29 diciembre, 2016

Después de Alepo, liberar Idlib - Thierry Meyssan


RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 27 DE DICIEMBRE DE 2016
La liberación del este de Alepo pone fin al intento de derrocamiento de la República Árabe Siria. Y ha sido posible porque Qatar abandonó la partida y porque Turquía prácticamente ha cambiado de bando. Pero una parte de la geografía siria aún se halla bajo la ocupación de los yihadistas, servidores de la OTAN. Las próximas victorias militares y el fin de la guerra dependen, por tanto, de las negociaciones secretas que acaban de iniciarse con varios miembros de la alianza atlántica.
Pobladores del este de Alepo acogen con júbilo a los soldados del Ejército Árabe Sirio.

La liberación del este de Alepo por el Ejército Árabe Sirio se hizo posible porque varios actores extranjeros aceptaron retirar su respaldo a los yihadistas. La República Árabe Siria no podía negociar por sí misma la salida de los actores que abandonan la escena, sólo podía hacerlo la Federación Rusa.

Moscú logró convertir a Qatar en un aliado. El cambio de bando de Qatar quedó sellado, a principios de diciembre, con la venta a Doha de una quinta parte del capital de Rosneft, el gigante ruso de los hidrocarburos. Rosneft es la joya de Rusia, es la empresa más grande del mundo. Con esa transacción, supuestamente destinada a equilibrar el déficit del presupuesto ruso, el presidente de Rosneft Igor Setchin y el presidente ruso Vladimir Putin unieron indisolublemente las políticas energéticas de los dos principales exportadores de gas del planeta. De hecho, Qatar abandona a sus yihadistas, aunque tiene una oficina permanente en la sede la OTAN, en Bruselas, desde mayo de 2016.

El otro actor que cambió de casaca es Turquía. Aunque Turquía sigue siendo miembro de la OTAN, el hecho es que su presidente, Recep Tayyip Erdogan, se ha convertido, en el plano personal, en adversario de Washington. Desde las elecciones legislativas, la CIA ha tratado de asesinarlo 4 veces –la más reciente fue el pasado 15 de julio. Así que Moscú utiliza ahora a Erdogan para separar a Turquía de Estados Unidos.

Aunque es una maniobra complicada que puede exigir bastante tiempo, lo cierto es que ya causa inquietud en Tel Aviv, comanditario del asesinato del embajador ruso en Ankara –crimen debidamente aprobado, e incluso celebrado públicamente en las páginas del New York Daily News, el cuarto diario más importante de Estados Unidos y portavoz del grupo de presión sionista más radical. Es posible que Tel Aviv esté también detrás de la muerte de Peter Polshikov, director del buró a cargo de Latinoamérica en el ministerio ruso de Relaciones Exteriores, hallado muerto en su apartamento de Moscú, con un balazo en la cabeza.

Después de haberse planteado la posibilidad de que el asesinato del embajador ruso en Ankara, Andrei Karlov, fuese resultado de un doble juego de Erdogan, Moscú comprobó que esa hipótesis resulta muy poco probable. Vladimir Putin ordenó reforzar las medidas de seguridad en Rusia y la protección de sus representantes en el extranjero. En todo caso, el asesinato del embajador ruso demuestra que el presidente Erdogan ya no controla plenamente la situación en su terreno.

La captura de un grupo de militares extranjeros en un bunker construido en el este de Alepo viene a ilustrar la evolución del conflicto. Se trata principalmente de oficiales británicos, estadounidenses, franceses, sauditas y turcos. Al dar a conocer públicamente, en Nueva York, una lista no exhautiva con los nombres de 14 de esos militares, el embajador sirio Bachar Jaafari puso a la OTAN ante sus responsabilidades, actitud muy diferente de la que Siria había adoptado –en febrero de 2012– cuando negoció bilateralmente con Francia y Turquía durante el asedio del Emirato Islámico implantado en Baba Amro. En aquel momento, Damasco entregó a ambos países unos 40 oficiales turcos y una veintena de militares franceses capturados en Baba Amro. Los militares turcos fueron liberados a través de la mediación del director de los servicios de inteligencia rusos, Mijaíl Fradkov, mientras que los franceses fueron entregados directamente al almirante Edouard Guillaud –el entonces jefe de estado mayor de las fuerzas armadas de Francia–, quien vino personalmente a recogerlos en la frontera libanesa. A cambio de la entrega de los militares franceses, el gobierno sirio y la administración del entonces presidente francés Nicolas Sarkozy concluyeron un acuerdo en el que Francia se comprometía a abandonar la guerra contra la República Árabe Siria, acuerdo posteriormente violado por el sucesor de Sarkozy, Francois Hollande.

La existencia de un bunker de la OTAN en el este de Alepo confirma lo que siempre denunciamos sobre el papel de coordinación con los yihadistas que desde el inicio de la crisis ha desempeñado el LandCom de la OTAN, desde la ciudad turca de Esmirna (Izmir). Pero el Consejo del Atlántico Norte nunca fue consultado sobre esa operación. Al igual que en el momento del asalto a Trípoli –la capital libia– en agosto de 2011, Washington utilizó los medios de la OTAN a espaldas de algunos miembros de ese bloque militar. Y con ello aplica la doctrina Rumsfeld, según la cual ya no existe una coalición permanente alrededor de Estados Unidos sino únicamente una sucesión de coaliciones “a la carta”, según los blancos que selecciona Washington.

El proceso de liberación total del suelo sirio debería proseguir ahora con la liberación de Idlib. Esa gobernación siria se halla actualmente bajo la ocupación de una multitud de grupos yihadistas sin mando común. Como dichos elementos son incapaces de garantizar la administración del territorio que controlan, y mucho menos de satisfacer las necesidades de la población civil, ese territorio está siendo gobernado de facto por la OTAN a través de falsas ONGs. Así lo comprobó el mes pasado un think tank estadounidense.

