27 noviembre, 2017

“Pronto será demasiado tarde, advierten quince mil voces desde el mejor conocimiento científico hoy disponible” - Jorge Riechmann


Madrid sumergida en su propio y asfixiante vómito

Una implosión mayor y más rápida que en nuestras peores pesadillas
eldiario.es - 20/11/2017

El pasado mes de octubre se hacía pública en EEUU otra noticia más desde el frente de batalla de la guerra de las sociedades industriales contra la vida: se alertaba de una enorme mortandad de salmones en el estado de Washington, seguramente causada por contaminantes que resultan del tráfico rodado (polvo de desgaste de frenos, gasolina, gasóleo, fluidos tóxicos) . Uno de los ensayistas de referencia sobre cuestiones ecológicas, George Monbiot, que escribe regularmente en The Guardian, comentaba: 

“El mundo viviente está siendo machacado desde todos los ángulos y colapsa a una velocidad asombrosa. Tal es el efecto del crecimiento económico exponencial. El período de duplicación [del producto económico] es tan breve que vemos el colapso suceder ante nuestros ojos: insectos, salmones, tiburones (y casi todos los peces grandes), leones, elefantes, jirafas, anfibios, pájaros cantores, pingüinos... todos desaparecen mientras estamos mirando. Una implosión mayor y más rápida que en mis peores pesadillas. Pero ¿dónde está la urgencia política? ¿Las cumbres para hacer frente a la emergencia? ¿Las estrategias? Los gobiernos hablan de cualquier cosa excepto de esta catástrofe existencial, penetrada por la creencia religiosa de que el mercado de alguna manera lo resolverá. Cuando precisamente es ‘el mercado’ lo que está impulsando la catástrofe. El PIB es una medida de nuestro progreso hacia el desastre. En cuanto a los medios masivos, la consigna parecería ser ‘no mencionar la guerra contra el mundo natural’. Porque tan pronto como lo mencionas, el cuento económico se derrumba…”

Monbiot no exagera: ante la magnitud de la Sexta Gran Extinción que hemos puesto en marcha, si se descorre el velo que pone ante nuestros ojos el negacionismo generalizado de la cultura dominante, uno se queda anonadado, casi mudo. Ningún logro humano –artístico, tecnológico, filosófico, económico…– podría justificar lo que estamos haciendo a los seres vivos y a la entretejida trama de la vida en la Tierra. Creo que nada puede compensar todo ese sufrimiento, tanta devastación.

La destrucción de vida viene causada por diferentes factores que interactúan: la pérdida de hábitats, el cambio climático, el uso intensivo de plaguicidas y varias formas de contaminación industrial, por ejemplo, están diezmando las poblaciones de insectos y aves. Pero –nos dice uno de los grandes economistas ecólogicos del mundo, el canadiense William E. Rees “el motor general es lo que un ecólogo podría llamar el ‘desplazamiento competitivo’ de la vida no humana por el crecimiento inexorable de la empresa humana. En un planeta finito donde millones de especies comparten el mismo espacio y dependen de los mismos productos finitos de la fotosíntesis, la expansión continua de una especie necesariamente conduce a la contracción y extinción de otras. (Que los políticos toman nota: siempre hay un conflicto entre la población humana más su expansión económica y la ‘protección del medio ambiente’). 

Más seres humanos, más automóviles, más toallitas desechables, más granjas de cerdos y más turismo significa menos vida en la biosfera del tercer planeta del Sistema Solar. Por otra parte, sólo una fatal ignorancia de nuestra ecodependencia hace que pensemos que esa catarata de extinciones no nos afectará a nosotros mismos. No sólo a través de nexos causales bastante obvios (por ejemplo, la gran cantidad de cosechas que en todo el mundo dependen de la actividad polinizadora de insectos, aves e incluso murciélagos) sino, de forma más general, porque es el buen funcionamiento de los intrincadísimos ciclos biosféricos (bio-geo-químicos) lo que hace que el planeta Tierra sea un hogar favorable para nuestra especie. Nosotros formamos parte de la misma naturaleza que estamos degradando; la guerra nos la hacemos también a nosotros mismos.

Nada de esto es muy nuevo: esta guerra contra la vida se intensificó desde 1950 aproximadamente (el período que conocemos como la “Gran Aceleración”) y ha conducido a resultados tan estupefacientes como que  la mitad de los combustibles fósiles y muchos otros recursos utilizados por los seres humanos los hemos consumido apenas en los últimos cuarenta años –y encima con la distribución brutalmente desigual que es bien conocida . En 1992 la UCS (Union of Concerned Scientists, Unión de Científicos Comprometidos, una benemérita organización estadounidense sin fines de lucro) lanzó una primera “Advertencia a la humanidad de los científicos del mundo”. La firmaban en aquel año de la “Cumbre de la Tierra” en Río de Janeiro  más de 1.700 investigadores, entre ellos la mayoría de premios Nobel en ciencias que estaban entonces vivos . En el vigésimo quinto aniversario de aquella declaración histórica se ha hecho pública una segunda iniciativa, otra “ Última Llamada” que en este caso firman más de 15.000 investigadores e investigadoras de 184 países. La abrumadora mayoría de las amenazas y dinámicas destructivas descritas en 1992 continúan y casi todas “están empeorando de forma alarmante”.

