13 enero, 2021

Tiananmen: la masacre que no fue — Brian Becker

 

Tanquista apaleado por la muchedumbre, 4 junio 1989 / Reuters


Liberation

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Traducción del inglés: Arrezafe


Liberation News vuelve a publicar el siguiente artículo, publicado originalmente en 2014, para responder a las mentiras difundidas por el gobierno de Estados Unidos y sus leales medios corporativos sobre China con motivo del aniversario de los acontecimientos que tuvieron lugar en 1989 en la Plaza de Tiananmen. Si bien la mitología en torno a dichos acontecimientos siempre se ha promovido como parte de la hostilidad de la clase dominante estadounidense hacia la revolución china, liderada por el Partido Comunista, la distorsión ahora adquiere un significado renovado, ya que Estados Unidos ha declarado una "competición de grandes potencias", principalmente con China, como el rasgo definitorio de su política militar y exterior. Esperamos que este artículo proporcione a las personas progresistas la información necesaria para resistir la campaña de demonización dirigida a China, que es un precursor necesario de una confrontación mortal.


Hace veinticinco años, todos los medios de comunicación estadounidenses, junto con el entonces presidente Bush y el Congreso de los Estados Unidos, provocaban una frenética histeria a gran escala y un ataque contra el gobierno chino por lo que se describió como la masacre a sangre fría de muchos miles de estudiantes pacíficos "prodemocracia" que habían ocupado la plaza de Tiananmen durante siete semanas.


La histeria generada por la supuesta "masacre" de la Plaza Tiananmen se basó en una narrativa ficticia sobre lo que realmente sucedió cuando el gobierno chino finalmente despejó la plaza de manifestantes el 4 de junio de 1989.


La demonización de China fue muy eficaz. Casi todos los sectores de la sociedad estadounidense, incluida la mayoría de la "izquierda", aceptaron la versión imperialista de lo sucedido.


En aquel momento, el relato oficial del gobierno chino sobre los hechos fue inmediatamente descartado como propaganda falsa. China informó que unas 300 personas habían muerto en los enfrentamientos del 4 de junio y que muchos de los muertos eran soldados del Ejército de Liberación Popular. China insistió en que no hubo masacre de estudiantes en la Plaza de Tiananmen y, de hecho, los soldados despejaron la plaza de Tiananmen de manifestantes sin disparar un sólo tiro[1].


El gobierno chino también notificó que, los soldados desarmados que habían ingresado a la plaza de Tiananmen en los dos días anteriores al 4 de junio, fueron incendiados, linchados y sus cadáveres colgados de los autobuses. Otros soldados, no pudiendo evacuar sus vehículos, perecieron incinerados dentro de los mismos y otros muchos brutalmente apaleados por violentos ataques de las turbas.


Estos relatos eran fidedignos y estaban bien documentados. No sería difícil imaginar cuán violentamente habrían reaccionado el Pentágono y las agencias de seguridad de Estados Unidos si el movimiento Occupy, por ejemplo, de manera similar hubiera prendido fuego a soldados y policías, tomado sus armas y lincharlos cuando el gobierno intentaba expulsar a los manifestantes de los espacios públicos.


En un artículo del 5 de junio de 1989, el Washington Post describió cómo los combatientes antigubernamentales se habían organizado en formaciones de 100 a 150 personas. Estaban armados con cócteles Molotov y garrotes de hierro, para encontrarse con el EPL [Ejército Popular de Liberación] que todavía estaba desarmado en los días previos al 4 de junio.


Lo que sucedió en China el 4 de junio, lo que se cobró la vida de opositores al gobierno y de soldados, no fue una masacre de estudiantes pacíficos, sino una batalla entre soldados del EPL y destacamentos armados del llamado movimiento prodemocracia.


