicio, pero la amistad de Alfon con el joven antifascista Carlos Palomino, vilmente asesinado en el metro por un grupo de fascistas, es determinante en su compromiso social, como contó en un acto en el Teatro del Barrio).

En este tramo Alfon cuenta cómo le han perseguido coches patrulla insultándole y riéndose de él por la calle o cómo en una ocasión pararon a su entonces novia para aconsejarle que le abandonase porque era muy peligroso. Luego, su madre Elena, contaría cómo en una ocasión que bajó a comprar tabaco la detuvo un grupo de policías para decirle que su hijo se relacionaba con gente muy peligrosa y que iba acabar mal. Esto el fiscal lo describió como un “generoso interés de la policía en el bienestar de su hijo que ella intenta convertir en agobio porque los policías se preocupan por su hijo”. Entramos entonces en la sección desfile de policías. En todos los formatos: ante nosotros, ocultos con un aparatoso sistema de biombos e, incluso, por videoconferencia desde la policía científica.

Destacaría que uno de los agentes acusadores (todos aseguran haber visto a Alfon llevando la bolsa con los explosivos, aunque no hay huellas digitales del joven en la bolsa… ¿telequinesia?) portaba una llamativa camiseta de un equipo de rugby de Sudáfrica con el lema “Johannesburgo DP HK” y el dorsal “22”. No creo que fuese seguidor del equipo ni jugador en el mismo. Todos nos hablan de los grupos de ideología radical que son los antifascistas (curioso que ahora sean los que combaten a los fascistas y neonazis los peligrosos). Las preguntas del fiscal se centran entonces en demostrar el seguimiento de estos grupos de Alfon en sus desplazamientos con los Bukaneros y en definir "la peligrosidad de los BAF y otros grupos de fútbol o antifascistas".

Las preguntas de Erlantz se centran en denunciar, escandalizado, el seguimiento (persecución sería el término adecuado) personalizado que se hace de Alfon entre 2009 y 2011. En un informe de 30 páginas se detalla cada viaje que hace. “Leo que hace un viaje a Zaragoza en compañía de 100 personas. Como este registro hay cientos más. ¿Se registran cuando hay incidencias?”, pregunta Erlantz indignado. “Sí”, responde un agente tras otro (ocultos tras el biombo). “¿Y si en este viaje y otros no hubo incidencia alguna por qué se ha guardado registro? El único nexo es que está Alfonso”, añade Erlantz educadamente. A continuación plantea la cuestión central: “¿Qué habilitación legal le permite seguir a un ciudadano durante dos años si no ha participado en ningún incidente?”.

Los agentes no han sabido explicar el procedimiento alegal que han seguido con Alfon.

Uno tras otro, los agentes responden que no saben, que eso se lo debería preguntar al Secretario del Estado, que él sabrá por qué pueden recoger esa información sobre un particular sin incidentes. Ante la insistencia de Erlantz de que es un seguimiento muy exhaustivo y que de dónde ha salido esta información, la última agente, mujer, con un tono desafiante contesta que no lo sabe pero que se podrá hacer si se hace. “¿A pesar de que es usted quien ha validado estos informes?”, le aclara Erlantz. Ella no puede explicar el procedimiento alegal que han seguido.

Conclusión: la Policía no tiene control legal de los seguimientos/acosos que hace de ciudadanos. También destaca Erlantz la falsedad de la afirmación de Policía y fiscal de que en un día tan significativo como la huelga general no se hizo un seguimiento especial ni dispositivo para vigilar a Alfon y otros activistas. “Todo fue casual”, afirman fiscal y agentes una y otra vez a pesar de contarnos el impresionante seguimiento de 2009 a 2011 que registran de Alfon. Pero la actuación más desmedida del fiscal llegará con el interrogatorio a Daira, exnovia de Alfon detenida ese día.

El tono agresivo e impertinente del fiscal llega a tales extremos que la jueza tiene que llamarle la atención en dos ocasiones. En una ocasión, tras interrumpirla repetidamente, acaba por espetarle con extremo cinismo “A ver si esta vez me quiere contestar a la pregunta”, ante lo cual la jueza se ve obligada a recordarle: “Por imperativo legal tiene que contestar, así que no es necesario que utilice ese tono; y en cualquier caso ya le ha contestado”. Era el intento del fiscal de que Daria dijese lo contrario de lo que quería decir: que no sabía qué había en la bolsa, que no lo vio ni se lo mostraron los agentes. Al volver por décima vez a preguntar si no vio la bolsa se desata una hilaridad contenida en la sala que obliga a la jueza a declarar que “no voy a permitir burlas y mucho menos risitas”.

La segunda llamada de atención al fiscal llegó cuando este interrumpía sin cesar a Daria espetándole que no estaba contestando. “No me parece oportuno ese tono”, le recriminó la jueza. “Y si no contesta es porque no le deja”, añadió impaciente.

Y por fin llegan los alegatos finales. El del fiscal es un ejercicio de encaje que intenta tejer conjeturas y suposiciones a descalificaciones ideológicas que pintan a los antifascistas como peligrosos criminales que nada tienen que ver con la ofensiva fascista y neonazi (en muchos casos miembros de la policía) que machaca el cinturón rojo de Madrid desde hace años. El ejercicio máximo de cinismo llega cuando el fiscal se lanza a apropiarse de la huelga general que él y sus agentes han estado criminalizando durante todo el juicio como “la fiesta de la democracia”. “A diferencia de usted que cree que hay que saltarse la ley y acudir a la violencia”, le espeta a Alfon (del que debo decir que a pesar de estar aparentemente muy tranquilo durante todo el juicio me estranguló el corazón al ver en varios momentos cómo le temblaban las manos).

Pero el prodigio aún estaba por llegar. El alegato de Erlantz Ibarrondo se convirtió en una demoledora datación de las mil incoherencias e irregularidades que han plagado este proceso. Empezando con un recuerdo a la fórmula que debe presidir todo proceso legal: in dubio pro reo, el principio jurídico de que en caso de duda, por ejemplo, por insuficiencia probatoria, se favorecerá al imputado o acusado (reo). Es uno de los pilares del Derecho penal moderno donde el fiscal o agente estatal equivalente debe probar la culpa del acusado y no este último su inocencia. Podría traducirse como "ante la duda, a favor del reo".