Para vencer a los yihadistas de Idlib habría que cortarles su vía de abastecimiento, o sea sellar la frontera turca. Eso es lo que la diplomacia rusa está tratando de obtener.


Fuente 
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26 diciembre, 2016

Maneras de morir viviendo. La no vida y el peligro del capitalismo humanitario – Crespo

John Holcroft

06.02.2006
¿Seres sociales o autómatas programados? La docilidad de la democracia burguesa. Una mirada a los sistemas de producción que nos convierten en seres inertes en vida. Desenmascaremos al capitalismo humanitario.
No es difícil probar que en el sistema capitalista, impuesto y obedecido que padecemos, palabras como libertad, igualdad o justicia son meros eufemismos al alcance de todos.

En este brutal sistema socioeconómico que condiciona todos los aspectos de nuestras (no) vidas se nos inculca –desde los sectores más progresistas y humanistas– la necesidad de profundizar en la democracia, haciéndola más participativa, mejorando los mecanismos legales para respetar los derechos humanos. Es decir, compatibilizar el capitalismo (este u otro renovado) con la dignidad de las personas. Algo, esto último, totalmente incompatible.

Ese progresismo intelectual que tiene miedo a abolir el trabajo asalariado, que no quiere oír hablar de acabar con el parlamentarismo, que se acongoja con el ataque a la propiedad privada y la acumulación de riqueza. En suma, que odia la revolución social, no se cae en la cuenta –porque no se quiere caer– de que el capitalismo consiste en la acumulación de capital con el único objetivo de conseguir plusvalor, esto es, beneficio económico creado artificialmente (nunca naturalmente) para el lucro personal de unos pocos. 

El trabajo impuesto, asalariado, el que nos obliga a vendernos para (sobre)vivir, se realiza pues para conseguir ese objetivo: producir plusvalor, acumular riqueza en manos de los menos que explotan a los más. A partir de ahí, los trabajos que surgen, los que se crean y los nuevos que de ahí derivan, no nacen con el objetivo de satisfacer las necesidades humanas, sino de generar ese tan preciado como innecesario plusvalor.

Dicho de otro modo, todos los trabajos que existen –sobre todo en las formas que existen– son innecesarios para la satisfacción humana. Dicho de otra forma, cuando estamos 8, 10, 12 horas en la obra jugándonos la vida, otro tanto en el despacho de la administración, otro cuanto recolectando en la huerta y así hasta el último de los trabajos, estamos de una manera absurda perdiendo nuestro tiempo, renunciando a nuestra vida, impidiendo desarrollar nuestros deseos y pasiones, para producir riqueza a una clase económica determinada; la dominante.

Más que perder nuestro tiempo, se lo entregamos a quien nos explota. Es decir, regalamos nuestra vida –que de esta manera se parece más a la muerte– para que otros vivan los privilegios que acumulan con nuestro esfuerzo. Una forma de tortura como otra cualquiera. Estamos tan docilizados que no reparamos en ello. Encima tenemos que aguantar que sea una obligación democrática, inevitable norma que nos dota de derechos. Toda una invitación a la violencia.

Aunque ciertos trabajos aparentemente puedan parecer tener sentido no se realizan para cubrir las necesidades humanas de todos por igual –insisto– sino para generar desigualdad a favor de una elite privilegiada que sustenta el poder instalándose –con todo tipo de camuflajes– en el aparato del estado y la patronal. Además, todo esto se hace a escala mundial. En eso consiste la globalización: en extender este fenómeno, está lógica del mercado, a escala planetaria. Allí donde ya existe consolidarlo, y allá donde todavía no ha llegado imponerlo. Avanzamos, pues, hacia un mundo en el que todo funcione como un gran oligopolio financiero global donde nada ni nadie puede escapar, donde no haya espacio para la resistencia.

Todo este proceso condiciona las relaciones humanas, que de humanas tienen poco y se convierten en relaciones mercantiles. Lo humano –ya no digamos lo animal– queda en último término para que se prioricen los vertiginosos movimientos de mercancías. No vivimos la vida –como decían los situacionistas– sino que la representamos. Vivimos la no-vida, donde el dinero –un bien material creado por la clase opresora– es el nuevo Dios que condiciona todos los ámbitos de la (no) vida: la felicidad, la tristeza, la pasión...

Lo irracional e injusto de todo ello no deja tiempo para la comprensión-aceptación de la situación. En este contexto, no existe peor actitud que la de justificar veladamente tendiendo a entender todo este incomprensible –por lo brutalmente injusto– sistema, como hace la socialdemocracia. Ahora resulta que los que se denominan humanistas, defienden un sistema brutalmente inhumano, los que se denominan pacifistas defienden un sistema basado en la violencia en su estado más puro. Promover el hambre –pues promover el capitalismo democrático es promover el hambre y todas las enfermedades que de ahí derivan– es, curiosamente, defender la paz; esa podrida paz social. Más de10 millones de personas, en su mayoría niños, mueren a causa de ese hambre y de las enfermedades que se derivan de la ausencia de alimento anualmente. Lo vemos pasar como algo casual fruto del azar, cuando es algo intencionado, consecuencia inevitable de que unos tengan 10 y otros 0. Nuestro campo de concentración neonazi particular sin precedentes en la historia.

Paralelamente quienes defendemos el odio de clase, que se manifiesta en esa bella y necesaria confrontación que así –y sólo así– puede arañar los cimientos donde se sustenta el sistema, somos violentos. Socialdemocracia instalada en buena medida –cual comité ejecutivo– en el movimiento antiglobalización, en los movimientos sociales, en las cabezas (aparentemente) pensantes de quienes componen esos movimientos. Ese capitalismo humanitario defendido en los foros sociales donde se hace necesaria una "segunda fase" de la globalización ya que "la primera fase... creó mucha pobreza y desigualdades sociales, porque se dejó de lado el aspecto social". Donde se pone en práctica un "nuevo" concepto político, el de la "sociedad civil internacional organizada" sin diferencias entre trabajadores y patrones. Donde se habla de "reforzar la democracia electoral”. Donde se acuerda la "abolición de la deuda externa" con los que la cobran. Donde se teme a la autogestión, la descentralización, la democracia directa y la autonomía, como respuesta al monopolio de la violencia, de la información, de la cultura y de la administración de la riqueza que en estos momentos ostenta el capital. Donde se denomina al levantamiento de los pueblos “terrorismo”; y no se tacha de ello a la represión que los Estados ejercen contra ellos.

