30 mayo, 2020

TEMOR y ANTICUENTO — 2 poemas de Juan Leyva






T E M O R

Querría escribir sobre el maltrato a la mujer pero no me siento capaz, al fin y al cabo soy un hombre, un hombre cobarde que también teme a otros hombres.

Temo a los hombres cuyo sentido en la vida es comer, follar y que gane su equipo.

Temo a los jóvenes que espían los mensajes de sus parejas, que discuten en un coche golpeando el volante.

Temo a algunos hombres que salen de los bancos, de las iglesias y de los gimnasios.

Temo a los hombres que discriminan por razón del sexo, raza o cuenta bancaria.

Temo a los hombres que no leen, o que sólo leen el Marca o el Expansión.

Temo a los hombres educados para competir, para dominar y que se blindan para no mezclarse con el color y el olor de otros hombres.

Temo a los hombres que levantan la mano, que levantan el brazo, que dicen levantar España.

Temo a los hombres que no saben hablar sin insultar, que no saben acariciar sin penetrar, que no se cuestionan a sí mismos.

Temo a los hombres violentos de palabra, obra y comisión.

Temo a los evidentes, a los muy consecuentes y a los fríos gestores.

Temo a los hombres que gritan para imponer su razón y que guardan silencio cuando hay que gritar.

Temo a los hombres que ríen mientras fuman puros a las cinco de la tarde en un palco o a las diez de la mañana en un consejo de administración.

Temo a los hombres que no huelen flores, que no saben cuidar una planta.

Temo a los hombres que dicen querer ponerte mirando a Cuenca, a La Meca o cara al sol.

Temo a los que utilizan la palabra moro, negro o maricón.

Temo que mis palabras no las entiendan los hombres a las que van dirigidas.

Temo al próximo titular donde se asesina a una mujer y no poderla salvar.




A N T I C U E N T O

Un noche llegó un padre y le contó el cuento a su hijo:

"Hubo una vez tres cerditos con la peste porcina, que violaron al lobo en peligro de extinción en su propia cueva.

Hubo una vez un niño que se llamaba Peter, que no pudo comer pan en el país de Nunca Jamás.

Había una vez una niña que en su caperuza roja, le llevaba a su madre comida robada.

Hubo una vez una limpiadora con el cabello Ceniciento que a las doce de la noche cogía el autobús de color calabaza que va al extrarradio.

Hubo un bosque de hadas que hacían la calle donde concedían los deseos más sucios a dignos padres de familia.

Bambi tuvo un hijo que le salió carnívoro.

El patito feo ligaba con los cisnes por simpático.

La ratita presumida se puso botox y la contrataron en Tele 5

Hubo una vez un pulgar que se llamó Pulgarcito, porque lo cortó una máquina que no pasó la revisión.

Pinocho era de aglomerado, trabajó en Ikea, y fue despedido al combarse, por coger humedad en los huesos."

Érase una vez un niño al que le contaron los cuentos al revés, para que llegara a mayor totalmente confundido.


3 comentarios:

  1. Ya hay otra mujer muerta por su pareja. En Esplugues de LLobregat, mismo día de esta entrada. Los textos están muy bien pero más que temer, yo a quien no entiendo es a los hombres que no dicen nada en ciertas situaciones, que no paran los pies a otros hombres, a los que no acompañan a las mujeres al menos de su familia ni a una manifestación, como si toda esta basura no fuera con ellos, que fuese producida por fuerzas extraterrestres desconocidas. Ni lo entiendo ni lo entenderé.

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    1. Hoy día, no hay problema social del cual una persona concienciada pueda decir "eso no va conmigo". Ese el problema, la consciencia.

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  2. Los monstruos de nuestro tiempo se transforman en pesadillas que nos acosan noche y día.
    Salud!

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