Natalie Sabanadze en su
libro Globalization and Nationalism: The Cases of Georgia and the Basque
Country, a diferencia de la explicación convencional que argumenta que se trata
de posiciones opuestas y enfrentadas, plantea que, en la actualidad,
globalización y el nacionalismo tienden a convertirse en fuerzas aliadas.
Reconoce que el
nacionalismo reacciona contra la creciente globalización y representa una forma
de resistencia a las influencias globalizadoras, pero al estudiar casos
concretos como los casos de Georgia y el País Vasco se topa con una aparente
paradoja. Tanto en el caso de Georgia como en el País Vasco, hay poca evidencia
que sugiera la existencia de fuerte oposición nacionalista políticamente organizada
a la globalización sino más bien al contrario, son los nacionalistas los que se
muestran de lo más encandilados con la globalización. Se trata de nacionalismos
pro-globalización, lo cual la lleva a concluir que la globalización y el
nacionalismo son fuerzas complementarias y no contradictorias.
El error de Sabanadze
está en que aunque observa el funcionamiento de dos tipos de nacionalismo, uno
anti-globalización y otro pro-globalización, no es capaz de resolver la
aparente paradoja puesto que no profundiza en el análisis de la funcionalidad
del segundo tipo.
De hecho el enfoque de Sabanadze queda velado porque no analiza a fondo
el mecanismo de la globalización capitalista.
El capitalismo necesita
de los estados-nación, un preciso marco jurídico institucional para
desarrollarse que proteja estrictamente sus derechos de propiedad y regule sus
mercados. Pero este marco puede volverse en su contra en tanto en cuanto el
poder del Estado caiga en manos inadecuadas.
Un estado democrático,
en el que pueden votar el 99% de los perdedores de la globalización
monopolista, es peligroso para las multinacionales, tanto más cuanto mayor sea
este estado. Varios estados-nación pueden firmar acuerdos de armonización de
políticas financieras, industriales, fiscales, medioambientales, sanitarias,
sociales, laborales, etc. que atenten a sus intereses.
Para blindar los
intereses del 1%, una legión de economistas (Friedrick von Hayek, Milton
Friedman, Stephen Gills, James Buchanan, Barry Weingast, etc) se han dedicado
desde hace décadas a diseñar estrategias para neutralizar la democracia
subordinando el orden político al orden económico neoliberal.
Los globalizadores diseñan diversos tipos de estrategias para
disciplinar a los Estados y vaciarlos de gobernanza económica.
La monopolización y la
“libre” movilidad internacional de los capitales (a través de los mercados
financieros liberalizados y el libre comercio) potencian el efecto disciplinario
sobre las democracias, y por tanto constituyen el elemento clave de la
globalización neoliberal. La movilidad del capital obliga a los estados a
practicar el dumping democrático para competir por el capital monopolista
transnacional, proporcionando el tipo de políticas neoliberales que los
inversores y las empresas multinacionales demandan.
Estrategias globalizadoras por arriba: Organismos y tratados
internacionales
Para asegurar el
sometimiento de los Estados y la movilidad internacional de los capitales se
han creado por arriba mecanismos supranacionales, como el Fondo Monetario
Internacional (la liberalización del mercado de capitales es una condición para
ser miembro), la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Tratado de Libre
Comercio de Norteamérica (TLCAN, NAFTA), El Acta Única Europea, etc., todos
ellos con cláusulas específicas que aseguran la libre movilidad de la inversión
directa transnacional.
Otros ejemplos de
mecanismos de bloqueo frente a la intervención de los Estados son las
disposiciones sobre derechos de propiedad intelectual de los inversionistas
contenidos en diversos acuerdos comerciales. El Acuerdo sobre los Derechos de
Propiedad Intelectual (ADPIC) de la OMC y el Capítulo 11 del TLCAN relacionados
con el Comercio son sólo dos ejemplos en los que figuran disposiciones para
sentar a los Estados en el banquillo en los casos en que las empresas
multinacionales consideren que las políticas gubernamentales han infringido sus
derechos. El TPP y el TTIP en ciernes abundarían exponencialmente en esta
línea.
