26 agosto, 2019

Encadenados a la coacción estructural del sistema



Adam Niklewicz


Fragmentos extraídos de: MARX 2000. LA IMPORTANCIA DE UNA TEORÍA DADA POR MUERTA PARA EL SIGLO XXI, Robert Kurz. (Completo en pdf aquí)

El colapso de los sistemas de mercado de planificación estatal ha dejado al capitalismo occidental a solas consigo mismo. Se ha convertido en un sistema total, unipolar, globalizado y “sincronizado” y ya no tiene ninguna posibilidad más de cebarse ideológicamente con las estructuras externalizadas de su propia asincronía histórica, elevadas desorbitadamente a supuesto contra-sistema. Pues la autolegitimación occidental ha vivido de los déficits de la “modernización rezagada” juzgada en relación con el estadio evolutivo de los países capitalistas más desarrollados (ideología del consumo de mercancías, campañas de derechos humanos, etc.). Ahora el capitalismo tiene que hacerse valer por sí mismo, y ahí fracasa miserablemente. Cada año se vuelve más inverosímil vender el incremento imparable y masivo de la miseria en el Este y en el Sur como mera “herencia” de los extintos sistemas socialistas. Sería completamente irrisorio querer hacer responsable al viejo y malvado enemigo de la creciente pobreza y de la degradación social en Occidente. Lo que sucede ahora es producto exclusivo de la única e inimitable “economía de mercado”.

[...]

En ese sistema, el dinero, la forma palpable de manifestación del valor, se retroalimenta a sí mismo. En el proceso de valorización del capital, que hace del dinero más dinero, éste se convierte en un fin en sí mismo de carácter procesual. Pero si la sustancia del valor, y con ello del dinero, es el “trabajo”, también este último se define como fin en sí mismo, esto es, como puro gasto de energía humana que se retroalimenta a sí mismo. Solo la retroalimentación sistémica convierte al “trabajo” en “trabajo” y al dinero en dinero, invirtiendo el carácter de medio del “trabajo” en el “proceso metabólico con la naturaleza”, así como el carácter de medio del dinero en el proceso metabólico de la sociedad, convirtiéndolos en un fin en sí mismo. Un fin que siempre se antepone a los sujetos de la acción. Esta paradójica autonomización irracional de los medios o del médium es lo que Marx denomina el “sujeto automático” de la modernidad.

Lejos de ser ellos mismos los sujetos de todo este montaje, los propietarios y gerentes del capital se revelan, más allá de sus objetivos personales, como meros funcionarios de ese “sujeto automático”; además, en relación con el gigantesco despliegue, las gratificaciones para los llamados dominadores parecen directamente irrisorias y quedan muy por detrás del consumo de lujo de todas las élites pre-modernas, incluso se han vuelto más estúpidas y mezquinas con el desarrollo capitalista más avanzado. Mejor que el concepto de "explotación" (concebido de forma subjetiva y restrictiva), lo que se correspondería con esta interpretación de las condiciones de vida y de producción capitalista sería el concepto de “malgasto” de la capacidad de trabajo. No se priva a los asalariados su propio producto social, sino que la producción de riqueza social se subordina a las restricciones sistémicas de un fin en sí mismo de carácter monstruoso.

[...]

Sin embargo, dado que el dinero, en cuanto capital monetario, representa en la “valorización del valor” el factor general y autorreferencial (y en cuanto tal también el punto de partida), la actividad concreta de la relación productiva de los hombres con la naturaleza tiene lugar desde el principio solo con vistas a (y para el fin en sí mismo de) la abstracción que se ha materializado literalmente en el valor y el dinero. La inversión entre el fin y los medios se corresponde, por tanto, con una inversión entre lo concreto y lo abstracto; lo concreto ya solo es expresión de lo abstracto en vez de al revés. El llamado “trabajo concreto” y el correspondiente espectro de “valores de uso” no son el lado “bueno” del sistema, es decir, el lado orientado a las necesidades, sino solo la forma concreta de manifestación de una abstracción real. Porque la actividad productiva concreta aparece socialmente solo como "soporte" de esa abstracción. No existe por sí misma, sino que está sometida al dictado de la “valorización del valor”. De ahí que el “trabajo concreto” produzca también resultados irracionales y destructivos por el lado del valor de uso; y ciertamente contra la mejor intención de los implicados, que a pesar de todo permanecen encadenados a la coacción estructural del sistema.

Adam Niklewicz                                                                               

4 comentarios:

  1. Lo peor que le podía suceder al capitalismo, quedarse sin el enemigo comunista, ahora tiene que buscarse otros.

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    1. Sin embargo, el objetivo del "enemigo comunista" sigue siendo el mismo.

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  2. Las ilustraciones elegidas lo dicen todo.

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