25 septiembre, 2019

Tiempo de elecciones. Encuentro entre pastores, perros y manada en los predios del amo - José Iglesias Fernández


Chumy Chúmez

El capitalismo es barbarie y, como tal, muestra sus diversas políticas de crueldad exigidas por la lógica de acumulación que su transmutación le impone en cada etapa: reproducirse en base al expolio de la naturaleza y la explotación del ser humano. Amparado siempre por su férreo control del Estado, son muy conocidos los ropajes político-económicos con los que se ha revestido a lo largo de los tiempos: conservadurismo, liberalismo, colonialismo, imperialismo, fascismo/nazismo, neoliberalismo y, ya muy pronto, la generalización por todo el planeta del capitalismo distópico. [1] Ya con el Estado moderno implantado, el capitalismo siempre se vale del amparo de los poderes considerados tradicionales para defender sus privilegios, especialmente los que se derivan del control y gestión de la propiedad privada. De aquí que moldea e influye [2] en el legislativo, el ejecutivo y el judicial; a la vez que las instituciones tradicionales integradas en el aparato administrativo, como la policía, los jueces, las cárceles, el ejército; [3] o mecanismos ideológicos, cómo la religión, el patriarcado, el racismo, el nacionalismo y el patriotismo, [4] etc. Y, según el grado que alcance las diferentes formas de opresión sobre los diversos grupos oprimidos, el nivel de gravedad en la confrontación entre las clases opresoras y la clases oprimidas, [5] las instituciones estatales podrán funcionar en régimen de democracia o dictadura, militar o civil, según convenga al momento y la geografía.

En este marco de control de poderes y defensa de intereses de la clase dominante, se realizan elecciones frecuentemente en los países bautizados con el mantra de democráticos, en los que siempre el electorado tiene que enfrentarse a elegir entre dos únicas opciones: decidir qué partido ocupará la gestión del leal gobierno del sistema y el partido que representará el papel de ejercer de leal oposición al leal gobierno del sistema. El capitalismo como tal jamás es cuestionado; en el caso que sea necesario, lo que denuncia la oposición son las políticas del gobierno de turno, que, dado el nivel de corrupción que está apareciendo en países como el estado español, la respuesta siempre es debido, no a la naturaleza sistémica del capitalismo, sino a la aparición de ovejas negras o ranas malcriadas, amparadas por sus cargos dentro de las instituciones administrativas, incluso partidos y sindicatos. Desde la segunda guerra mundial, esta alternancia de lealtades, unas veces en el gobierno y otras en la oposición, fue ejercida en los principales países europeos por lo que en su día Karl Marx clasificó de socialismo reaccionario y socialismo conservador o burgués, más popularmente conocidos como socialdemócratas. [6] Los poderes del sistema capitalista aceptaron de buen grado la entrada de estas corrientes en el sistema del amo, por dos objetivos: 1) para bien y para mal, representan a la izquierda dentro de la casa del amo; se encargan de domesticar a la izquierda anticapitalista; y 2) dan legitimidad a la democracia burguesa; cuando los conservadores hacen de gobierno los socialistas hacen de oposición, pero ambas corrientes políticas (partidos) mantienen a las ovejas dentro del redil (votantes); cuando los socialistas entran al gobierno, los conservadores intercambien los papeles. [7] Y es que reunión de pastores, entre los del gobierno y los de la oposición, ovejas muertas.[8]

Con el paso del tiempo, la costumbre de vivir en los rediles y rumiar en los pastos del amo, ha llevado a esa izquierda reaccionaria/conservadora a interpretar y a adaptarse a cualquier papel dentro de las instituciones del establisment que el amo crea conveniente y oportuno instaurar en cada momento: funcionaria, burócrata, académica, represora, integradora, domadora, compasiva y limosnera, sedante y legitimadora, patriótica, monárquica, demócrata, europea, etc. Este maridaje tóxico de los representantes del movimiento obrero (partidos, sindicatos, mutuas, cooperativas, académicos) con el sistema, y de pasarse la vida aprendiendo y respirando los valores del amo, ha ayudado a que la cultura de clase, el antagonismo de clase que representaba se diluyese, se volviese líquido. Ya algún autor se adelantaba a esta conclusión y advertía sobre la idea de que había que despedirse de la clase obrera e ir pensando en la no-clase. [9] Así mismo, otro autor decía recientemente que las luchas sociales tendrían que pensarse entre las personas precarias, la clase social emergente, y los rentistas, como si la producción mundial no estuviese realizada bajo la explotación de miles de millones de obreros y apropiada por un pequeño número de capitalistas. [10]

