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K C
CONTENIDO
UNA SOLUCIÓN
DEFINITIVA AL PROBLEMA DE LA VIVIENDA
1 La urbanización
del mundo después de la 2ª guerra mundial.
2 La dimensión
actual del problema de la vivienda.
2.1 La infravivienda en
las ciudades del mundo.
2.2 El hacinamiento y la
privación grave de vivienda en la UE.
2.3 Las viviendas sin
ocupar y los edificios de uso parasitario.
3 La vivienda en
la diana del capital ficticio del siglo XXI.
3.1 Las burbujas
inmobiliarias en un contexto de incremento generalizado de los
precios reales.
3.2 Los precios de la
vivienda ya superan los máximos históricos del ciclo anterior.
3.3 “Para los precios
inmobiliarios en Londres, consulte las cotizaciones en Tokio”.
4 La búsqueda de
una solución efectiva exige romper con la burguesía.
4.1 Las políticas
reformistas respetan el mantenimiento de los precios actuales.
4.2 Un programa de clase
para solucionar el problema de la vivienda.
CUANDO LA VIVIENDA
OBRERA ES EL NICHO DE MERCADO DEL GRAN CAPITAL
1 Los pisos procedentes
de los desahucios bancarios ahora son ...
2 … el negocio de los
bancos y de los fondos buitres.
3 La burbuja de los
precios de la vivienda alquilada.
4 De “No tendrás casa
en tu puta vida” a la aparición de las PAH (Plataformas de
Afectados por las Hipotecas)
4 La Propuesta de Ley de
Vivienda de la PAH.
5 Ni una familia sin
casa, ni una casa sin familia.
●
UNA SOLUCIÓN
DEFINITIVA AL PROBLEMA DE LA VIVIENDA
Lo que hoy se entiende
por penuria de la vivienda es la particular agravación de las malas
condiciones de habitación de los obreros a consecuencia de la
afluencia repentina de la población hacia las grandes ciudades; es
el alza formidable de los alquileres, una mayor aglomeración de
inquilinos en cada casa y, para algunos, la imposibilidad total de
encontrar albergue. Y esta penuria de la vivienda da tanto que hablar
porque no afecta sólo a la clase obrera, sino igualmente a la
pequeña burguesía. […]
¿Cómo, pues,
resolver el problema de la vivienda? En la sociedad actual, se
resuelve exactamente lo mismo que otro problema social cualquiera:
por la nivelación económica gradual de la oferta y la demanda,
solución que reproduce constantemente el problema y que, por tanto,
no es tal solución. [...] Lo cierto, sin embargo, es que ya hoy
existen en las grandes ciudades edificios suficientes para remediar
en seguida, si se les diese un empleo racional, toda verdadera
«penuria de la vivienda». Esto sólo puede lograrse, naturalmente,
expropiando a los actuales poseedores y alojando en sus casas a los
obreros que carecen de vivienda o que viven hacinados en la suya. Y
tan pronto como el proletariado conquiste el poder político, esta
medida, impuesta por los intereses del bien público, será de tan
fácil ejecución como lo son hoy las otras expropiaciones y las
requisas de viviendas que lleva a cabo el Estado actual. (F.
Engels. Contribución al problema de la vivienda. 1872)
1 La urbanización
del mundo después de la 2ª guerra mundial
En 2007, por primera vez
en la historia, la población urbana mundial superó a la rural. La
aceleración del crecimiento de la población mundial después de la
2ª Guerra Mundial ha ido acompañada por un gran declive del
porcentaje de la población rural a favor de la urbana. Así, de
acuerdo con los datos
de la ONU[1], la población mundial, entre 1960 y 2017, creció
un total de 4,57 mil millones (pasando de 2,98 a 7,55 MM). Pero en
ese mismo periodo, la población urbana ha pasado de 1,00 MM – el
33,6% de la población mundial en 1960- a 4,17 MM, el 55,3% del total
en 2017.
En resumen, en los
últimos 57 años, la población que vive en las ciudades se ha
cuadruplicado, incrementándose con ello en 4,17 MM de personas.
Adicionalmente, este importante fenómeno de urbanización se ha
concentrado en unas pocas ciudades de cada país, que suman a su
crecimiento natural un flujo ininterrumpido de migración (nacional e
internacional) de la población del campo y de las pequeñas
ciudades, en busca de trabajo y mejores servicios.
En 2017 la cuarta parte
de la población del planeta vive aglomerada en solo 600 ciudades,
alrededor de las cuales se produce el 55% del PIB mundial[2].
Megaciudades y sus áreas
metropolitanas, como Guangzhou (Cantón), Tokio, Shanghái, Yakarta y
Delhi, tienen alrededor de 40M de habitantes. Y entre los 20M y 30M
encontramos: en el continente americano, Nueva York, Sao Paulo,
Ciudad de México y Los Ángeles; en Europa, Moscú, Londres, París,
Estambul; y en África, Lagos y El Cairo.
La urbanización y
aglomeración demográfica a velocidades crecientes es un viejo
fenómeno conocido, fruto de la extensión de las relaciones de
producción capitalistas y su tendencia a la concentración de la
producción y, en consecuencia, de la población. En 1900, la mayor
ciudad del mundo y la única que superaba los 5M de habitantes era
Londres, el centro neurálgico del desarrollo capitalista. Hoy, en el
siglo XXI, el capitalismo controla la casi totalidad de la producción
mundial, hace prácticamente imposible el mantenimiento de las
economías de subsistencia de las viejas poblaciones campesinas y ha
absorbido las economías planificadas de la URSS, China y de casi
todos los países donde en algún momento fue expropiada la propiedad
privada de los medios de producción.
El resultado es la
urbanización casi total de continentes completos como América y
buena parte de Europa y un desarrollo colosal de las grandes ciudades
de los países de mayor dinamismo capitalista, especialmente de
China, pero también de unas pocas ciudades en las regiones más
desarrolladas del resto de los países.
2 La dimensión
actual del problema de la vivienda
Como explica Engels en la
cita del principio, la burguesía encara el problema de la necesidad
de vivienda de los miles de millones de personas sobre las que ejerce
su dominación del mismo modo que el resto de los problemas sociales:
como un negocio más cuyo mercado tendrá una nivelación económica
gradual hasta que se equilibre la oferta y la demanda. Es decir,
salvo cuando la lucha de clases le obliga a ello, la burguesía no
encara en absoluto el problema.
Las buenas viviendas
vacías existen por doquier, pero la lógica natural del mercado hará
que éste ofrezca siempre, a los trabajadores más precarios y a los
recién llegados que buscan empleo, las peores viviendas en los
peores barrios con los peores servicios. Viviendas que son
desproporcionadamente caras cuando la demanda es muy fuerte y la
ciudad reprime de manera efectiva la formación de nuevos
asentamientos informales o la ampliación de los existentes. En estos
casos, que actualmente son muy comunes en los grandes países
capitalistas, el mercado “resuelve” el problema mediante el
hacinamiento hasta lo inhumano en el interior de esas viviendas
“formales”.
La vivienda, como la
comida y el agua, es una necesidad de las más básicas que existen.
Si el mercado formal no la cubre aunque sea en malas condiciones, la
población precaria la soluciona como puede. Por ello, en muchas de
las grandes ciudades han aparecido y se han desarrollado inmensos
“barrios” de infraviviendas (slums) con pocos o ningún servicio
básico como, por ejemplo, alcantarillado, agua corriente,
iluminación, etc. Llamar “barrio” a estos asentamientos es un
residuo del pasado, porque pueden llegar a ser auténticas grandes
urbes, que sobrepasan en muchas ocasiones los 2M de habitantes
(México, Río de Janeiro, Nairobi, El Cairo, Mumbai, Yakarta…).
2.1 La infravivienda
en las ciudades del mundo
La ONU calcula que en
1950 la población total viviendo en barrios de chabolas era de unos
35M de personas. Ahora, en su Informe sobre las ciudades del mundo de
20163, la ONU-Habitat estima que en 2014 vivían en chabolas 881,1M
de personas, lo que viene a significar el 11,7% de toda la población
mundial de ese año.