Por eso es importante combatir no sólo al capitalismo aparente (cada vez más en extinción) y apuntar, desenmascarar y destruir las nuevas formas democráticas y humanitarias para combatirlas con la firmeza que se merecen, combatir al capitalismo, a la miseria. El discurso humanista, democrático, “pro-derechos-humanos” se ha instalado en los poderes fácticos. El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, Naciones Unidas, los ejércitos.... han adoptado, en buena medida, la retórica de los desposeídos. Y los desposeídos, pequeñamente aburguesados, han perdido los papeles con esa hábil estrategia asimilada –puesta en práctica con inmejorables resultados– por el poder.

Hasta que no comprendamos esto y sepamos desenmascararlo, dirigiremos nuestras fuerzas al fracaso revolucionario. Matar al patrón moderno que pulula por los movimientos sociales, destruir al oenegeista que va por la asamblea. Acabar con el policía que llevas dentro, se hace una metafórica necesidad militante; una obligación moral inexcusable.


crespez@hotmail.com

23 diciembre, 2016

LA DEMOCRACIA ES UN MITO; LAS ELECCIONES, UN RITUAL – Pedro Bustamante

"Los mecanismos de poder son hoy mucho más drásticos, violentos, obscenos, corruptos, criminales, impunes, inmorales, etc., de lo que la mayoría de la población piensa, de lo que estaría dispuesta a asumir, de lo que incluso es capaz de imaginar."


15.07.2016

Todas las religiones tienen sus mitos y sus ritos. En esto la religión hollycapitalista no es diferente. Uno de los mitos y de los ritos principales del hollycapitalismo es la democracia. Todo lo que vamos a decir sobre la democracia se puede aplicar también a las nociones de Estado de derecho y de legalidad, pero nos centraremos en la democracia por que esta tiene una dimensión ritual particularmente importante, y que es al mismo tiempo marcadamente popular.

El mito de la democracia consiste en creer que esta existe como tal, que el pueblo es soberano, que su voto decide algo o tiene alguna influencia en el Estado y en el gobierno. Cualquiera que conozca suficientemente cómo funciona el poder sabe que esto es una falacia, esto es, que la democracia es un mito. En el hollycapitalismo, si el pueblo influye en algo en la manera en que funciona el sistema, en cómo se gobierna, en su statu quo, es en un grado muy pequeño a través de los mecanismos democráticos. Y en todo caso estos forman parte de un mecanismo mucho más complejo. Más bien habría que decir que hoy el sistema obtiene nuestro consentimiento a través de toda una serie de dispositivos, que van desde nuestras cuentas bancarias y nuestras tarjeras de crédito hasta las páginas web que visitamos, que si algo decide hoy el fiel hollycapitalista es, como dice Slavoj Žižek, si prefiere Coca Cola o Pepsi Cola.

La democracia es pura mitología. Pero al mismo tiempo es un ritual, en particular las elecciones y los referéndums. El BREXIT y la ola de referéndums que vamos a ver en Europa en lo sucesivo, como la que venimos viendo de soberanismos varios, es parte de esta farsa, de esta mitología, de este mecanismo de canalización de indignación.

Las elecciones y los referéndums son rituales en la medida en que son la otra cara de la moneda del mito, los actos reales en los que el mito, la ficción, se hace efectiva. Votar hoy en la religión hollycapitalista supone implícitamente creer en el mito, aceptarlo. Es como seguirle la corriente a un loco o a un borracho. Lo único que se consigue es que este crea que no es un loco o no está borracho, pero no sacar al enajenado o al alienado de su estado. De la misma manera, votar hoy contribuye a que nada cambie.

En cierto modo el mito de la democracia coincide con el mito del contrato social, que forma parte de todo este parque de atracciones. Que existe verdaderamente un contrato social es también un mito. Acudir a las urnas es aceptar que esta ficción de académicos es algo real, es como firmar el contrato. Aunque, como decimos, la mecánica que está en el trasfondo de la llamada democracia y de las elecciones llamadas democráticas es más profunda que la de los contratos, y no puede entenderse en todo su alcance al margen de su religiosidad. De hecho se puede afirmar que las elecciones son un acto mágico que convierte en real una ficción. Y un acto propiciatorio, como lo eran los rituales de la fertilidad de la tierra que creían propiciar las lluvias y el crecimiento de los cultivos. El acto mágico que son las elecciones propicia que todo siga igual, que el régimen de poder-religión hollycapitalista siga siendo igual de criminal, corrupto, injusto, obsceno, hipócrita, cínico e inmoral.

Esto no quiere decir que no valoremos todo este aparataje de mitología y de ritualística, que de hecho es la herencia decadente de milenios de civilización. Gracias a todo esto las cosas, en el mejor de los casos, siguen igual de mal, o empeoran progresivamente, lo cual es siempre preferible al caos y la guerra. Gracias a este y a otros muchos mitos es como las sociedades, mejor o peor, funcionan.

Acudir a votar es por lo tanto como dar estatus de realidad a la ficción del contrato social, como firmarlo. Pero en el caso del contrato social hollycapitalista, este es impuesto unilateralmente por el poder, cuenta con innumerables páginas de letra pequeña y lenguaje esotérico, además de numerosas páginas en blanco que el votante también debe firmar. En otras palabras, el fiel hollycapitalista que acude al ritual electoral da el visto bueno a la autoridad para que esta utilice  su poder como considere oportuno, sin dar explicaciones, a menudo de manera encubierta y en la mayoría de los casos perjudicando a la mayor parte de la ciudadanía y beneficiando a la minoría que ostenta el poder real en la sombra.