Estrategias globalizadoras por abajo: Federalismo y nacionalismo
neoliberal
El neoliberalismo está
perfeccionando dos estrategias diseñadas por abajo para neutralizar la
capacidad de intervención de los gobiernos en la economía y su posible reacción
anti-globalización. Se trata del federalismo neoliberal y del separatismo
neoliberal.
Federalismo neoliberal, el manual de USAID
Adam Hanieh: “El
neoliberalismo promueve la descentralización para dislocar la resistencia que
puedan ofrecer los Estados bajo la presión de sus ciudadanos.”
USAID (la agencia más
importante en la promoción del neoliberalismo a nivel mundial) tiene editado un
manual titulado Decentralization and Democratic Local Governance Programming
(mayo de 2000), que sirve como una receta detallada para promover la
descentralización en una variedad de diferentes contextos nacionales donde
puede haber resistencia a las reformas neoliberales.
Un tema central de este
manual es el desplazamiento de la responsabilidad de la prestación de los
servicios públicos desde el Estado hacia los gobiernos locales. El manual prevé
una situación en la que: "Los gobiernos locales deben hacer algo más que
simplemente limpiar las calles; deben asumir una variedad de responsabilidades
de servicios no tradicionales, tales como asegurar la atención primaria de la
salud, la educación básica, la seguridad pública, los servicios públicos, la
protección del medio ambiente, y la regulación de construcción ".
Con el fin de
proporcionar estos servicios, los gobiernos locales se verán obligados a
aumentar sus ingresos propios, y entrar en competencia para establecer tasas,
privatizar, y pedir dinero prestado en los mercados internacionales de capital.
"Pueden emplear enfoques nuevos o innovadores, incluidas las asociaciones
público-privadas, la participación proactiva en programas de desarrollo con el
gobierno nacional o los donantes, y la subcontratación de los servicios".
"Construir
capacidades administrativas subnacionales para desarrollar transparentes y
responsables presupuestos sometidos a la ley de la eficacia y llevar a cabo el
desarrollo económico local.... y fortalecer la capacidad de las autoridades
locales para participar en los debates sobre la apropiada devolución de la
responsabilidad a los niveles locales de gobierno".
Para asegurar la
disciplina de mercado en el contexto de un país, se potencia un tipo de
federalismo donde los gobiernos sub-nacionales compiten entre sí para atraer a
los capitales en el contexto de una economía nacional.
Hayek sostiene que
"el resultado ideal sería la transformación de los gobiernos locales e
incluso regionales en corporaciones cuasi comerciales compitiendo entre sí para
atraer a los inversionistas”.
La movilidad del
capital crea una especie de “mercado” de políticas gubernamentales en el que
las firmas demandan localizarse en aquellas jurisdicciones que les ofrezcan el
más favorable mix de impuestos y servicios.
Los estados federados
(o las autonomías como en el caso español), por su parte, detentarán una
primaria responsabilidad regulatoria sobre la economía (fiscal, social,
laboral, sanitaria, medio ambiente, etc) de forma que deberán flexibilizar sus
jurisdicciones políticas para competir entre sí, en una carrera hacia el fondo,
en orden a atraer al esquivo y caprichoso capital.
También se promueve la
autonomía y la competencia entre sí de las "comunidades locales” tanto en
lo que respecta a políticas pro-globalización como en tanto que mecanismo de
compensación de las deficiencias del mercado. Esta es otra área en la que las
ciudades o regiones urbanas adquieren importancia en el proyecto neoliberal, ya
que son los principales sitios de la iniciativa ciudadana, y donde se acumulan
las tensiones económicas y sociales resultado de los proyectos neoliberales.
Separatismo neoliberal
Pero si el federalismo
no basta, una opción neoliberal más ambiciosa es la promoción del separatismo.