Las limitaciones de este
estudio de la ONU son importantes: se refiere exclusivamente al
chabolismo urbano (poblaciones de más de 2.000 habitantes) de las
regiones en desarrollo[4], como ellos las denominan. La
cuantificación del problema de la infravivienda en las regiones
rurales de todos los países y en las poblaciones urbanas de los
países clasificados como desarrollados queda fuera de su alcance.
Pero, aún limitados, los
resultados son muy significativos. En África subsahariana, el 55,9 %
de los habitantes de las ciudades vive en un barrio de chabolas. En
Asia, ese porcentaje se mueve entre el 24 y el 31% y en Latinoamérica
alcanza el 21,1 %. La mejora relativa de estos porcentajes durante
los últimos 25 años no puede esconder la enorme magnitud del
problema.
¿No hay barrios de
chabolas en EEUU, Canadá, Europa o Japón? Lo que no hay son
estadísticas, al menos globales. En todos los países imperialistas
existen ciudades con asentamientos urbanos informales, más o menos
importantes según la presión de la inmigración o de la población
desahuciada de su vivienda a causa de su insolvencia económica. En
estos países hay una gran represión policial del chabolismo, lo que
empuja a la población precaria hacia el hacinamiento y las
infraviviendas “formales”, la ocupación ilegal de pisos vacíos,
la vida en tiendas de campaña o caravanas agrupadas en colonias,
incluso a adoptar como hogar los coches viejos, los túneles del
metro o la simple calle, cuando el clima lo permite.
En EEUU el chabolismo
legal tiene el nombre de trailer park y es un objeto de negocio como
cualquier otro. El último censo de viviendas en EEUU reportó más
de 20M de personas viviendo en unos 100.000 parques de casas móviles
propiedad de grandes empresas.5 Además, en ese mismo país, el
recuento de 2018 arroja una cifra de 552.830 personas sin hogar, de
las que 79.000 callejean por la ciudad de Nueva York y 50.000 por la
de Los Ángeles[6].
Ciertamente, en los
países capitalistas donde hay o hubo un movimiento obrero
suficientemente organizado para arrancar algunas mejoras a su
burguesía (y no perderlas), el problema de la vivienda está
amortiguado a menudo por los parques de vivienda pública con
alquileres muy inferiores a los del mercado y asequibles a las
familias de trabajadores.
La mayor parte de las
ciudades norteamericanas ha derruido o privatizado ya su parque de
vivienda pública, pero todavía la Autoridad de la Vivienda de la
Ciudad de Nueva York (NYCHA)[7] aloja en 181.581 apartamentos a más
de 400.000 personas de bajos recursos, el 5,2% de los habitantes
empadronados. El segundo gestor en importancia de vivienda pública
en América se encuentra en Toronto (Canadá) y gestiona 58.000
viviendas públicas con 164,000 inquilinos. Y en los países de la
UE, de acuerdo con Eurostat, el 10,7% de la población vive en este
tipo de viviendas de “alquiler social”. En realidad este dato
tiene mucha variación según el país y se mueve entre los máximos
de 15-19 % de la población en Eslovenia, Reino Unido, Francia,
Irlanda o Austria y los mínimos cercanos a 0 de Eslovaquia o
Rumanía. En Alemania y España alrededor del 8,5% de la población
habita viviendas de alquiler social.
Por su parte, Japón[8]
tiene un importante parque de 2,17 millones de viviendas públicas
que las autoridades responsables están dejando envejecer y reducir
progresivamente. Y ello a pesar de que existe una fuerte demanda
social, que para el Gran Tokio alcanza las 20 personas solicitantes
por vivienda disponible.
2.2 El hacinamiento
y la privación grave de vivienda en la UE
La agencia de la UE,
Eurostat, publica una estadística de la vivienda que incluye el
cálculo de una tasa de hacinamiento[9]. Esta tasa mide qué parte
del total de la población habita en viviendas sobreocupadas, de
acuerdo al número de habitaciones disponibles en la vivienda, el
tamaño de la misma y la edad y la situación familiar de sus
ocupantes. La estadística incorpora además de los datos de los
países de la UE, los de algunos otros europeos como los procedentes
de la antigua Yugoslavia y Turquía.
En 2017, una de cada seis
personas de la UE, el 15,7% de la población, residía en viviendas
sobreocupadas.
Entre los países
estudiados, las mayores tasas de hacinamiento (alrededor del 50% de
la población) se encuentran en Serbia, Rumanía, Macedonia del Norte
y Turquía, seguidas de cerca por la mayor parte de los países de la
antigua orla de la URSS , así como de Grecia e Italia.
Estos datos, por sí
mismos muy serios, no dan la medida real del problema de vivienda en
Europa, dramático y en crecimiento en las grandes ciudades y sus
áreas metropolitanas, aunque en la media estadística del país no
se manifieste mucho.
Un ejemplo de la gravedad
subyacente al dato de Eurostat es España. En 2018 [10] se detectó
hacinamiento grave en el 6,7 % de los hogares en España, pero en las
comunidades de Cataluña y Madrid este índice se duplica (12,6% y
11,6 % respectivamente) y afecta a 1M de personas en cada una de las
áreas metropolitanas de las ciudades de Barcelona y Madrid.
Otro ejemplo se puede
encontrar en el Reino Unido. Londres[11], en 2015-16, tenía el 7,5 %
de hogares en condiciones de hacinamiento y duplicaba con creces el
índice medio del país (3,4%).
Eurostat utiliza otro
indicador de la calidad de las viviendas, la tasa de privación grave
en la vivienda, que se define como el porcentaje de la población que
reside en viviendas consideradas sobreocupadas, pero que también
presentan, al menos, uno de los siguientes elementos de privación en
la vivienda: goteras en el techo, ausencia de baño/ducha, ausencia
de inodoro interior, vivienda considerada demasiado oscura. De
acuerdo con ello, en el conjunto de los 28 países de la UE, el 4,0 %
de la población sufría en 2017 de privación grave en la vivienda.
Las tasas más altas se dieron en Turquía (25,1%), Rumanía (16,5
%), Letonia (15,2 %) y Hungría (16,2%).
Todas estos datos imponen
una conclusión: en ningún país del mundo, ni siquiera en los más
ricos ni a largo plazo, la ley del mercado capitalista es capaz de
cubrir en condiciones dignas la necesidad de vivienda de la totalidad
de la población.
La pregunta es ¿ello se
debe a limitaciones de capacidad de producción o de “riqueza” de
las naciones, propias de un momento histórico? ¿hay que tener
paciencia y confiar en que el desarrollo económico progresivo mejore
la situación?
La respuesta, como
argumentaremos más adelante, es negativa: hay suficiente capacidad
productiva para solucionar el problema de manera inmediata. Pero lo
que ocurre en el sector de la construcción, como en cualquier otro,
es que el sistema económico capitalista dirige los recursos
productivos disponibles exclusivamente hacia donde hay o cree que
habrá beneficio privado. Por ello, la producción de viviendas es
caótica, ajena a las necesidades del conjunto de la población y
concentrada en la demanda y los caprichos de la población con
capacidad adquisitiva.
Además, el ciclo
económico del capital termina cuando el producto (la vivienda) es
vendido y la plusvalía se realiza, de manera que aquél puede quedar
indefinidamente sin uso, dedicado a reserva de valor si así lo
decide su propietario privado. Más aún, cuando llegan los años de
crisis recurrente, se da la gran paradoja capitalista: aparece el
fenómeno de la sobreproducción (miles de pisos nuevos imposibles de
vender en el mercado) mientras se agravan las penurias de vivienda de
la población trabajadora. España vuelve a ser un buen ejemplo de
esto último. En ese país quedan por vender todavía 500.000
viviendas de nueva construcción de la época de la burbuja
inmobiliaria de hace una década[12]. Al mismo tiempo, en 2018, los
desahucios[13] por impago de alquileres o hipoteca afectaron a 56.000
familias y se calculan que han sido unas 500.000 las desalojadas de
sus hogares en los últimos 8 años.