El ritual electoral es por lo tanto una pieza fundamental del mito de la democracia y del régimen de poder-religión hollycapitalista, en la medida en que convierte la ficción en realidad, al mismo tiempo que supone su acto de legitimación. A su vez, le proporciona al poder un sondeo real del grado de eficacia de todo el mecanismo, de hasta qué punto el pueblo cree en el mito y participa con mayor o menor entusiasmo en el ritual. Le regala al poder información de primera mano para que este comprenda las crisis de legitimidad del sistema, de manera que, en caso de que estas amenacen el statu quo, se puedan implementar mecanismos de recuperación mediante nuevas fórmulas políticas.

El mito y sobre todo el ritual llamados democráticos funcionan, como en el resto de regímenes de poder-religión, como mecanismos de transferencia de energías libidinoso-agresivas, esto es, de escenificación y atribución de roles morales tales como "moderado" y "radical", "inocente" y "culpable", "bueno" y "malo", etc. Estos procesos de transferencia libidinoso-agresiva operan en ambos sentidos, son catárticos y anárticos, esto es, basados en la catarsis y en la anarsis.

La democracia, el Estado de derecho, la legalidad, etc., funcionan como mitos porque el régimen hollycapitalista es infinitamente más complejo y más perverso de lo que parece. Los mecanismos de poder son hoy mucho más drásticos, violentos, obscenos, corruptos, criminales, impunes, inmorales, etc., de lo que la mayoría de la población piensa, de lo que estaría dispuesta a asumir, de lo que incluso es capaz de imaginar. Si los fieles hollycapitalistas supiesen cómo funcionan verdaderamente las pretendidas democracias en las que viven se produciría inmediatamente una revolución, un estallido social, un colapso de todo el sistema. De la misma manera que si supiesen cómo funciona el dinero fiduciario, así como tantos otros temas que la propaganda del sistema se encarga de ocultar y de manipular a diario. Así, como sucede de una manera u otra en todos los regímenes de poder-religión, las llamadas democracias funcionan como cortinas de humo, como  grandes puestas en escena que ocultan la obscenidad del poder. De hecho, en el caso del hollycapitalismo, se puede afirmar con todo rigor que la democracia es lo más parecido a una película o a un serial hollywoodense, con la particularidad de que la democracia es continua y que renueva los personajes cada cuatro años, teniendo los votantes la opción de tomar parte hasta cierto punto en esta renovación de los roles principales de la serie.

La democracia es un mito porque las elecciones no cambian nada significativo en el statu quo y en el caso de que pudiesen hacerlo son manipuladas para que no suceda. Utilizando los votos por correo, los electores que no votan, los programas informáticos de recuento, u otros métodos fraudulentos.

Por definición en el escenario de la democracia solo aparecen aquellos temas que no afectan al estado de poder real (Rajoy, Iglesias, Sánchez, Rivera: ¡farsantes!). Toda la maquinaria del sistema —los medios, las encuestas, las campañas, las leyes electorales y de financiación de los partidos, los mecanismos de financiación ilegal, la impunidad, el control político de la justicia— garantiza que siempre gobiernen partidos controlados por el poder real en la sombra. De esta manera cualquier cambio sustancial que no beneficie al poder queda excluido de partida. Esto supone que, si se quiere comprender de verdad cómo funciona el poder hoy, deben estudiarse precisamente aquellos temas que los medios hollycapitalistas ocultan, manipulan y demonizan, y en particular todo lo que queda englobado dentro de la noción de democracia.

En caso de crisis democrática y de legitimidad del sistema, que en definitiva se reduce a una crisis del mito y del ritual democráticos, el sistema apoya partidos de corte más populista o más radical que amortigüen estas crisis de manera que todo siga igual. Para ello estos partidos de nuevo cuño deben recuperar los movimientos de base auténticos que los constituyen, pero al mismo tiempo sus cúpulas deben estar controladas e infiltradas por el poder real. De esta manera estos partidos aparentemente "radicales", "antisistema", "ultras", amortiguan estas crisis. Funcionan como los pasatiempos de los periódicos: mantienen a los sectores más criticos con el sistema, esperanzados o entretenidos con asuntos políticos superficiales que no afectan al poder real y a menudo lo benefician. Mantienen a sus seguidores alejados de los temas que verdaderamente supondrían una transformación del sistema.

Es el caso de movimientos que se agrupan alrededor de nociones como la democracia real o participativa, que de hecho son controlados por  grandes fundaciones globalistas en la medida en que, de manera encubierta, contribuyen a socavar la soberanía de los Estados y con ello a la implementación de derecho del Nuevo Orden Mundial orwelliano. Que estos movimientos que luchan por la democracia real, participativa, asamblearia, etc., puedan cambiar algo en el statu quo es otro mito derivado del mito principal de la democracia.  

Se suele decir que la democracia es la dictadura de las mayorías sobre las minorías. Pero esto no es exacto. En realidad la supuesta democracia hollycapitalista encubre la dictadura de una minoría muy poderosa sobre todo el resto. Pero para ello esta minoría más poderosa establece una alianza estratégica y provisional con las mayorías, de manera que la peor parte se la lleve la minoría menos poderosa. Esta mecánica opera tanto a escala estatal como supraestatal o imperial. Así, a escala imperial, los Estados más poderosos dictan las políticas que los menos poderosos deben asumir, dictados que son disfrazados como decisiones políticas soberanas de los Estados sometidos. Al final, esta cadena llega hasta los países, las clases, los colectivos, etc., que son víctimas de la violencia imperial explícita, de las desestabilizaciones, de los golpes de Estado, de las desapariciones, de la tortura, de los atentados terroristas, de la guerra. En este sentido decíamos que el régimen hollycapitalista, como el resto de regímenes de poder-religión, se basa en mecanismos de transferencia de deseo, amenaza, goce, y por encima de todo, violencia. El hollycapitalismo es también un régimen sacrificial. La violencia que las elecciones democráticas canalizan es en última instancia la misma violencia que preside las lapidaciones tribales. Es la misma violencia pero sublimada. De esta violencia sublimada se alimenta la particular religiosidad de la mitología y del ritual democrático.