En la fase actual del capitalismo, neoliberalismo en transmutación hacia lo distópico, hay quien argumenta que las poblaciones explotadas/alienadas no tienen apenas capacidad de generar conflicto al capitalismo, debido a que el sistema las ha convertido en sujetos de rendimiento para consumir y en sujetos de consumo para rendir. [11] Otro análisis establece que, “el arte de esclavizar se ha ido refinando a lo largo de la historia, alcanzado su punto cumbre con el establecimiento de las clases sociales. Bajo apariencia de libertad se ha instaurado un nuevo modelo de esclavitud que ha reorganizado los sentimientos de resignación y rebeldía, generando legiones de zombis emocionales”. [12] Cierto que hemos de constatar que la izquierda establishment/burócrata ha representado el papel de leal oposición desde el final de la segunda guerra mundial, cerca de 75 años, en la mayoría de países democráticos occidentales; pero también es la responsable de que, en las contadas veces que estuvo en el poder, ejerció el gobierno para legislar en contra de las clases oprimidas, incluidas ahora los millones de personas reducidas a unas relaciones sociales con el capital en situación de pobreza y que rebautizamos como precarias: los pobres de antes trabajaban en situación de precario, sin derechos, y los precarios de hoy trabajan en situación de pobreza, sin derechos. Por tanto, hay que recordar a estos autores que la agenda progresista que tuvo la socialdemocracia contenía programas sociales dentro del sistema, para un capitalismo ético, pero no en contra del sistema.[13] Por tanto, a los gestores del capitalismo, y más a los propios capitalistas, les viene bien esto tipo de análisis, en los que constatan la muerte de la clase obrera, la defunción de las clases trabajadoras, pues ahuyentan toda tentación por parte de los oprimidos de asumir su propio proyecto de clase y cambiar el sistema. Recordemos una vez más lo que dijo hace poco uno de los grandes magnates del capitalismo: las clases existen y los ricos estamos ganando la batalla.[14] Lo que nos oculta este maligno personaje es que la clase capitalista juega el torneo siempre en casa, las reglas del encuentro las legisla su clase y los árbitros los nombran ellos; si en algún lugar pierden, llaman a la policía y a los militares para que cambien el resultado. Es decir, los miembros del leal gobierno y de la leal oposición (eso que se llama alternancia democrática) salen de las caballerizas y porquerizas que controlan ellos.

Lo dicho es funesto para las clases oprimidas. Cómo ejemplo y aplicación de ambos objetivos, todavía leemos a un conocido académico que envía el siguiente mensaje culpándonos a los antisistema de la degradación de los niveles de vida en el capitalismo: “a no ser que estos u otros partidos […] contestatarios anti establishment, y que han cambiado sus alianzas electorales como consecuencia de su desencanto con los partidos de izquierdas o centroizquierda tradicionales, […] el futuro será muy difícil, abocándonos a una situación que debería ser considerada inaceptable por la gran mayoría de la población de estos países”. [15] Es decir, a juicio de este académico, los responsables de la avaricia imparable del capitalismo son los antisistema (partidos o votantes), y no la exigencia sistémica de las leyes de explotación capitalistas. Es obvio que este profesor está por la socialdemocracia, corriente tan reaccionaria/conservadora como el neoliberalismo, y pretende convencernos, con sus argumentos, que no es un problema del capitalismo, sino de saber distinguir entre los buenos y los malos pastores, entre los que nos conducirán a los buenos pastos que existen dentro del redil del amo, o a la hecatombe.

