20 mayo, 2022

El imperio estadounidense se autodestruye — Michael Hudson

 



Dandelion Salad - 08/03/2022

   Traducción del inglés: Arrezafe


Pero nadie pensó que sucedería tan rápido.


A menudo, los imperios siguen la trayectoria fatal de una tragedia griega, propiciando el destino que precisamente trataban de evitar. Ese, ciertamente, es el caso del imperio estadounidense, que se desmantela a sí mismo a cámara no tan lenta.


La suposición básica respecto a la previsión económica y diplomática es que cada país actuará en su propio interés. Tal razonamiento no es de ninguna ayuda en el mundo de hoy. Observadores de todo el espectro político utilizan frases como «dispararse en el propio pie» para describir la confrontación diplomática de Estados Unidos, tanto con Rusia como con sus aliados.


Durante más de una generación, los más prominentes diplomáticos estadounidenses han advertido sobre lo que, en última instancia y según ellos, representaría una amenaza externa: la alianza de Rusia y China dominando Eurasia. Algo que las sanciones económicas y la confrontación militar de Estados Unidos está propiciando, arrastrando además a otros países a esta órbita euroasiática emergente.


Se esperaba que el poder económico y financiero estadounidense evitara este destino. Durante el medio siglo transcurrido desde que Estados Unidos abandonó el patrón oro, en 1971, los bancos centrales del mundo han operado con el dólar como moneda de referencia, manteniendo sus reservas monetarias internacionales en forma de valores del Tesoro, depósitos bancarios, acciones y bonos de los Estados Unidos. El patrón resultante de letras del Tesoro ha permitido a Estados Unidos financiar su gasto militar colonial y la adquisición de inversión extranjera simplemente creando pagarés en dólares. Los déficits de la balanza de pagos de Estados Unidos terminan depositados como reserva en los bancos centrales de los países con superávit, mientras que los deudores del Sur Global necesitan dólares para pagar a sus tenedores de bonos y poder llevar a cabo su comercio exterior.


Este privilegio monetario –señorío del dólar– ha permitido a la diplomacia estadounidense imponer políticas neoliberales al resto del mundo, sin tener que utilizar excesiva fuerza militar propia, excepto para apoderarse del petróleo del Cercano Oriente.


La reciente escalada de sanciones impuestas por Estados Unidos, destinadas a bloquear la inversión y el comercio de Europa y Asia con Rusia, Irán, China y otros países, han supuesto enormes costos comerciales y oportunidades perdidas para los aliados de Estados Unidos. El reciente embargo de las reservas de oro y de Venezuela, Afganistán y ahora Rusia, junto con la expropiación selectiva de cuentas bancarias de foráneos millonarios (con la esperanza de ganar sus corazones y mentes, junto a la recuperación de su patrimonio secuestrado), ha liquidado la idea de que la tenencia de dólares o monedas de sus satélites de la OTAN, libras esterlinas y euros, son un refugio de inversión seguro cuando las condiciones económicas mundiales se vuelven inestables.


Así que, estoy un tanto contrariado al comprobar la velocidad a la que este sistema financiarizado centrado en Estados Unidos se ha desdolarizado en el breve lapso de uno o dos años. El tema básico de mi libro Super Imperialismo fue mostrar cómo, durante los últimos cincuenta años, las letras del Tesoro de los Estados Unidos canalizaron los ahorros extranjeros hacia los mercados financieros y bancos de los Estados Unidos, otorgando a la Diplomacia del Dólar un periplo gratuito. Pensé que la desdolarización sería liderada por China y Rusia, bregando para tomar el control de sus economías y evitar el tipo de polarización financiera que está imponiendo austeridad a los Estados Unidos. Pero son los propios funcionarios estadounidenses quienes los están obligando a superar cualquier vacilación que pudieran tener para desdolarizarse.


Yo esperaba que el fin de la dolarizada economía imperial se produjera por la ruptura de otros países. Pero eso no es lo que ha sucedido. Los diplomáticos estadounidenses han optado por poner fin a la dolarización internacional, al tiempo que ayudan a Rusia a construir sus propios medios de producción agrícola e industrial autosuficientes. Este proceso de fractura global ha estado en realidad produciéndose desde hace algunos años, comenzó con las sanciones que bloquean a los aliados de la OTAN y otros satélites económicos del comercio con Rusia. Para Rusia, estas sanciones tuvieron el mismo efecto que habrían tenido los aranceles protectores.


