WSWS.org – 22/01/2021
Traducción del inglés: Arrezafe
Discurso inaugural de Biden: banalidad y abstracciones vacías para ocultar la realidad
El discurso inaugural del presidente Joseph Biden ayer destacó sobre todo por su banalidad. En medio de una crisis política, social y económica sin precedentes de todo el orden capitalista, Biden hizo comentarios llenos de clichés, non sequiturs incoherentes y las más vacías abstracciones.
Por supuesto, uno no esperaría que Biden pronunciara un discurso socialista. Es un político capitalista que asume el cargo de “comandante en jefe” del país imperialista más poderoso. Sin embargo, en la tradición de la política estadounidense, el discurso inaugural del presidente entrante solía ser una ocasión para, de algún modo, hablar sobre la situación política y la política de la administración entrante.
Durante el último medio siglo, el contenido del ritual se ha ido vaciando cada vez más. Biden llevó ayer esta tendencia a un nuevo nivel, o más bien, a nuevas profundidades.
Consideremos algunos pasajes, en orden secuencial:
Hoy celebramos el triunfo, no de un candidato, sino de una causa, la causa de la democracia. La gente, la voluntad de la gente, ha sido escuchada y la voluntad de la gente ha sido atendida. Hemos aprendido de nuevo que la democracia es preciosa. La democracia es frágil. Y a esta hora, amigos míos: ¡la democracia ha prevalecido! Así que ahora, en este terreno sagrado, donde hace apenas unos días la violencia buscaba sacudir los mismos cimientos del Capitolio, nos reunimos como una nación, bajo Dios, indivisible, para llevar a cabo la transferencia pacífica del poder como lo hemos hecho durante más de dos siglos.
Aquí, Biden reconoció, de la manera más indirecta posible, que todo el sistema político de Estados Unidos estuvo a punto de ser derrocado hace dos semanas. Trump, a quien Biden no nombró ni una vez en todo el discurso, había estado involucrado en una campaña sistemática para repudiar los resultados de las elecciones y derrocar la Constitución. Esto culminó con el asalto al edificio del Capitolio de Estados Unidos por una turba de fascistas, incitada por el presidente, con el objetivo de bloquear la certificación de la victoria de Biden en el Colegio Electoral.
¿Quién fue el responsable de esta insurrección, cuáles fueron sus objetivos y qué lecciones se deben extraer? Biden no planteó, y mucho menos respondió, estas preguntas.
Biden transformó el intento de golpe en una operación abstracta de "violencia" incorpórea. Según Biden, fue la "violencia" la que irrumpió en el Capitolio. Pero la "violencia" no asaltó el Capitolio, la gente lo hizo, y tuvo el respaldo político y el apoyo de otras personas.
De hecho, muchos de los que "se unieron" a la ceremonia de inauguración misma, incluido el senador Mitch McConnell, que fue líder de la mayoría en el Senado bajo Trump, y otros altos líderes del Partido Republicano proporcionaron la justificación política para el intento de golpe al promover la mentira de que el resultado de las elecciones estaba en entredicho e incluso manipulado. Estos individuos, los “colegas republicanos” de Biden, fueron incluidos entre sus invitados de honor.
Pocas personas en la historia de nuestra nación han tenido más desafíos o se han encontrado ante un momento más desafiante o difícil que el momento en el que nos encontramos ahora. Virus secular que acecha silenciosamente al país y que se ha cobrado tantas vidas en un año como Estados Unidos perdió en toda la Segunda Guerra Mundial. Se han perdido millones de puestos de trabajo, se han cerrado cientos de miles de empresas ...
De manera similar, Biden presenta la pandemia completamente en términos de un virus que está acechando "silenciosamente" al país. Sin embargo, ¿cómo es que Estados Unidos ha sido tan catastróficamente incapaz de detener su propagación y salvar vidas? ¿Cuáles son las políticas que impidieron la contención de la enfermedad y quién es el responsable de implementarlas? En lugar de intentar abordar estas preguntas, Biden no ofreció más que lo que parecía ser un momento de silencio apresuradamente improvisado.