En una avenida del oeste de Beijing, los manifestantes incendiaron todo un convoy militar de más de 100 camiones y vehículos blindados. Fotografías aéreas de conflagración y columnas de humo han reforzado poderosamente los argumentos del gobierno chino de que las tropas eran víctimas, no verdugos. Otras escenas muestran "cadáveres de soldados y manifestantes despojándolos de sus rifles automáticos", admitió el Washington Post en un artículo favorable a la oposición antigubernamental el 12 de junio de 1989. [2]


El Wall Street Journal, la voz principal del anticomunismo, sirvió como animadora vociferante del movimiento "prodemocracia". Sin embargo, justo después del 4 de junio, reconoció que, "muchos manifestantes radicalizados, algunos pertrechados de armas y vehículos saqueados en enfrentamientos con los militares" se estaban preparando para luchas armadas más amplias. El informe del Wall Street Journal sobre los eventos del 4 de junio muestra una imagen vívida:


"Cuando las columnas de tanques y decenas de miles de soldados se acercaron a Tiananmen, muchas tropas fueron atacadas por turbas enfurecidas... Docenas de soldados fueron sacados de los camiones, golpeados severamente y dados por muertos. En una intersección al oeste de la plaza, el cuerpo de un joven soldado, que había muerto a golpes, fue desnudado y colgado del costado de un autobús. El cadáver de otro soldado estaba colgado en una intersección al este de la plaza". [3]


La masacre que no fue


En los días inmediatamente posteriores al 4 de junio de 1989, los titulares, artículos y editoriales del New York Times daban una cifra de "miles" de activistas pacíficos que habían sido masacrados cuando el ejército envió tanques y soldados a la plaza. El número estimado de muertos que el Times estaba manejando era de 2.600. Esa cifra se utilizó como referencia de los estudiantes activistas que fueron abatidos en Tiananmen. Casi todos los medios de comunicación estadounidenses informaron de la muerte de "muchos miles", y muchos medios de comunicación sostuvieron que se habían masacrado hasta 8.000.


Tim Russert, jefe de la oficina de NBC en Washington, declaró más tarde en Meet the Press que, fueron "decenas de miles" los muertos en la Plaza de Tiananmen. [4]


La versión ficticia de la "masacre" fue posteriormente mínimamente retocada por reporteros occidentales que habían participado en su elaboración y que estaban ansiosos por retocarla para poder aducir que hicieron "correcciones". Pero para entonces ya era demasiado tarde y ellos también lo sabían. Se había formado la conciencia pública. La narrativa falsa se convirtió en la narrativa dominante. Habían liquidado con éxito los hechos para adaptarse a las necesidades políticas del gobierno de Estados Unidos.


"Esa noche, la mayoría de los cientos de periodistas extranjeros, incluyéndome a mí, estaban en otras partes de la ciudad o fueron sacados de la plaza para que no pudieran presenciar el capítulo final de la historia estudiantil. Aquellos que intentaron permanecer cercanos ofrecieron relatos dramáticos que, en algunos casos, reforzaron el mito de una masacre de estudiantes", escribió Jay Mathews, el primer jefe de la oficina del Washington Post en Beijing, en un artículo de 1998 en la Columbia Journalism Review.


El artículo de Mathews, que incluye su propio reconocimiento sobre el uso de la terminología de "la masacre" de la Plaza de Tiananmen, llegó nueve años después de los hechos y admite que las correcciones posteriores tuvieron poco impacto. "Los hechos de Tiananmen se conocen desde hace mucho tiempo. Cuando Clinton visitó la plaza en junio, tanto The Washington Post como The New York Times explicaron que nadie murió allí [en la Plaza de Tiananmen] durante la represión de 1989. Pero estas no fueron más que breves explicaciones insertas al final de largos artículos. Dudo que hayan hecho mucho para acabar con el mito". [5]


En aquel momento, todos los informes sobre la masacre de los estudiantes decían básicamente lo mismo y, por lo tanto, parecía que debían ser ciertos. Pero esos informes no se basaron en el testimonio de testigos presenciales.


Lo que realmente sucedió


Durante las siete semanas previas al 4 de junio, el gobierno chino se contuvo extraordinariamente al no enfrentarse a quienes paralizaron la zona central de la capital de China. El Primer Ministro se reunió directamente con los líderes de la protesta y la reunión fue transmitida por la televisión nacional. Esto no calmó la situación, sino que envalentonó a los líderes de la protesta que sabían que contaban con el respaldo total de Estados Unidos.


Los líderes de la protesta erigieron una enorme estatua que se parecía a la Estatua de la Libertad de Estados Unidos en medio de la Plaza de Tiananmen. Le estaban indicando al mundo entero que sus simpatías políticas estaban con los países capitalistas y con Estados Unidos en particular. Proclamaron que continuarían las protestas hasta que el gobierno fuera derrocado.