Rusia había permanecido demasiado cautivada por la ideología del libre mercado como para tomar medidas destinadas a proteger su propia agricultura e industria. A través de las sanciones, Estados Unidos le proporcionó la ayuda que necesitaba al imponer la autosuficiencia interna a Rusia. Cuando los estados bálticos perdieron el mercado ruso del queso y otros productos agrícolas, Rusia creó rápidamente su propio sector de queso y lácteos, al tiempo que se convirtió en el principal exportador de granos del mundo.


Rusia está descubriendo (o está a punto de descubrir) que no necesita dólares estadounidenses como respaldo para el tipo de cambio del rublo. Su banco central puede crear los rublos necesarios para pagar los salarios nacionales y financiar la formación de capital. Por lo tanto, las sanciones impuestas por Estados Unidos pueden finalmente llevar a Rusia a poner fin a la filosofía monetaria neoliberal, tal y como Sergei Glaziev ha estado abogando durante mucho tiempo a favor de la TMM (Teoría Monetaria Moderna).


La misma dinámica que socava los ostensibles objetivos de Estados Unidos ha ocurrido con las sanciones impuestas a los principales multimillonarios rusos. La terapia de choque neoliberal y las privatizaciones de la década de 1990 dejaron a los cleptócratas rusos una sola forma de cobrar los activos que habían tomado del dominio público. Eso supuso localizar sus ganancias y vender sus acciones en Londres y Nueva York. El ahorro interno había sido eliminado, y los asesores estadounidenses persuadieron al banco central de Rusia para que no creara su propio dinero en rublos.


El resultado fue que el patrimonio nacional de petróleo, gas y minerales de Rusia no se utilizó para financiar una racionalización de la industria y la vivienda rusas. En lugar de invertir los ingresos obtenidos de la privatización para la creación de nuevos medios públicos de protección, se dilapidaron en adquisiciones de los nuevos ricos: bienes raíces de lujo británicos, yates y otros activos globales del capital en fuga. Pero convertir en rehenes los depósitos de dólares, libras esterlinas y euros de los rusos, ha tenido como resultado hacer de la City de Londres un lugar demasiado arriesgado en el que mantener sus activos. Al imponer sanciones a los rusos más ricos y cercanos a Putin, los funcionarios estadounidenses esperaban inducirlos a oponerse a su separación de Occidente y, por lo tanto, a servir efectivamente como agentes de influencia de la OTAN. Pero para los multimillonarios rusos, su propio país está empezando a parecer más seguro.


Durante décadas, la Reserva Federal y el Tesoro han luchado contra la recuperación del oro como reserva internacional. Pero, ¿cómo verán India y Arabia Saudita sus reservas de dólares, mientras Biden y Blinken intentan forzarlos a seguir el «orden basado en las reglas» de Estados Unidos, en contra de sus propios intereses nacionales? Las recientes imposiciones de Estados Unidos no han dejado otra alternativa que comenzar a proteger la propia autonomía política, convirtiendo los depósitos de dólares y euros en oro como un activo libre de responsabilidad política y para no ser rehenes de las cada vez más costosas y disruptivas exigencias de los Estados Unidos.


La diplomacia estadounidense le ha restregado en las narices a Europa su abyecta sumisión al ordenar a sus gobiernos y empresas deshacerse de sus activos rusos por centavos de dólar, tras el bloqueo de las reservas de Rusia en el extranjero y el desplome de tipo de cambio del rublo. Blackstone, Goldman Sachs y otros inversores estadounidenses se movieron rápidamente para comprar todo aquello de lo que Shell Oil y otras compañías europeas se estaban deshaciendo.


Nadie pensó que el orden mundial de la posguerra 1945-2020 se esfumaría tan rápidamente. Un orden económico internacional, verdaderamente nuevo, está surgiendo, aunque aún no está claro qué forma tomará. Pero «provocar al oso» confrontando a Estados Unidos y la OTAN contra Rusia ha sobrepasado el nivel de masa crítica. Ya no se trata sólo de Ucrania. Eso es simplemente el detonante, un catalizador para alejar a gran parte del mundo de la órbita de Estados Unidos y la OTAN.