Juega un papel destacado en la reproducción de las poblaciones segmentadas, domesticadas, alienadas, zombis, precarias, la industria de los medios de comunicación: genera beneficios inmensos y poder para reproducir en las poblaciones esa condición de oveja/zombi/precaria en fase de rendimiento. Los periodistas, así mismo sujetos de rendimiento y alienados por la dictadura del capitalismo que llevamos dentro, ya no cuestionan al capitalismo; segmentados, zombis, precarios, también se han convertido en esbirros del mismo; sólo se alarman si consideran que la democracia capitalista está en peligro. Carentes de la capacidad de autocrítica, las elecciones de mayo del 2017 a la presidencia de Francia confirman la condición ovina/bobina/caprina de estos "profesionales"; de hecho, por sus opiniones, parece que ya se comportan como robots, repitiendo la voz del amo que llevan dentro incorporada. [16] Dos ejemplos justo antes de las elecciones:

1. “Macron defiende una Francia abierta al mundo y a la inmigración, Le Pen proteccionismo comercial y cierre de fronteras. Dos posturas irreconciliables, reflejo de una profunda fractura del país, y que chocan como trenes cuando el asunto a tratar es Europa. Él firme europeísta, ella partidaria de abandonar el euro”.[17] Esta periodista, ¿no está condicionando el voto? Este medio, por seleccionar esta opinión, ¿no está defendiendo una opción de sociedad?
2. “¿Cómo alguien puede definirse de izquierdas y propugnar a la vez una abstención [18] en las elecciones francesas cuando se trata de una lucha antifascista?”. Entiendo que una persona que expresa esta opinión tan conservadora nos lance inmediatamente ya la respuesta: “situados en la encrucijada y por más que el «pragmatismo» laboral que defiende el líder de ¡En Marcha! sea muy preocupante, la alternativa (y este domingo no hay otra) es el fascismo”. [19] Y apela, para convencernos de que es más conveniente votar a un liberal, defensor del capitalismo financiero, que a una neofascista, defensora del capitalismo populista, a la opinión de la izquierda establisment expresada por Yanis Varoufakis: “soy antiglobalización y antineoliberal, pero por encima de todo, antifascista”. Lo dice una persona a sabiendas de que, desde dentro de las instituciones del amo, poco o nada se puede hacer; él mismo ha admitido que “los políticos electos tienen poco poder; Wall Street y una red de fondos de riesgo, multimillonarios y dueños de medios de comunicación tienen el poder real, y el arte de la política es reconocer esto como un hecho de la vida y lograr lo que pueda, sin entorpecer el sistema”.[20]

Menos mal que todavía queda alguna periodista que no tiene esa visión tan corporativista y admite que “es difícil tener y defender ideas propias cuando te la juegas”; [21] consciente de que el amo te despide por tenerlas y expresarlas: leemos el caso reciente de una famosa presentadora que, después de 30 años de actividad con la misma entidad radiofónica, la empresa la pone en la calle. [22] Por eso, lo que ya me cuesta aceptar, es que dada su condición de periodistas, cometan la estupidez y hagan el papelón de ignorar la existencia del capitalismo y sus reglas; estos asalariados de la noticia, en esta manera de informar, no les veo que tengan diferencias ideológicas con la de los candidatos a la presidencia francesa que señala Todd; este mismo autor añade que lo preocupante en este momento es comprobar cómo se está radicalizando el sistema, no las poblaciones, no los partidos, y menos los periodistas. [23] Así mismo de explícito y contundente, Gregorio Morán nos preguntaba y aportaba su opinión: “¿Qué es más peligroso para tu futuro como ciudadano, que te gobierne un banquero o una neofascista? La lucha de clases en su estado más diáfano. Lo mismo pero con diferentes métodos. Yo no votaría nunca a una neofascista, pero tampoco a un banquero, porque las diferencias entre uno y otro exigen la precisión de un cirujano analítico […] En España ese problema es inexistente. Ni hay intelectuales que soporten una polémica que comprometa sus emolumentos, y además el neofascismo se disolvió tras cuarenta años de dictadura; se fue reintegrando en la banca y las instituciones, y aquí no pasó nada. Como me decía un banquero, “yo no me meto en política, yo la hago”. [24]

