27 enero, 2015

Por qué Rusia ya no teme a Occidente

por Ben Judah

Occidente parpadea incrédulo: Vladimir Putin acaba de invadir Ucrania. Los diplomáticos alemanes, los eurócratas franceses y los expertos norteamericanos, todos están pasmados. ¿Por qué ha elegido Rusia jugarse a la ruleta sus billonarios lazos en dólares con Occidente? Los dirigentes occidentales están estupefactos porque no han caído en la cuenta de que los propietarios de Rusia ya no respetan a los europeos como solían antaño tras la Guerra Fría. 

Rusia cree que Occidente ya no es una alianza de cruzados. Rusia cree que hoy en Occidente va todo de dinero. Los secuaces de Putin saben esto por experiencia personal. Los gobernantes de Rusia han ido comprándose Europa durante años. Tienen mansiones y apartamentos de lujo del West End de Londres a la Costa Azul francesa. Sus hijos están seguros en internados británicos y escuelas de señoritas suizas. Y su dinero está a buen recaudo en bancos austriacos y paraísos fiscales británicos. El círculo más cercano a Putin ya no le tiene miedo al establishment europeo. Antaño se los imaginaban a todos ellos en el MI6 [el Servicio de Inteligencia británico]. Ahora tienen más conocimientos. Han visto de primera mano qué serviles se vuelven los aristócratas y magnates empresariales occidentales cuando están en juego sus millones. Ahora los consideran hipócritas: son las mismas élites europeas que les ayudan a ocultar sus fortunas. 

En otro tiempo los poderosos rusos escuchaban cuando las embajadas europeas emitían comunicados en los que denunciaban la barroca corrupción de las empresas estatales rusas. Pero ya no. Porque saben perfectamente que son los banqueros, hombres de negocios y  abogados europeos los que les hacen el trabajo sucio de colocarles los réditos de la corrupción en escondrijos que van de las Antillas Holandesas a las Islas Vírgenes británicas. No estamos hablando de mucho dinero. Estamos hablando de muchísimo dinero. Nada menos que el Banco central de Putin ha estimado que dos tercios de los 56.000 millones de dólares que salieron de Rusia se pueden conectar con actividades ilegales. Delitos como sobornos, dinero procedente del narcotráfico o de la evasión fiscal.

Este es el dinero al que los banqueros ingleses más finolis le extienden la alfombra roja en Londres. Detrás de la corrupción europea, lo que Rusia ve es la debilidad norteamericana. El Kremlin no cree que los países europeos –con la excepción de Alemania– sean verdaderamente independientes de los Estados Unidos. Los ve como estados clientelares a los que Washington podría hoy obligar, como hizo antaño durante la Guerra Fría, a no hacer negocios con el Kremlin. Cuando Rusia ve que España, Italia, Grecia y Portugal compiten unas con otras por hacer de mejor socio comercial de Rusia dentro de la UE (a cambio de no mencionar los derechos humanos) , observan que el control norteamericano sobre Europa va disolviéndose lentamente. En Moscú, Rusia nota la debilidad norteamericana en el Moscú de las embajadas. 

Tiempo ha, el Kremlin tenía miedo de que una aventura exterior pudiera desencadenar sanciones económicas, como las de la Guerra Fría, allí donde más le duele: con la prohibición de exportaciones de piezas vitales para su industria petrolífera, o quedarse incluso sin acceso al sector bancario occidental. Ahora ya no. Rusia ve una Norteamérica distraída: la jugada ucraniana de Putin ha conmocionado al estamento de la política exterior norteamericana. Prefieren hablar de China o participar en conversaciones de paz entre israelíes y palestinos. Rusia ve a Norteamérica vulnerable: en Afganistán, en Siria y en Irán, a unos Estados Unidos que necesitan desesperadamente apoyo ruso para seguir enviando suministros, albergar cualquier conferencia de paz o aplicar sus sanciones. 

Moscú no está nervioso. Las élites de Rusia se han retratado de manera abrumadora: todo lo que tienen por más querido se guarda hoy bajo siete llaves en propiedades y cuentas bancarias europeas. En teoría, esto los hace más vulnerables. Con una repentina avalancha de investigaciones sobre blanqueo de dinero y denegación de visados, la UE podría apartarles de sus riquezas. Pero han visto resistirse una y otra vez a los gobiernos europeos a cualquier cosa ni remotamente parecido a la Ley Magnitsky norteamericana, que prohíbe la entrada a los Estados Unidos a un puñado de funcionarios-delincuentes. Todo esto le ha dado confianza a Putin, mucha confianza en que las élites europeas se preocupan más por hacer dinero que por enfrentársele. Las pruebas están a la vista. Después de que las fuerzas de ataque rusas llegaran a las afueras de Tiflis, la capital de Georgia, en 2008, hubo declaraciones y bravatas, pero ni un chirrido acerca de los miles de millones rusos. 

Después de que la oposición rusa acabara en el banquillo de las farsas judiciales, llegaron cartas de la Unión Europea mostrando su preocupación, pero tampoco se dijo esta vez ni palabra de los miles de millones de Rusia. El Kremlin cree hoy conocer el secreto inconfesable de Europa. El Kremlin piensa que conoce el establishment europeo al dedillo. Los sombríos hombres que dirigen la Rusia de Putin se ven a sí mismos como políticos soviéticos de hoy. Todavía en los años 80 la URSS hablaba de marxismo internacional, pero ya no creía en ello. Hoy en día, piensa Rusia, Bruselas habla de derechos humanos, pero ya no cree en ellos. Europa es gestionada por una élite con la moralidad de un hedge fund: hacer dinero a toda costa y llevárselo a un paraíso fiscal. 

Ben Judah, periodista y perspicaz experto en Rusia, es autor de Fragile Empire: How Russia Fell In And Out Of Love With Vladimir Putin.(Yale (University Press, 2013) y miembro del European Council on Foreign Relations. Corresponsal en Moscú de ISN Security Watch, de la International Relations and Security Network, con sede en Zurich, algunos de sus mejores artículos sobre Rusia pueden leerse en: www.opendemocracy.net
Traducción para www.sinpermiso.info: Antón Lucas 
Fuente: www.politico.com, 2 de marzo de 2014

1 comentario:

  1. Hechos probados: Rusia es un país dominado por oligarquías/monopolios/mafias, ricos en materias primas, petróleo y escasa capacidad industrial. Ni de lejos aislados del mundo. China es la primera potencia industrial, necesitada de materias primas, y vendida a las corporaciones occidentales. Pregunta: quién es el receptor final de la riqueza rusa? Las corporaciones que controlan China.
    Putin no es Rusia y puede poner las botas encima de la mesa si quiere, pero ha tenido que bajar los precios. Solo vemos un baile de sombras en la caverna.
    Salud!

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