La próxima confrontación puede producirse dentro de la propia Europa. Los políticos nacionalistas podrían tratar de liderar la ruptura con Estados Unidos y algunos de sus aliados europeos, mientras otros tratarían en vano de mantenerlos dependientes del comercio y la inversión estadounidens. El precio de su perpetua obediencia es imponer una costosa inflación de su industria y la renuncia y subordinación de su política electoral democrática a los procónsules de la OTAN de Estados Unidos.


Las consecuencias no pueden considerarse realmente «involuntarias». Muchos son los observadores que han señalado exactamente lo que sucedería, empezando por el presidente Putin y el ministro de Relaciones Exteriores Lavrov, que explicaron reiteradamente cuál sería su respuesta si la OTAN insistiera en arrinconarlos mientras ataca a los ruso-parlantes del este de Ucrania y traslada armamento pesado a la frontera occidental de Rusia. Las consecuencias eran claramente previsibles. A los neoconservadores, que controlan la política exterior de Estados Unidos, simplemente no les importó. Comprender las preocupaciones y advertencias de Rusia era y es considerado “pro-Putin”.


Los funcionarios europeos no se sintieron incómodos transmitiendo al mundo sus preocupaciones acerca de la locura de Donald Trump y de cómo estaba zarandeando el carro de manzanas de la diplomacia internacional. Pero parecen ciegos ante el resurgimiento del odio visceral a Rusia por parte de de la Administración Biden, la Secretaria de Estado Blinken y Victoria Nuland-Kagan [los tres sionistas]. Se pueden considerar inapropiados el modo de expresarse y ciertos gestos de Trump, pero la pandilla neoconservadora radicada en Washington tiene obsesiones bélicas mucho más amenazantes a nivel mundial. Para ellos, era una cuestión de qué realidad saldría victoriosa: la «realidad» que creían que podían conformar, o la realidad económica fuera del control de Estados Unidos.


Los países extranjeros están siendo obligados (por los políticos estadounidenses) a hacer lo que no habrían hecho por sí mismos: reemplazar al FMI, al Banco Mundial y a otras ramas de la diplomacia estadounidense. En lugar de acercar los países europeos hacia sus propios intereses, Estados Unidos los está alejando, tal como se han alejado Rusia, China, el Cercano Oriente y el Sur Global en busca de una política a largo plazo. Cada vez hay más políticos que, en busca del apoyo de sus votantes, preguntan si no estarían mejor servidos por nuevos sistemas monetarios que reemplazaran el comercio dolarizado, la inversión e incluso el manejo de la deuda externa.


El aumento de los precios de la energía y los alimentos está afectando especialmente a los países del Sur Global, uniéndose a los propios problemas el del Covid-19 y el inminente vencimiento de la deuda dolarizada. Algo deben dar. ¿Hasta cuándo los países ricos impondrán austeridad para pagar a los tenedores de bonos extranjeros?


¿Cómo enfrentarán las economías de Estados Unidos y Europa sus sanciones contra las importaciones de gas y petróleo, cobalto, aluminio, paladio y otros materiales básicos rusos? Los diplomáticos estadounidenses han hecho una lista de materias primas que su economía necesita desesperadamente y que, por lo tanto, están exentas de las sanciones comerciales impuestas. Dicha lista proporciona a Putin una serie práctica de puntos de presión para utilizar en la remodelación de la diplomacia mundial, en el proceso de ayudar a Europa y otros países a romper con la Cortina de Hierro que Estados Unidos ha impuesto para bloquear a sus satélites y hacerlos depender de los caros suministros estadounidenses.


Pero la ruptura definitiva con el aventurismo de la OTAN debe venir de dentro de los propios Estados Unidos. A medida que se acercan las elecciones que tendrán lugar a mediados de este año, los políticos encontrarán un terreno abonado para demostrar a los votantes estadounidenses que la inflación de precios, liderada por la gasolina y la energía, es un subproducto político de la administración Biden que bloquea las exportaciones rusas de petróleo y gas. El gas es necesario no solo para la calefacción y la producción de energía, sino también para fabricar fertilizantes, de los cuales ya existe una grave escasez mundial. Esto se ve exacerbado por el bloqueo de las exportaciones de cereales rusos y ucranianos, lo que hace que los precios de los alimentos estadounidenses y europeos se disparen.


