Sputnik - 13/09/2021
Traducción del inglés: Arrezafe
Los 245 años de historia de los Estados Unidos como entidad política han sido un largo tránsito de guerras y más guerras. Se estima que casi el 95 por ciento de dicho lapso histórico ha visto a la nación involucrada, tanto en guerras totales como en conflictos provocados u otros subterfugios militares. Pero desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ha entrado en modo de hiperguerra. Hace veinte años, la invasión y ocupación de Afganistán marcó el comienzo de muchas otras guerras estadounidenses y operaciones encubiertas desde Asia hasta África, desde el Medio Oriente hasta las Américas.
En un determinado momento, la antigua administración Obama estaba bombardeando siete países simultáneamente, todos en nombre de la llamada “lucha contra el terrorismo”. Cientos de bombas estadounidenses llueven en algún lugar del planeta todos los días.
Lo que es repugnante es cómo el evento del vigésimo aniversario del 11 de septiembre de este fin de semana ha estado marcado por los solemnes discursos del presidente estadounidense Joe Biden y su homólogo británico Boris Johnson, los dos países que encabezaron la era de la “Guerra contra el terrorismo”.
Biden afirma que el 11 de septiembre demuestra la "unidad y resistencia" del pueblo estadounidense, mientras que Johnson se jacta con trivialidades sobre el 11 de septiembre que muestran que "los terroristas no derrotaron la democracia y las libertades occidentales". Esta palabrería autoindulgente es tan despreciable como nauseabunda.
Dos décadas después de que Estados Unidos y Gran Bretaña lanzaran su criminal guerra relámpago contra Afganistán y el resto del mundo, esas dos naciones están más arruinadas desde el punto de vista financiero e internamente más amargamente divididas que nunca. Se ha hecho más evidente aún que sus llamadas democracias son en realidad oligarquías en las que una pequeña y rica élite gobierna a una empobrecida masa de personas, espiadas y tratadas como siervas por opacas agencias secretas y medios de comunicación que corean a sus oligárquicos amos.
Una genuina conmemoración del 11 de septiembre, implicaría un levantamiento masivo del pueblo para derrocar el sistema de clases belicista al que Biden y Johnson sirven como testaferros.
Esta misma semana, los estados estadounidense y británico están admitiendo que, de hecho, sus respectivas sociedades están colapsando debido a la vasta desigualdad económica y a la ruina de las infraestructuras y los servicios públicos. La administración Biden está tratando de liberar un presupuesto de 4.5 billones de dólares para aliviar la pobreza y reparar carreteras, puentes, edificios y otros servicios públicos decrépitos.
El régimen de Johnson en Gran Bretaña se ve obligado a admitir que el Servicio Nacional de Salud está asfixiado por una crónica falta de financiación. Se están subiendo los impuestos que afectarán a los trabajadores de bajos ingresos para pagar los 12 mil millones de libras (16 mil millones de dólares) necesarios para apuntalar el debilitado servicio de salud.
Todo el coste de intentar reparar a los EEUU y Gran Bretaña para hacer de estos países lugares mínimamente decentes para que sus ciudadanos puedan vivir, podría haber sido cubierto con el gasto empleado en las guerras de Afganistán, Irak, Libia, Siria, Somalia, Yemen y demás lugares en los que Estados Unidos y Gran Bretaña han estado involucrados directa o indirectamente.
Una nueva estimación del costo de la "guerra contra el terror" sólo por parte de Estados Unidos se estima en 8 billones de dólares. Esto es aproximadamente el doble del proyecto de ley de infraestructura que Biden está tratando de aprobar en el Congreso. Los políticos estadounidenses que se oponen a ese extravagante "presupuesto de rescate", no tuvieron reparos en gastar 8 billones de dólares en guerras. También se estima que la aventura militar de Gran Bretaña en Afganistán costó un total de 30 mil millones de dólares. Nuevamente, imagínense cuanto mejor podría estar la sociedad británica si ese dinero se hubiera invertido en atender las necesidades sanitarias de sus ciudadanos.
El 11 de septiembre marcó el comienzo de una orgía de guerras y destrucción por parte de las clases dominantes estadounidenses y británicas, apoyadas e instigadas por sus serviles políticos y los medios corporativos que mintieron a cada paso para encubrir la criminalidad.
Pero el 11 de septiembre también marcó el comienzo de desenfrenados regímenes belicistas en Washington y Londres que han desangrado al pueblo estadounidense y británico, tanto financieramente como de sus derechos democráticos. En 2001, la deuda nacional de Estados Unidos era de aproximadamente 6 billones de dólares. Este año, la carga de la deuda sobre las futuras generaciones estadounidenses ha aumentado a 28 billones de dólares, una carga aplastante e insostenible impulsada en gran medida por guerras criminales.
Los costes de atención médica para los veteranos militares estadounidenses heridos y mutilados por las “guerras contra el terrorismo” se estiman en 2 billones de dólares y se calcula que más de 30.000 militares y veteranos estadounidenses se han suicidado durante los últimos 20 años. Eso es 10 veces la cantidad de estadounidenses que murieron el 11 de septiembre.
Millones de civiles inocentes murieron en las guerras emprendidas por Estados Unidos y Gran Bretaña tras del 11 de septiembre. Tanto sufrimiento y destrucción para nada, excepto para el lucro de las corporaciones militares y el enriquecimiento de la ávida élite oligárquica.
Estados Unidos y Gran Bretaña han sido tan deformados por guerras criminales que se han vuelto disfuncionales y distópicas. Han propiciado estados fallidos en todo el mundo, pero no más de lo que han fallado a sus propios y respectivos pueblos. Las torres que cayeron el 11 de septiembre fueron la premonición de un colapso mucho mayor.
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Por suerte, creo, sigo sin poder acostumbrarme al mal...
ResponderEliminarBuena señal.
EliminarPor desgracia al imperio le queda cuerda para rato. No colapsan así como así. Pero lo hará, como hicieron todos. También China caerá.
ResponderEliminarSalud!