Biden ni siquiera sugirió que la administración anterior, y mucho menos fuerzas sociales más amplias, tuvieran alguna responsabilidad por el desastre. No advirtió que la principal demanda de los fascistas movilizados para revertir las elecciones fue el rechazo a cualquier restricción a la propagación de la enfermedad. No llamó la atención sobre el hecho de que estas mismas fuerzas, financiadas y alentadas por facciones de la oligarquía financiera, buscaban secuestrar y ejecutar a los gobernadores demócratas de Michigan y otros estados por imponer limitaciones y medidas de bloqueo.
Para superar estos desafíos, restaurar el alma y asegurar el futuro de Estados Unidos, se requiere mucho más que palabras. Requiere la más esquiva de todas las cosas en una democracia: la unidad. Unidad. En otro mes de enero, el día de Año Nuevo de 1863, Abraham Lincoln firmó la Proclamación de Emancipación. Cuando puso la pluma sobre el papel, el presidente dijo, y cito: "Si mi nombre alguna vez pasa a la historia, será por este acto, y toda mi alma está en él".
Ahora llegamos a la abstracción central totalmente vacía del discurso de Biden, "unidad". ¿Quién se une? ¿Y sobre qué base y qué política? “Para superar estos desafíos”, incluida la pandemia, lógicamente se requeriría implementar una política diferente a la que se implementó durante el año pasado. Esto requeriría no “unidad”, sino conflicto. Los responsables de implementar la política tendrían que ser afrontados y derrotados.
En cuanto a la referencia a Lincoln, no tiene sentido. Lincoln firmó la Proclamación de Emancipación como parte de una lucha monumental para vencer el poder de la esclavocracia sureña a través de la fuerza de las armas. La abolición de la esclavitud no se logró mediante la unidad, sino mediante una sangrienta guerra civil.
Hoy, en este día de enero, toda mi alma está en esto: unir a Estados Unidos, unir a nuestro pueblo, unir a nuestra nación. Y pido a todos los estadounidenses que se unan a mí en esta causa. Unirnos para luchar contra los enemigos que enfrentamos: ira, resentimiento y odio, extremismo, anarquía, violencia, enfermedad, desempleo y desesperanza.
Como en el caso de la “violencia” que asalta el Capitolio, Biden aquí reduce todos los problemas a conceptos desprovistos de contenido social. Todo está mezclado: "odio", que es una emoción subjetiva, con "desempleo", una condición socioeconómica, y "enfermedad", un fenómeno biológico específico. Ninguno de estos "enemigos" está relacionado con ningún individuo o entidad e interés socioeconómico. ¿De dónde viene el “extremismo”? ¿Por qué la gente está furiosa? ¿Quién y qué es responsable del desempleo?
Supuestamente, todo acontece en el reino del espíritu, movimiento de fuerzas incorpóreas. Dado que nadie es responsable, dado que los “enemigos” no tienen contenido social, es posible que todos se unan en una lucha contra ellos. Dado que los problemas son abstractos y sin contenido, la solución no requiere ningún cambio de política. Todo lo que se requiere es "unidad".
La historia, la fe y la razón muestran el camino, el camino de la unidad. Podemos vernos, no como adversarios, sino como vecinos. Podemos tratarnos unos a otros con dignidad y respeto. Podemos unir fuerzas, detener los gritos y bajar la temperatura.
En su impulso por encontrar el "camino de la unidad", Biden incluso logra formar una unión a partir de dos enfoques contradictorios del mundo, la fe y la razón. El primero se basa en la aceptación incuestionable del dogma y el segundo en la investigación científica. Sin embargo, con su ayuda, junto con la “historia”, todos podrán vivir en paz y armonía, los multimillonarios y los pobres, los especuladores de Wall Street y los desempleados.