Ahora bien, para la ciudadanía, la cuestión no debiera de quedar en saber a quién vota, sino en el por qué ha de votar. Así mismo, en mi caso, que me niego a pertenecer a ninguna especie de rebaño, ni tampoco seguir al pastor, ¿por qué tengo que adaptar mi compromiso político, o mi condición de persona, a las reglas decretadas por el sistema propietario/capitalista? Después de todo, la democracia representativa que nos gobierna, y la industria de los medios de comunicación que funcionan con estos códigos, [25] no es más que un montón de decretos y reglamentos legislados para que los amos mantengan la propiedad privada de los campos donde las poblaciones estamos obligadas, unas a pacer, y otras a pasar miseria viendo cómo estas pastan, pero todas domesticadas por los divulgadores de la ideología del capitalismo. De hecho, las corrientes de izquierda antisistema/anticapitalistas tomamos la decisión de que no hay que entrar en la casa del amo ni seguir su juego. Comportamientos y experiencias como las que se describen en acerca de dónde y cómo las gastan los llamados amos y sus instituciones capitalistas necesitan ser reconsideradas y debatidas. Así mismo, y porque siempre están apareciendo nuevas generaciones, no nos cansaremos de recordar y explicar el consejo que la experiencia le dictaba a Audre Lorde. Decía: “hay que abastecerse de unos valores e instrumentos que no podrán ser los del amo. [Porque los valores y] las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo. Quizá nos permitan obtener una victoria pasajera siguiendo las reglas del juego, pero nunca nos valdrán para efectuar un auténtico cambio”. [26] Ha pasado más de un centenar de años que la izquierda mainstream está instalada en la casa del amo, pero sigue sorda y ciega ante la realidad que contiene esta lección. Es la izquierda que asumió el rol político (y policial) de mantener la ficción de que existe una alternativa de cambio dentro de la casa del amo.


Por tanto, siempre estamos en el momento de replantear la lucha contra la opresión capitalista en sus diferentes expresiones. Por una parte, y según postula la autora Himani Bannerji, “los movimientos antirrepresivos podrán avanzar únicamente en la medida en que persigan objetivos comunes de justicia de clase-género-raza, y superen la lógica de la coalición por objetivos puntuales, que en muchos casos acaban diluyéndose en coaliciones efímeras por definición. La lucha anticapitalista debe ser una lucha feminista, antirracista y antiimperialista, y viceversa. Estas formas de poder deben abordarse frontalmente, todas ellas al mismo tiempo, de manera que una reivindicación feminista sea al mismo tiempo una reivindicación anticapitalista, que una reivindicación anticapitalista sea siempre una reivindicación antirracista y así consecutivamente” [27]; también es una buena ocasión para recordar e incluir la lucha contra otras formas de opresión, como es la religiosa, la militarista y la xenófoba, frecuentemente olvidadas cuando se analizan parcialmente estas tiranías. Por otra parte, la aglutinación de todas las propuestas de lucha contra la barbarie, contra todas las formas de opresión dentro del sistema capitalista, ha de tener como punto de arranque el que se inicie y mantenga desde fuera de la casa del amo (anti institucional), sin pastores ni perros que la vigilen y la repriman (anti representativa, horizontal y desde abajo), ni condicionada por las normas y decretos allí preestablecidos (anti burócrata); comprobamos como unos y otras intoxican, desorientan, desvían, dispersan, diluyen, individualizan, fragmentan, amaestran, domestican, etc., de forma que la lucha anticapitalista vuelve de nuevo a pacer en los pastos, y descansar en los rediles, del amo. Combinando ambos aspectos, quizá sea el momento de recordar que el compromiso anticapitalista es siempre una lucha conjunta contra la opresión de clase, de género, de raza, religiosa, xenófoba y militarista, a la vez que el de proponer modelos de sociedades comunales, [28] donde las instituciones y los valores del amo no intervengan en el proceso de cambio.