Las grandes entidades estatales (Francia, Inglaterra, España, Italia, Alemania,
etc.) representan un peligro frente al avance de la globalización puesto que
son susceptibles de desviación por la senda del nacionalismo económico frente a
la crisis multipolar monopolista neoliberal. Mejor que estados federados o
comunidades autónomas, por qué no pequeños estados independientes compitiendo a
muerte entre sí para atraer las inversiones del escurridizo y caprichoso
capital monopolista. El tigre escocés, el tigre gaélico, el tigre catalán, el
tigre piamontés, etc. dispuestos a arrancar la piel a tiras a cualquiera que
ose enfrentarse a la globalización monopolista neoliberal.
Los ensayos precedentes
tuvieron lugar en Europa del Este con la desmembración de la URSS y el
despedazamiento de Yugoslavia y Checoslovaquia. Todos los nuevos estados
independientes entraron a competir entre sí privatizando sus activos estatales
y reventando sus legislaciones laborales y sociales para atraer inversiones,
pensando que la globalización neoliberal iba a mejorar sus vidas. Hoy el
fracaso más absoluto de este sueño es evidente y se está produciendo una
reacción nacionalista anti-globalización en muchos de ellos (Hungría,
Eslovaquia, Serbia, Polonia, Chequia, etc.)
El separatismo neoliberal catalanista (catalexit)
El caso más
paradigmático y ejemplarizante del separatismo promovido por el capital
globalizado es el del separatismo catalán del siglo XXI. Las clases pudientes
catalanas han visto la posibilidad de enriquecerse a escala global separando a
la región autónoma del resto de España. Desde buen principio cuentan con
reintegrar rápidamente al nuevo estado independiente en los organismos,
mecanismos y foros internacionales del capitalismo globalizado.
El mecanismo para el
catalexit es del más puro diseño neoliberal. Se aprovecha una primera fase
“autonómica” en la que la díscola comunidad autónoma catalana aprovecha todos
los mecanismos y recursos descentralizados (gobierno y parlamento autonómico,
legislación autonómica, activos y empresas públicas cedidas, impuestos cedidos,
prensa, radio y televisión pública autonómica, policía, etc.) para preparar
meticulosamente la secesión.
La experiencia de otras
intentonas “revolucionarias” “pintorescas”, promocionadas, apoyadas y a menudo,
financiadas directamente por el capital monopolista globalizado (Soros, y
compañía), aconseja la intervención de “izquierdistas” desencantados (CUP y
tránsfugas de otros partidos de izquierda) como fuerza de choque de la deriva
secesionista.
Convirtieron las
elecciones autonómicas del 27 de septiembre de 2015 en supuestamente
“plebiscitarias”, coaligando todas las fuerzas soberanistas en una candidatura
única denominada “Junts pel si” pero que al final, a pesar una campaña
mentirosa digna de Goebbels, solo consiguió el 48% de los votos gracias a la
participación masiva de la población. Sin embargo, los separatistas, gracias a
una ley electoral hecha a su medida, ganaron más escaños y finalmente formaron
gobierno gracias al apoyo de la CUP. A partir de entonces toda la maquinaria
autonómica se reajustó para preparar la secesión. La machacona campaña de 2015
se amplificó durante los dos años siguientes.
El cúmulo de repetidas
mentiras sin paliativos parece haber afectado más a las propias cabezas
dirigentes que al conjunto de la población, de forma que empezaron a poner
fechas concretas al proceso de secesión, una estrategia rígida e inflexible sin
otra salida que el victimismo ante la previsible reacción del estado español.
Consecuencias económicas del catalexit
Dada la alta
especialización de Cataluña en la venta de productos al resto de España, se
estima que en el escenario medio el catalexit significaría una caída del 44%
del comercio bilateral. Así, el PIB catalán caería un 14% y el desempleo
aumentaría un 16%.
