19 marzo, 2015

"Lo que se avecina tiene más bien el aspecto de una barbarie a fuego lento"

Anselm Jappe
de su libro Crédito a muerte - La descomposición del capitalismo y sus críticos

Desgraciadamente, la «crisis» no trae consigo una emancipación garantizada. Hay mucha gente furiosa porque ha perdido su dinero, o su casa, o su trabajo. Pero esa furia en cuanto tal, a diferencia de lo que la izquierda radical siempre ha creído, no tiene nada de emancipadora. La crisis actual no parece propicia a la aparición de tentativas emancipadoras (al menos en una primera fase), sino al sálvese-quien-pueda. Por otro lado, tampoco parece propicia a las grandes maniobras de restauración del orden capitalista, a los totalitarismos, al surgimiento de nuevos regímenes de acumulación a golpe de látigo. Lo que se avecina tiene más bien el aspecto de una barbarie a fuego lento, y no siempre fácil. Antes que el gran clash, podemos esperar una espiral que descienda hasta el infinito, una demora perpetua que nos dé tiempo para acostumbrarnos a ella. Seguramente asistiremos a una espectacular difusión del arte de sobrevivir de mil maneras y de adaptarse a todo, antes que a un vasto movimiento de reflexión y de solidaridad, en el que todos dejen a un lado sus intereses personales, olviden los aspectos negativos de su socialización y construyan juntos una sociedad más humana. 

A fin de que tal cosa se produzca, debería darse en primer lugar una revolución antropológica. Difícilmente puede afirmarse que la crisis y los hundimientos en curso facilitarán semejante revolución. E incluso si la crisis implica un «decrecimiento» forzado, éste no tiene porqué ir en la buena dirección. La crisis no golpea primero a los sectores «inútiles» desde el punto de vista de la vida humana, sino a los sectores «inútiles» para la acumulación del capital. No será el armamento el que sufra reducciones, sino los gastos sanitarios; y una vez que uno acepta la lógica del valor, resulta bastante incoherente protestar contra ella. ¿Hay que empezar entonces con cosas pequeñas, con la ayuda entre vecinos, los sistemas locales de intercambio, el huerto en el jardín, el voluntariado en las asociaciones, las «AMAP»? (1) A menudo, tienen su gracia. Pero querer impedir el derrumbe del sistema mundial con tales medios equivale a querer vaciar el mar con una cuchara.

¿A dónde conducen estas consideraciones desengañadas? Cuanto menos, a un poco de lucidez. Se puede evitar así formar parte de los populistas de toda condición que se limitan a echar pestes contra los bancos, las finanzas y las bolsas, y contra quienes se supone han de controlarlos. Este populismo acabará fácilmente en la caza de los «enemigos del pueblo», por abajo (inmigrantes) y por arriba (especuladores) (2), evitando toda crítica dirigida contra las auténticas bases del capitalismo, que, bien al contrario, aparecen como la civilización que se ha de salvaguardar: el trabajo, el dinero, la mercancía, el capital, el Estado.

Efectivamente, esto provoca el vértigo de afrontar el fin de un modo de vida en el que todos estamos metidos hasta el cuello y que ahora está viniéndose abajo sin que nadie lo haya decidido, dejándonos en medio de un paisaje en ruinas. Todos los supuestos antagonistas de antaño, el proletariado y el capital, el trabajo y el dinero acumulado corren el riesgo de desaparecer juntos, abrazados en su agonía: es la base común de sus conflictos la que está desapareciendo.

Para salir de esta situación, es necesario un salto hacia lo desconocido tan grande que todo el mundo —y se comprende— renuncia en principio. Pero el hecho de vivir en semejante fin de época supone también, a pesar de todo, una oportunidad inaudita. Así pues, ¡que se agrave la crisis! No se trata de «salvar» «nuestra» economía y «nuestra» forma de vida, sino de forzarlas a desaparecer lo más rápido posible, y al mismo tiempo dar lugar a algo mejor. Tomemos el ejemplo reciente de los largos conflictos en la educación y la universidad: en lugar de quejarse por la reducción de los créditos para la educación y la investigación, ¿no valdría más poner en cuestión el hecho mismo de que no haya educación e investigación si éstas no son «rentables»? ¿Es que debemos renunciar a vivir porque la acumulación del capital no funcione?