Tratar de obligar a Rusia a responder militarmente y, por lo tanto a ser percibida como una amenaza por el resto del mundo, es un simple truco dirigido a convencer a Europa de la necesidad de contribuir más con la OTAN, comprar más hardware militar estadounidense y someterse más profundamente al comercio y la dependencia monetaria de los Estados Unidos. Sin embargo, la inestabilidad que ello está causando tiene como efecto ver a los Estados Unidos como una amenaza mucho mayor de la que pudiera suponer Rusia.



7 comentarios:

  1. Creo que LUO SIYI complementa y, también en parte, contradice el análisis de HUDSON.


    Experto Chino: Estados Unidos sólo se tambalea si es derrotado militarmente.

    El intento de EEUU de compensar sus deficiencias económicas a través de medios militares/políticos inevitablemente significa que sus acciones dañarán los intereses de otros países que representan la gran mayoría de la población mundial.

    LUO SIYI, EXPERTO CHINO EN INVESTIGACIÓN FINANCIERA

    “Desde hace más de 20 años, la expansión militar extranjera de los EEUU es evidente. Pero aun así, la guerra de Ucrania también representa un cambio cualitativo en la política militar estadounidense. Antes EEUU solo había emprendido acciones militares contra países en desarrollo que eran mucho más débiles en poderío militar y no poseían armas nucleares. En orden cronológico, las principales operaciones militares agresivas de EEUU contra países en desarrollo incluyen: bombardeo de Yugoslavia en 1999; invasión de Afganistán en 2001; invasión de Irak en 2003; ataques aéreos de 2011 sobre Libia.

    Sin embargo, la amenaza de EEUU de llevar a Ucrania a la OTAN, desencadenando una guerra, muestra que la política militar de EEUU no se limita a atacar a los países en desarrollo que son mucho más débiles que él. Aunque EEUU sabía de antemano que su expansión hacia el este con Ucrania afectaría los intereses más importantes de Rusia (un movimiento que claramente cruzó la línea roja de una Rusia con capacidades militares y nucleares extremadamente poderosas, a la par con las de EEUU), EEUU decidió que estaba preparado para correr el riesgo…”


    Completo aquí:
    https://observatoriocrisis.com/2022/05/18/experto-chino-estados-unidos-solo-se-tambalea-si-es-derrotado-militarmente/

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    1. De momento, esta masiva guerra híbrida que la oligarquía angloamericana ha emprendido contra Eurasia, no la está perdiendo Rusia y todo indica que está haciendo mella tanto en la economía europea como en la norteamericana. Hay suficientes signos de muy diversa índole que lo confirman, datos que no son precisamente aportados por la maligna Rusia, sino por fuentes occidentales. Cuando un medio como NBC News comienza a publicar ciertas fechorías de Biden relacionadas con oscuras operaciones en Ucrania, está claro que, para el capital yanqui, su política de acoso a Rusia está fracasando más allá de lo tolerable.

      Los cereales empiezan a escasear y su precio a dispararse. Biden propone a Bielorrusia suspender las sanciones que EEUU le impuso a su industria petroquímica, si a cambio facilita el tránsito de cereal, a través de su red ferroviaria, a Polonia. Por otra parte, EEUU se plantea proporcionar armamento capaz de atacar a la flota rusa que bloquea la salida por mar del codiciado cereal. El lacayuno Borrell anda desesperado en busca de la manera de sacarlo de Ucrania como sea. Porque, una cosa es repartir banderitas ucranianas y rusofóbia a una población alimentada, y otra muy distinta hacer lo propio con una población hambrienta, que se olvidará de las banderitas y saldrá a las calles con el grito en el estómago. Y se perciben claros indicios de ello en Reino Unido.