A continuación pasó a detallar la más flagrante vulneración en este proceso: la cadena de custodia. Uno tras otro, documenta escandalosos casos en los que las pruebas desaparecen o reaparecen años más tarde sin explicar dónde han estado todo ese tiempo y quién las ha custodiado. O cómo se dice en un informe que están en una comisaría y en otro dos años más tarde aparecen en la Unidad Central de Explosivos sin figurar quién, cómo ni cuándo las ha trasladado. O cómo el contenido de esas botellas aparece de repente en unos viales sin documento que acredite quién las ha volcado en los viales y cómo. Cero cadena de custodia. Cualquiera puede haber intervenido o cambiado las pruebas. Contradicción tras contradicción, el alegato de Erlantz es demoledor.

Acabando con una denuncia necesaria: “Algo tiene que haber fallado en esta ‘fiesta de la democracia’ para que un joven haya estado 3 meses en prisión sin haberse probado que lo que contenían las botellas era gasolina, esa prueba llegó hace un mes, y sin huellas digitales. No tan fiesta de la democracia”. Brillante, emocionante y rigurosísimo. Gracias Erlantz por hacernos sentir orgullo y devolvernos la fe en la legalidad. Ahora sólo falta que la señora jueza reconozca lo incontestable de los datos objetivos, no las especulaciones.

28 noviembre, 2014

Para acabar con la masacre del cuerpo (Félix Guattari, 1973)


Sean cuales sean las pseudotolerancias de que haga alarde, el orden capitalista bajo todas sus formas (familia, escuela, fábricas, ejército, códigos, discursos…) continúa sometiendo toda la vida deseante, sexual, afectiva, a la dictadura de su organización totalitaria fundada sobre la explotación, la propiedad, el poder masculino, la ganancia, el rendimiento… Infatigablemente, continúa su sucio trabajo de castración, de aplastamiento, de tortura, de cuadriculado del cuerpo para inscribir sus leyes en nuestras carnes, para clavar en el inconsciente sus aparatos de reproducción de la esclavitud.

A fuerza de retenciones, de éxtasis, de lesiones, de neurosis, el Estado capitalista impone sus normas, fija sus modelos, imprime sus caracteres, distribuye sus roles, difunde sus programas… Por todas las vías de acceso a nuestro organismo, sumerge en lo más profundo de nuestras vísceras sus raíces de muerte, confisca nuestros órganos, desvía nuestras funciones vitales, mutila nuestros goces, somete todas las producciones vividas al control de su administración patibularia. Hace de cada individuo un lisiado escindido de su cuerpo, un extraño a sus deseos.

Para reforzar su terror social, experimentado como culpabilidad individual, las fuerzas de ocupación capitalista con su sistema cada vez más refinado de agresión, de incitación, de chantaje, se ensañan en reprimir, en excluir, en neutralizar todas las prácticas deseantes que no tienen por efecto reproducir las formas de la dominación.

Así se prolonga indefinidamente el reino milenario del goce desdichado, del sacrificio, de la resignación, del masoquismo instituido, de la muerte: el reino de la castración que produce al sujeto culpable, neurótico, laborioso, sumiso, explotable.

Este viejo mundo que por todas partes apesta a cadáver, nos horroriza y nos convence de la necesidad de llevar a cabo la lucha revolucionaria contra la opresión capitalista en el lugar en el que está más profundamente arraigada: en lo vivo de nuestro cuerpo.

Es el espacio del cuerpo deseante al que queremos liberar de la influencia opresora. Es en este y desde este espacio que queremos trabajar para la liberación del espacio social. No hay frontera entre ambos. Yo me oprimo porque yo es el producto de un sistema de opresión extendido a todas las formas la vida.

La conciencia revolucionaria es una mistificación siempre que no pasa por el cuerpo revolucionario, el cuerpo productor de su propia liberación. Son las mujeres en rebelión contra el poder masculino —implantado durante siglos en sus propios cuerpos—, los homosexuales en rebelión contra la normalidad terrorista, los jóvenes en rebelión contra la autoridad patológica de los adultos, quienes han comenzado a abrir colectivamente el espacio del cuerpo a la subversión y el espacio de la subversión a las exigencias inmediatas del cuerpo.

Son ellas, son ellos, quienes han comenzado a desafiar el modo de producción de los deseos, las relaciones entre el goce y el poder, el cuerpo y el sujeto, tal como funcionan en todas las esferas de la sociedad capitalista e incluso en los grupos militantes.
Son ellas, son ellos, quienes han quebrado definitivamente la vieja separación que divide a la política de la realidad experimentada para el máximo beneficio de los gerentes de la sociedad burguesa como de aquellos que pretenden representar a las masas y hablar en su nombre.
Son ellas, son ellos, quienes han abierto los canales de la gran sublevación de la vida contra las instancias de muerte que no cesan de insinuarse en nuestro organismo para someter cada vez más sutilmente la producción de nuestras energías, de nuestros deseos, de nuestra realidad, a los imperativos del orden establecido.

Una nueva línea de ruptura, una nueva línea de ataque más radical, más definitiva, es trazada, a partir de la cual se redistribuyen necesariamente las fuerzas revolucionarias.
Ya no podemos soportar que se nos robe nuestra boca, nuestro ano, nuestro sexo, nuestros nervios, nuestros intestinos, nuestras arterias… para hacer las piezas y las labores de la innoble mecánica de la producción del capital, de la explotación y de la familia.
Ya no podemos permitir que se hagan de nuestras mucosas, de nuestra piel, de todas nuestras superficies sensibles, zonas ocupadas, controladas, reglamentadas, prohibidas.
Ya no podemos soportar que nuestro sistema nervioso sirva de transmisor del sistema de explotación capitalista, estatal, patriarcal, ni que nuestro cerebro funcione como una máquina de suplicios programada por el poder que nos cerca.
Ya no podemos sufrir no liberar, reprimir nuestros deseos, nuestra mierda, nuestra saliva, nuestras energías, conforme a las prescripciones de la ley y sus pequeñas transgresiones controladas: Queremos destruir el cuerpo frígido, el cuerpo encarcelado, el cuerpo mortificado que el capitalismo no cesa de querer construir con los desechos de nuestro cuerpo viviente.

Este deseo de liberación, fundamental para introducirnos a una práctica revolucionaria, llama a que salgamos de los límites impuestos a nuestra persona, que tumbemos en nosotros al sujeto, que salgamos de la sedentariedad, del estado legal para atravesar los espacios del cuerpo sin fronteras, y vivir en la movilidad deseante más allá de la sexualidad, más allá de la normalidad, de sus territorios y de sus repertorios.