¡La salida por fin! es el título de un cuadro de Paul Klee. Ya durante la breve crisis de octubre de 2008 se tenía un poco la impresión de que la tapadera estaba a punto de saltar: se empezaba a discutir abiertamente sobre las fechorías y límites del capitalismo. Es de esperar pues que, durante una grave y prolongada crisis, se soltarán las lenguas, se desvanecerán los tabúes y las prohibiciones, un incontable número de personas pondrá espontáneamente en cuestión lo que hasta la víspera consideraban «natural» o «inevitable» y comenzarán a plantear las preguntas más simples y las que menos suelen suscitarse: ¿por qué hay crisis si, en realidad, hay demasiados medios de producción? ¿Por qué morir en la miseria si todo lo necesario (e incluso mucho más) está ahí? ¿Por qué aceptar que se pare todo aquello que no sirve a la acumulación? ¿Hay que renunciar a todo lo que no puede pagarse? Tal vez, a pesar de todo y como en las fábulas, alguien pronuncie la palabra que rompa el encantamiento.

(1) «Asociación para el mantenimiento de una agricultura campesina»: forma asociativa en la que los consumidores se comprometen por adelantado a comprar los productos (generalmente ecológicos) de una granja local.
(2)Tanto la izquierda como cierta derecha han protestado (al menos, en Estados Unidos) contra el rescate de los bancos.

15 comentarios:

  1. Muy bien escogido. Quizá sea el próximo libro que me pille en Pepitas de calabaza (con la suscripción que pagué en su día aún me quedan uno o dos títulos "gratis"). El último, uno de Amorós que todavía no he empezado. Es que ahora mismo estoy con la filosofía de la historia que no cag* :P

    Un abrazo.

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    1. Buena editorial. ¿Que libro de Amorós es ese que aún no has empezado siquiera? Por cierto, es paisano tuyo.

      Salud, Hugo

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    2. "Salida de emergencia", que por cierto pinta muy bien (si dejamos a un lado que los problemas que trata no pintan nada bien, je...). He leído cosas sueltas de él, y algún que otro vídeo, pero ningún libro todavía. Pronto lo remediaré. Sabrás cuándo el día que cite algún fragmento en el blog ;)

      Salud, Loam.

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  2. Yo no creo que las AMAP, la ayuda entre vecinos, los sistemas locales de intercambio... pretendan impedir el derrumbe del sistema mundial ; es, más bien, desarrollarse, defenderse y CONSTRUIR al MARGEN de ese sistema (aunque en muchos casos solo se deba a las apreturas de la "crisis"), o así lo he entendido y lo ha entendido mucha más gente siempre.El sistema imperante, por muy dormid@ que se esté, cuando te aprieta o cuando quieres algo diferente o quieres una salida alternativa, no es algo que te vaya a quitar el sueño, algo en lo que vayas a pensar, digo yo.En ese sistema pensarán quienes nos mantienen todo lo que pueden con el menor poder adquisitivo y el menor tiempo libre, o quienes no se enteran de la fiesta, que hoy en día, gracias a la TV son demasiada gente...Hasta que el sistema les atenaza, claro, o no les hace daño y siguen pensando bien de él.
    De las AMAP y otros acrónimos de grupos afines, se dice, y es cierto aunque no acabo de... captarlo bien, que son, al menos en una gran parte... disidencia controlada y FINANCIADA por el gran capital, de manera que Ashoka y Avina, son, por ejemplo, dos transnacionales que han PAGADO a lo que ellos denominan "emprendedores sociales", como a algunos líderes del mundo rural y soberanista alimentario...¿por qué?¿por qué ocuparse de lugares semiabandonados, de gentes que prácticamente no son tenidas en cuenta pues constituyen una muy pequeña representación en este país que ha sufrido tantas fructíferas políticas de éxodo a la ciudad?.Eso no acabo de pillarlo...

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    1. Respecto a las AMAP y similares, lo que Japped quiere decir, o al menos así lo interpreto yo, es que por sí solas no van a evitar la catástrofe en ciernes. No se puede "vivir al margen" mientras existan ejércitos, estatales o mercenarios, defendiendo los intereses del capital y a sus élites. La única ecología eficaz y deseable es aquella cuyo fin es la destrucción total del capitalismo.

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    2. Efectivamente, "empezar con cosas pequeñas", como dice Jappe, no servirá, pero al menos salvaremos algunos muebles mientras podamos. No es lo mismo morir de pie que arrodillado. Hay una cita de Martin Luther King rondando por Interner que dice así: "Aunque supiera que el mundo se desintegrará mañana, igual plantaría mi manzano".

