13 junio, 2013

La canica



La canica es simple, bella y asequible para cualquiera. Suele ser de cristal o de cualquier otro material modesto, por lo que no otorga a su portador distinción social alguna. Para jugar a las canicas es necesario en primer lugar, la participación, y en segundo lugar disponer de un espacio de tierra libre de los obstáculos y amenazas que colman nuestras deshumanizadas urbes. 
La canica no necesita pilas, ni cables, ni más energía que la del jugador, solamente reclama manos ágiles y un agudo sentido del espacio. Cabe en el bolsillo y su extravío, a menos que se trate de esa tan especial e insustituible, no supone una pérdida irreparable. La canica propicia el diálogo, la danza y el dibujo común que jugadores y jugadoras han de realizar sobre la tierra. Frente a la invasión de tantos y tan costosos artilugios de pronta caducidad –a menudo mal denominados juguetes– que propician el aislamiento y la introspección, tras siglos de existencia inalterada, la democrática canica permanece plenamente vigente. Es decir: ¡resiste!
                                                                                                  Loam

17 comentarios:

  1. Y la peonza (baldufa) también.

    salut

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    1. Pues sí Francesc, la baldufa también. Y el aro, y diábolo...

      Salut!

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  2. Contundente,sintético, precioso, creo que has puesto en evidencia uno de los mecanismos más soterrados de los que se vale el Capital o el Poder o lo que sea, para arrebatar al ser humano de su humanidad ya desde la infancia
    Salud
    k

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    1. Pues me alegra y agradezco mucho tu comentario, de él deduzco que, al menos, he logrado plasmar lo que pretendía.

      Salud!

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  3. De enano, mis amigos pijos me enseñaban sus carísimos juguetes, y terminábamos jugando con una caja de zapatos, que era mucho más divertido convertir en... cualquier cosa. Creo que los juguetes realmente los escogen los padres, los críos no necesitan tanta chorrada que simplemente limita la imaginación, pero supongo que de eso se trata, además de fomentar la competitividad, el consumismo, la envidia...

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    1. Yo nací y crecí junto al mar, que es una inmensa juguetería llena de maravillosas sorpresas. Nunca tuve y nunca eché de menos esos artilugios con los que los niños/as ricos se aburrían.

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  4. Amigo Loam, las canicas, la peonza, el aro, la pelota y todos estos juguetes simples, son universales, tienen un efecto socializante y democrático y sirven de adiestramiento manual, físico y de relación, son juguetes completos, acabados y sin posibilidad de ser mejorados, pero, a criterio de las multinacionales, tienen un defecto muy grande, a saber, producen pocos beneficios; y estos chorizos de la producción tecnológica que no hacen otra cosa que complicar la vida de las personas, si pudieran, eliminarían estos juguetes y los sustituirían por: canicas de tugsteno comandadas por un ipad, peonzas virtuales diriguidas por telefonillo móvil, aros de titanio iridiado movidos vía satélite y pelotas de elasticidad variable, regulable mediante un link que te bajarías en tu ordenador después de introducir el número de tu tarjeta de crédito.
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. Ja,Ja,Ja... Y todo ello vía satélite ¿no?...

      Salud

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  5. Me acordaba de mi juego de los alfileres, era parecido, pero con un significado secreto de ocultarlos bajo un montoncito de tierra, como las casitas de hormigas y luego irlos descubriendo, las cabezas de colores, como juntando un arco iris.
    ¿los mejores? los de cabeza de nácar, los que llevaban las novias en el pelo..
    Bello.
    Y a propósito de peonzas, mira que bonito lo que encontré!!
    Tendremos que seguir girando, girando..
    http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=UJ-VFMymEiE
    Disfrutadlo
    Salud

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  6. Leo tu texto con la sonrisa puesta y el recuerdo vivo de mi bolsa de canicas, la que llevaba siempre en la cartera escolar cuando era época de jugar a las bolas (así las llamábamos en mi pueblo); otras veces tocaban cromos, peonzas, rayuela, comba... todos igualmente socializantes y divertidos.
    Qué curioso, esta tarde dibujé en el suelo de un parque de mi barrio una rayuela para un grupo de niños y les enseñé las reglas del juego que yo recordaba.

    Salud.

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    1. La sola mención de la canica es ya de por sí evocadora, de modo que no me extraña que haya avivado tus recuerdos. Curiosa y feliz coincidencia la de tu rayuela (que, por cierto, siempre me recuerda a Cortazar) y esta modesta evocación de la canica.

      Salud!

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  7. Conozco un par de app para jugar a la canica online! jejeje.
    A mi me gustaba jugar a la estaca, o símplemente a las casitas con los niños de mi barrio. Hacer camas de hierba o cazar ranas en puro barro. Amén de hacer pasteles de arena, todo un arte. Las zurras de mi madre también eran socializantes.
    No hay manera de encontrar hierva o barro en la ciudad. Tal vez alguna jeringuilla para jugar a los médicos.

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    1. Pues sí, la jeringuilla, en todas sus modalidades, es casi el símbolo de esta siniestra época que "inyecta" capital, paro, ignorancia, confusión... Me quedo con la canica y con las camas de hierba.
      Salud!

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  8. De todo lo que explicas sobre este maravilloso juego, yo diría que es, además, estético. Siempre me ha encantado mirar y darle vueltas a las canicas. A mis hijos les hice una taleguita, y, a pesar de que ya no se jugaba a ellas, les hizo mucha ilusión ese mundo que había dentro.

    El otro día vi hacer un rompecabezas en una tablet a un niño de dos años. Me causó tanta impresión que escribí un relato futurista. Veremos a ver si le crece el dedo derecho o no.

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    1. Estético, claro, por eso señalo su belleza.
      En Florida se utilizan para ahuyentar a las serpientes. En algunos bungalows hay por todas partes enormes recipientes de cristal lleno de canicas para hacer frente a su imprevisible presencia. Me pareció un tanto exagerado, hasta que en el silencio de la noche las oí reptar por el suelo de la buhardilla. Un buen puñado de canicas lanzadas hacia ellas las hace huir espantadas sin que sufran daño. En realidad suelen ser inofensivas.

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