La iniciativa procede de un equipo científico internacional dirigido por William Ripple, profesor de Ciencias Forestales de la Universidad Estatal de Oregón (EE.UU.). En un artículo publicado en la revista BioScience señalan que el bienestar humano se verá seriamente comprometido por el cambio climático, la desforestación, la mengua de acceso al agua dulce, la extinción de especies y el crecimiento de la población humana. “La humanidad no está tomando las medidas urgentes necesarias para salvaguardar nuestra biosfera en peligro”, avisan los científicos en la revista.

No hay nada de lo que valga la pena ocuparse que no esté en peligro, se nos dice que dijo Jimi Hendrix. Y Pier Paolo Pasolini, por aquellos mismos años: Siamo tutti in pericolo. “Pronto será demasiado tarde”, advierten quince mil voces desde el mejor conocimiento científico hoy disponible. Que este “World Scientists’ Warning to Humanity: A Second Notice” no caiga en saco roto: “Pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de nuestra trayectoria fallida, y el tiempo se acaba. Debemos reconocer, en nuestra vida cotidiana y en nuestras instituciones de gobierno, que la Tierra es nuestro único hogar”.



8 comentarios:

  1. Buen post, estuve a punto de colgarlo.
    Son las emisiones, la contaminación,deforestación, y el drenaje de acuíferos los factores más importantes, pero le llaman Cambio Climático como si cambiase solo.
    Por ejemplo se calcula que españa la capacidad de regadío se ha superado un 25%, pero continúan los planes de explotación. Y así en todos los países del mundo. Cuando empiecen las hambrunas vendrán los lloros y se devolverá el agua robada.
    Salud!

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    1. Las hambrunas ya están aquí y las lamentaciones no van a evitar la terrible catástrofe en ciernes. El "cambio climático" se llama CAPITALISMO, y o terminamos con él, o él terminará con nosotras.

      Salud!

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    2. Un enfermo terminal que no quiere reconocer su enfermedad ya está muerto

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  2. Otra razón para luchar contra el sistema: la supervivencia.
    Hay muchas voces críticas que a pesar de serlo, no dejan de colaborar con el sistema por encima del mínimo imprescindible para sobrevivir, hay que practicar con el ejemplo.

    Salud!

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    1. Solamente la conciencia y las fuerzas propias de cada cual pueden determinar los límites de ese "mínimo imprescindible" y adecuarlos a la lucha.

      Salud!

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  3. La acaparacion de recursos que es la clave del éxito de la especie humana sera el motivo de su destrucción. Lo más triste de todo es que se puede evitar de forma sencilla, sin grandes problemas, es factible... pero..¿como se lo explicas a unos individuos cuyo horizonte más lejano son las próximas elecciones?

    Un saludo

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    1. Acaparar recursos no supone en sí la clave de nada, y mucho menos del éxito de la especie humana, sino más bien todo lo contrario. Tampoco puedo estar de acuerdo contigo en cuanto a que la resolución de los problemas que se nos plantean sea sencilla. Si fuera así, ya estarían en vías de ser resueltos, pero sucede todo lo contrario: se agravan sin cesar.

      Es un hecho, grave y cómico a la vez, la proliferación de vendedores de soluciones, desconocedores de los problemas a los que dichas "soluciones" están supuestamente destinadas.

      Saludos

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  4. La estamos cagando y cada vez a pasos más agigantados a la destruccion de manera que ya a cada paso que damos es imposible retroceder con el mismo número de pasos sino exponencialmente cada vez mayor ... si es que aún hay una posible vuelta atrás...
    Dos cosas ponen en el artículo que destaco.
    ""siempre hay un conflicto entre la población humana más su expansión económica y la ‘protección del medio ambiente"". ... Ojo al dato con echar la culpa única y exclusivamente al capitalismo. Si bien es cierto que el causante de esos cada vez agigantados pasos son acelerados por el. (Sus negaciones, espaldarazo a la realidad, carpetazo a la hora de consensuar soluciones, ...)
    El segundo punto que resalto es el que ""Nigún logro humano –artístico, tecnológico, filosófico, económico…– podría justificar lo que estamos haciendo a los seres vivos y a la entretejida trama de la vida en la Tierra"". Por lo que a la hora de buscar soluciones, previamente habría que plantearse la necesidad, viabilidad e importancia de todo eso con una actividad humana más acorde con un equilibrio ecológico. Si por ejemplo formas de vida más simples y equilibradas ya de por sí es un adelanto tecnológico y un beneficio económico en lo local y no en global y transfronterizo.

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