El mito y el rito de la democracia están ahí para ocultar todo esto. Pero al mismo tiempo para que todo esto funcione, para ser el vehículo de estas transferencias libidinoso-agresivas. En este sentido se puede decir que la verdadera representatividad política es la que hace posible estas transferencias, la que opera como cortina de humo, la que deja fuera de escena lo obsceno del poder. Este es el papel fundamental de la supuesta democracia, de las elecciones y de los referéndums. Pero solo como parte de un mecanismo mucho más vasto, que en el hollycapitalismo lo integran los medios de comunicación, las redes sociales, el consumo, y en general la dimensión hollywoodense que atraviesa todo el sistema de producción y reproducción, mercantil y social. La democracia y los procesos de elección democráticos son solo una parte de este complejo. De ahí que la tendencia es a que cada vez estén más imbricados con ellos, y en particular con la producción de crisis y eventos sintéticos, como atentados terroristas de bandera falsa, que contribuyen a la mitología y al ritual electoral y democrático. Es lo que vimos en el 11M en España y seguiremos viendo en lo sucesivo en todo Occidente.

Por último hay que decir que la religiosidad de la democracia en general, y de movimientos como la democracia real o participativa, se deriva en parte del hecho de que incorporan una dimensión utópica, que es tanto más efectiva cuanto más inalcanzable. Esto otorga a todos estos movimientos idealistas su particular encanto, su carácter romántico y entrañable. Pero es también lo que mantiene alejado de ellos a los verdaderos intelectuales y a los ciudadanos verdaderamente comprometidos, que no son tan fácilmente manipulables por el poder.


17 diciembre, 2016

La campaña de la OTAN contra la libertad de expresión - Thierry Meyssan


REDVOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 5 DE DICIEMBRE DE 2016

Es una historia que comenzó hace 15 años. La OTAN trató primero de silenciar a los ciudadanos que querían saber la verdad sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001. Luego arremetió contra los que cuestionan la versión oficial de las «primaveras árabes» y de la guerra contra Siria. Como una cosa lleva a la otra, después atacó a quienes denunciaban el golpe de Estado en Ucrania. Ahora, la OTAN se inventa una seudo ONG para que acuse como agentes rusos a todo el que haya hecho campaña por Donald Trump.


Logo del Centro de Comunicación Estratégica de la OTAN

Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 vinieron, simultáneamente, un estado de emergencia permanente y una serie de guerras. Como escribí en aquel momento, la teoría según la cual todo fue concebido y organizado por un puñado de yihadistas desde una cueva en Afganistán no resiste el más mínimo análisis. Todo hace pensar, por el contrario, que los atentados del 11 de septiembre fueron organizados por una facción del complejo militaro-industrial.

De ser cierto este análisis, los subsiguientes sucesos sólo podían conducir a la represión en Estados Unidos y en los países aliados de esta potencia.

Quince años después, la herida que abrí en aquel momento sigue sin cerrarse, incluso se abrió aún más a raíz de nuevos acontecimientos. Al Acta Patriótica y las guerras por el petróleo se sumaron las «primaveras árabes». La mayoría de la población estadounidense no sólo ha dejado de creer en lo que le dice su gobierno desde el 11 de septiembre de 2001 sino que, al votar por Donald Trump, acaba de expresar su rechazo al Sistema posterior al 11 de septiembre.

Resulta que yo abrí el debate mundial sobre los atentados del 11 de septiembre, que fui miembro del último gobierno de la Yamahiriya Árabe Libia y que tengo la oportunidad de relatar –desde el lugar de los hechos– lo que está sucediendo en la guerra contra Siria. Al principio, la administración estadounidense creyó que podía detener el incendio acusándome de escribir cualquier cosa por dinero y atacándome donde duele, o sea el portamonedas. Pero mis ideas han seguido extendiéndose.

En octubre de 2004, cuando 100 personalidades estadounidenses firmaron una petición reclamando que se reabriera la investigación sobre los atentados del 11 de septiembre, Washington empezó a inquietarse [1]. En 2005, reuní en Bruselas más de 150 personalidades del mundo entero –entre las que se hallaban invitados sirios y rusos, como el general Leonid Ivashov, ex jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas de la Federación Rusa– para denunciar a los neoconservadores mostrando que el problema estaba alcanzado proporciones globales [2].

Bajo el mandato de Jacques Chirac, los servicios de la presidencia de la República Francesa se preocuparon por mi seguridad. Pero en 2007, la administración Bush solicitó mi eliminación física al nuevo presidente francés Nicolas Sarkozy. Cuando un amigo personal, oficial y miembro del estado mayor, me advirtió sobre la respuesta positiva de Sarkozy, supe que no tenía más camino que el exilio. Otros amigos –en aquel momento llevaba 13 años como secretario nacional del Partido Radical de Izquierda– acogieron mi decisión con incredulidad, mientras que la prensa me acusaba de paranoia. Pero nadie vino públicamente a prestarme ayuda. Encontré refugio en Siria y viajé por el mundo evitando cuidadosamente los territorios de la OTAN, además de haber escapado a numerosos intentos de asesinato o de secuestro. A lo largo de 15 años, he abierto debates que se han generalizado. Siempre me ha atacado cuando estaba solo. Pero cuando mis ideas han encontrado eco, han sido miles las personas que se han visto perseguidas por haberlas compartido y desarrollado.

