05 marzo, 2021

Las brutales realidades de la dominación imperial

 


Fragmentos del libro Contra el imperio, de Michael Parenti

 Traducción del inglés: Arrezafe


Las esquilmadas tierras de Asia, África y América Latina son denominadas como "tercer mundo" para distinguirlas del "primer mundo", es decir, de la Europa industrializada, de América del Norte y del desaparecido "segundo mundo" de los estados comunistas. La mayoría de los observadores occidentales tratan la pobreza del tercer mundo, a la que llaman "subdesarrollo", como si de una condición histórica original se tratara. Quieren hacernos creer que dicha pobreza siempre existió, que los países pobres son pobres porque sus tierras y sus gentes siempre fueron improductivas. Sin embargo, eso no es cierto. Las tierras de Asia, África y América Latina siempre han proporcionado grandes riquezas agrícolas, minerales y demás recursos naturales. Por eso los europeos se han tomado tantas molestias para robarlos y saquearlos. No se va a lugares pobres para enriquecerse. El tercer mundo es rico. Solo su gente es pobre, y ello a causa del expolio que ha sufrido.


Lo que denominan "subdesarrollo" es un conjunto de relaciones sociales impuestas mediante la fuerza a los países. Con el advenimiento de los colonizadores occidentales, los pueblos del tercer mundo sufrieron un secular retroceso en su desarrollo. El imperialismo británico en la India nos ofrece un claro ejemplo de ello. En 1810, India exportaba más textiles a Inglaterra de lo que Inglaterra exportaba a India. En 1830, el flujo comercial se revirtió. Los británicos establecieron barreras arancelarias prohibitivas para excluir los productos manufacturados indios a la par que saboteaban su comercio, una práctica respaldada por las cañoneras británicas y la fuerza militar. En cuestión de años, los grandes centros textiles de Dacca y Madrás se convirtieron en pueblos fantasmas. Los indios fueron enviados de regreso a la tierra para cultivar el algodón que se usaba en las fábricas textiles británicas. En efecto, la India fue reducida a ser la vaca ordeñada por los financieros británicos.





En 1850, la deuda de la India había aumentado a 53 millones de libras. De 1850 a 1900, su ingreso per cápita se redujo en casi dos tercios. El valor de las materias primas y los productos básicos, que los indios se vieron obligados a enviar a Gran Bretaña durante la mayor parte del siglo XIX, ascendió anualmente a más de los ingresos totales de los sesenta millones de trabajadores agrícolas e industriales indios. La pobreza masiva que asociamos con India no era la condición histórica original de ese país. El imperialismo británico hizo dos cosas en la India: puso fin a su desarrollo y luego la forzó al subdesarrollo.


Sangrías similares se produjeron en todo el tercer mundo. La enorme riqueza extraída debería recordarnos que originalmente había pocos países realmente pobres. Países como Brasil, Indonesia, Chile, Bolivia, Zaire, México, Malasia y Filipinas eran, y algunos aún siguen siendo, ricos en recursos. Muchas tierras han sido saqueadas tan a fondo, que han quedado desoladas en todos los aspectos. Sin embargo, la mayor parte del tercer mundo no está "subdesarrollado", sino sobreexplotado. La colonización y las inversiones occidentales han propiciado un nivel de vida más bajo que alto.




Refiriéndose a lo que los colonizadores ingleses hicieron con los irlandeses, Frederick Engels escribió en 1856: "Tantas veces los irlandeses han comenzado a lograr algo, tantas veces han sido aplastados política e industrialmente. Mediante una continua opresión, Irlanda ha sido total y artificialmente empobrecida". Lo mismo ocurre con la mayor parte del tercer mundo. Los indios mayas de Guatemala tenían una dieta más nutritiva y variada, y mejores condiciones de salud a principios del siglo XVI, antes de la llegada de los europeos, que en la actualidad. Tenían más artesanos, arquitectos y horticultores que hoy. Lo que llaman subdesarrollo es producto de la superexplotación del imperialismo. 


El imperialismo ha creado lo que he denominado "desarrollo funesto": modernos edificios de oficinas y hoteles de lujo en la capital, en lugar de viviendas para los pobres. Clínicas de cirugía estética para los ricos, en lugar de hospitales para los trabajadores. Cultivos de exportación comercial para la agroindustria, en lugar de alimentos para los mercados locales. Autopistas que van de las minas y los latifundios a refinerías y puertos, en lugar de carreteras por todo el país para quienes necesitan de un médico o un maestro.