Sin un final a la vista, el gobierno chino decidió poner fin a las protestas despejando la Plaza de Tiananmen. Las tropas entraron en la plaza, sin armas, el 2 de junio y muchos soldados fueron golpeados, algunos murieron y los vehículos del ejército fueron incendiados.


El 4 de junio, el EPL volvió a entrar en la Plaza, esta vez con armas. Según los medios estadounidenses de aquel momento, los soldados del EPL aplastaron la protesta ametrallando a miles de estudiantiles pacíficos.


China declaró que los informes de la "masacre" en la Plaza de Tiananmen fueron una invención urdida, tanto por los medios occidentales como por los líderes de la protesta, que utilizaron medios occidentales dispuestos como plataforma para una campaña de propaganda internacional en pos de sus intereses.


El 12 de junio de 1989, ocho días después del enfrentamiento, el New York Times publicó un informe "exhaustivo" de un testigo presencial, un estudiante llamado Wen Wei Po, un informe totalmente prefabricado sobre la supuesta masacre. Dicho informe estaba lleno de relatos detallados de brutalidad, asesinatos en masa y heroicas batallas callejeras. Relataba cómo las ametralladoras del EPL estaban emplazadas en el techo del Museo Revolucionario, colindante con la Plaza, y describía a los estudiantes que allí fueron abatidos. Este informe fue recogido por los medios de comunicación de EE. UU. [6]


Aunque tratado como un evangelio y una prueba irrefutable de que China estaba mintiendo, el informe del "testigo ocular", Wen Wei Po, del 12 de junio era tan exagerado y podría suponer tal descrédito para el New York Times en China, que su corresponsal en Beijing, Nicholas Kristof, quien había servido como portavoz de los manifestantes, hizo excepción de los principales puntos del artículo.


En un artículo del 13 de junio de 1989 Kristof escribió:


"La cuestión de dónde ocurrieron los disparos tiene importancia debido a la afirmación del Gobierno de que nadie fue baleado en la Plaza de Tiananmen. La televisión estatal incluso ha proyectado películas de estudiantes marchando pacíficamente fuera de la plaza poco después del amanecer como prueba de que no fueron masacrados. ...


La escena central en el artículo [del testigo ocular] es de tropas que golpean y ametrallan a estudiantes desarmados agrupados alrededor del Monumento a los Héroes del Pueblo en el centro de la Plaza de Tiananmen. Varios otros testigos, tanto chinos como extranjeros, dicen que esto no sucedió. ...


Tampoco hay evidencia de emplazamientos de ametralladoras en el techo del museo de historia, como se informó en el artículo de Wen Wei Po. Este reportero estaba directamente al norte del museo y no vio ametralladoras allí. Otros reporteros y testigos de los alrededores tampoco los vieron. ...


El tema central del artículo de Wen Wei Po fue que las tropas posteriormente golpearon y ametrallaron a los estudiantes en el área alrededor del monumento y que una línea de vehículos blindados cortó su retirada. Pero los testigos dicen que los vehículos blindados no rodearon el monumento –se quedaron en el extremo norte de la plaza– y que las tropas no atacaron a los estudiantes agrupados alrededor del monumento. Varios otros periodistas extranjeros también estaban cerca del monumento esa noche y no se sabe que ninguno haya informado de que los estudiantes fueron atacados alrededor del monumento". [7]


El relato del gobierno chino reconoce que se produjeron enfrentamientos callejeros y enfrentamientos armados en barrios cercanos. Dicen que aproximadamente trescientos murieron esa noche, incluidos muchos soldados que murieron por disparos, cócteles molotov y apaleamientos. Pero han insistido en que no hubo masacre.


Kristof también afirma que hubo enfrentamientos en varias calles, pero refuta el informe de "testigos presenciales" sobre una masacre de estudiantes en la plaza de Tiananmen: "los estudiantes y un cantante pop, Hou Dejian, estaban negociando con las tropas y decidieron irse al amanecer, entre 5 AM y 6 AM Todos los estudiantes salieron juntos. La televisión china ha mostrado escenas de los estudiantes saliendo y de la plaza aparentemente vacía mientras las tropas entraban y los estudiantes se iban".


Intento de contrarrevolución en China


De hecho, el gobierno de los EEUU Participó activamente en la promoción de las protestas "a favor de la democracia" a través de una máquina de propaganda extensa, bien financiada y coordinada internacionalmente que lanzó rumores, medias verdades y muchas mentiras desde el momento en que comenzaron las protestas a mediados de abril. 1989.