Es en este sentido que algunos hemos experimentado la necesidad vital de liberarnos en común de la influencia que las fuerzas de aplastamiento y de captación del deseo han ejercido y ejercen sobre cada uno de nosotros en particular.
Todo lo que hemos vivido sobre el modo de la vida personal, íntima, lo hemos tratado de abordar, de explorar, de vivir colectivamente. Queremos derrumbar el muro que, erigido por el interés de la organización social dominante, separa el ser del parecer, lo dicho de lo no-dicho, lo privado de lo social.

Hemos comenzado a descubrir juntos, juntas, toda la mecánica de nuestras atracciones, de nuestras repulsiones, de nuestras resistencias, de nuestros orgasmos, de señalar al conocimiento común el universo de nuestras representaciones, de nuestros fetiches, de nuestras obsesiones, de nuestras fobias. Lo inconfesable ha devenido para nosotros materia de reflexión, de discusión pública, de explosiones políticas en el sentido en el que la política manifiesta en el campo social las aspiraciones irreductibles de lo viviente.
Hemos decidido romper el insoportable secreto que el poder hace caer sobre todo lo que toca al funcionamiento real de las prácticas sensuales, sexuales, afectivas, como hace caer sobre el funcionamiento real de toda práctica social que produce o reproduce las formas de la opresión.

Destruir la sexualidad

Al explorar en común nuestras historias individuales, hemos podido medir hasta qué punto toda nuestra vida deseante está dominada por las leyes fundamentales de la sociedad estatal, capitalista, de tradición judeocristiana; y, en efecto, subordinada a sus reglas de eficacia, de plusvalía, de reproducción. Al confrontar nuestras experiencias singulares, sin importar qué tan libres podían habernos parecido, nos hemos dado cuenta de que no cesamos de conformarnos en los estereotipos de la sexualidad oficial, la cual reglamenta todas las formas de lo vivido y extiende su administración desde las camas matrimoniales a las casas de prostitución, pasando por los baños públicos, las pistas de baile, las fábricas, los confesionarios, las sex-shop, las prisiones, los liceos, los autobuses, etc…

Esta sexualidad oficial, esta sexualidad sin adjetivos, no hay duda para nosotros, no queremos acondicionarla como se acondicionan las situaciones de detención. Sino destruirla, suprimirla, porque no es más que una máquina de castración y re-castración indefinida, una máquina para reproducir en todo ser, en todo tiempo, en todo lugar, las bases del orden esclavista. La sexualidad es una monstruosidad, así sea en sus formas restrictivas, o en sus llamadas formas permisivas, y está claro que el proceso de liberalización de las costumbres y de erotización promocional de la realidad social organizada y controlada por los gerentes del capitalismo avanzado no tienen otro objetivo que hacer más eficaz la función reproductora de la libido oficial. Lejos de reducir la miseria sexual, estos tráficos no hacen otra cosa que alargar el campo de las frustraciones y de la carencia, que permite la transformación del deseo en necesidad compulsiva de consumir y asegurar la producción de la demanda, motor de la expresión capitalista. De la inmaculada concepción a la puta publicitaria, del deber conyugal a la promiscuidad voluntarista de las orgías burguesas, no hay ninguna ruptura. Es la misma censura la que está obrando. Es la misma masacre del cuerpo deseante la que se perpetúa. Simple cambio de estrategia. Lo que queremos, lo que deseamos, es reventar la pantalla de la sexualidad y sus representaciones para conocer la realidad de nuestro cuerpo, de nuestro cuerpo viviente.

Eliminar el adiestramiento

Queremos liberar, descuadricular, desbloquear, descongestionar este cuerpo viviente para que libere sobre sí mismo todas las energías, todos los deseos, todas las intensidades aplastadas por el sistema social de inscripción y de adiestramiento.

Queremos recuperar el pleno ejercicio de cada una de nuestras funciones vitales con su potencial integral de placer.
Queremos recuperar las facultades que son tan elementales como el placer de respirar, el cual ha sido literalmente estrangulado por las fuerzas de opresión y contaminación, queremos recuperar el placer de comer, de digerir, perturbado por el ritmo de rendimiento y la sucia comida producida y preparada según los criterios de la rentabilidad mercantil; el placer de cagar y el goce del culo sistemáticamente masacrado por el adiestramiento intrusivo de los esfínteres, por el cual la autoridad capitalista inscribe incluso en la carne sus principios fundamentales (relaciones de explotación, neurosis de acumulación, mística de la propiedad, de la limpieza, etc.); el placer de masturbarse felizmente sin vergüenza, sin angustia, ni por fracaso o compensación, sino simplemente el placer de masturbarse; el placer de vibrar, de murmurar, de hablar, de caminar, de moverse, de expresarse, de delirar, de cantar, de jugar con el cuerpo de todas las maneras posibles. Queremos recuperar el placer de producir placer, de crear, despiadadamente anulado por los aparatos educativos encargados de fabricar trabajadores (consumidores obedientes).

Liberar las energías

Queremos abrir nuestro cuerpo al cuerpo del otro, para que pueda vivir por fin sin culpabilidad, sin inhibición, para que nuestra realidad cotidiana no sea esta lenta agonía que la civilización capitalista y burocrática impone como modelo de existencia a aquellos que enrola. Queremos extirpar de nuestro ser al tumor maligno de la culpabilidad, raíz milenaria de todas las opresiones.
Sabemos evidentemente los formidables obstáculos que tendremos que superar para que nuestras aspiraciones no sean solamente el sueño de una pequeña minoría de marginados. Sabemos en particular que la liberación del cuerpo, de las relaciones sensuales, sexuales, afectivas, están indisolublemente ligadas a la liberación de las mujeres y a la desaparición de cualquier especie de categorías sexuales. La revolución del deseo pasa por la destrucción del poder masculino, de todos los modelos de comportamiento y de emparejamiento que imponga así como pasa por la destrucción de todas las formas de opresión y de normalidad. Queremos terminar con los roles y las identidades impuestas por el Falo.

Queremos terminar con toda especie de asignación a una residencia sexual. Queremos que no haya más entre nosotros hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, poseedores y poseídos, mayores y menores, amos y esclavos, sino humanos transexuados, autónomos, móviles, múltiples; seres con diferencias variables, capaces de intercambiar sus deseos, sus goces, sus éxtasis, sus ternuras, sin tener que hacer funcionar algún sistema de plusvalor, algún sistema de poder, si no es sobre el modo del juego.

