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News – 26/01/2024
Traducción del inglés:
Arrezafe
MK Bhadrakumar plantea la
relevancia contemporánea del afán nazi de exterminar a los
rusos mediante el hambre deliberadamente impuesta durante su asedio a la población de Leningrado.
Fuego de cañones
antiaéreos cerca de la catedral de San Isaac durante la defensa de
Leningrado en 1941. (Boris Kudoyarov en El frente oriental en
fotografías de John Erickson, Wikimedia Commons, dominio público)
El sábado, un
aniversario trascendental en los anales de la historia moderna sigue
siendo un recuerdo vivo para el pueblo ruso. El asedio de Leningrado,
posiblemente el episodio más espantoso de la Segunda Guerra Mundial,
que duró 900 días, fue finalmente roto por el Ejército Rojo
soviético el 27 de enero de 1944, hace 80 años.
Más de 3 millones de
personas sufrieron el asedio, de las cuales casi la mitad murieron,
la mayoría de ellas en los primeros seis meses, cuando la
temperatura descendió a 30° bajo cero.
Fue un evento
apocalíptico. Los civiles murieron de hambre, enfermedades y frío.
Sin embargo, fue una victoria heroica. Los habitantes de Leningrado
nunca pensaron rendirse a pesar de que las raciones de alimentos se
redujeron a unas pocas rebanadas de pan mezcladas con aserrín,
llegando a comer pegamento, ratas (e incluso cadáveres de ellos
mismos) mientras la ciudad era privada de agua, electricidad,
combustible o transporte y bombardeada. a diario.
El 22 de junio de 1941
los ejércitos alemanes cruzaron las fronteras rusas. En seis
semanas, el Grupo de Ejércitos Norte de la Wehrmacht, fuerzas
armadas del Tercer Reich, se encontraba a 50 kilómetros de
Leningrado, tras una sorprendente guerra relámpago se había
adentrado 650 kilómetros en territorio soviético.
Un mes después, los
alemanes prácticamente habían completado el cerco de la ciudad;
sólo una peligrosa ruta hacia el este, a través del lago Ladoga,
conectaba Leningrado con el resto de Rusia. Pero los alemanes no
pudieron llegar más lejos, y 900 días después comenzó su
retirada.
El asedio épico de
Leningrado fue el más prolongado que haya soportado cualquier ciudad
desde los tiempos bíblicos e, igualmente, los ciudadanos se
convirtieron en héroes: artistas, músicos, escritores, soldados y
marineros se resistieron tenazmente a que el hierro penetrara en sus
almas.
El asedio de Leningrado,
1942. (Av Boris Kudojarov/RIA Novosti arkiv. Lisens: CC BY SA 3.0)
Petrificados ante la
perspectiva de rendirse a la Unión Soviética, los nazis prefirieron
deponer las armas ante las fuerzas aliadas occidentales, pero el
general Dwight Eisenhower, comandante supremo de la Fuerza
Expedicionaria Aliada en Europa, ordenó que el honor de la victoria
recayera sobre el Ejército Rojo.
Aquí radica una de las
mayores paradojas de la guerra y la paz en los tiempos modernos. Hoy,
el aniversario del asedio de Leningrado se ha convertido, sin duda,
en una ocasión que Estados Unidos y muchos de sus aliados europeos
preferirían no recordar. Sin embargo, su relevancia contemporánea
no debe pasarse por alto.
Muerte por hambre
Los dirigentes nazis
pretendían exterminar a toda la población de Leningrado
sometiéndola al hambre. La muerte por inanición fue un acto
deliberado por parte del Reich alemán.
En palabras de Joseph
Goebbels, Adolf Hitler "tenía la intención de aniquilar ciudades
como Moscú y San Petersburgo". Esto era "necesario",
escribió en julio de 1941, "porque si queremos trocear Rusia",
ésta "ya no debería tener un centro espiritual, político o
económico".
El propio Hitler declaró
en septiembre de 1941: "No tenemos ningún interés en mantener
ni siquiera a una parte de la población urbana en esta guerra
existencial". Cualquier conversación sobre la rendición de la
ciudad debía ser "rechazada, ya que nosotros no podemos
resolver el problema de mantener y alimentar a la población".