2.3 Las viviendas
sin ocupar y los edificios de uso parasitario
En todo el mundo, el
chabolismo, el hacinamiento y la infravivienda que el capitalismo
destina a las poblaciones más empobrecidas se combina con el
despilfarro de millones de viviendas vacías y la existencia de
magníficos edificios dedicados a usos parasitarios.
Además de las viviendas
de lujo habitadas por las élites sociales, a la vista de los barrios
de chabolas de Johanesburgo, Río de Janeiro, Lagos, Manila, Delhi o
cualquier otro del planeta, se levantan imponentes rascacielos
dedicados exclusivamente a fines comerciales, como oficinas de
grandes compañías u hoteles de superlujo. El número de pisos de
estos rascacielos puede exceder con mucho el centenar y su superficie
habitable y desperdiciada medirse por millones de m². Para estos
barrios de negocios, que habitualmente quedan vacíos cada noche, no
hay problemas de alcantarillado ni de suministro de agua corriente y
de electricidad suficiente para mantener en su interior una
temperatura confortable. Sin contar con que sus excelentes cálculos
arquitectónicos los protegen ante cualquier eventualidad natural
(tifones, deslizamientos de tierras, terremotos...) del tipo que en
las colonias de chabolas puede provocar ocasionalmente miles de
muertos.
Por otro lado, además de
este tipo de edificios, en todas las ciudades hay siempre una
proporción importante de viviendas utilizables y vacías. En 2014,
el diario The Guardian[14] hizo una recopilación de estadísticas
nacionales europeas, llegando al cálculo de un total de 11 millones
en el conjunto de la UE: 3.4 millones en España, 2 millones en
Italia y Francia, 1,8 millones en Alemania y 0,7 millones en el Reino
Unido. En China[15], en medio de la mayor burbuja inmobiliaria jamás
vista, se calcula que existen 50 millones de viviendas vacías que
constituyen el 22% del parque de vivienda urbana.
3 La vivienda en la
diana del capital ficticio del siglo XXI
Como resumía Engels en
su discusión sobre las propuestas de Proudhon, el precio del
alquiler de una vivienda (y de la venta) está regulado por las leyes
económicas que regulan la venta de las mercancías en general, y, en
particular, la venta de la mercancía «propiedad del suelo». Los
gastos de construcción y de conservación de la casa o de su parte
en cuestión han de tenerse en cuenta en primer lugar; después, el
valor del terreno, condicionado por el emplazamiento más o menos
favorable de la casa; finalmente, y esto es lo decisivo, la relación
entre la oferta y la demanda en el momento dado[16].
En términos de teoría
del valor, en un mercado de libre competencia, los precios medios
tienden a igualarse al valor de la media de horas socialmente
necesarias para producir la vivienda más la parte que corresponda a
la renta de la tierra. Pero esta tendencia viene deformada de manera
decisiva, en cada momento, por la relación entre la oferta y la
demanda.
3.1 Las burbujas
inmobiliarias en un contexto de incremento generalizado de los
precios reales[17]
En las últimas décadas,
la construcción ha intensificado enormemente la incorporación de
tecnología con el consiguiente aumento de la productividad y el
abaratamiento de costes. Hoy es posible construir en tiempo récord
grandes edificaciones a base de materiales prefabricados de alta
intensidad tecnológica. Por tanto, el valor de cambio de las nuevas
construcciones (sin contar el del terreno) debería tener tendencia a
disminuir, aunque el valor de uso pueda aumentar (en caso de mejor
calidad, equipamiento, etc.).
El segundo elemento del
precio de la vivienda es el precio de la parte proporcional del
terreno que ocupa en el edificio del que forma parte.
No hay que confundir
renta de la tierra con precio de la tierra. Como explica Marx en la
sección “Cómo se convierte la ganancia extraordinaria en renta
del suelo”, tomo III del capital[18], la renta de la tierra tiene
su origen en la propiedad territorial, que es el monopolio de ciertas
personas que les da derecho a disponer sobre determinada porción del
planeta como esfera privativa de su voluntad privada. Su cuantía
viene determinada estrictamente por la leyes económicas y en último
término proviene del trabajo humano no pagado al proletario, de las
ganancias extraordinarias del capital invertido en el terreno. Marx
demuestra que, en función de las diversas circunstancias económicas,
la renta de la tierra puede no crecer aunque aumente el precio
del suelo o crecer porque aumente el precio del suelo[19].
El precio de la tierra,
por su parte, es la capitalización de su renta al tipo medio de
interés, que a su vez está regulado por la tasa de ganancia. El
Capital lo explica así:
“La renta del suelo
se presenta en una suma dineraria determinada que el terrateniente
obtiene anualmente a partir del arriendo de una porción del planeta.
Hemos visto cómo todo ingreso determinado de dinero puede ser
capitalizado, es decir, considerado como el interés de un capital
imaginario. Por ejemplo, si el tipo medio de interés es del 5%,
también puede considerarse a una renta anual de £ 200 como interés
de un capital de £ 4.000. Es la renta capitalizada de este modo la
que forma el precio de compra o valor del suelo[…]
Se deduce de ello que,
presuponiendo la renta de la tierra como una magnitud constante, el
precio del suelo puede aumentar o disminuir en forma inversamente
proporcional al aumento o a la disminución del tipo de interés.[…]
Es éste un movimiento
del precio de la tierra independiente del movimiento de la propia
renta, y regulado solamente por el tipo de interés. Pero puesto que
hemos visto que, en el curso del desarrollo social la tasa de
ganancia tiene una tendencia a la baja, y por ende también lo tiene
el tipo de interés, en la medida en que éste es regulado por la
tasa de ganancia, que además, haciendo abstracción también de la
tasa de ganancia, el tipo de interés tiene una tendencia a la baja
como consecuencia del crecimiento de capital dinerario prestable, de
todo ello se desprende que el precio del suelo tiene una tendencia al
alza, también de forma independiente del movimiento de la renta y
del precio de los productos de la tierra, de los cuales la renta
constituye una parte. [20]
En resumen, en la base
del crecimiento general de los precios del suelo urbano,
independientemente de las otras circunstancias que en cada ciudad o
país inciden tanto en la renta como en el precio de la tierra, se
encuentra el descenso de la tasa de ganancia, que ha llevado a nivel
mundial a los actuales tipos de interés real muy cercanos a cero.
Por otro lado, este
crecimiento general de los precios por m² del suelo no tiene por qué
trasladarse trasladarse automáticamente en la misma proporción al
precio de la vivienda individual. Hay dos factores relacionados con
el nivel tecnológico actual que inciden en contra de ello: los
modernos sistemas de transporte que permiten una gran extensión
horizontal de las ciudades (crecimiento sobre suelo más barato que
la media) y el crecimiento vertical de los nuevos edificios con un
gran número de viviendas sobre el mismo terreno (por lo que a cada
vivienda le corresponde una parte más pequeña del suelo que ocupa
el edificio). No obstante, no hay duda de que la proporción del
coste del suelo sobre el precio de la vivienda se vuelve
sensiblemente creciente cuando hay fuertes restricciones geográficas
o legislaciones urbanísticas que limitan la posibilidad de extensión
y altura de construcción o en función de la estructura de la
propiedad (si hay gran concentración de propiedad del suelo
urbanizable).
Los estudios
internacionales muestran una tendencia generalizada y constante desde
los años 70 al incremento de los precios de las viviendas en todo el
mundo. Los precios de los inmuebles, sobre todo en las grandes
ciudades, crecen muy por encima de sus costes de producción de las
edificaciones y generan altas tasas de beneficio y rentas de la
tierra mientras desarrollan, una tras otra, burbujas inmobiliarias
cada vez mayores, que se desploman de manera semejante y paralela a
los cracks bursátiles.
