la tinta - 31/08/2021
Como es sabido, el capitalismo atraviesa una acelerada fase de reconversión tecnológica, cuyo elemento principal es la digitalización. El uso de grandes cantidades de datos, la inteligencia artificial, la multiplicación de plataformas en todas las áreas de actividad humana, el teletrabajo, el comercio digital, la computación en la nube, el entretenimiento online, la masiva aplicación de robótica en la producción y la internet de las cosas son algunos de los factores visibles de esta nueva revolución industrial.
Si bien la conectividad a internet, que es el soporte básico de estas transformaciones, no alcanza todavía a toda la población, el crecimiento es rasante. Por ejemplo, en América Latina y el Caribe, una región extensa y de relativo retraso en infraestructura de telecomunicación en relación a Estados Unidos, Europa, Asia-Pacífico y Eurasia, la cantidad de personas conectadas a la red se ha duplicado entre 2010 y 2019, alcanzando a un 67%. También ha crecido la cobertura 4G y la velocidad de conexión. La mayor parte de las empresas ya están conectadas a internet, un alto número utiliza banca electrónica, utiliza la red en la cadena de aprovisionamiento y muchas han comenzado a desplegar canales de venta virtuales.
Esto nos habla de una tendencia irreversible: estamos en pleno desarrollo de la era digital [1]
Todo esto se aceleró en el transcurso de la pandemia. La presencia empresarial en internet, el comercio electrónico, el uso de plataformas de educación, el trabajo a distancia tuvieron un fuerte crecimiento. Con ello, se acrecentó el poder concentrado de las corporaciones digitales. Para muestra, algunos datos: en el segundo trimestre de 2021 y en términos interanuales, Apple vendió un 50% más de teléfonos Iphone; Amazon y Microsoft incrementaron sus utilidades también en un porcentaje similar; Facebook duplicó sus ganancias y Alphabet (propietaria de Google) las multiplicó por 2,6. Lejos de quedar confinadas a sus negocios originales, estas corporaciones con casa matriz en los Estados Unidos han diversificado fuertemente sus intereses, abarcando la producción cinematográfica, medios de prensa, viajes espaciales, automóviles autónomos y realidad aumentada, entre muchos otros.
Muy preocupante, además de la concentración económica, es la posición central de este tipo de empresas en el relato dominante, controlando las principales vías de comunicación en internet.
Por el contrario, la pobreza extrema que había mermado a nivel mundial en alrededor de 1% por año entre 1990 a 2015, y que ya venía desacelerando su descenso, vuelve a profundizarse. Uno de cada diez individuos en el planeta padece hambre y millones de personas son arrojadas al desempleo y la precarización laboral.
En América Latina, el empleo en el sector de tecnologías de la información y la comunicación, que prometían compensar la pérdida de puestos de trabajo por automatización, es proporcionalmente bajo y representa únicamente el 1,6% del empleo masculino. En el caso de las mujeres, una vez más discriminadas, esta participación es mucho menor y corresponde solo al 0,9%. La diferencia entre los estratos poblacionales condiciona el derecho a la educación y profundiza las desigualdades socioeconómicas.
En síntesis, las supuestas ventajas de la economía digital no han aminorado la preexistente desigualdad, sino que la profundizan.
¿Quiénes son los beneficiarios?
Pese a que las caras conocidas (Zuckerberg, Bezos, Gates, Page, Brin o los herederos de Jobs) suelen ser socios mayoritarios de cada uno de los emporios digitales, estas empresas tienen como grandes accionistas a los principales fondos de inversión, es decir, a la banca especulativa. Para ilustrar, más del 80% de las acciones de Facebook están en manos de inversores institucionales, dentro de los cuales se encuentran los principales fondos de inversión (Vanguard Group, Black Rock, FMR, Price [T. Rowe] Associates, State Street Corp., etc.).
En el caso de Alphabet, el porcentaje accionario institucional es de un 67%, similar al paquete de Amazon (alrededor 60%), estando constituido por los mismos actores especulativos.
El contexto económico capitalista
La economía especulativa, lejos de haber disminuido luego de la explosión de la burbuja en 2007-2008, alcanza en la actualidad, aunque de difícil estimación, unas 20 veces el PIB mundial. La sobreacumulación de capital, la continuada emisión de monedas sin respaldo como el dólar, las bajas tasas de interés y, como contraparte, la acumulación de deuda privada y pública atizan el negocio especulativo.