Hitler con el mariscal
finlandés Carl Gustav Mannerheim y el presidente Risto Ryti en
Imatra, cerca de la frontera con Rusia, en 1942. (Kalle Sjöblom,
digitalizado por la Agencia Finlandesa del Patrimonio, Wikimedia
Commons, dominio público)
En pocas palabras, se
dejó que la población de Leningrado muriera de hambre, de manera
muy similar a los millones de prisioneros de guerra soviéticos
retenidos por la Wehrmacht. El historiador Jörg Ganzenmüller
escribió más tarde que esta forma de asesinato en masa fue rentable
para Berlín, ya que suponía "genocidio simplemente sin hacer
nada".
"Genocidio sin hacer
nada". Esas escalofriantes palabras también son aplicables hoy a
las "infernales sanciones" de Occidente como parte de una agenda
destinada a "borrar" a Rusia y crear cinco nuevos estados en su
vasta masa continental, rica en fabulosos recursos que podrían
entonces ser explotados por el mundo industrial occidental.
La madre de todas las
ironías es que Alemania está hoy incluso a la vanguardia de esta
estrategia del "genocidio sin hacer nada" destinada a debilitar y
poner de rodillas a la Federación Rusa.
La administración Biden
dependía de una troika de tres políticos alemanes para hacer el
trabajo pesado en ese intento fallido de aniquilar a Rusia: la
principal burócrata de la UE en Bruselas, Ursula von der Layen, el
canciller alemán Olaf Schulz y la ministra de Asuntos Exteriores
Annalena Baerbock.
George Santayana,
filósofo, ensayista, poeta y novelista hispanoamericano dijo una
vez: "Aquellos que olvidan su pasado están condenados a
repetirlo". Así es como prospera la extrema derecha.
Reunión del Estado Mayor
israelí el 8 de octubre de 2023. (Unidad del Portavoz de las FDI,
Wikimedia Commons, CC BY-SA 3.0)
En Alemania y en otros
lugares, las generaciones más jóvenes se están volviendo
indiferentes a la historia del fascismo. La idea de un Cuarto Reich
ha entrado en un apogeo sin precedentes y actualmente está
experimentando una nueva fase de normalización en Europa. La
tumultuosa agitación política en todo el mundo occidental
constituye el telón de fondo actual.
El autor de El Cuarto
Reich: El espectro del nazismo desde la Segunda Guerra Mundial hasta
el presente, historiador y profesor de historia y estudios
judaicos Gavriel Rosenfeld ha escrito: "La única manera de
silenciar el canto de sirena del Cuarto Reich es conocer en
profundidad su funcionamiento histórico. Aunque en nuestro mundo
actual de 'hechos' falsos y desinformación deliberada es cada vez
más difícil forjar un consenso sobre la verdad histórica, no
tenemos otra alternativa que buscarlo".
La justificación de la
violencia política es típicamente fascista. La semana pasada fuimos
testigos de un impresionante espectáculo en la Corte Internacional
de Justicia (CIJ) en La Haya que nos recordó que ahora estamos en la
fase legal del fascismo.
Si los nazis utilizaron
el judeobolchevismo como su enemigo construido, Israel está haciendo
lo mismo al designar a Hamas como "el hombre del saco". El
fascismo se alimenta de una narrativa de supuesta humillación
nacional por parte de enemigos internos.
Mientras tanto, se olvida
que ha habido un creciente movimiento social y político fascista en
Israel durante décadas que, al igual que otros movimientos
fascistas, está plagado de contradicciones internas, pero que ahora
tiene un líder manifiestamente autoritario en el primer ministro
Benjamín Netanyahu, quien lo ha moldeado y exacerbado, y está
decidido a normalizarlo durante su mandato.
Es muy probable que en
cuestión de unos pocos días la CIJ dé algún tipo de orden/mandato
provisional a Israel para que ponga fin a la violencia contra los
desventurados palestinos en Gaza. Pero el movimiento fascista
precedió a su actual líder, Netanyahu, y le sobrevivirá.
Se trata de fuerzas que
se alimentan de ideologías con profundas raíces en la historia
judía. Puede que estén defendiendo un ficticio, glorioso y
venerable pasado nacional, pero sería un grave error pensar que en
última instancia no pueden ganar.
Los rusos están
aprendiendo esta verdad de la manera más dura en Ucrania, donde la "desnazificación" está resultando ser el eslabón más arduo de su operación militar especial, dados los vínculos geopolíticos
atribuibles al coqueteo de Alemania con los grupos neonazis
ucranianos en Kiev en su trayecto hasta el golpe de 2014, que Estados
Unidos asumió alegremente y no abandonará.
Este artículo apareció
originalmente en Indian
Punchline.
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