Actualmente hay una huelga en marcha en la ciudad de Nueva York, que enfrenta a 1.400 trabajadores del almacén de Hunts Point contra una empresa que ha rechazado su demanda de un aumento salarial de $ 1 por hora, ya que continúan trabajando en medio de la pandemia. ¿Cómo influye este factor en el "camino de la unidad" de Biden?
Lo que surge de este y otros pasajes del discurso es que los comentarios de Biden no están dirigidos al pueblo estadounidense. Habla para quienes lo acompañaron en la ceremonia, en particular, el Partido Republicano y sus líderes. El veterano de cincuenta años en el Senado vive en este universo. La “unidad” que él quiere es una unidad del Estado, de los representantes de la clase dominante que enfrenta una serie de problemas catastróficos, sobre todo, el crecimiento de la ira social y la oposición desde abajo.
Finalmente, Biden concluye su discurso:
Mis conciudadanos, cierro el día donde comencé, con un juramento sagrado ante Dios y todos vosotros. Os doy mi palabra, siempre estaré a vuestra altura. Defenderé la Constitución. Defenderé nuestra democracia. Defenderé América. Y lo daré todo, todo por vosotros, todo lo que hago a vuestro servicio, pensando no en el poder sino en las posibilidades, no en las injurias personales, sino en el bien público. Y juntos, escribiremos una historia estadounidense de esperanza, no de miedo. De unidad, no de división. De luz, no de oscuridad. Una historia de decencia y dignidad, amor y sanación, grandeza y bondad.
La conclusión del discurso reúne en un gran final todas las abstracciones vacías de Biden, que se ponen en conflicto en una lucha religiosa maniquea. Mediante la “esperanza”, la “luz” y, sobre todo, la “unidad”, se vencerá el mal y triunfarán el bien y el amor.
La pobreza de las declaraciones de Biden no es solo un fracaso intelectual. Sabe muy bien que cualquier indicio de un cambio significativo en la política provocaría una bajada en los mercados. De hecho, los mercados subieron durante su discurso. En la mente del establishment político y los medios de comunicación, este es el factor principal para concluir que el discurso fue un gran éxito. Todos fueron algo más ricos al final del discurso que al principio.
Además, los representantes políticos de la clase dominante, y en particular del Partido Demócrata, son muy conscientes del hecho de que, cualquier examen serio de la realidad –incluidas las fuerzas políticas y sociales detrás del ascenso del fascismo en Estados Unidos y las políticas bipartidistas que han producido la catastrófica propagación de la pandemia– corre el riesgo de una explosión social y política que amenazaría a todo el orden capitalista.
El llamado de Biden a la "unidad" es, en última instancia, un esfuerzo desesperado por cubrir un abismo social masivo. Este abismo no separa a los demócratas de los republicanos, quienes, cualesquiera que sean sus diferencias, ambos representan la misma oligarquía. Es la división infranqueable entre la élite gobernante capitalista, por un lado, y la clase trabajadora, por el otro. Es el miedo a la erupción abierta de este conflicto lo que lleva a Biden a sus abstracciones.
"Cerrar heridas", con la infección dentro, es el discurso del despiste para bobos que tanto oímos por acá.
ResponderEliminarPues que se anden con cuidado porque la infección puede volver a desbordarlos.
EliminarLo único que hace Biden es la política BAU. La experiencia fascista que tuvo USA con Trump ha sido traumática y casi parte el país. Ahora las élites quieren un poco de tranquilidad, introducir cambios poco a poco, reconstruirse y jugar en su terreno. Por eso Biden va a continuar con todas las dinámicas anteriores, que son las de Obama, los Bush y Clinton. Quieren calmar las cosas, que están muy polarizadas; lo más sabio para no encender ni a unos ni a otros es tener un discurso neutro. Y después seguir con las barbaridades como siempre.
ResponderEliminarSalud!
Cierto, pero conviene recordar que fue la política de Clinton, Bush y Obama la que desembocó en la elección de Trump. Volviendo a esa misma política sólo se consigue propiciar la vuelta del trumpismo o algo similar.
EliminarSalud!