La reinversión productiva continuó su descenso, reduciéndose la oferta de empleo formal para las grandes mayorías. Se calcula que, en solo dos años (2017-2019), la inversión externa directa cayó a la mitad (2,7 a 1,4 billones).
En este contexto de parasitismo financiero, la economía digital se ofrece como inversión posible, buscando salir de la crisis de rentabilidad en la que está inmersa el capitalismo industrial desde hace ya varias décadas. Esta rentabilidad del ámbito digital se explica por motivos convergentes: entre ellos, el bajo monto de impuestos que asumen las empresas (localizadas formalmente en guaridas fiscales, sumado a la elusión impositiva de los Estados nacionales donde operan), la poca representación sindical en el ámbito digital, la absorción de recursos intelectuales y financieros de investigación públicos, el uso de los datos personales como materia prima gratuita, la destrucción de la competencia o la desregulación de facto del entorno virtual.
Limitaciones físicas de la expansión capitalista
Por otra parte, el capitalismo, en su búsqueda de crecimiento ilimitado, ha tocado límites físicos indiscutibles, produciendo fuertes desbalances en los ecosistemas vitales. Así, la digitalización y el extractivismo de bienes no tangibles, como los datos, aparecen falsamente como parte de un nuevo ciclo de reconversión “verde” de la economía. Falsamente, porque el consumismo y la acumulación que conllevan sigue teniendo como base material a los recursos naturales finitos del planeta.
El negocio es planetario, la miseria local
Luego del ciclo de instalación neoliberal de la globalización, con la consecuente destrucción de los sistemas públicos y el debilitamiento de los Estados nacionales, el mapa comercial ha quedado extendido al planeta entero, promoviendo escalas mundiales para los negocios. De este modo, las corporaciones aprovechan el potencial de un mercado planetario desde su habitual irresponsabilidad social, dejando que los Estados se hagan cargo de administrar los problemas que aquellas dejan a su paso.
El panóptico global
El otro recurso fundamental del capitalismo digital es la información. De este modo, las corporaciones transnacionales han establecido un sistema de vigilancia e inteligencia globalizado, que aprovecha la intromisión de las plataformas digitales en la vida personal, obviamente con el fin de mantener ocupadas y controladas a las mayorías, objetivo que, pese a todo, no logran.
La dependencia del Sur
Otro propósito en el desarrollo de un capitalismo digitalizado es el de mantener y profundizar las brechas tecnológicas entre el centro y las periferias mundiales, y consecuentemente la dependencia del Sur global. Sin embargo, la OTAN digital comandada por Estados Unidos, con sus socios menores Europa y Japón, tiene hoy su contraparte en una Muralla china digital, la que ha logrado superar parcialmente, al igual que varios de sus vecinos asiáticos, la situación de subdesarrollo tecnológico predominante anteriormente.
Aún así, las enormes desigualdades continúan subsistiendo. Según la CEPAL, mientras el índice de desarrollo de las industrias digitales (compuesto por factores mixtos [2]) en Estados Unidos es de un 43%, en Europa Occidental de un 36%, en América Latina y el Caribe, África y Asia Pacífico, este alcanza un 18%.
Por otro lado, la infraestructura continúa teniendo las trazas imperiales de sus inicios. 4 de los 13 servidores raíz de la internet (DNS) permanecen en suelo estadounidense y 10 de ellos son controlados por empresas, universidades o instituciones militares o estatales de los Estados Unidos. Además, el inglés continúa siendo el idioma utilizado para sus protocolos, lenguajes de programación y cada una de las partes constitutivas de la internet.
De este modo, el capitalismo digital es la nueva cara del colonialismo, cumpliendo a la perfección la función de penetración no solo económica, sino también cultural y militar, propia del imperialismo.
La captura corporativa del sistema de relaciones internacionales
Desde hace ya un tiempo, las corporaciones y un gran número de ONG vienen interviniendo en instancias y organismos multilaterales en aspectos teóricamente reservados a los Estados y sus gobiernos. Esto es particularmente cierto en el ámbito digital, cuya gobernanza está en manos de un sistema multisectorial o de “múltiples partes interesadas”. Los involucrados son la comunidad técnica, el sector privado conformado por empresas, los gobiernos, la academia y las así llamadas organizaciones de la sociedad civil (u organizaciones no gubernamentales), en algunos casos, financiadas parcial- o totalmente por las mismas transnacionales para operar públicamente a favor de su discurso.