Partiendo del cuerpo, del cuerpo revolucionario como espacio productor de subversión y como lugar en el que se ejercen a fin de cuentas todas las crueldades de la opresión. Al conectar la práctica política a la realidad de este cuerpo y sus funcionamientos, al buscar colectivamente todas las vías de su liberación, ya hemos producido una nueva realidad social en la cual el máximo placer se combina con la máxima consciencia. Ésta es la única vía que puede darnos los medios para luchar directamente contra los efectos del Estado capitalista ahí donde se ejerce directamente. Éste es el único paso que nos puede hacer realmente fuertes contra un sistema de dominación que no cesa de desarrollar su poder, de debilitar, de fragilizar, a cada individuo para constreñirle a suscribir sus axiomas. Para reducirlo al orden de objeto sumiso y obediente.
(Texto originalmente publicado de manera anónima en la revista francesa Recherches n° 12, 1973, intitulada “Tres mil millones de pervertidos: Gran enciclopedia de las homosexualidades”, en la que entre otros participaron Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jean Genet, Guy Hocquenghem y Jean-Paul Sartre. El gobierno francés decomisó y destruyó todos los ejemplares de la revista y denunció a Félix Guattari, director de la publicación, acusándolo de “afrenta a la decencia pública”.)

...pero aquí abajo abajo, cerca de las raíces...


...pero aquí abajo abajo
cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el Sur también existe.

Mario Benedetti

21 noviembre, 2014

Si los tiburones fueran hombres - Bertolt Brecht


Si los tiburones fueran hombres -preguntó al señor K. la hija pequeña de su patrona- ¿se portarían mejor con los pececitos? 

Claro que sí -respondió el señor K.-. Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, tanto plantas como materias animales. Se preocuparían de que las cajas tuvieran siempre agua fresca y adoptarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se lastimase una aleta, en seguida se la vendarían de modo que el pececito no se les muriera prematuramente a los tiburones. 

Para que los pececitos no se pusieran tristes habría, de cuando en cuando, grandes fiestas acuáticas, pues los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes. 

También habría escuelas en el interior de las cajas. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones. Estos necesitarían tener nociones de geografías para mejor localizar a los grandes tiburones, que andan por ahí holgazaneando.

Lo principal sería, claro, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerles cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba sólo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececillos deberían guardarse bien de las bajas pasiones, así como de cualquier inclinación materialista, egoísta o marxista. Si algún pececillo mostrase semejantes tendencias, sus compañeros deberían comunicarlo inmediatamente a los tiburones. 

Si los tiburones fueran hombres, se harían naturalmente la guerra entre sí para conquistar cajas y pececillos ajenos. Además, cada tiburón obligaría a sus propios pececillos a combatir en esas guerras. Cada tiburón enseñaría a sus pececillos que entre ellos y los pececillos de otros tiburones existe una enorme diferencia. Si bien todos los pececillos son mudos, proclamarían, lo cierto es que callan en idiomas muy distintos y por eso jamás logran entenderse. A cada pececillo que matase en una guerra a un par de pececillos enemigos, de esos que callan en otro idioma, se les concedería una medalla de varec y se le otorgaría además el título de héroe. 

Si los tiburones fueran hombres, tendrían también su arte. Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar. 

Los teatros del fondo del mar mostrarían a heroicos pececillos entrando entusiasmados en las fauces de los tiburones, y la música sería tan bella que, a sus sones, arrullados por los pensamientos más deliciosos, como en un ensueño, los pececillos se precipitarían en tropel, precedidos por la banda, dentro de esas fauces. 

Habría asimismo una religión, si los tiburones fueran hombres. Esa religión enseñaría que la verdadera vida comienza para los pececillos en el estómago de los tiburones. 

Además, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora. Algunos ocuparían ciertos cargos, lo que los colocaría por encima de los demás. A aquellos pececillos que fueran un poco más grandes se les permitiría incluso tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esta práctica con agrado, pues les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden entre los demás pececillos, y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas, etc. 

En una palabra: habría por fin en el mar una cultura si los tiburones fueran hombres. 


19 noviembre, 2014

El tierno y cálido abrazo de la soberanía

https://argelaga.wordpress.com/2014/11/18/la-tendra-i-calida-abracada-de-la-sobirania/

Gloria del buñuelo,
ha muerto el dictador más viejo de Europa.
Un abrazo, amor, y levantamos la copa!
Joan Brossa
El abrazo pasional y sincero en el Centro de Recogida de Datos entre el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el habitual portavoz de la Candidatura de Unidad Popular, David Fernández, culminó emotivamente la jornada del 9N, por ahora, la última de las movilizaciones-espectáculo a favor de la existencia de un Estado catalán independiente. Más allá del afecto mutuo entre los dos, de sobra patente, fue todo un gesto institucional con el cual se identificaron miles de catalanistas de derecha, satisfechos de la complicidad de toda la CUP con un proceso dirigido desde el primer momento por Convergència, el partido de la corrupción y el saqueo, y también el de las porras y las balas de goma. No hacía mucho todavía la CUP, “un proyecto de ruptura democrática”, decía que las oligarquías española y catalana “son lo mismo” y que tanto valía Mas como Rajoy, Boi Ruiz como De Guindos, Homs como Cospedal. Ahora que las circunstancias han cambiado, es evidente que los abertzales autóctonos han sustituido esta hostilidad extraparlamentaria por un amor como el de Abelardo y Eloísa, o con los pies más en el suelo, como el de Tirant y la princesa Carmesina. El artífice de esta voltereta no ha sido otro que David.

Lo que CiU y la CUP compartían era mucho más profundo que lo que los separaba, y lo mismo podemos decir del conservadurismo catalán y la izquierda independentista. Cualquiera que sea su diferencia de opinión respecto a la corrupción y la crisis, para unos y para otros la salida pasa por la independencia, la causa común de la burguesía y “la voz de las clases populares” (el alias de la CUP). No la independencia de verdad, sino una serie de simulacros que no van más lejos del voto, el desfile festivo y el marketing soberanista: la independencia-espectáculo. Bueno, no está claro que Mas quiera la independencia pura y dura, y ya hace tiempo que la política moderna es puro entretenimiento de masas obedientes: los filisteos como David Fernández bien que lo saben. Su función es vender gato por liebre, maquillando el divertimiento más pacífico como el acto más heroico. El independentismo de David Fernández, falso antagonista de la política convergente, se limita a hablar de “un acto de desobediencia masiva al Tribunal Constitucional”, de un “tsumani democrático” o incluso, de “una insurrección civil”, lo que no ha sido más que la escenificación de un enfrentamiento magnificado en exceso entre la partitocracia española y la catalana, y a la vez, un evento de adhesión incondicional, masivo pero no mayoritario, a la política sinuosa del presidente.