Fue en aquella misma época cuando Cass Sunstein –el esposo de la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Samantha Power [3]– redactó con Adrian Vermeule un trabajo, destinado a las universidades de Chicago y Harvard, sobre cómo luchar contra las «teorías de la conspiración» [4], y así designan el movimiento que inicié. En nombre de la «Libertad» ante el extremismo, los autores de aquel trabajo definen en su texto todo un programa destinado a liquidar la oposición:
«Podemos imaginar fácilmente una serie de respuestas posibles. 
1. El gobierno puede prohibir las teorías de la conspiración. 
2. El gobierno pudiera imponer una especie de gravamen, financiero o de otro tipo, a quienes difundan esas teorías. 
3. El gobierno pudiera implicarse en un contra-discurso para desacreditar las teorías del complot. 
4. El gobierno pudiera comprometer a partes privadas creíbles para que se impliquen en un contra-discurso. 
5. El gobierno pudiera implicarse en la comunicación informal con las terceras partes y estimularlas» [5].
La administración Obama dudó en asumir públicamente esa opción. Pero, en abril de 2009, propuso en la Cumbre de la OTAN organizada en Strasbourg-Kehl la creación de un servicio de «Comunicación Estratégica». Incluso expulsó de la Casa Blanca al célebre abogado Anthony Jones, en 2009, por haberse expresado sin rodeos sobre ese tema [6].

El proyecto de creación del servicio de comunicación estratégica de la OTAN estuvo guardado hasta que obtuvo el apoyo del gobierno letón. Y finalmente ese servicio se instaló en Riga, bajo la dirección de Janis Karklins –por demás responsable en la ONU de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información y del Foro sobre la Gobernanza de Internet. Concebido por los británicos, ese servicio cuenta con la participación de Alemania, Estonia, Italia, Luxemburgo, Polonia y el Reino Unido. Al principio, se limitó a incrementar los estudios sobre el tema.

Pero todo cambió en 2014, cuando el think tank de la familia Khodorkovsky, el Institute of Modern Russia (Instituto sobre la Rusia Moderna), con sede en Nueva York, publicó un análisis de los periodistas Peter Pomerantsev y Michael Weiss [7]. Según ese informe, Rusia ha desplegado en el exterior un vasto sistema de propaganda. Pero, en vez de tratar de construirse una imagen favorable –como en tiempos de la guerra fría–, Moscú ha decidido ahora inundar Occidente con «teorías conspirativas» para sembrar confusión. Los autores del trabajo afirman que esas «teorías» ya no abordan solamente el tema del 11 de septiembre sino también la cobertura periodística de la guerra contra Siria.

En un esfuerzo por reactivar el antisovietismo de la guerra fría, ese informe marcaba el inicio de una inversión de valores. Hasta entonces, la clase dirigente estadounidense sólo trataba de disimular el crimen del 11 de septiembre atribuyéndolo a unos cuantos barbudos sin importancia. Ahora se trata de acusar a un Estado extranjero de ser responsable de los nuevos crímenes que Washington ha cometido en Siria.

En septiembre de 2014, el gobierno británico creó la 77ª Brigada: una unidad encargada de contrarrestar la propaganda extranjera. Esa 77ª Brigada británica se compone de 440 militares y más de un millar de civiles provenientes del ministerio británico de Exteriores, así como del MI6, del organismo de cooperación externa y de la Stabilisation Unit. Y no se conocen sus objetivos. Esa brigada trabaja con la 361st Civil Affairs Brigade del Ejército de Estados Unidos, con bases en Alemania e Italia. Ambas unidades militares estaban siendo utilizadas para sabotear los sitios web occidentales que tratan de dar a conocer la verdad sobre el 11 de septiembre y sobre la guerra contra Siria.

A principios de 2015, Anne Applebaum –esposa del ex ministro de Defensa de Polonia Radosław Sikorski– creó en el Center for European Policy Analysis (Centro de Análisis de la Política Europea), con sede en Washington, una unidad designada como Information Warfare Initiative (Iniciativa sobre la Guerra de la Información) [8]. Su objetivo inicial era contrarrestar la información rusa en el centro y el este de Europa. La señora Applebaum puso esa iniciativa en manos del ya mencionado Peter Pomerantsev y de Edward Lucas, uno de los jefes de redacción de la conocida publicación The Economist.

Aunque Pomerantsev es a la vez coautor del informe del Institute of Modern Russia y uno de los dos principales responsables de la Information Warfare Initiative, ahora resulta que ya no habla del 11 de septiembre y que tampoco considera ya la guerra contra Siria como un tema central sino sólo como un tema recurrente que permite “percibir” la acción del Kremlin. Este personaje concentra sus ataques sobre el canal de televisión Russia Today y la agencia de prensa Sputnik, dos órganos de prensa públicos rusos.

En febrero de 2015, le llega su turno a la Fondation Jean Jauresthink tank del Partido Socialista francés y contacto de la National Endowment for Democracy (NED)– de publicar una Nota titulada Conspirationnisme, un état des lieux [9]. Pasando por alto todo lo sucedido alrededor de Rusia, esa Nota toma el debate en el punto donde lo había dejado Cass Sunstein y propone simple y llanamente prohibir que los «conspiracionistas» puedan expresarse. Por su parte, la ministra de Educación de Francia organiza talleres en las escuelas para advertir a los alumnos en contra de los «conspiracionistas».

El 19 y el 20 de marzo de 2015, el Consejo Europeo pide a la Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, que prepare un plan de «comunicación estratégica» para denunciar las campañas de desinformación de Rusia sobre Ucrania. El Consejo no mencionaba ya ni el 11 de septiembre, ni la guerra contra Siria sino que cambia de objetivo para concentrarse en Ucrania

En abril de 2015, la señora Mogherini crea un Servicio Europeo para la Acción Exterior (EEAS, siglas en inglés) que no es otra cosa que una unidad de Comunicación Estratégica dentro de la Unión Europea [10]. Esa estructura está bajo la dirección de un británico agente del MI6, Giles Portman, y distribuye a numerosos periodistas europeos, dos veces por semana, toda una argumentación que supuestamente demostraría la mala fe de Moscú, argumentos que posteriormente aparecen publicados en los medios de difusión europeos.