La influencia privada, que carece de toda legitimación democrática, amenaza con cooptar el sistema político de relaciones internacionales a través de una estrategia que responde con precisión a los lineamientos del Foro Económico Mundial (Davos). Bajo el manto del término «cooperación digital», esta iniciativa podría abrir el camino a la elaboración de políticas vinculantes, a través de la conversión de un organismo de consultas de múltiples partes interesadas en uno de “gobernanza multipartita”.
Dicho organismo de alto nivel está siendo impulsado a través de un proceso lanzado desde la misma Secretaría General de Naciones Unidas, que recoge como fundamento las recomendaciones de un Panel de Alto Nivel sobre la Cooperación Digital constituido con el mismo sistema multipartito anterior y cuya vicepresidencia es significativamente ostentada por Melinda Gates de la Fundación homónima y Jack Ma, fundador de la corporación china Ali Baba.
Es ostensible que, si las corporaciones obtienen influencia decisiva sobre las normas y reglas que rigen los espacios digitales, poco podrá hacerse para regularlos desde el interés de los pueblos. Además, en la medida en que la digitalización avance aun más sobre cada área de actividad humana, la influencia empresarial se proyectará sobre estas, como hoy ya sucede en los ámbitos de la alimentación, el comercio digital o el conflicto medioambiental, por solo citar algunos ejemplos.
Corolario
Mientras la digitalización y el poder corporativo avanzan, las instituciones estatales y los movimientos sociales reaccionan a estas nuevas realidades con relativa lentitud, sin lograr anticiparse a escenarios futuros. Lo que está claro es que el poder de una parte sobre el todo no va a solucionar ninguno de los problemas de las grandes mayorías.
De este modo, es fundamental instalar la problemática digital como bandera de lucha de los pueblos, sensibilizar adecuadamente sobre sus impactos, aclarar posturas políticas colectivas en los movimientos para darle anclaje territorial y exigir nuevos derechos en las políticas públicas acordes al nuevo escenario.
La cuestión ha rebasado ampliamente la esfera del activismo digital. Es imprescindible que la ciudadanía tome cartas en el asunto. Se trata del futuro común.
Notas:
1 https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/46766/S2000991_es.pdf
2 El índice de desarrollo de industrias digitales se compone de: 1) el peso económico de las industrias digitales (medido en términos de la suma de ventas brutas de las industrias digitales y de telecomunicaciones, y el gasto de la economía en software) en relación al producto interno bruto; 2) la penetración de conexiones del Internet de las Cosas (entendido como indicador del despliegue de aplicaciones verticales); 3) el nivel de exportaciones de productos y servicios de alta tecnología, y 4) la producción local de contenido.
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Artículo relacionado:
El dolor social, arma política del capitalismo digital, por Marcos Roitman Rosenmann
Un par de análisis muy certeros. La huida hacia adelante de un capitalismo desesperado y el dolor que crece por debajo. La desparasitación es urgente, pero muy difícil. Salud, Loam!
ResponderEliminarLa eufemística del monstruo, que nunca dispuso de tan sofisticados medios para tejer su piel de cordero.
EliminarSalud, Conrado!
“…el capitalismo digital es la nueva cara del colonialismo, cumpliendo a la perfección la función de penetración no solo económica, sino también cultural y militar, propia del imperialismo”
ResponderEliminar¡La batalla de las ideas, estúpido!
Antonio Gramsci –antes de la era digital– en “Los cuadernos de la cárcel”:
“Hay que destruir el prejuicio muy difundido de que la filosofía es algo muy difícil por el hecho de que es la actividad intelectual propia de una determinada categoría de científicos especialistas o de filósofos profesionales y sistemáticos. Por lo tanto, hay que demostrar preliminarmente que todos los hombres son "filósofos", definiendo los límites y las características de esta "filosofía espontánea", propia de "todo el mundo", esto es de la filosofía que está contenida: 1] en el lenguaje mismo, que es un conjunto de nociones y de conceptos determinados y no solamente de palabras gramaticalmente vacías de contenido; 2] en el sentido común y buen sentido; 3] en la religión popular y por lo tanto en todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones, modos de ver y actuar que se revelan en aquello que generalmente se llama "folklore".