Parece que para mucha gente la privatización de la sanidad, el aumento de precios del transporte y la brutalidad policial, así como el paro, las desigualdades sociales, los recortes y los desahucios, sean culpa de Madrid, y no de la administración autonómica y del régimen capitalista que Convergència quiere garantizar a cualquier precio. Para la clase dirigente y para la mayor parte de la partitocracia todo ello tiene una solución: la constitución de un Estado propio, dentro o fuera, con todas las competencias, especialmente las fiscales. La virtud de Mas ha sido saber traspasar este objetivo a las clases medias, a la pequeña burguesía y a la juventud de comarcas, transformando el ideal patriótico de la oligarquía en fuerza popular. La operación ha tenido el visto bueno de la CUP, bien haciendo de florero o de paraguas del partido de Felip Puig y Pujol, bien reclutando voluntarios para el circo nacionalista. El abrazo del hombre de negro y el hombre de la mochila es la prueba del agradecimiento.

La franqueza convergente no provoca necesariamente la franqueza de la CUP, puesto que “la voz de los sin voz, de los subalternos y las precarias” no suena como la voz de Repsol o La Caixa, ni el turismo de masas, los casinos o la MAT se asemejan al “nuevo modelo social, económico y cultural” de los independentistas de izquierda. Por eso, la salida del armario, políticamente hablando, de la CUP, no ha gustado a todos sus seguidores. Pero aunque lo nieguen, el abrazo de Bergara entre David Maroto y Artur Espartero ha sido algo más que un gesto personal sin relevancia política. No ha sido simplemente cosa de un Fernández que es así de sentimental y que, “con los ojos enrojecidos” por intensas emociones patrióticas, sólo buscaba una recompensa hormonal, vaya, la dosis de oxitocina que las carantoñas hacen producir al cerebro para disfrutar de lo lindo. Incluso, en su entorno muchos han dicho que “ya no es el mismo desde que sale en la tele”, y que se ha dejado arrastrar por la vanidad y el narcisismo al querer ser el “Pablo Iglesias de Cataluña”.

Es sabido que la popularidad mediática tiene efectos corruptores. Cada vez David es más teatral y más histriónico; hay que verlo con la expresión ponderada, el ademán responsable y la propensión a la frase pomposa al estilo de “un gran día para la democracia” o “un paso a la plena libertad”, síntomas evidentes de un cretinismo parlamentario galopante. Sin lugar a dudas, se cree su personaje y quiere que todo el mundo se lo crea; es más, bajo su imagen seria y pedante se esconde un arribista que sigue su propia hoja de ruta, indiferente a las “formas radicalmente democráticas y éticas de hacer política” que predicaba anteayer, cuando todavía quería traer “un trozo de calle al Parlamento”. No olvidamos que Convergència ha sabido acelerar el tiempo político: la conjunción del proyecto soberanista y del populismo “indepe” es la mejor prueba de una unidad elaborada en los pasillos que ha salido a la calle. Los discursos del pospujolismo y del fernandismo han conseguido juntos disfrazar una vulgar alternativa capitalista de base local en una opción democrática y social a la escocesa. Pero que no nos engañen, esto no tiene nada de personal. Es la materialización más cuidadosa del proyecto nacionalista de la CUP, que al priorizar la cuestión nacional sobre la cuestión social, se vuelve perfectamente compatible con la soberanía de los mercados y los golpes de estado financieros.

No menospreciamos los esfuerzos contra la corrupción convergente de los regidores de la CUP, pero ahora parece que hayan perdido importancia. Ya desde las elecciones municipales de 2011 la CUP mantenía pactos con regidores de CiU en varios ayuntamientos, siendo el ejemplo más oportunista el de Arenys de Munt. Un paso adelante fue su entrada en el Parlamento apoyando a Mas en sus disputas con el gobierno central. La identificación cupera con determinados aspectos de la política del presidente como el “derecho a decidir” marchaba viento en popa; en junio de 2013 Fernández dijo en una entrevista que no descartaba formar parte de su gobierno. En el Concierto de la Libertad el diputado de los pobres estaba sentado en la Llotja del Camp Nou (en la zona VIP), con los renacuajos de la partitocracia catalana, demostrando una especial sintonía con Oriol Pujol. Finalmente, el pacto con CiU se firmó al dar la CUP apoyo incondicional a la consulta del 9N, acto calificado por sus diputados como “de normalidad democrática”. Lejos de debilitarse, la alianza del cuatripartito soberanista se reforzó cuando el Tribunal Constitucional prohibió la consulta y Mas propuso un sucedáneo sin ninguna validez legal. El lenguaje de la CUP se hacía cada vez más vacío, sacándose de la mochila todos los tópicos parlamentarios. Después de cruzar unas cuántas veces el patio de los Naranjos, Arrufat y Fernández empleaban los lugares comunes de la democracia burguesa cómo si toda la vida hubieran formado parte de “la casta” tradicionalista.

Con un abrazo balsámico la CUP cierra el ciclo de la indignación descafeinada, encontrándose en la vanguardia de la oligarquía catalana, donde trabaja de balde por una Cataluña reducida a paisaje suburbanizado de la metrópolis de Barcelona y por un Estado catalán que se desvela por volverse el paraíso de las multinacionales. Es bastante probable que esta no fuera su intención inicial, pero la obsesión identitaria abre la puerta a este poco honorable trabajo. El pueblo catalán, hoy, es una invención que obedece a intereses locales oligárquicos, poco inclinados a dejarse llevar por motivaciones liberadoras. El redentorismo corresponde a los compañeros de ruta como la CUP. Un partido no hace un pueblo, ni tampoco una bandera. No hay de pueblo catalán. Bajo el capitalismo, el único pueblo real es el de los explotados, hablen la lengua que hablen. El capital ha uniformizado toda la sociedad, transformando todos sus elementos en mercancía, sea en el ámbito del trabajo y el urbanismo, sea en el de la cultura y la vida privada. Sólo habrá pueblo catalán en la revuelta, fuera del capitalismo y del Estado que lo protege. Sólo una sociedad sin Estado podrá recrear las condiciones óptimas para la existencia de un pueblo con más cordura y determinación que los que se pueden deducir de un folclore subvencionado y unas tradiciones decorativas.