Notas
1 José Iglesias Fernández.  
2 Léase los lobbies, las puertas giratorias, las fundaciones, las donaciones, etc.
3 Recordemos el papel nefasto que juegan las “cloacas del estado”.
4 Ferrán Monegal dice que “la patria es la pasta; y el paraíso el lugar donde la esconden”. El Periódico de Cataluña, 14 mayo del 2017.
5 Estos periodistas hablan, no de conflicto de clase, sino de “ola de descontento general”.
6 Karl Marx. El manifiesto comunista. Fontana, 1998.
7 Uno de los muchos pastos y rediles que tiene el amo capitalista en el planeta es el Salón del Automóvil de Barcelona (Automobile Barcelona). La foto muestra el momento en que los muy honorables pastores de supuestas diferentes ideologías y gobiernos (central, autonómico de Cataluña, ayuntamiento de Barcelona, empresarios) se encuentran y saludan amigablemente. 12 mayo del 2017.
8 Hombre refranero. 
9 André Gorz. Adiós al proletariado. Más allá del socialismo. El Viejo Topo, 1981.
10 Guy Standing. ¿Quién servirá de voz al precariado que está surgiendo? Sin permiso, 5 junio del 2011. 
11 Byung-chul Han. Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder, 2014.
12 Agustín Franco. “La maldición de Ícaro: clases sociales y zombis emocionales”. Público, 12 mayo del 2007.
13 Hay que hacer una excepción en los países nórdicos que, durante los diez años "dorados" del capitalismo, el sistema cedió a implementar un estado de bienestar aceptable. Con la llegada del neoliberalismo, y sus crisis recurrentes, las nefastas reformas laborales, y los recortes sociales, son aplicadas por gobiernos socialdemócratas: léase Grecia, España, Portugal, Italia, Irlanda, etc.
14 Warren Buffet. “La lucha de clases sigue existiendo, pero la mía va ganando”.
15 Vicenç Navarro. El futuro será peor que el pasado a no ser que las políticas gubernamentales cambien. 
http://www.vnavarro.org/?p=14088
16 Ver comentario de Ferrán Monegal. “Un androide presentará las noticias”. El Periódico de Cataluña, 7 mayo del 2017.
17 Marta López. “Francia libra el nuevo combate mundial contra el populismo”. El Periódico de Cataluña, 7 mayo del 2017.
18 A mí me hubieran mandado a galeras por escribir “Manifiesto en defensa del voto por la abstención”. El Viejo Topo, nº 193, mayo del 2004. 
Ver también 
http://www.rentabasica.net/otras_obras/manifiesto_abstencion/manifiesto_...
19 Neus Tomàs. “Vestrynge y el fascismo”. El Periódico de Cataluña, 6 mayo del 2017.
20 Michael Roberts. “Las memorias de un marxista errático”. Sin permiso, 12 mayo del 2017.
21 Llucia Ramis. La Vanguardia, 14 mayo del 2017.
22 Gemma Nierga recibe miles de tuits de solidaridad de sus compañeros, pero ni ella ni nadie nos dice las causas por las que los propietarios tomaron esta decisión. Como decimos, son asalariados y tienen miedo a las represalias de los amos. Cómo nos pasó a los demás.
23 Emmanuel Todd. “Lo que más me preocupa en Francia es la radicalización de los poderosos”. Sin permiso, 12 mayo del 2017.
24 Gregorio Morán. “Fábula de banquero y neofascista”. La Vanguardia, 6 mayo del 2017. 
http://www.lavanguardia.com/opinion/20170506/422318301414/fabula-de-banq...
25 La industria de la "educación" (guarderías, escuelas, institutos, universidades, etc.) cumple y repite las mismas funciones alienantes que la de la industria "informativa".
26 Mercedes Jabardo (ed.). Feminismos negros. Una antología, p. 33. Traficantes de sueños, 2012.
27 Jonathan Martineau. Intersección, articulación: el álgebra feminista. 
28 José Iglesias Fernández. La sociedad comunal como una alternativa al capitalismo, 2014. 
http://www.rentabasica.net/comunalismo/La_sociedad_comunal_como_alternat... y Común. Más allá de la propiedad, el poder y el capitalismo, 2016. 


5 comentarios:

  1. QUIZÁS LA DIFERENCIA ENTRE UN BANQUERO Y UN NEOFASCISTA, resida en que los banqueros llevan camisa y corbata impecables y los neofascistas normalmente no.

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  2. "Las herramientas del amo no desmontan la casa del amo". Cuando la casa del amo lo abarca todo habrá que usar herramientas que están en la casa del amo. Siempre el criado podrá darle un estacazo usando su propio garrote.
    ¿No usamos internet, que pertenece al amo? ¿No usamos continuamente el dinero con la efigie del amo? ¿Podemos prescindir de él?
    ¿No votar, votar en blanco o nulo, a quién le beneficia? Otra cosa es en qué ocasiones votamos o no votamos, o a quién votamos.
    ¿Significa esto que las herramientas decisivas sean las del amo? De ninguna manera. Ni siquiera son las más importantes. El voto sirve de poco, pero en este sistema puede ser la única forma de tener voz organizada, financiada por los resquicios del sistema, y hacer pedagogía, que es lo más inmediato, con algo de voz audible.

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    1. Pues tienes razón, Juan José. Pienso e interpreto yo que, al referirse a tales herramientas el autor se refiere a los fines, más que al medio en sí. Pero tu apunte es acertado y pertinente.

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