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    3. No dice Jappe que no sirvan, dice que no son la panacea, tal como much@s creen. Y, por supuesto que yo también plantaría un árbol aunque supiera que me lo iban a talar (de hecho, he plantado más de uno), pero es hora de asegurarse de que "el árbol" nos pertenece a tod@s, y no a una minoría.

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  3. "¡Que se agrave la crisis! No se trata de «salvar» «nuestra» economía y «nuestra» forma de vida, sino de forzarlas a desaparecer lo más rápido posible, y al mismo tiempo dar lugar a algo mejor..." Formas de vida esclava es lo que nos ofrece el capitalismo. ¿Dar lugar a algo mejor? derecho al bienestar, fin de la propiedad privada, extinción del trabajo asalariado, derecho al bienestar... aquí está uno de los tantos puntos de partida en la explosión final del sistema o sólo nos quedará barbarie...
    No conocía el libro me lo apunto...
    Salud Loam!

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    1. Capitalismo y esclavitud son sinónimos.
      El libro está editado por Pepitas de calabaza.

      Salud Ángel !

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  4. Hay unos cuantos problemas, la gente de a pié solo podemos hacer lo que nos dejan y es como se dice, consumir menos, no usar bancos, cultivar quien pueda... etc.
    Lo deseable sería una revolución, pero no existe ni gente ni medios y por supuesto otra sería forzar la inevitable muerte del sistema, pero seguro que eso ya está previsto y se dispone de un sustituto peor.

    ¿Entonces que nos queda? Pues nada, o muy poco si esperamos salvar al mundo, solo podemos morir dignamente porque somos minoría y desarmada.

    Salud!

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    1. Ser conscientes de la situación no implica aceptarla, así como ser pesimista no implica ser derrotista.
      Las revoluciones no se planean, surgen súbitamente propiciadas por muy diversos e imprevisibles factores, y es entonces cuando la acción personal se une a la colectiva potenciándose mutuamente. No somos tantos como desearíamos, ni tan escasos como algunos quisieran. Y nos queda la vida y la lucha, que no es poco.

      Salud!

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  5. Hay un libro muy interesante de Fredy Perlman en de la editorial Pepitas de calabaza "El persistente atractivo del nacionalismo" que lo recomiendo y otro también Against His-Story, Against Leviathan! que está por publicar en castellano.

    Salut.

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    1. Gracias Albert. Buscaré esos libros, si tú nos recomiendas su lectura seguro que son de interés.
      Y ya te comentaré cuando los lea.

      Salut!

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  6. Yo también creo que va a ser un cambio a fuego lento: primero la sanidad, trabajo, pobreza energética, adios a los coches. Después infraestructuras, aumento del precio de la comida. Finalmente guetos, como estamos viendo todo a la vez por ejemplo en la periferia de Madrid o Barcelona. Las ciudades de provincia se llenan de viejos. Los jóvenes no pueden mantener hijos. Los corruptos no pueden robar como antes.
    El artículo dice que plantear pequeños huertos y cambios locales es "vaciar el mar con una cuchara". Yo creo que es la forma de procurarse unos servicios de los que no se dispondran. Es duro decirlo, pero la criba comenzado. Aquel que no sea solidario o inteligente para mantener unas redes sociales, como la familia o el sindicato o la asociación de vecinos, que le permitan el acceso a los recursos lo va a pasar mal. Muy mal. Ya sea por que no quiere organizarse o porque no puede.
    Se plantea un cambio mundial de sistema. Esto no es cierto. Millones de personas viven en comunidades al margen del capititalismo neoliberal. Lugares donde los bancos no han llegado y la gente sigue acudiendo a la cámara de crédito local, como por ejemplo bolivia, donde un 40% de gente vive sin bancos. O muchas regiones de áfrica que viven entorno a costumbres locales. El cambio es en los países occidentales y asiáticos.
    Salud y organización!

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    1. Como bien dices en la cabecera de tu blog, estamos en guerra. De momento "a fuego lento", pero espera que la "crisis" se agrave y verás como los "cocineros" le meten candasca al horno, de hecho ya lo están haciendo, como prueba el conflicto propiciado en Ucrania por los cruzados del capital. El deterioro político-social puede apreciarse tanto por quienes lo sufren, como por los cada vez más agresivos movimientos de quienes lo promueven. Vivimos ya, de facto, en un estado de excepción en el que las medidas policiales adquieren cada vez más protagonismo.

      Estoy de acuerdo en cuanto a "la criba", el amenazante tsunami ya no está en el horizonte, está en la misma playa.

      Salud, organización... y a pertrecharse!

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