Para hablar en plata, los oprimidos tendrán que agruparse al margen de la política y de la economía, aboliendo las relaciones fundamentadas en el dinero y la autoridad. Es un proceso que tiene que desarrollarse gracias a las luchas sociales, no a las combinaciones partidistas; así pues, mediante las movilizaciones de combatientes, no con demostraciones entretenidas organizadas para divertir a inofensivos electores.

Revista Argelaga, 18 de noviembre de 2014.

18 noviembre, 2014

México: Narcoestado asesino

México: Narcoestado asesino

Desde el año 2000, cuando el jefe del gobierno era Vicente Fox, hasta hoy, en México se han perpetrado unas 100.000 ejecuciones relacionadas con las mafias del narcotráfico, según ha informado Judith Galarza, Secretaria Ejecutiva de la Fundación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos y Desaparecidos: “México es una tumba, es el mismo modelo que están aplicando y le aplicaron a los colombianos. En todo el territorio hay cientos de fosas clandestinas, y ha habido más de 100.000 asesinados en 12 años”.

En las últimas dos décadas se han contabilizado más de 50.000 detenciones y desapariciones, y durante el tiempo de gestión del Presidente Enrique Peña Nieto se han sumado más de 330 casos de agresiones a defensores de los derechos humanos en México. Esta es una realidad que ocultan los medios de propaganda privados, que en su mayoría están alineados con la política de Peña Nieto, orientada a favorecer los intereses de quienes realmente ostentan el poder en México, las mafias del narcotráfico y las grandes multinacionales, principalmente estadounidenses. Un modelo que coincide como calcado del colombiano, donde Estados Unidos también tiene un papel esencial en el negocio de la droga y de la muerte.

En este contexto se produjo la masacre contra los 43 estudiantes normalistas del pasado 26 de septiembre, asesinados por orden del estado mexicano en Iguala, estado de Guerrero. Aunque fue la gota que movilizó a la opinión internacional abriendo los ojos de la realidad política de México, en realidad su asesinato no fue un hecho excepcional, sino un acto indeseablemente cotidiano en vecino del sur de Estados Unidos.

Aquel día, 26 de septiembre, fueron asesinados seis estudiantes, y 43 fueron "desaparecidos". Ahora ya se sabe la verdad: el estado mexicano ordenó su muerte:

“La policía se los llevó (…) El Ejército y la Policía Federal Preventiva hizo una especie de bloqueo para que nadie pasara hasta que terminará la represión, hubo muchos heridos, pero se llevaron a 43 personas porque no cabían más en las camionetas.” Los estudiantes habían organizado una movilización que tenía entre sus objetivos sabotear una reunión en Iguala, en la que el hoy ex alcalde pretendía presentar a su esposa como posible candidata para sustituirlo en el cargo.

Los 43 estudiantes desparecidos tenían entre 19 y 25 años, y en su mayoría campesino indígenas, de procedencia humilde, que se estaban formando como profesores bajo una visión socialista, humanista, para retornar a sus comunidades de orígenes y seguir así trabajando en sus comunidades. De hecho, las escuelas normales son casi la única opción en Mexico para los más pobres, y están en el punto de mira del gobierno, porque son creadores de conciencia social, de semilla de lucha.

Hoy ya se sabe qué les hicieron a los 43 estudiantes desarmados, tal y como ha confirmado el procurador general de la República: los desaparecidos el pasado 26 de septiembre en el estado mexicano de Guerrero fueron secuestrados por la policia de Iguala, asesinados y después quemados en el basurero de Cocula. Algunos de ellos estaban inconscientes, aún vivos. Los asesinos hicieron guardia para asegurarse de que el fuego durara horas –más de 12–, arrojaron piedras, neumáticos y gasolina a los cuerpos. Alrededor de 15 de las víctimas murieron por asfixia. Los restos están tan calcinados que no todos van a poder ser identificados: el objetivo de los criminales era no dejar el menor rastro, y prueba de ello es que quemaron hasta las ropas de los que participaron en la matanza de los estudiantes.

No se trata, repetimos, de un hecho aislado. Es el pan de cada día de un país en el que la ley la imponen los narcotraficantes, con la colaboración de las autoridades y las fuerzas del orden; un estado donde, los que mandan, es decir, las multinacionales realizan sus negocios, legales o ilegales, bajo la protección de una clase política corrupta y criminal, de un gobierno que se confunde y entremezcla, como sucede en cualquier régimen donde rige la barbarie capitalista, con las grandes corporaciones criminales, a las que sirven y a las que pertenecen.

http://cuestionatelotodo.blogspot.com.es/



17 noviembre, 2014

El negocio oculto de las cárceles españolas

Sillas en un patio de la cárcel de Villabona.
El Corte Inglés es el gran suministrador de material a las prisiones,
donde tiene mano de obra muy barata. Foto / Mario Rojas
Grandes empresas, como El Corte Inglés, Banco Santander, Telefónica o ACS, y muchos Ayuntamientos, se benefician del trabajo, apenas remunerado, de miles de presos de las cárceles españolas. También la familia Pujol-Ferrusola, que tiene tras las rejas otro de sus oscuros negocios.

Fernando Romero / Periodista.

El mundo de las cárceles en España es un tema tabú, del que muy poca gente, salvo los que tienen familiares dentro, conoce su verdadera realidad. Como ocurre en nuestro mundo, del sufrimiento de los demás siempre hay alguien que obtiene provecho económico. Eso ocurre también intramuros. Los presos se han convertido en los nuevos esclavos del siglo XXI porque el Estado de Derecho se suele estrellar con los muros de las prisiones, como dice en una entrevista en este mismo número la abogada Charo González.

El negocio de las cárceles ha sido denunciado en numerosos foros de Internet, en publicaciones radicales o de apoyo a presos y en blogs de escasa repercusión. Los medios de masas casi nunca recogen noticias que pongan en duda a la institución penitenciaria. Sin embargo, lentamente, gracias sobre todo al testimonio de presos y organizaciones humanitarias o de apoyo a los reclusos, va emergiendo la información a la superficie.