Habiendo demostrado que todos son filósofos, aunque sea a su manera, inconscientemente, porque incluso en la mínima manifestación de cualquier actividad intelectual, el "lenguaje", se halla contenida una determinada concepción del mundo, se pasa al segundo momento, al momento de la crítica y de la conciencia, o sea a la cuestión: ¿es preferible "pensar" sin tener conciencia crítica, en forma disgregada y ocasional, o sea "participar" en una concepción del mundo "impuesta" mecánicamente por el ambiente externo, y por lo tanto por uno de tantos grupos sociales en los cuales cada cual se encuentra automáticamente incluido desde su entrada en el mundo consciente (y que puede ser la propia aldea o la provincia, puede tener origen en la parroquia y en la "actividad intelectual" del párroco o del viejo patriarcal cuya "sabiduría" dicta leyes, en la mujercilla que ha heredado la sabiduría de las brujas o en el pequeño intelectual agriado en su propia estupidez e impotencia para actuar) o es preferible elaborar la propia concepción del mundo consciente y críticamente y por lo tanto, en conexión con tal esfuerzo del propio cerebro, elegir la propia esfera de actividad, participar activamente en la producción de la historia del mundo, ser guía de sí mismos y no ya aceptar pasivamente y supinamente desde el exterior el sello de la propia personalidad?” (…)
Y ya que hablamos de ‘batalla de ideas y el aplastante monopolio de los medios digitales de desinformación, echemos pie a tierra.
ResponderEliminarEste domingo 5 de septiembre nuestro estupendo, en todos los aspectos, presidente del gobierno Pedro Sánchez, responde a las preguntas de los paraperiodistas dependientes de Langley:
“EL PAÍS: ¿Qué o quiénes han fracasado en Afganistán para que 20 años después vuelvan a gobernar los talibanes?
SUPERPEDRO: Es un fracaso de la comunidad internacional. No hay que ponerle ningún paño caliente. Pero, tanto en Afganistán como con el 70% de la vacunación, España ha hecho un ejercicio del mejor de los patriotismos. La presidenta de la Comisión Europea dijo que España representa el alma de Europa. Como éxito colectivo, hemos salvado la vida de 2.000 personas. Son pocas, probablemente, pero habrá que preguntarle a cada una de ellas si no ha merecido la pena ese ejercicio.
Ahora tenemos las condiciones más extraordinarias para hacer una nueva modernización del país como la que se hizo en la época de la Transición.”
Así que, según este estilizado muñequito, lo que ha fracasado en Afganistán no es la criminal injerencia del imperialismo yanqui con la colaboración de sus serviles lacayos europeos (miles de millones de euros y 112 vidas por parte española) y la contratación de decenas de miles de mercenarios sino que la catástrofe ocasionada ( según datos imperialistas –sin noticias del colosal negocio del blanqueo de capitales y la producción y tráfico de la heroína–: más de 240.000 personas han fallecido, de ellas, 71.000 eran civiles) hay que cargarla en la cuenta de esa cosa llamada ‘la comunidad occidental’. Y después de esta ‘faena’ remata el caradura: “no hay que poner ningún paño caliente”. No siempre el engaño consiste en mentir, en muchas ocasiones suele bastar con escamotear parte ‘esencial’ de la realidad.
Salud y comunismo
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"Un fracaso de la comunidad internacional"... Una elusiva, pero burda manera de responder, no ya al periódico, sino ante el país (reino por la gracia de dios y del IBEX, igualmente sometido a los pentagonales y belicosos caprichos de Langley), que es el que ha puesto los muertos y la pasta. Claro que, no es de extrañar que utilice esa elusiva abstracción, "comunidad internacional", al fin y al cabo, los países que se opusieron a la criminal invasión no cuentan, no pertenecen a la OTAN USamericana. ¡Que gran estadista, qué éxito! ¡Y lo ha dicho la Presidenta de la Comisión Europea!, esa a la que, cuando visita Turquía, Erdogan envía al gallinero sin nadie se atreva a rechistarle al sultán.
EliminarDe "grande y libre" a burdelillo turístico regentado por monarquía bananera sin siquiera pasar por los claveles de una revolución como la de nuestros vecinos. ¡Qué nivel!
Salud y comunismo
Solo digo una cosa, este gigante digital tiene pies de barro, porque a medida que más y más capas de la sociedad vayan siendo excluidas, el acceso a los sistemas será restringido y ya no podrán hacer control uno-a-uno, sino como ahora, tendencias y proyecciones estadísticas que no harán más que fallar.
ResponderEliminarAl final nos refugiaremos bajo la "sombra digital", como en alemania, en que muchas empresas guardan sus archivos secretos en papel y otros formatos no digitales.
Salud!
Hace poco, en youtube, escuche decir a un exagente de la CIA que el volumen de datos recolectado por la agencia era de tal magnitud que la información acumulada era prácticamente imposible de procesar de manera eficaz. Cosa que se ha demostrado en la apresurada retirada de Afganistán. Mucho servicio, poca inteligencia.
EliminarSalud!