Las burbujas se
caracterizan por una espiral de creciente producción alimentada por
una demanda que parece no tener límite y que extiende su tensión
inflacionista al conjunto de las construcciones existentes, primero
en el mercado de la compraventa y inmediatamente del alquiler. Dicha
demanda no nace de los ahorros de las clases trabajadoras cuyo límite
es muy obvio. Su carburante proviene de la abundancia de capital que
busca rentabilidades ante la disminución de la tasa de ganancia en
la producción en general. La perspectiva de reventa de los inmuebles
con grandes beneficios inicia el proceso de especulación y se
alimenta del crédito fácil y barato de las entidades financieras,
creando a su vez una burbuja de deuda. Cuando finalmente la tensión
del mercado llega al límite y los inmuebles empiezan a no poder ser
vendidos, los créditos dejan de poder ser amortizados y el propio
sistema financiero peligra con la desvalorización de los inmuebles y
el impago de la deuda hipotecaria.
Este fue el caso de la
burbuja inmobiliaria de la década de 1980 en Japón, en su momento
la mayor de la historia, hoy probablemente superada por la de China.
Su tamaño colosal suele explicarse con un dato comparativo: en 1989,
el valor alcanzado por los inmuebles del entorno metropolitano de
Tokio era el mismo que el de todos los inmuebles de EEUU el mismo
año. La burbuja de Japón acabó estallando al inicio de su gran
crisis de los años 90, y descalabró todo su sistema financiero, que
tuvo que ser apuntalado por el Estado. Después de esa crisis, Japón
ha ido perdiendo su posición de segunda potencia mundial y
reduciendo su gran superioridad respecto a Alemania.
Las burbuja inmobiliaria
norteamericana que precedió a la gran crisis internacional de 2008
extendió sus efectos a todo el sistema financiero mundial, además
de afectar gravemente a su propia población. Durante su desarrollo,
en la espiral consabida, los capitales especulativos fueron
multiplicados hasta niveles jamás conocidos, mediante la creación
de productos financieros derivados que se vendieron en todas las
bolsas del mundo y que a su vez pasaron a formar parte de otros
productos financieros, que formaban parte de otros productos
financieros… que representaron masas ingentes de capital ficticio
apalancado en masas ingentes de deuda, de rápidos movimientos
especulativos por todo el planeta. Cuando al final la base real del
proceso se desmoronó por su eslabón más débil, las hipotecas
subprime concedidas a familias americanas muy fácilmente
insolventes, el hundimiento del castillo de naipes arrastró a la
quiebra de facto a la mayor parte de los principales bancos de mundo.
Solo un enorme gasto de dinero público de los estados más poderosos
evitó la desaparición de la mayoría de los bancos y de las
entidades de crédito de los países imperialistas occidentales,
consideradas “demasiado sistémicas” para ser dejadas caer.
En el anterior ciclo
económico, la burbuja americana fue acompañada de algunas otras de
efectos dramáticos como las que se desarrollaron en Grecia, España,
Irlanda y Letonia o en las grandes ciudades del Reino Unido, Rusia o
Brasil. Pero el fenómeno del incremento de precios reales de la
vivienda fue mundial y de características históricas por su
amplitud. La OCDE lo resumía así en 2010: “El precio real de la
vivienda se ha disparado. Durante el reciente auge, los precios de la
vivienda aumentaron en un 120% en promedio. El aumento promedio de
los precios reales durante las expansiones anteriores había sido de
alrededor del 45% (Girouard et al., 2006a)”[21].
3.2 Los precios de
la vivienda ya superan los máximos históricos del ciclo anterior
La OCDE22, que utiliza
como índice 100 los precios medios de cada país en 2015, calcula
que en el conjunto de sus países miembros los precios reales de la
vivienda sufrieron un continuo ascenso desde el índice 82,2 del año
2000 al 106,5 del 2007, a partir del cual descendieron siguiendo la
onda general de la economía. En el presente ciclo, los precios han
partido del 90,4 en 2011 para alcanzar ya, el año 2018 el índice
110,9. En resumidas cuentas, eso significa que hoy los precios reales
de la vivienda ya son más altos que los del punto más alto del
ciclo anterior. En general, todos los países superan ese nivel.
Entre las excepciones más notorias están Estados Unidos, España o
Irlanda, que todavía no han alcanzado los precios desorbitados de
2007, pero no por ello escapan al nuevo proceso inflacionista (ver
gráficos más abajo).
De hecho, EEUU y España
figuran detrás de China, Alemania y Canadá entre los cinco países
de mayor incremento de los precios en los últimos tres años.
3.3 “Para los
precios inmobiliarios en Londres, consulte las cotizaciones en Tokio”
El título de este
apartado lo hemos tomado de un resumen explicativo del Global
Financial Stability Report 2018 del FMI23. El organismo está
altamente preocupado por la evolución de los precios de la vivienda
a nivel mundial. No por su altísimo nivel, claro está, sino por la
manera de evitar que bajen demasiado y vuelva a ponerse en peligro el
sistema financiero mundial.
Nuestro estudio de 44
ciudades y 40 economías avanzadas y de mercados emergentes indica
que la creciente integración de los mercados financieros es un
factor muy importante. […] El comportamiento de los precios
inmobiliarios está empezando a asemejarse cada vez más al de los
precios de los activos financieros, como acciones y bonos, que están
influenciados por los inversionistas en otras partes del mundo. En
los países más abiertos a los flujos de capital internacionales,
los precios tanto de las viviendas como de las acciones tienden a
moverse de manera más sincronizada con los mercados mundiales.[24]
El estudio del FMI
identifica como principal origen del fenómeno a “los
inversionistas institucionales, las empresas de capital de riesgo
(private equity) y los fondos de inversión inmobiliaria [que] han
estado buscando cada vez más activamente rendimientos más altos en
ciudades importantes“.
En España se conoce bien
a algunos de estos buitres capitalistas, que han comprado a precio de
saldo miles de pisos públicos privatizados por el ayuntamiento de
Madrid, decenas de miles de hipotecas vivas de difícil pago y
centenas de miles de pisos propiedad de los bancos quebrados y
procedentes de hipotecas impagadas. Solo uno de esos fondos,
Blackstone, que ni siquiera es el más grande, posee en España más
de 50.000 viviendas dedicadas al alquiler y compradas en los últimos
5 años. En esos mismo años, los alquileres, de acuerdo con el
cálculo del Banco de España[25], se han incrementado un 50%.
También crecen sin parar los desahucios por impago de alquiler. Y
continúan menudeando los suicidios por desesperación ante los
desahucios, como en los peores años de la crisis.
No hay una estadística
del peso de estas inversiones en el conjunto de países, pero el
último informe de la norteamericana CBRE consulting, que afirma ser
el mayor de esos fondos internacionales, nos da un buen indicio de su
desarrollo actual en la zona europea. Bajo el título Año récord de
inversión en el sector inmobiliario europeo, afirma que:
Francia, Países
Bajos, Polonia, España y Portugal han registrado niveles de
inversión récord en 2018, siendo estos dos últimos los únicos que
han crecido por encima del 50% (56,9% y 51,4% respecto a 2017,
respectivamente). […] Por otro lado, en Alemania 2018 ha sido el
segundo año con mayor inversión inmobiliaria, con 77.000 millones
de euros, un 5,9% más que la cifra de 2017. Mientras que la
inversión total en Reino Unido ha disminuido un 6,5% en 2018, debido
a la mayor cautela por parte de los inversores ante un escenario
geopolítico incierto, la actividad en Londres Central ha subido un
10% en comparación con 2017.[26]
En resumen, lo que se
concluye de los estudios del FMI, como de los de la propia OCDE, es
que los crecimientos históricos de precios del ciclo anterior y del
presente son la consecuencia de una gran concentración del poder de
estos capitales especulativos sobre los mercados, de la conversión
de la vivienda en un simple nicho de inversión, a exprimir al máximo
y lo más rápidamente posible.
Con seguridad, habrá un
final de ciclo y un cierto descenso de precios que acompañará a la
recesión económica que ya se anuncia. Pero lo que ya no cambiará
será la preponderancia del gran capital sobre el mercado
inmobiliario, como la tiene sobre la casi totalidad de los mercados.
Y si nada lo impide, el ciclo se repetirá de nuevo, con precios cada
vez más altos y, por tanto, más población expulsada del acceso a
una vivienda digna y asequible.
