Todos estos crímenes quedarán impunes. Es lo que tiene perder una guerra. Solo nos queda eso, el recuerdo y las ganas de patear los culos de sus nietos, aunque no tengan culpa. Las deudas de los padres se transmiten como las hipotecas. A veces la venganza es lo único que nos queda. Salud y nihilismo!
No se debe patear a quienes no son culpables, pues ¿qué nos diferenciaría entonces de los criminales? La culpa no se hereda, el poder sí, y es a éste y a quienes lo detentan a quienes hay que combatir.
Lo malo de aquello es que además de ser crímenes, y estando el ejecutor en vías de desahucio, se transmitía a la sociedad española la imagen de que nada iba a cambiar. Ni el terror. Recuerdo la sensación de impotencia de aquellos días, solo aliviada por lo que tuvo lugar apenas menos de un mes después.
Dices bien, "apenas", pues, tras "lo que tuvo lugar", las legítimas expectativas que muchas personas albergábamos respecto a un auténtico cambio se vieron rápidamente frustradas.
Todos estos crímenes quedarán impunes. Es lo que tiene perder una guerra. Solo nos queda eso, el recuerdo y las ganas de patear los culos de sus nietos, aunque no tengan culpa. Las deudas de los padres se transmiten como las hipotecas. A veces la venganza es lo único que nos queda.
ResponderEliminarSalud y nihilismo!
No se debe patear a quienes no son culpables, pues ¿qué nos diferenciaría entonces de los criminales? La culpa no se hereda, el poder sí, y es a éste y a quienes lo detentan a quienes hay que combatir.
EliminarSalud!
¡No olvidamos! La injusticia, el olvido y el crimen fue la senda de la transición hacia la tiranía borbónica actual.
ResponderEliminarSalud Loam!
Salud Ángel !
EliminarSus asesinos andan sueltos, están armados, son peligrosos y ...protegidos por el estado fascista que los creó.
ResponderEliminarSalud! Ni olvido ni perdón.
La Transición fue y sigue siendo la 2ª victoria del franquismo, o lo que es lo mismo, de la rancia oligarquía española.
EliminarSalud! Ni olvido ni perdón.
Lo malo de aquello es que además de ser crímenes, y estando el ejecutor en vías de desahucio, se transmitía a la sociedad española la imagen de que nada iba a cambiar. Ni el terror. Recuerdo la sensación de impotencia de aquellos días, solo aliviada por lo que tuvo lugar apenas menos de un mes después.
ResponderEliminarDices bien, "apenas", pues, tras "lo que tuvo lugar", las legítimas expectativas que muchas personas albergábamos respecto a un auténtico cambio se vieron rápidamente frustradas.
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