El objetivo del gobierno de los Estados Unidos era llevar a cabo un cambio de régimen en China y derrocar al Partido Comunista, partido gobernante desde la revolución de 1949. Dado que muchos activistas del movimiento progresista actual no habían nacido o eran niños en 1989, cuando los acontecimientos de Tiananmen tienen lugar, el mejor ejemplo reciente de cómo funciona una operación de cambio de régimen / desestabilización imperialista se revela en el reciente derrocamiento del gobierno ucraniano. Las protestas pacíficas en la plaza central reciben respaldo internacional, financiamiento y apoyo mediático de los Estados Unidos y las potencias occidentales; "casualmente", quedan bajo el liderazgo de grupos armados que son aclamados como combatientes de la libertad por el Wall Street Journal, FOX News y otros medios.


En el caso de las protestas "a favor de la democracia" en China, en 1989, el gobierno de Estados Unidos estaba intentando provocar una guerra civil. La Voz de América aumentó sus transmisiones en chino a 11 horas diarias y apuntó la transmisión "directamente a unas 2.000 antenas parabólicas en China, operadas principalmente por el Ejército de Liberación Popular". [8]


Las transmisiones de Voice of America a las unidades del EPL estaban llenas de informes de que algunas unidades del EPL estaban disparando contra otras, que algunas unidades eran leales a los manifestantes y otras al gobierno.


La Voz de América y los medios de comunicación estadounidenses intentaron crear confusión y pánico entre los partidarios del gobierno. Justo antes del 4 de junio, informaron que el primer ministro de China, Li Peng, había recibido un disparo y que Deng Xiaoping estaba al borde de la muerte.


La mayoría en el gobierno de los EEUU y en los medios de comunicación esperaban que el gobierno chino fuera derrocado por fuerzas políticas pro occidentales, como estaba comenzando a suceder con el derrocamiento de los gobiernos socialistas en toda Europa del Este y Central en ese momento (1988-1991) tras la introducción de reformas procapitalistas de Gorbachov en la Unión Soviética en 1991.


En China, el movimiento de protesta "a favor de la democracia" fue liderado por estudiantes privilegiados y bien conectados de universidades de élite que pedían explícitamente la sustitución del socialismo por el capitalismo. Los líderes estaban particularmente conectados con Estados Unidos. Por supuesto, miles de otros estudiantes que participaron en las protestas estaban en la plaza porque tenían agravios contra el gobierno.


Pero la dirección del movimiento, conectada al imperialismo, tenía un plan explícito para derrocar al gobierno. Chai Ling, quien fue reconocida como la máxima líder de los estudiantes, concedió una entrevista a periodistas occidentales en la víspera del 4 de junio en la que reconoció que, el objetivo de la dirección era liderar a la población en una lucha para derrocar al Partido Comunista de China que, explicó, solo sería posible si lograban provocar con éxito al gobierno para que atacara violentamente las manifestaciones. Esa entrevista fue transmitida en la película "La puerta de la paz celestial". Chai Ling también explicó por qué no podían informar a los estudiantes de base sobre los planes reales de los líderes.


"La búsqueda de la riqueza es parte del ímpetu de la democracia", explicó Wang Dan, otro líder estudiantil de alto nivel, en una entrevista con el Washington Post en 1993, en el cuarto aniversario del incidente. Wang Dan estuvo en todos los medios estadounidenses antes y después del incidente de Tiananmen. Era famoso por explicar por qué los líderes estudiantiles elitistas no querían que los trabajadores chinos se unieran a su movimiento. Afirmó que "el movimiento no está listo para la participación de los trabajadores porque la democracia debe ser absorbida primero por los estudiantes e intelectuales antes de ser difundida a otros". [9]


Veinticinco años después, Estados Unidos todavía busca un cambio de régimen y una contrarrevolución en China.


La acción del gobierno chino para dispersar el llamado movimiento prodemocracia en 1989 fue recibida con amarga frustración dentro del establishment político de Estados Unidos.