4 La búsqueda de
una solución efectiva exige romper con la burguesía
Los organismos burgueses
encargados de mantener un cierto orden en el caos de la economía
capitalista a nivel nacional, como los gobiernos y los bancos
centrales, o a nivel internacional, como el FMI, tienen uno de sus
principales focos de atención en la inflación del mercado
inmobiliario, ante la posibilidad de un crack que multiplique los
efectos de la recesión que se avecina. Como explicábamos más
arriba, su preocupación como gestores de las clases explotadora y
parasitaria se centra en los riesgos a la baja para los precios de la
vivienda y por tanto sus propuestas se dirigen a frenar el
crecimiento para evitar en lo posible el descenso. El citado Informe
sobre la estabilidad financiera 2018 del FMI lo explica con claridad
y marca el paso con las recetas a aplicar por los gobiernos:
¿Cuál debería ser
la respuesta de política al incremento del riesgo para los precios
de la vivienda? […] Una de ellas es endurecer las llamadas
políticas macroprudenciales cuando la economía es sólida y el
mercado de la vivienda está en auge; por ejemplo, restringiendo el
importe de los préstamos hipotecarios a un porcentaje del valor de
la propiedad y limitando el importe de los pagos hipotecarios
mensuales a un porcentaje del ingreso.
[…] Puede
considerarse también el uso de otros instrumentos de política, como
políticas estructurales a más largo plazo —para incrementar la
oferta de vivienda o imponer restricciones urbanísticas— o medidas
fiscales, como impuestos sobre la propiedad.[27]
Todos los gobiernos de
los países más afectados por la escalada de precios, empezando por
China, están aplicando o van a aplicar la mayor parte de estas
medidas, que nada tienen que ver con solucionar ni siquiera
amortiguar el grave problema material que aquella escalada ha creado
para la mayor parte de la población. No hay una solución burguesa
al problema de la vivienda, porque el problema de la burguesía no es
la vivienda sino evitar la desvalorización de sus inversiones.
4.1 Las políticas
reformistas respetan el mantenimiento de los precios actuales
Por otra parte, todas las
propuestas que desde los partidos socialdemócratas o reformistas, se
ofrecen para encarar el problema parten del mismo respeto religioso a
la gran propiedad privada inmobiliaria y al nivel actual de precios
que tanto la beneficia. Estos partidos, en Europa, parecen tener un
único recetario que aplican o quieren aplicar desde las alcaldías
que controlan como Berlín (SPD), París (PS) o Barcelona (En
Comú-Podemos). Fundamentalmente la fórmula mágica consiste el la
creación de índices de referencia de precios de alquiler por zonas,
para premiar con beneficios fiscales a los caseros que
voluntariamente no los excedan demasiado. Adicionalmente, cuando su
“radicalidad” lo permite, incorporan impuestos especiales a las
viviendas vacías, llegando (en muy pocos casos) a su “requisición”
de uso temporal para ofrecerlas en el mercado de arrendamiento en
substitución del propietario.
A señalar que todas
estas políticas son medidas fiscales o de incremento de la oferta de
la vivienda, en la línea de las recomendaciones del FMI transcritas
en la cita anterior y que su máximo efecto ha sido ralentizar por
poco tiempo el ascenso de los precios del alquiler. El fracaso de su
aplicación en Berlín lo muestra el proyecto de ley presentado en
junio de 2019, en el parlamento regional, por el tripartito
SPD-Verdes-Die Linke, según el cual los alquileres de las viviendas
se congelarían durante los próximos cinco años al nivel de precios
actual[28].
Sin moverse de su línea
de respeto a los beneficios burgueses, nuestros reformistas nos
quieren congraciar con los precios actuales ¡a pesar de que
reconocen que su nivel inaccesible ha provocado una situación de
“emergencia habitacional”!
La misma adaptación a la
propiedad privada y a lo que puede ser admisible en el contexto de
las relaciones capitalistas de producción se encuentra también
generalizada en los partidos y organizaciones que se reclaman
(falsamente) del anticapitalismo y la revolución. Así, por ejemplo,
el Partido Obrero argentino, en su programa oficial (lo mismo que su
coalición electoral con el PTS[29] se limita a reclamar impuestos
progresivos sobre la propiedad del suelo y un “régimen de créditos
a tasa cero para la vivienda y un plan enérgico de urbanización”
[30]). El PSOL de Brasil, en su programa de coalición de 2018
reclama poco más que la “urbanización de las favelas” y la
“expropiación y adquisición de terrenos para vivienda de interés
social”[31]. Del mismo modo, en EEUU, la organización del CWI
Socialist Alternative, que tiene una representante elegida en el
gobierno local de Seattle, solo presenta como alternativa a la grave
crisis de la vivienda en esa ciudad la creación de un impuesto para
financiar la construcción de vivienda pública.[32]
4.2 Un programa de
clase para solucionar el problema de la vivienda
Para la clase obrera
mundial el problema de la vivienda es de naturaleza prioritaria. En
sus manos está resolver la contradicción entre ser la productora de
todos los inmuebles y no tener acceso de uso más que de los peores y
cada vez con mayor dificultad.
Un programa de clase debe
partir no de lo que la clase dirigente está dispuesta a ceder, sino
de las necesidades reales de las masas trabajadoras en cada población
y país. El nivel de desarrollo actual de las fuerzas productivas
permitiría la desaparición de los problemas de vivienda si los
recursos fueran planificados en función de su optimización social y
no del beneficio del capital.
Eso significa que el
problema de la vivienda de los trabajadores puede resolverse de
manera efectiva y definitiva, pero a condición de partir de la
visión simétrica a la que tienen la burguesía y sus acólitos
reformistas: declarando la vivienda (incluidos los suministros
básicos) un derecho básico real de responsabilidad y ejecución
social, al igual que la sanidad, la educación y las pensiones. Y
tomando las propias organizaciones de clase el control de la
ejecución de ese derecho.
El principio es sencillo:
en vez de dar buenos consejos a los capitales para que se porten
mejor en el mercado de la vivienda para la clase obrera, hay que
eliminar los capitales de ese mercado y el mercado mismo.
El programa a desarrollar
ha de adaptarse a las realidades nacionales, pero en general habría
de incluir las siguientes reivindicaciones:
• Prohibición de todos
los desahucios de familias trabajadoras
• Congelación de todos
los alquileres al nivel más bajo de los últimos 20 años
• Municipalización de
todo el suelo urbano.
• Expropiación sin
indemnización de todas la viviendas en manos de grandes propietarios
y
su incorporación al
parque público de alquiler social, a precios adaptados a la renta
familiar.
• Incorporación al
parque público de toda vivienda vacía más de dos años.
• Plan urgente de
construcción de vivienda pública en todas aquellas poblaciones
donde las medidas anteriores no
sean suficientes para garantizar vivienda digna a toda la población.
Además, es importante
que nuestro programa incorpore dentro del concepto de “vivienda
digna” no solo la unidad individual, con los metros mínimos
habitualmente aceptables en función del número de sus habitantes y
salubridad, calidad, etc., sino la calidad y salubridad del conjunto
del barrio, mucho más allá del mínimo referido al alcantarillado,
asfaltado y suministros de agua y energía:
• Aire limpio y entorno
sin contaminación ni ruido, zonas ajardinadas, transporte público
eficiente, servicios educacionales y sanitarios de proximidad,
instalaciones culturales y de socialización de niños, jóvenes y
personas mayores, zonas deportivas, etc, tienen que dejar de ser el
privilegio de la clase capitalista, han de ser exigidos para el
disfrute de la clase obrera y el resto de la población trabajadora.