La riqueza se transfiere de los pueblos del tercer mundo a las élites económicas de Europa y América del Norte (y más recientemente a Japón) mediante el saqueo directo, la expropiación de los recursos naturales, la imposición de impuestos ruinosos, salarios de pobreza y la importación forzosa de productos manufacturados a precios muy inflados. Al país colonizado se le niega la libertad de comercio y la oportunidad de desarrollar sus propios recursos naturales, mercados y capacidad industrial. El autoabastecimiento y el autoempleo dan paso al trabajo asalariado. De 1970 a 1980, el número de trabajadores asalariados en el Tercer Mundo creció de 72 millones a 120 millones, y la tasa se incrementa velozmente.


Cuando decimos que un país está "subdesarrollado", estamos implícitamente dando a entender que está atrasado de alguna manera, que su población carece de capacidad para emprender y evolucionar. Las connotaciones negativas de "subdesarrollado" han hecho que las Naciones Unidas, el Wall Street Journal y partidos de diversas tendencias políticas se refieran ahora a los países del tercer mundo como "naciones en vías de desarrollo", un término algo menos ofensivo que "subdesarrollado", pero igualmente engañoso. Prefiero usar "tercer mundo" porque "en vías de desarrollo" parece ser tan sólo una forma eufemística de decir "subdesarrollado, pero comenzando a hacer algo al respecto". Lo cual aún implica que la pobreza es una condición histórica original, algo natural y no algo impuesto por los imperialistas. También sugiere, falsamente, que estos países se están desarrollando, cuando en realidad sus condiciones económicas suelen empeorar.




La teoría dominante del último medio siglo, enunciada repetidamente por escritores como Barbara Ward y WW Rostow y ampliamente difundida, sostiene que corresponde a las naciones ricas del Norte contribuir a elevar el nivel de las naciones "atrasadas" del sur, aportándoles tecnología y buenas prácticas laborales. Esta es una versión actualizada de "la carga histórica del hombre blanco", una de las fantasías favoritas del imperialismo.


Según las premisas desarrollistas, con la introducción de inversiones occidentales, modernizándose los trabajadores de las naciones pobres accederán a empleos más productivos y salarios más altos, ya que, a medida que el capital se acumula, las empresas reinvertirán sus beneficios incrementando la producción, los puestos de trabajo, el poder adquisitivo y expandiendo los mercados, resultando de dicha evolución una economía más próspera.


Esta "teoría del desarrollo" o "teoría de la modernización", como a veces se la llama, guarda poca relación con la realidad. Lo que ha surgido en el llamado tercer mundo es una intensa forma de explotación y dependencia del capital. Las condiciones económicas y laborales han empeorado drásticamente con el crecimiento de la inversión empresarial transnacional. El problema no es pues el de las tierras pobres o las poblaciones improductivas, sino la explotación foránea y la desigualdad de clases. Los inversores no acuden a un país para mejorarlo, sino para enriquecerse. Tras la Segunda Guerra Mundial, las potencias europeas, como Gran Bretaña y Francia, adoptaron una estrategia neoimperialista. Agotados financieramente por años de guerra y enfrentándose a una intensa resistencia popular en el tercer mundo, decidieron, a regañadientes, que la hegemonía económica indirecta era menos costosa y políticamente más conveniente que el dominio colonial absoluto. Descubrieron que la eliminación del gobierno colonial, hacía más difícil a los elementos nacionalistas movilizar sentimientos antiimperialistas. Aunque el gobierno establecido tras la independencia podía estar lejos de ser realmente independiente, generalmente gozaba de más legitimidad a los ojos de su población que una administración colonial ostensiblemente controlada por el poder imperial. Además, bajo el neocolonialismo, el gobierno nativo asume los costes de administrar el país, mientras que los intereses imperialistas disponen de libertad para concentrarse en acumular capital, que es todo lo que realmente quieren hacer.


Tras años de colonialismo, el país tercermundista encuentra muy difícil escapar de la relación desigual que lo ata a su ex colonizador e imposible apartarse de la esfera capitalista global. Aquellos países que intentan la ruptura son sometidos al severo castigo económico y militar de cualquiera de las potencias hegemónicas, que hoy en día suele ser Estados Unidos.


12 comentarios:

  1. Buena selección de texto. Y de fotos. Me las apropio, "sinpermiso"

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  2. Buenas noches.