Estados Unidos impuso sanciones económicas a China al principio, pero su impacto fue mínimo y tanto el establishment político de Washington como los bancos de Wall Street se dieron cuenta de que las corporaciones y los bancos estadounidenses serían los grandes perdedores en la década de 1990 si intentaban aislar completamente a China, cuando China estaba abriendo aún más su vasto mercado interno de trabajo y materias primas a la inversión directa de corporaciones occidentales. Los mayores bancos y corporaciones anteponen sus propios márgenes de beneficio y los políticos de Washington siguieron el ejemplo de la clase multimillonaria en esta cuestión.


Pero el tema de la contrarrevolución en China volverá a surgir. Las reformas económicas que se inauguraron tras la muerte de Mao abrieron el país a la inversión extranjera. Esta estrategia de desarrollo fue diseñada para superar rápidamente el legado de la pobreza y el subdesarrollo mediante la importación de tecnología extranjera. A cambio, las corporaciones occidentales recibieron mega beneficios. La dirección post-Mao en el Partido Comunista calculó que la estrategia beneficiaría a China en virtud de una rápida transferencia de tecnología del mundo imperialista a China. Y, de hecho, China ha logrado grandes avances económicos. Pero además del desarrollo económico, también se ha desarrollado una clase capitalista más grande dentro de China y una parte significativa de esa clase y sus hijos están siendo cortejados por todo tipo de instituciones financiadas por el gobierno de EEUU.


El Partido Comunista de China también está dividido en facciones y tendencias pro estadounidenses y pro-socialistas.


Hoy, el gobierno de Estados Unidos está ejerciendo una presión militar cada vez mayor sobre China. Está acelerando la lucha contra el ascenso de China al consolidar nuevas alianzas militares y estratégicas con otros países asiáticos. También se espera, con suficiente presión, ventajas del ascenso de algunos líderes chinos que están a favor de abandonar a Corea del Norte.


Si la contrarrevolución tuviera éxito en China, las consecuencias serían catastróficas para el pueblo chino y para China. Sería muy probable que China se fragmentara como nación, como le sucedió a la Unión Soviética cuando el Partido Comunista de la Unión Soviética fue derrocado. La misma suerte corrió la ex Yugoslavia. La contrarrevolución y el desmembramiento lanzarían a China hacia atrás. Frenaría su espectacular salida pacífica del subdesarrollo. Durante décadas ha habido una seria discusión dentro del establishment de la política exterior estadounidense sobre el desmembramiento de China, que debilitaría a China como nación y permitiría que Estados Unidos y las potencias occidentales se apoderaran de sus recursos más lucrativos. Este es precisamente el escenario que arrojó a China a su siglo de humillación, cuando las potencias capitalistas occidentales dominaban el país.[10]


La Revolución China ha pasado por muchas etapas, victorias, retrocesos y reveses. Sus contradicciones son innumerables. Pero sigue en pie. En el enfrentamiento entre el imperialismo mundial y la República Popular China, los progresistas deben saber cuál es su posición, no al margen.


Fuentes


1 Jim Abrams, “Rival military units battle in Beijing,” Associated Press, June 6, 1989.

2 John Burgess, “Images Vilify Protesters; Chinese Launch Propaganda Campaign,” Washington Post, June 12, 1989

3 James P. Sterba, Adi Ignatius and Robert S. Greenberger, “Class Struggle: China’s Harsh Actions Threaten to Set Back 10-Year Reform Drive — Suspicions of Westernization Are Ascendant, and Army Has a Political Role Again — A Movement Unlikely to Die,” Wall Street Journal, June 5, 1989

4 Jay Mathews, “The Myth of Tiananmen and the Price of a Passive Press,” Columbia Journalism Review September/October 1998

5 Mathews, ibid.

6 Wen Wei Po, “Turmoil in China; Student Tells the Tiananmen Story: And Then, ‘Machine Guns Erupted’” New York Times, June 12, 1989

7 Nicholas Kristof, “Turmoil in China; Tiananmen Crackdown: Student’s Account Questioned on Major Points,” New York Times, June 13, 1989

8 “Voice of America Beams TV Signals to China,” New York Times, June 9, 1989

9 Sheryl Wudunn, “A Portrait of a Young Man as a Beijing Student Leader,” New York Times, June 3, 1989.

10 “PSL Resolution: For the defense of China against counterrevolution, imperialist intervention and dismemberment,” China: Revolution and counterrevolution, PSL Publications, 2008. Read online at:

http://www.pslweb.org/liberationnews/pages/for-the-defense-of-china.html


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