La degradación de las
seguridad de los barrios pobres es otra cuestión relevante. Muchos
barrios obreros tradicionales de las ciudades, al igual que muchos
barrios de chabolas del mundo, sufren una lacra adicional a la
pobreza: la violencia de mafias ligadas al tráfico ilegal de drogas,
al robo y a la prostitución. Una violencia a la que a menudo se
suma, incluso superándola, la de los cuerpos policiales
militarizados o el mismo ejército, que utilizan los barrios como
zona de entrenamiento de guerra. Es el caso, por ejemplo, de Brasil y
Filipinas. Frente a ello, un programa obrero además ha de incorporar
consignas específicas que llamen a la autoorganización y
autodefensa de masas para expulsar de los barrios a los traficantes
de drogas y para forzar políticas públicas de choque contra el
abandono escolar y la desocupación, que son el terreno de la
delincuencia. Pero también para expulsar del territorio a las
fuerzas oficiales de represión, que en todos sitios forman parte de
las redes mismas de traficantes (cuando no son el origen) y agravan
mucho más el problema.
Este programa debería
ser la base de la lucha común de todas las organizaciones del
movimiento obrero que dicen defender el derecho a la vivienda.
Sindicatos y partidos políticos, organizaciones de migrantes, contra
los desahucios, de vecinos, de jóvenes, sindicatos de inquilinos...
si todos golpearan como un único puño certero reivindicando lo que
necesitamos, en vez de acomodarse a la pérdida de lo poco que
tenemos, la lucha sería dura, pero la victoria estaría asegurada.
I.F. Noviembre 2019
Cuando la vivienda
obrera es el nicho de mercado del gran capital
Entre los muchos derechos
y garantías que el gobierno de Rajoy nos arrebató, en sus famosos
viernes de Consejo de Ministros, se encontró la reforma de la Ley de
Arrendamientos Urbanos del 2013, que agravó enormemente las
condiciones de los alquileres. Con ella, la duración mínima de los
contratos pasó de cinco a tres años y las subidas quedaron
desvinculadas del IPC. La reforma fue acompañada de dos medidas
clave: muchas mayores facilidades para desahuciar a los inquilinos y
finalizar los contratos junto a una nueva regulación de las Socimi,
gracias a la cual quedaron completamente exentas del Impuesto de
Sociedades y casi exentas del Impuesto sobre Transmisiones
Patrimoniales (con una bonificación del 95%).
En plena crisis
económica, con más de 6 millones de parados y centenares de miles
de familias que ya habían sido desahuciadas por no poder pagar la
hipoteca, el gobierno dejaba la vivienda de los hogares obreros al
libre deseo de los propietarios ¡cada tres años!
Los pisos procedentes
de los desahucios bancarios ahora son...
Desde el inicio de la
crisis hasta 2017 se calculan cerca de 500.000 desahucios. En 2013,
la banca había sido rescatada impúdicamente con dinero público y
poseía una cantidad inmensa de viviendas procedentes de aquellos
desahucios. Ellos les llamaban “activos tóxicos” porque se había
roto la cadena especulativa –con la parálisis de las ventas y el
posterior hundimiento de los precios– y su valor era muy inferior a
las hipotecas a las que iban ligados. Ya no era posible revenderlos y
recuperar con creces la hipoteca impagada. Ciertamente, aquellas
hipotecas eran (y son) un gravísimo “pasivo tóxico” para los
trabajadores que las firmaron, que se han encontrado pagando créditos
por cantidades muy superiores al valor del piso, mientras su trabajo
(cuando lo tienen) se precariza y sus salarios reales descienden sin
parar. Peor aún, cuando ya no pueden pagar, no sólo pierden el
piso, sino que la Ley Hipotecaria permite que los bancos les persigan
hasta la muerte con una deuda adicional que corresponde a la
diferencia entre el precio de subasta (o el 70% de su tasación, si
queda desierta) y la cantidad hipotecada, más intereses que rondan
entre el 15% y el 25% y todas las costas procesales.
Y aquí entran las
Socimi.
… el negocio de los
bancos y de los fondos buitres
Uno de los objetivos
específicos declarados por el PP para justificar la Reforma de la
Ley de Arrendamientos Urbanos fue la voluntad expresa de ayudar a
desarrollarse a esas Socimi a las que se exoneraba casi por completo
de impuestos.
La Socimi (Real
Estate Investment Trust) son sociedades cotizadas de inversión
en el mercado inmobiliario cuyos ingresos proceden fundamentalmente
de los alquileres de los inmuebles que compran. Su capital procede
sobre todo de fondos de capital riesgo (fondos buitres) extranjeros y
lo habitual es que se gestionen desde paraísos fiscales. A la cabeza
de todas se encuentran las creadas o absorbidas por la norteamericana
Blackstone a través de un complejo sistema de sociedades (Albirana
Properties, Fidere, Corona Patrimonial, Torbel Investment, Tourmalet,
Pegarena, Hispania, Testa...). Blackstone, el mayor casero del Estado
Español, compró a precio de saldo 40.000 hipotecas de la
desaparecida Catalunya Caixa y 1.800 viviendas sociales propiedad del
ayuntamiento de Madrid, a las que subió inmediatamente los
alquileres provocando nuevos desahucios. Blackstone se ha hecho con
3.500 inmuebles del BBVA, 4.000 del Banco Sabadell, 1.000 pisos de la
Sareb y FCC, 12.000 de Catalunya Caixa y, el 51% de los inmuebles del
Banco Popular. En la actualidad se calcula que tiene una cartera de
50.000 viviendas de alquiler repartidas por todo el Estado, además
de haberse convertido en el mayor propietario de hoteles en España
con casi 17.000 habitaciones, por encima de Meliá (que tiene
11.000).
“En cuatro años,
las socimis han dado un vuelco total al panorama inmobiliario en
España. Las cinco mayores de estas sociedades controlan, según los
resultados presentados de 2017, propiedades por valor de 26.334
millones de euros. Supone casi un 85% más respecto a lo controlado
el año anterior.” Cinco Días,
1 de marzo de 2018.
No sería justo olvidar
que la guinda del gobierno Rajoy en sus regalos al gran capital
inmobiliario han sido los sucesivos Planes de Vivienda, que en vez de
crear vivienda social han consistido únicamente en transferir fondos
públicos a las grandes constructoras y propietarios. Como ejemplo,
el Plan de Vivienda 2018-2021, del ex ministro De la Serna, prevé un
gasto de 1.445 millones de euros para financiar promociones privadas
de vivienda destinada durante un tiempo al alquiler, la
rehabilitación de casas y edificios. Todo ello, a pesar de que se
calcula que todavía quedan en manos de los bancos unas 388.000
viviendas, en su mayoría vacías, que no se sacan al mercado para
evitar una nueva caída de los precios.
En España no hay un
parque sustancial de vivienda social estable para las familias
necesitadas. No lo hay por voluntad continuada de las
administraciones públicas que incluso, como en el caso de la
Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, llegaron a vender, en 2013, 4.000
viviendas de alquiler social a las socimis, en una operación que
está a punto de ser anulada por un tribunal. Actualmente el parque
de vivienda pública es menor del 2% del total de viviendas, en
contraste sangrante con una media del 15% en la Unión Europea. Por
otro lado, la figura de la vivienda de protección oficial, a precio
limitado y parcialmente subvencionada, ha dado luz a solo 5.375
viviendas en todo el Estado durante 2017 y a precios que muy pocos
jóvenes trabajadores pueden asumir.
La burbuja de los
precios de la vivienda alquilada
Desahucios hipotecarios,
ausencia de vivienda social, precios de compra de nuevo en aumento,
trabajos precarios que hacen imposible acceder a una hipoteca, todo
se conjuga para un gran incremento de la demanda de pisos de
alquiler, concentrada, como es natural, en las grandes ciudades y en
los trabajadores jóvenes, los migrantes y en general los de sueldos
más bajos.
Por el lado de la oferta,
encontramos libertad absoluta de precios y tres años de contrato
mínimo, centenares de miles pisos vacíos en manos de los bancos,
concentración en muy pocas sociedades de grandes cantidades de
viviendas de alquiler destinadas exprimir al arrendatario el mayor
beneficio posible inmediato, exenciones fiscales totales y
subvenciones públicas para los caseros buitres. El boom de los pisos
turísticos, que se retiran de la oferta para vivienda familiar y
permiten rentas mucho mayores, añade su peso al tirón de los
precios, aunque no sean, como muchos quieren hacer creer, ni el único
ni el principal elemento en esa dirección.