    Nada que no hayan hecho durante toda la vida estos países que se creen con derecho a disponer de las vidas y los recursos de sus colonias. Estas naciones "civilizadas", que imponen sus normas y sus decretos a los estados que no disponen de medios y la fuerza suficiente para hacerse oír. Europa ha vivido desde el principio de los tiempos saqueando las riquezas de estos países de África o de América, qué más da. Todos estos energúmenos que hablan de la "civilización cristiana" deberían hacérselo mirar (si tuvieran vergüenza o conciencia) a la hora de denominarse como naciones desarrolladas. Aquí en España robando los minerales y el oro de América latina, en su época, con sus ídolos los reyes católicos y los que vinieron después. Su orgullo tendría que estar a la altura del betún. Y los demás países europeos exponentes del capitalismo, la aberración económica más repugnante que haya surgido jamás. Este es el mundo que se ha creado y el que nos va a destruir.

    Un saludo.

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    1. Buenas noches, Francisco.

      Suscribo tu comentario de principio a fin. Estos criminales no tienen más dios que el capital ni más religión que la codicia, una combinación que, como tú bien apuntas, nos va a destruir, nos está desde hace tiempo destruyendo.

      Salud

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    2. Anónimo3/14/2021

      Nada que no hayan hecho toda la vida todos los pueblos, empezando por los africanos que siguen vendiendo a su gente a día de hoy. Simplemente lleqaron otros tipos más fuertes que ellos y de explotadores pasaron a explotados, de destripadores en sacrificios a siervos, de vendedores de esclavos a esclavos.
      Hoy siguen vendiendo a su gente en lugares como Libia:
      https://elpais.com/internacional/2017/04/11/actualidad/1491929504_639312.html

      Que vayan a llorar sobre el demonio blanco a su reverenda madre.

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    3. Lo que está mal, está mal lo haga quien lo haga.

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    4. Por cierto, seguro ya saben que lo que más extrajeron de América fue plata, no oro. Hoy día las empresas mineras canadienses extraen en un año más metales preciosos en un año que el imperio español en 300. Ya lo sabían, doy por hecho, no hablarían sin saber una revernda mie... Verdad, amigos galleguitos?
      También tan re leídos que son, muchachos, seguro saben que casi toda la riqueza se reinvertía en América, no? O creen que el Cusco, Lima, Bs.As, México DF, La Habana, etc, etc, las pagaron con lo que ganaban con la agricultura? El rey de España tomaba el 20%, lo llamaban "el quinto real", el 80% restante quedaba en América. Tengo entendido que hoy ustedes los gallegos pagan 21% de IVA, no?
      También saben que a ojos de un monarca, todos su territorios son de su propiedad y explotar a un campesino de Madrid o una mina de Andalucía es exactamente lo mismo que explotar una del Perú, lo mismo un rey gallego o portugués que el gran Inca o el tlatoani mexica, que para un rey un territorio a dos cuadras de su palacio es tan suyo como uno a 10 mil KM.
      Verdad que lo sabían, muchachos? No serían ustedes tan pelotudos de hablar sin saber ni mer... del tema, cierto? Che, claro que todo esto ya lo saben ustedes, tan "cojonudos" que son los gallegos, que todo lo saben, sí, tío de p*ta madre...?

      Saludos de un argentino hijo de gallega que no se averguenza de el pasado de su raza como los descendientes de loc caníbales indígenas no se averguenzan del suyo, ni deberían pues toda civilización tenía sus razones en su momento, hasta cuando preparaban el "rico platillo" llamado pozole (com oobviamente uds. no saben nada de nada sobre América, busquen en Google sobre su origen).

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    5. Su tono irónico, prepotente, condescendiente e insultante no es argumento.

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  3. Anónimo3/07/2021

    http://uploads.worldlibrary.org/uploads/pdf/20180112220352parenti_against_empire.pdf

    El texto del libro en inglés, formato PDF.

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    1. No tenía el libro (que acabo de descargar del enlace que nos das), mi fuente, de la que he traducido estos fragmentos, es esta:
      https://thirdworldtraveler.com/Parenti/Imperialism101_AE.html

      Un saludo y muchas gracias por tu valiosa aportación.

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  4. Anónimo3/11/2021

    Igual que en la India los zipallos en cada territorio se necesita de una fauna autóctona, parásita, identificada con su clase, no con su pueblo. Es esta ralea clasista la que considera a su pueblo chusma, los recursos naturales propios y la explotación y represión legitimas y naturales. No encuentro la forma humana de liberarnos de estos parásitos parapetados entre ejércitos.
    Salud! Pablo Heraklio

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    1. Así es, Pablo. Y eso me recuerda lo que dijo Arturo Illia, presidente de Argentina depuesto por un golpe de estado oligárquico:
      "No le tengo miedo a los de afuera que nos quieren comprar, sino a los de dentro que nos quieren vender".
      Me temo que pacíficamente será imposible deshacerse de toda esta gentuza, una garrapata no abandona su presa si no se le arranca hasta la cabeza.

      Salud!

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