El 20 de agosto de 2015 se inaugura en Riga el Centro de Comunicación Estratégica de la OTAN, bajo la dirección de Janis Sarts. Participan en la ceremonia el senador estadounidense John McCain, director de una de las dos ramas de la NED, quien conversa en la foto con la presidente de Lituania, Dalia Grybauskaite. Foto: Gatis Diezins

A partir de su creación, el Centro de Comunicación Estratégica de la OTAN se vincula a un servicio del Atlantic Council: el Digital Forensics Research Lab. La OTAN redacta un Manual de Comunicación Estratégica, cuyo objetivo es coordinar y reemplazar todo el dispositivo anterior en materia de Diplomacia Pública, de Relaciones Públicas (Public Affairs), de Relaciones Públicas Militares, de Operaciones sobre los Sistemas Electrónicos de Comunicación (Information Operations) y de Operaciones Sicológicas.

Bajo la inspiración de la OTAN, Anna Fotyga, la ex ministra de Exteriores de Polonia, ahora convertida en eurodiputada, lleva al Parlamento Europeo una resolución –adoptada el 23 de noviembre de 2016– sobre «la comunicación estratégica de la Unión [Europea] tendiente a contrarrestar la propaganda dirigida contra ella por terceros» [11]. Obsérvese que existe un nuevo desplazamiento del blanco: ya no se trata de contrarrestar el cuestionamiento sobre el 11 de septiembre –asunto de hace 15 años–, ni tampoco el cuestionamiento de la guerra contra Siria sino de crear una mescolanza entre la impugnación de los acontecimientos en Ucrania y el discurso del Emirato Islámico (Daesh). Y se vuelve así al punto inicial: quienes cuestionaban el 11 de septiembre trataban, según la OTAN, de rehabilitar a al-Qaeda; quienes le hacen el juego a Rusia tratan de destruir a Occidente, como lo hace Daesh. Pero no importa que la OTAN esté apoyando a al-Qaeda en el este de Alepo.

Dado a conocer el 24 de noviembre de 2016 en un sonado artículo del Washington Post [12], un misterioso grupo llamado Propaganda or Not? ha elaborado una lista de 200 sitios web –entre ellos Voltairenet.org– a los que el Kremlin supuestamente ha confiado la tarea de repercutir la propaganda rusa y confundir a la opinión pública estadounidense hasta el extremo de llevarla a votar por Donald Trump.

Propaganda or Not? no publica los nombres de sus responsables, pero dice reunir en su seno a 4 organizaciones: Polygraph, The Interpreter, el Center for European Policy Analysis y el Digital Forensic Research Lab. 

- Polygraph es un sitio web de la Voice of America [13], la radio y televisión pública de Estados Unidos bajo control de la Broadcasting Board of Governors

- The Interpreter es la revista del Institute of Modern Russia, ahora difundida por la Voice of America

- El Center for European Policy Analysis es un apéndice de la National Endowment for Democracy (NED) dirigido por Zbigniew Brzezinski y Madeleine Albright. 

- Digital Forensic Research Lab es un programa del Atlantic Council.

En un documento divulgado por Propaganda or Not?, esta falsa ONG nacida de varias asociaciones financiadas por la administración Obama señala al enemigo: Rusia. Y acusa a ese país de haber dado origen al movimiento a favor de la verdad sobre los atentados del 11 de septiembre y de los sitios web de apoyo a Crimea y Siria.

El 2 de diciembre de 2016, el Congreso de Estados Unidos votó un ley que prohíbe toda cooperación militar entre Washington y Moscú. En pocos años, la OTAN ha reactivado el maccarthysmo.

Documentos adjuntos:

Denuncia presentada al Inspector General del Departamento de Estado por Voltaire.org, 2 de diciembre de 2016.

(PDF - 43.4 KB)



12 diciembre, 2016

Samarco, minera responsable del peor desastre ambiental en Brasil.


La vida de miles de personas que viven cerca de las vías del tren han sido afectadas de forma negativa. José Lopes de Oliveira no sabe cómo su familia vivirá cuando la multinacional brasileña Vale termine la obra para incrementar la carga en uno de los mayores trenes de mercancías del mundo, la Estrada de Ferro de Carajas (EFC), que desde hace más de 30 años transporta millones de toneladas de mineral de hierro extraídas del Amazonas hacia los puertos del norte de Brasil.

Fuente: EFE Y teleSur
La EFC entró en funcionamiento en 1985, cruza unos 892 kilómetros del Amazonas, que han sido deforestadas para los cultivos de soja y eucalipto y ganadería extensiva. El trasporte de 120 millones de toneladas que llevan los trenes hasta el Puerto de Sao Luis, al norte de Maranhao, será duplicado a 200 millones de toneladas, lo que según los pobladores los afectaría de manera importante. “Nuestra vida va a ser aún peor. Los trenes, que pasan cada 20 minutos, van ahora a ser el doble”, resaltó de Oliveira.

La EFC fue inaugurada durante el declive de la dictadura militar brasileña (1964-1986), priorizando la explotación de los recursos naturales con un alto impacto socioambiental, lo que motivó la migración hacia zonas despobladas.

La vida de miles de personas que viven cerca de las vías del tren han sido afectadas de forma negativa: desde escuelas que deben parar clases por el ruido a mujeres que pierden sus bebés por quedar aisladas a causa de la parada durante horas de los convoyes.