Un desequilibrio tan
reforzado entre la atomización y la pobreza de los que buscan
arrendar vivienda frente a la concentración, fuerza y riqueza de los
que la poseen, sólo podía dar lugar a la actual burbuja de los
precios de los alquileres, que se ha convertido en el segundo gran
problema de la clase obrera, indisolublemente ligado al primero: el
paro, el trabajo precario y los salarios reducidos durante la crisis.
En España la
administración pública todavía no tiene una estadística propia
sobre los precios de la vivienda de alquiler. El INE ha anunciado
recientemente que va a iniciarla. Mientras tanto, los datos que se
tienen proceden de los grandes portales inmobiliarios en Internet.
Los informes anuales de El Idealista han calculado, de media para
todo el Estado Español, unos incrementos anuales que han pasado del
“modesto” 2,6% en 2014 al 7,1% en 2015, el 15,9% en 2016 hasta el
18,4% en 2017. En lo que va de año 2018 este portal calcula un 15,6%
adicional. Esto significa que los precios de los alquileres ha
subido en cinco años más del 78%. De media. En ciudades como
Barcelona y Madrid, los incrementos han sido mucho mayores. Esto es
una auténtica tragedia para las familias de trabajadores que no son
propietarias, cada vez más numerosas.
El resultado: los
inquilinos deben cambiar de piso cada tres años, alejándose cada
vez más de su ciudad de trabajo en la búsqueda de alquileres más
asequibles. Los desahucios por impago de alquiler crecen, mientras
que los hipotecarios se reducen lentamente. Y lo que demuestra el
nivel de gravedad social del problema: crecen sin parar los
desahucios de inquilinos con trabajo, que antes de las subidas del
propietario pagaban sin problemas el alquiler y ahora no encuentran
vivienda alternativa asequible a sus ingresos. Y los suicidios por
desesperación ante los desahucios continúan menudeando, como en los
peores años de la crisis.
De “No tendrás casa
en tu puta vida” a la aparición de las PAH (Plataformas de
Afectados por las Hipotecas)
En 2006, a partir de
Barcelona, ciudad con gran tradición de lucha vecinal en los barrios
obreros, se extendió un movimiento de jóvenes trabajadores que
denunciaba la burbuja de los precios inmobiliarios y la imposibilidad
para la juventud de acceder a una vivienda independiente de sus
padres (“No tendrás casa en tu puta vida”, fue uno de sus
lemas). En 2007 llegaron a organizar algunas manifestaciones
simultáneas en todo el Estado y fueron el caldo de cultivo hacia un
fuerte impulso de la ocupación de viviendas vacías. Inmediatamente,
en 2008, al estallar la burbuja y comenzar un proceso masivo de
familias expulsadas de sus viviendas por impagos hipotecarios, el
movimiento cambió de objetivo y componentes. Aparece la primera PAH,
también en Barcelona, y se extienden como la pólvora por todas las
ciudades del Estado.
Las PAH-Stop Desahucios
son organizaciones fluidas, asamblearias, con coordinacion floja
entre ellas, compuestas fundamentalmente por familias inmersas en
procesos de desahucios. Han conseguido grandes movilizaciones, han
parado miles de desahucios y arrancado a algunas administraciones
autonómicas y locales (no gobernadas por el PP) medidas de socorro
inmediatas para paliar un poco su drama. Se han ganado a pulso una
gran simpatía en el conjunto de la clase trabajadora. Su prestigio,
por ejemplo, fue utilizado para la candidatura que gobierna Barcelona
(Barcelona en comú: un pupurri de izquierdas unidas, ecologistas,
Podemos y otros) cuyo mayor atractivo electoral se concentraba en la
persona de Ada Colau, una de las organizadoras y portavoz de la PAH
de la ciudad.
En ausencia de ningún
tipo de defensa ni reacción específica real por parte de los
partidos y sindicatos obreros ante las tragedias inmediatas y masivas
de miles de familias cada año, las PAH-Stop Desahucios siguen siendo
las organizaciones que marcan las reivindicaciones y dirigen la lucha
en relación al derecho a la vivienda para los trabajadores y contra
una Ley Hipotecaria que sólo protege los intereses de los bancos.
En ausencia también de
componentes de peso que posean una visión global del problema de la
vivienda obrera y su solución definitiva, las reivindicaciones de
las PAH han quedado limitadas a la solución inmediata de los
problemas inmediatos y muy influidas por propuestas de Podemos, el
nuevo partido reformista aparecido durante los últimos años.
La Propuesta de Ley de
Vivienda de la PAH
A finales de septiembre,
las PAH consiguieron que su Propuesta de Ley de Vivienda fuera
aceptada para la discusión en las Cortes, con el aval de Unidos
Podemos-En Comú, Podem-En Marea, ERC, Compromís y EH Bildu.
El proyecto recoge las
viejas reivindicaciones de la ILP que bloqueó el PP (dación en pago
retroactiva, alquiler social y moratoria en los desahucios), a las
que se ha añadido la creación de un índice para regular los
precios, “como existe en Berlín y en París, pero que no solo
contemple las características o localización de la vivienda, sino
también la capacidad adquisitiva de la población”.
Los contratos de alquiler
pasarían a cinco años y a diez cuando se trate de un gran
propietario, como bancos o inmobiliarias.
El Proyecto también
introduce medidas para “paliar la pobreza energética”. Se basan
en la “experiencia catalana, donde la parte relativa a pobreza
energética de la ley autonómica impulsada por la PAH sigue en
vigor”.
La dación en pago
retroactiva, el alquiler social, la moratoria de los desahucios hasta
que las familias tengan una vivienda digna alternativa en el mismo
barrio y la prohibición de los cortes de suministros básicos por
impagos de los hogares sin recursos son reivindicaciones básicas,
necesarias, de urgente aplicación.
Pero el proyecto, que
tiene todo el tufo de la mano redactora de Podemos-IU, se enmarca en
el respeto más religioso a la propiedad privada inmobiliaria que
busca el negocio a costa de la vivienda de los trabajadores. Una
auténtica traición a la vieja lucha de los activistas de las
asambleas PAH-Stop Desahucios, que siempre han defendido la vivienda
como un derecho contra los que la convierten en un negocio más.
El proyecto de Ley de
Vivienda de la PAH:
a) comienza por no
cuestionar la propiedad de la inmensa cantidad de pisos en manos de
grandes propietarios, ni siquiera de los inmuebles que la SAREB le
gestiona a los bancos rescatados, ni de los que los fondos buitres
han comprado ilegítimamente a los bancos o al Ayuntamiento y la
Comunidad de Madrid. Todos deberían pasar a titularidad pública sin
indemnización (ya los pagamos con muchas creces todos con el dinero
del rescate) y ser ofertados de manera estable al alquiler social
¿Dónde ha quedado esa vieja reivindicación de las PAH?
b) continua por no
discutir la existencia misma de las Socimi y de cualquier tipo de
empresa privada dedicada a la explotación de viviendas familiares.
Ya imaginábamos que los dirigentes actuales de las PAH, demasiado
ligados políticamente al reformismo de colaboración de clases, no
propondrían medidas de gran alcance como la estatización de todas
las grandes empresas y tenedores inmobiliarios y la municipalización
de todo el suelo urbano. Pero legitimar con este proyecto de Ley la
existencia de las Socimi, limitándose a pedir que paguen más
impuestos, es una burla cruel hacia los ya centenares de miles de
familias que han caído bajo sus garras de buitre.
c) responde al criterio
capitalista de asegurar el beneficio del propietario y la libertad
de precios, dejando en segundo plano los intereses reales de los
trabajadores. La creación de “un índice para regular los
precios, como existe en París y en Berlín” se basa en la
aceptación del actual nivel, ya que se calculan en base al índice
de “precios relativos a vivienda habitual de similares
características de la zona en la que se encuentre el inmueble
arrendado publicado por el Instituto Nacional de Estadística”
(Art. 17.4). Tampoco servirá de mucho la voluntariedad de los
propietarios de no subir ¡más del 10%! (como si eso fuera poco).