El Reino Unido ocupa la
9ª posición en el ranking mundial de competitividad, España ocupa el puesto
35º. Por regiones Londres ocupa el tercer lugar en el ranking de competitividad
de las regiones europeas. Cataluña el 142 (más competitiva es la Comunidad de
Madrid, que ocupa la 57ª posición).
Caso de que la secesión
triunfara (sin violencia), la expulsión inmediata de la UE implicaría ponerse a
la cola de la readmisión con la amenaza segura del veto español. En esta larga
transición se produciría la salida de la Unión Monetaria Europea y del
Mecanismo Único de Supervisión financiera. Para Cataluña, el euro se
convertiría en una moneda extranjera cuya utilización, caso de adoptarlo como
moneda, podría encarecer sus exportaciones y mermar peligrosamente su
competitividad. Fuera de la Unión Monetaria quedaría desvinculada del BCE con
lo que las entidades financieras con domicilio en territorio catalán perderían
el acceso a sus baratas líneas de financiación. También se esfumarían las
subvenciones europeas al quedar excluida de los fondos estructurales (El Fondo
Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), El Fondo Social Europeo (FSE), El Fondo
Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) y el Fondo Europeo de Marítimo y
de Pesca (FEMP). La inseguridad llevaría a la prima de riesgo a niveles
inasumibles, al dejar de contar con la red de protección del Estado español y
la hacienda de la nueva república se hundiría irremisiblemente.
Fuera de Europa y de
España las exportaciones a estas zonas quedan sometidas a aranceles, ya que
dejaría de beneficiarse de las ventajas de pertenecer a una zona económica con
libre circulación de mercancías. El pago de esos sobrecostes haría mucho menos
competitivas las exportaciones catalanas.
El "proceso"
separatista, de llegar a materializarse, reduciría los derechos, el bienestar y
el futuro de la mayoría de los catalanes a cenizas. El impacto económico,
incluso excluyendo las terribles consecuencias de una más que posible deriva
violenta propia de los procesos secesionistas (no parece que los españoles
vayan a dejarlos marchar de rositas), sería enorme y devastador.
De ahí la
tergiversación, mentira y manipulación sistemática de la información
(amplificada por la labor de los medios de comunicación públicos en sus manos:
TV3, Radio, prensa comarcal, etc.) a que se ven obligados los dirigentes
separatistas para esconder la realidad de las consecuencias sobre la mayoría de
la población.
Sin embargo, para los
intereses globales del neoliberalismo monopolista, el desastre para la mayoría
de la población catalana sería, como suele ocurrir muy a menudo, simple efecto
colateral (como en el caso de Ucrania y el de otras muchas “revoluciones
pintorescas”).
Para el capital
globalizado, la aparición de la nueva república catalana significaría el fin de
una siempre latente amenaza para sus intereses de una deriva populista,
izquierdista, o simplemente de nacionalismo económico (como el caso inglés o
francés) de la nación española que podría arrastrar a otras grandes naciones de
Europa. Los independentistas esperan alcanzar un puesto privilegiado en el
escalafón de la globalización neoliberal erigiéndose en firmes baluartes de la
globalización contribuyendo a doblegar la resistencia española.
No es extraño que el
Wall Street Journal de Rupert Murdoch, el Washington Post, propiedad de Jeffry
Bezos de Amazon o el Financial Times aplaudan con fervor las pintorescas
asonadas de la cada vez más atronadora furia catalanista.
Catelexit, un proceso Win Win para el capitalismo neoliberal
Para el capital
monopolista neoliberal, la estrategia secesionista en Europa, y en concreto en
España, está resultando beneficiosa en todos los sentidos. La amenaza
separatista en España, aunque pueda resultar fallida, está favoreciendo la
recuperación de la corrupta y asocial clase política neoliberal (PP – PSOE) en
detrimento de la izquierda que, incapaz de entender el carácter neoliberal del
nuevo separatismo del siglo XXI, está suministrando fuerza de choque al
“procés” o defendiéndolo con más o menos matices, con lo que está perdiendo a
manos llenas su antigua base electoral.