El Organismo Autónomo de Trabajo y Prestaciones Penitenciarias (OATPP), dependiente de Instituciones Penitenciarias, funciona como una empresa de trabajo temporal (ETT) y tiene a más de 12.000 presos trabajando en unos 200 talleres. A ellos hay que sumar los que están bajo el control del CIRE (Centro para la Iniciativa de la Reinserción) de la Generalitat catalana, que va por libre. Los internos están cobrando sueldos ínfimos, no tienen derechos laborales y están generando una producción por valor de millones de euros con grandes beneficios para las empresas que los utilizan y que además tienen la ventaja de que se ahorran el pago de luz, agua, teléfono e incluso parte de las cuotas de la Seguridad Social, que corren a cuenta de la Administración; y todo ello gracias a los convenios con la OATPP.

El número de reclusos “trabajadores” aumenta año a año y se ha multiplicado por tres en tan solo una década. En teoría estos organismos que contratan presos para el exterior hablan de “programas de reinserción”, aunque lo cierto es que se ha convertido en un negocio lucrativo para muchas empresas. En la memoria de Instituciones Penitenciarias de 2012 se mencionan unos beneficios en todo el Estado de cinco millones de euros (con ventas de 162 millones) gracias a la actividad productiva de los internos de todas las prisiones: un total de 12.217, de los cuales 3.119 producían para empresas privadas.

Cien empresas, quinientos clientes

Amadeu Casellas estuvo preso en las cárceles españolas durante más de veinticinco años y acaba de publicar el libro Un reflejo de la sociedad. Crónica de una experiencia en las cárceles de la democracia, en el que denuncia con nombres y apellidos a los que se enriquecen con los reclusos. Entre ellos están la familia Pujol-Ferrusola, Telefónica, El Corte Inglés, ACS, el Banco Santander y Ayuntamientos de toda España, pero hay muchos más.

El más llamativo es el de la familia Pujol-Ferrusola, porque entre sus negocios también está este penitenciario, aunque no ha salido a la luz tras destaparse el escándalo sobre las actividades de la saga. Marta Ferrusola, esposa del ex presidente Jordi Pujol, estuvo en la directiva del CIRE a finales de la década de los noventa, aunque nunca se la veía por su despacho. El ex recluso Amadeu Casellas la denunció en su día sin éxito ante la Fiscalía porque decía que cobraba un “sueldazo” sin acudir a su puesto de trabajo. Por otro lado está la empresa Servivending, que suministraba productos y máquinas expendedoras al CIRE y que al parecer fue puesta en marcha por uno de los hijos de Jordi Pujol, aunque actualmente solo aparece como administrador único Manuel Antolín Aznar.

Según fuentes que investigaron al CIRE, la familia Pujol estuvo desde el principio en esta entidad. Se les conoce también un negocio de flores dependiente de esta institución. Estas iniciativas pronto pasaron a otras manos porque, según las citadas fuentes, “los Pujol ponían en marcha el negocio y luego lo vendían”. manos porque, según las citadas fuentes, “los Pujol ponían en marcha el negocio y luego lo vendían”.
Marta Ferrusola. Los Pujol también hicieron negocio con las cárceles en Cataluña. Foto / TV3
El Corte Inglés se enriquece con los presos por partida doble. Por un lado los tiene trabajando para sus tiendas en unas condiciones precarias y por otro lado son luego los propios reclusos los que adquieren esos productos. La multinacional de Isidoro Álvarez suministra sábanas, mesas, camas, bandejas de comida, sillas, ropa para penados y funcionarios, mantas, colchas y hasta los lotes higiénicos. Y son los presos los que están fabricando todo el material textil con sueldos que no pasan de 200 euros al mes. También Correos usa presidiarios como mano de obra, cobrando menos de 12 euros por ocho horas de trabajo.

Otras muchas empresas y sectores se nutren de la mano de obra barata de las cárceles. Por ejemplo, el de fabricación de automóviles. En las cárceles se fabrican los salpicaderos de Seat, Volvo y Renault. También se producen las pastillas de frenos de casas muy conocidas como Jurid. En Lleida los presos le fabrican a la bodega Raimat cajas de fruta de madera y cartón. Hay imprentas donde se hace casi todo el material de los juzgados y audiencias de Cataluña. En Girona, los presos confeccionan con sus manos los álbumes de fotos que fabrica la empresa Manuart.

Otro de los que saca tajada del negocio de las cárceles es el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, a través de su empresa ACS. Construye las cárceles y después cobra el alquiler, como es el caso de Brians 2, la prisión de Manresa, la de Figueras, la de Tarragona y muchas más por todo el territorio español. Por cada una de ellas, dice Casellas en su libro, “cobra al mes más de un millón de euros”. Florentino Pérez fue uno de los constructores que se benefició del Plan de Creación y Amortización de Centros Penitenciarios que supuso la construcción de 46 nuevas infraestructuras penitenciarias en el periodo 2006-2012, con una inversión de 1.647,20 millones de euros, además de otros 1.504 millones ya aprobados por anteriores Consejos de Ministros. Otras empresas que también se han beneficiado son COMSA y Ferrovial. De la primera, su consejero delegado es Josep Miarnau, mientras que Ferrovial está presidida por Rafael del Pino Calvo-Sotelo. También participan del reparto del pastel FCC, grupo de empresas de las hermanas Koplovitz.

Otros productos que hacen los presos son los mosquetones para practicar la escalada y el rápel. También hay trabajos para empresas externas de carpintería metálica, confección industrial o cultivo en invernadero, a los que hay que añadir las tareas para las propias prisiones, como cocina, panadería, mantenimiento, jardinería y lavandería.

Telefónica hace también negocio a costa de los presos, pues mantiene una situación de monopolio. Ello es posible porque todos los reclusos deben comprar obligatoriamente las tarjetas de Telefónica para llamar a su familia, amigos, abogados, etc. Cada tarjeta cuesta un mínimo de 5 euros y pueden hacer dos llamadas a móvil si llaman dentro del territorio español. Si es al extranjero, el coste de la llamada se dispara. Los presos pueden llamar cinco veces a la semana con un coste mínimo de 10 euros semanales por preso. Como en España son más de 60.000, calcúlense los beneficios.

En Euskadi los presos trabajan para Eroski y Citroën. En Cataluña el Grupo Codorniu tiene a condenados trabajando para bodegas de Lleida. Otras empresas que utilizan la mano de obra barata de los presos son Saveco, Valeo (automóviles) y Asimelec (electrónica y comunicación).

Además OATPP tiene contratos con Ayuntamientos de toda España y todo signo político. Las Cámaras de Comercio de muchas provincias firman convenios con esta entidad. También tiene convenio con las cárceles la Confederació d’Associacions Empresarials de Balears (CAEB).