Aunque hay que reconocer que el castigo previsto en la Disposición
Adicional Quinta cuando el nuevo contrato implique una subida
superior a ese porcentaje es terrible porque: “el propietario y la
finca se incluirán en el Registro de Malas Praxis de Propietarios”.
Eso sí, los propietarios que sean buenos no solo no verán apuntado
su nombre en la pizarra sino que tendrán ¡incentivos fiscales!.
¡En un Estado donde el grueso del peso fiscal recae solo sobre los
trabajadores, más desgravaciones al capital!
Pero la mayor parte de
las familias trabajadoras de las grandes ciudades que no son
propietarias ya no pueden pagar los precios actuales. Están teniendo
que buscar vivienda a grandes distancias geográficas donde, a su
vez, los precios empiezan a dispararse. Lo hogares de uso compartido,
muchas veces con desconocidos, han dejado de ser una cuestión de
estudiantes o de migrantes en sus primeros años de estancia: son ya
habituales, incluso en familias con dos miembros con ingresos
regulares. Según las propias entidades financieras, el año pasado
ya habían 70.000 viviendas de su propiedad ocupadas ilegalmente
(Expansión, 16 de abril de 2017). El problema es gravísimo pero el
proyecto de Ley se limita a rogar al “mercado” que los precios no
suban mucho más.
Si los redactores del
proyecto hubieran pensado menos en defender y “humanizar” el
mercado y más en la emergencia habitacional que reconocen, hubieran
propuesto como medida inmediata la congelación indefinida de los
precios de los alquileres al nivel de 2013, inmediatamente antes de
la burbuja. Pero ni se atreven a pensarlo.
Garantía pública de
vivienda barata y de calidad
para todos los
trabajadores y trabajadoras
Ni una familia sin
casa, ni una casa sin familia
El problema de la
vivienda de los trabajadores, en el Estado Español como en muchos
otros países capitalistas que presentan desarrollos de burbujas
inmobiliarias, sólo puede resolverse de manera efectiva y definitiva
con la visión simétrica a la que tiene todo el proyecto de de Ley
de Vivienda de la PAH: declarando la vivienda (incluidos los
suministros básicos) un derecho básico real de responsabilidad y
ejecución social, como lo son la sanidad, la educación y las
pensiones públicas. El principio es sencillo: en vez de dar buenos
consejos a los capitales para que se porten mejor en el mercado de la
vivienda de la clase obrera, hay que eliminar los capitales de ese
mercado y el mercado mismo. Pero igual que la educación pública y
la Seguridad Social no nacieron de la voluntad de la burguesía, sino
de décadas de organización y lucha obrera en todos los países, la
vivienda como servicio público para los trabajadores solo podrá
nacer con la lucha unida de las organizaciones del movimiento obrero
(no solo PAH-Stop desahucios, también los partidos, sindicatos,
organizaciones de migrantes, de jóvenes, etc.). Todos decididos a
defender lo que necesitamos para vivir dignamente, sin miedo a
incordiar con ello los negocios del capital.
Articulo de IKC Publicado
en Kreta Cirklo n.º 2, otoño 2018.
NOTAS:
1 En inglés,
informe de la ONU (disponible en otras lenguas):
https://population.un.org/wup/Publications/Files/WUP2018-Highlights.pdf.
Pueden consultarse también,
en el sitio web del Banco
Mundial, los gráficos país por país, en inglés y otras lenguas :
https://data.worldbank.org/indicator/SP.URB.TOTL.IN.ZS?end=2018&name_desc=false&start=1960.
2 Urban
world: meeting the demographic challenge. Informe McKinsey Global
Institute. 2016
3 Datos obtenidos
de ONU-HABITAT. World Cities Report 2016: Urbanization and
Development – Emerging Futures.
https://unhabitat.org/books/world-cities-report/
4 La clasificación
actual de la ONU, define toda Europa y América del Norte, junto con
Japón, Australia y Nueva Zelanda, como regiones desarrolladas,
y todas las demás (¡incluida China!) como regiones en
desarrollo.
5
https://en.wikipedia.org/wiki/Trailer_park
6
https://endhomelessness.org/homelessness-in-america/homelessness-statistics/
7
https://en.wikipedia.org/wiki/New_York_City_Housing_Authority
8
https://www.japantimes.co.jp/community/2015/04/04/how-tos/japans-public-housing-system-shelf-life/
https://www.nippon.com/es/japan-data/h00475/
9
https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?title=Housing_statistics
Disponible en varios
idiomas
10 Cataluña:
Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales. Fundación Foessa
. Madrid : VSUPM/Estudio sobre la gestión de la vivienda en el
Ayuntamiento de Madrid (EMVS y UPM).
Ver también Informe
sobre exclusión y desarrollo social en España. Fundación FOESSA
2019.
11
https://data.london.gov.uk/dataset/housing-london
;
https://www.trustforlondon.org.uk/data/overcrowding/.
12 Informe sobre
el stock de vivienda nueva. 2018. Ministerio de Fomento de España.
https://www.fomento.gob.es/recursos_mfom/comodin/recursos/svn_18.pdf
13
https://elpais.com/economia/2019/03/01/actualidad/1551435395_623427.html
14
https://www.theguardian.com/society/2014/feb/23/europe-11m-empty-properties-enough-house-homeless-continent-twice
15
https://www.efe.com/efe/america/economia/contener-el-precio-de-la-vivienda-un-reto-constante-para-gobierno-chino/20000011-3820653
16 F.
Engels. C ontribución al problema de la vivienda . 187 2 .
17 Descontada la
inflación del país
18 Ver “Cómo se
convierte la ganancia extraordinaria en renta del suelo”. El
Capital, tomo III, Sección sexta
19 El Capital,
tomo III, Sección sexta. Capítulo XLIV Renta de solares, renta de
minas, precio de la tierra.
20 El Capital,
tomo III, Sección sexta. Introducción.
21 Ver André, C.
(2010), "A Bird's Eye View of OECD Housing Markets", OECD
Economics Department Working Papers, No. 746, OECD Publishing, Paris,
https://doi.org/10.1787/5kmlh5qvz1s4-en.
22
https://data.oecd.org/price/housing-prices.htm
23 En castellano:
https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=9044
. En inglés, francés y otras lenguas:
https://blogs.imf.org/2018/04/10/for-home-prices-in-london-check-the-tokyo-listings/
24 En castellano:
https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=9044.
En inglés, francés y otras lenguas:
https://blogs.imf.org/2018/04/10/for-home-prices-in-london-check-the-tokyo-listings/
25 Evolución
reciente del mercado de alquiler de vivienda en España. Banco de
España. Agosto 2019
26
https://noticias.cbre.es/ano-record-de-inversion-en-el-sector-inmobiliario-europeo/.
Ver también las “previsiones de inversión” de la consultora
mutinacional Pricewaterhouse Coopers en
https://www.pwc.es/es/real-estate/tendencias-mercado-inmobiliario-2019.html
27
Resumen del cap. 2 del Informe sobre la estabilidad financiera 2018
del FMI obtenido en https://blogdialogoafondo.imf.org/?p=10967.
En inglés y otras lenguas
https://blogs.imf.org/2019/04/04/assessingthe-risk-of-the-next-housing-bust/
28
https://elpais.com/economia/2019/06/18/actualidad/1560878482_152610.html
29 Punto 11 del
programa del Frente de Izquierda y de trabajadores Unidad:
http://www.laizquierdadiario.com/Veinte-puntos-cuales-son-las-propuestas-del-Frente-de-Izquierda-y-de-Trabajadores-Unidad
30 Partido Obrero,
Argentina. Programa. Punto 6. Vivienda:
https://po.org.ar/el-partido/programa
31 Programa da
ColigaçãoVAMOS SEM MEDO DE MUDAR O BRASIL. Punto 7 –Moradia e
território:
https://ep00.epimg.net/descargables/2018/08/14/f94e371343a084564f3e05e07692f360.pdf
32 Socialist
Alternative. The 2018 Seattle People’s Budget Fight for Affordable
Housing:
https://www.socialistalternative.org/2018/12/04/2018-seattle-peoples-budget-fight-affordable-housing/