"El tren y la extracción de mineral no nos aporta nada. No ganamos nada con ello. Solo tenemos problemas como la contaminación de nuestros ríos, que usamos para la agricultura, tenemos problemas con la muerte de familiares que son arrollados por el tren al intentar cruzar (…)", añadió Jesy Lopes residente de la zona.

La velocidad alcanzada por el EFC es de cerca de 132 Km/H, tiene 330 vagones, transporta pasajeros desde las ciudades de Parauapebas a la capital de Maranhão. Los residentes de la zonas indican que la extracción minera no les aporta nada.

La Vale es la segunda minera del mundo, emplea 120 mil personas, factura 60 mil millones de dólares anuales, opera en veinte países y está entre las veinte mayores empresas del mundo. Sólo en Brasil tiene 10 mil kilómetros de vías férreas y nueve puertos propios por los que exporta mineral de hierro con destino a Asia, en particular hacia China. Ella sola consume el 5 por ciento de la energía que produce el país.




EFC es el mayor tren del Brasil con 330 vagones. Un convoy como este cruza 892 kilómetros de la Amazonia y pasa cada 20 minutos.

Samarco, minera responsable de peor desastre ambiental en Brasil.

Río de Janeiro. La minera brasileña Samarco, responsable del peor desastre ecológico de la historia de Brasil, propuso suspender temporalmente el trabajo de los 1.200 empleados que se encontraban apartados de sus funciones desde los hechos, informaron hoy fuentes oficiales.

Las autoridades brasileñas habían determinado la suspensión de las actividades de Samarco, filial de la brasileña Vale y la australiana BHP.

El desastre ocurrió el pasado 5 de noviembre 2015, cuando por causas todavía desconocidas, dos diques de un gran depósito de residuos mineros de Samarco en el municipio de Mariana (Minas Gerais, sureste) se rompieron y provocaron el vertido de 62 millones de metros cúbicos de agua y residuos minerales, que sepultó algunas poblaciones y dejó un rastro de lodo tóxico en miles de kilómetros cuadrados.

La riada dejó 17 muertos y 12 desaparecidos. El lodo contaminó gravemente el río Doce y sus márgenes, uno de los más importantes del sureste de Brasil y se desplazó 650 kilómetros por el lecho del hasta alcanzar el océano Atlántico, afectando a una región de la costa brasileña que, según las autoridades, tiene una gran diversidad de vida marina.
Autor: Xinhua 
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El lodo tóxico del mayor desastre ambiental de Brasil llegó al mar.

Los desechos del accidente minero en Minas Gerais recorrieron 650 kilómetros hasta la playa de Regencia, una importante zona de corales. "Se resume en dos palabras: río muerto", dijo un experto.

Dos semanas después de la rotura de un dique de contención de la minera Samarco, que dejó 17 muertos, 12 desaparecidos y millares de desamparados en el municipio de Mariana, en Minas Gerais, la riada de lodo y escombros minerales llegó a la playa de Regencia, en el estado de Espírito Santo, una importante área de corales.

El lodo tóxico del peor desastre ambiental minero de la historia de Brasil llegó este fin de semana al Atlántico, después de recorrer 650 kilómetros, destruyendo la vida a las orillas del río Doce y matando los peces que estaban en su camino.


El desastre ha causado la suspensión del suministro de agua potable a cerca de 250 mil personas, como consecuencia de la cantidad de barro y de la presencia de metales como arsenio, cadmio, plomo, cromo, níquel, cobre y mercurio por sobre el límite legalmente permitido, según informó el Instituto Minero de Gestión de Aguas.

La riada fue consecuencia de la ruptura de un dique que contenía 62 millones de metros cúbicos en depósitos de agua y de residuos minerales de Samarco, en el municipio de Mariana, en el sudeste de Brasil.

"La situación puede resumirse en dos palabras: río muerto", definió Luciano Magalhães, director de análisis del Servicio de Agua y Desague de la región. Para el investigador Marcos Freitas, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), los territorios cubiertos por el barro se volverán "cementerios biológicos".

El gobierno brasileño calificó el accidente como una "catástrofe ambiental" y le cobró a la empresa una multa equivalente a casi 110 millones de dólares e impuso el bloqueo de unos 320 millones de dólares.

La minera, que ha negado la existencia de sustancias nocivas en las aguas del río Doce, se comprometió a sanear los daños ambientales con un valor equivalente a más de 260 millones de dólares. Ambientalistas, sin embargo, estiman que las pérdidas son mucho mayores, en verdad, incalculables, por el número de muertes humanas y el riesgo de desaparición de especies vegetales y animales, en una cuenca que baña cerca de 83 mil kilómetros cuadrados, equivalente a Austria.

La Samarco pertenece a dos de los grandes grupos mineros internacionales, el anglo-australiana BHP Billiton y el brasileño Vale, mayor productor mundial de mineral de hierro.

Con más de 850 kilómetros de largo, se estima que el río Doce provocará daños en la agricultura, pesca, turismo e industria de varias ciudades de los estados de Minas Gerais y Espírito Santo, lo que ha provocado protestas entre los pobladores y entre las comunidades indígenas de la región. En una de ellas, indios de la tribu Krenak le ofrecieron agua sucia del río a los empleados de Samarco; en otra, bloquearon la ferrovías que conecta la minera al puerto.


"No hay dinero que pague la riqueza que teníamos. El río se acabó y no vuelve más. Es muy triste. Todo lo que queríamos estaba en él. Se llevaron nuestra alegría", dice el pescador Mauro Krenak. Así como él, vídeos que muestran a indios llorando a la orilla del río han conmovido a los brasileños, que se han solidarizado con la región de Mariana, a través de donaciones y de las redes sociales.

Un reportaje del diario O Globo reveló este fin de semana que existen por lo menos otros 16 diques como este en cuatro estados del país que pueden repetir la tragedia de Mariana, lo que pone en riesgo la vida de casi 800 mil personas. La propia Samarco admitió esta semana que otros dos diques en Mariana también corren el riesgo de reventarse.