Se calcula que más de 100 empresas y 500 clientes particulares contratan presos, aunque la cifra real es difícil de conocer ya que los datos no se hacen públicos y no aparecen en el BOE. En este sentido hay que mencionar al blog en apoyo a los presos, Punto de Fuga, que está haciendo un meticuloso trabajo de investigación sobre estas empresas.

Las denuncias sobre explotación de presos empiezan a ser cada vez más numerosas. La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía informó recientemente de que unos 12.000 reclusos están empleados en la cárcel con sueldos de hasta 0,5 euros a la hora y entre 80 y 300 euros al mes. Señalan que la vulneración de derechos laborales de los presidiarios es “un problema casi desconocido” que niega horas extra o vacaciones y “aporta un subsidio de desempleo máximo de 100 euros”.

Otras fuentes coinciden en que los presos empleados no tienen pagas extraordinarias, horas extra o vacaciones ni por supuesto posibilidad de denunciar su situación a través de los sindicatos, porque éstos están ausentes de las cárceles. Al obtener la libertad, por haber cotizado, no disfrutan del subsidio de excarcelación –426 euros, hasta en 18 meses– sino de la prestación por desempleo que apenas llega a los 100 euros, por lo que muchos internos prefieren no trabajar. Los salarios, según estos informadores, oscilan entre los 120 a los 150 euros al mes, con horarios de 8 horas diarias, cinco días a la semana.
Muchos presos no solo realizan trabajos domésticos en la cárcel.
Del que hacen para fuera apenas obtienen beneficios. Foto / Pablo Nosti.
El Banco Santander hace caja

Valentín Matilla González es un ex recluso que estuvo tres años en Villabona (Asturias) y fue excarcelado en noviembre de 2013. Corrobora lo que publica Casellas: “Hay negocios en todas las cárceles, pero sólo algunas se consideran ‘productivas’, porque fabrican para empresas”. No es el caso de la prisión de Villabona, pero sí, por ejemplo, de la del Dueso (Cantabria), “a la que todos quieren ir porque trabaja con muchas subcontratas y hay mucha indigencia. Para que te trasladen tienes que portarte bien y por supuesto hay tráfico de influencias”.

Habla de El Corte Inglés, el suministrador “oficial” de los objetos de consumo de los presos: “Si un interno quiere tener una televisión, no puede ir al mercado libre, sino que tiene que comprarla en El Corte Inglés”. El sistema es el siguiente: aparece por las cárceles cada 15 días lo que los internos llaman “el demandadero”, que recoge las necesidades de productos y objetos de los reclusos. Luego acude a El Corte Inglés a por ellos.

También el Banco Santander se beneficia de una situación de monopolio porque los presos solo pueden tener sus ahorros en la entidad de Botín. Incluso, si se mandan transferencias, tienen que ser a través de este banco.

Los presos gastan e ingresan a través de una tarjeta vinculada al Santander. Pueden ingresar un máximo semanal de 100 euros, lo que ocurre habitualmente los miércoles. Si, por ejemplo, el ingreso se hace un jueves, hasta el siguiente miércoles no se cobra, “así que imagínate qué negocio hace el Santander con el dinero de todos los presos de España durante los días que no pueden hacer uso de él”.

Matilla conoció a muchos presos que venían de otras cárceles españolas y le contaron los negocios de cada localidad. Pone el caso de Alcalá-Meco, en el que un director trasladó la panadería de la prisión al exterior para aumentar el negocio.

En el Centro de Integración Social (CIS) de Villabona se preparan los destinos remunerados para algunos internos. Por ejemplo, para el sector de limpiezas, en el que la remuneración es de 150 euros mensuales. En la cocina las condiciones laborales “son un escándalo”, según Matilla, en referencia a las largas jornadas y la escasa remuneración. Luego están los cursos de jardinería remunerados que se realizan a través de convenios entre instituciones penitenciarias y muchos Ayuntamientos españoles. Los presos aseguran que no existen tales cursos, sino que son enviados a trabajar igual que los empleados municipales, cobrando unos 300 euros mensuales con la misma jornada laboral que sus compañeros; además, aseguran, tienen que pagarse el transporte.

El Ayuntamiento de Langreo fue el primero de Asturias que firmó un convenio con la prisión de Villabona a través del CIS. En teoría los reclusos trabajan en un taller de formación para aprender un oficio y luego reinsertarse en la vida laboral. Lo cierto es que no es así. Son peones utilizados (sin recibir ninguna formación) en las tareas de jardinería del Ayuntamiento. No está con ellos ningún monitor o formador sino que son grupos de 3-4 personas acompañados de un empleado municipal que les indica la tarea a realizar.

Los presos con los que contactó esta revista aseguran que para este tipo de trabajos no se hacen nóminas sino que “te dan un papel de mala manera”. En Villabona, dice Matilla, los destinos remunerados “los maneja un tipo, la mano derecha del director de seguridad, que por supuesto funciona por medio del tráfico de influencias, con sus chivatillos y una cola de gente esperando para que les reciba y les de un trabajillo”.

Antiguamente había economatos que ahora han pasado a denominarse “boutiques”. Este cambio de nombre ha supuesto simplemente un aumento de precios de los productos que se venden.

Funcionarios a cuerpo de rey

Pero no son solo los empresarios los que sacan tajada de los presos. También se benefician muchos funcionarios de prisiones, que utilizan entidades públicas, como el CIS o el CIRE, desde las cuales se mueven todos estos negocios, muchas veces camuflados como talleres de formación, y cuya filosofía empresarial no es por supuesto explotar a los presos sino “integrarles en el mundo laboral”.

Según Casellas los empleados del CIRE “viven a cuerpo de rey y son parte del entramado que explota a los presos”. ATLÁNTICA XXII intentó ponerse al habla con Instituciones Penitenciarias para preguntar sobre estas denuncias, aunque indicaron que por “vacaciones” nadie podía atender a la llamada de la revista. Lo mismo ocurrió con otro de los organismos denunciados por Casellas en su libro, el CIRE. Su directora, Elisabeth Abad i Giralt, eludió contestar a las preguntas de esta revista, aunque desde el gabinete de prensa mandaron un mensaje en el que afirmaban que el CIRE tiene un objeto más social que económico y que “es una empresa pública de la Generalitat de Catalunya que se ocupa de la reinserción de las personas privadas de libertad, mediante la formación en oficios y el trabajo penitenciario”.