      En fin, esto está alcanzando tal velocidad de crucero que es difícil predecir lo que puede ocurrir mañana. Aunque tenemos un dato de peso para vislumbrar futuros acontecimientos: no hay más que observar y comparar los jugadores de ambos equipos. Sabemos dónde está exactamente Moscú, pero ¿y Bruselas? ¿está en Europa, o está en Washington DC?

      Salud y comunismo



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    2. Exhaustivo e interesante análisis el de Luo Siyi. Sin embargo, hay, a mi entender, una contradicción en su conclusión final (y aquí es donde entraría Michael Hudson). Dice Luo Siyi:

      "...Pero a menos que EEUU sufra un fracaso del tipo analizado anteriormente, la realidad de una economía estadounidense débil y un ejército fuerte sin duda llevará a EEUU a intensificar su política de expansión militar en todos los ámbitos."

      El problema (la suerte para el mundo) es que no se puede mantener por mucho tiempo un ejército fuerte mediante una economía débil. Si a ello añadimos los problemas internos y sus posibles consecuencias sociales, huelgas, protestas, disturbios..., tenemos un panorama nada halagüeño para EEUU. Además hemos de tener en cuenta que gran parte de sus tropas suelen estar compuestas por mercenarios y empresas privadas, y si no hay pasta... El capitalismo encalla sin capital.

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    3. Es cierto lo que planteas Loam, pero no es menos cierto que, como dice Luo Siyi y tú destacas, ‘la débil economía estadounidense’ ha elegido el camino ‘de la expansión militar en todos los ámbitos’. Y claro está que en una economía que, de forma directa e indirecta, casi el 60% de su PIB está ligado a la industria armamentística, el objetivo que se persigue no deja lugar a dudas: reactivar la economía por medio de las guerras ‘en todos los formatos y ámbitos’ y la consecuente y lucrativa escalada armamentística. Y ya hemos tenido ejemplos concretos, por ejemplo Alemania ha sido obligada a ‘cerrar’ el gasoducto que la ligaba a Rusia a un precio muy competitivo y en contrapartida abrir la vía al gas yanqui un 50% más caro. Y en paralelo, y para empezar, ha comprometido 100.000 millones de euros para la compra de armamento. La economía de EEUU hace doble caja, y la dependencia económica y política de la potencia líder de la UE y demás subalternos (véase cómo le robaron los yanquis el contrato de submarinos nucleares que habían firmado entre Francia y Australia o cómo han conseguido que las ‘neutrales’ Finlandia y Suecia se conviertan en nuevos clientes y vasallos del Pentágono vía OTAN) queda reforzada hasta extremos ultrajantes. Y con Europa en el bolsillo y cada día más subordinada, EEUU completa la operación con sus movimientos de fichas ‘económicas y militares’ en el Pacífico manejando sus hilos con Japón, Corea del Sur, Australia y los británicos para tratar de bloquear a China. En América Latina sigue haciendo ‘negocios’ mediante el FMI y el BM, en Argentina, Chile, Brasil… y con sus bloqueos a los díscolos: Cuba, Venezuela, Nicaragua. Mientras aumenta el control militar instrumentalizando la ‘narco-provincia colombiana’ y las bases de la OTAN en Malvinas.

      En resumen, creo que las cosas van una vez más, y lo que es innegable es que la hegemonía global yanqui ha pasado a mejor vida, de una lucha imperialista –aunque como decía Lenin no todos los imperialismos son iguales–por los escasos recursos y mercados. La partida es importante, será larga y no ha hecho más que empezar. Debemos estar muy atentos a cada uno de los movimientos, y sus consecuencias. Las clases no se suicidan pero pueden verse obligadas a bajar la guardia en algunos flancos y es ahí donde debemos abrir el boquete… y meter toda la carga.

      Salud y comunismo

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    4. Oriente / Occidente. Norte / Sur. Clases dominantes / clases oprimidas. Y la disputa por el liderazgo y dominio del nuevo orden mundial. La lucha está teniendo lugar en el Olimpo de los grandes poderes, los "rayos" perdidos y escombros caen mortalmente, como siempre, sobre la desgraciada muchedumbre que sostiene las columnas. Esta contienda va a ser larga, sí, porque el trecho que media entre la paz y el cataclismo nuclear se puede colmar de guerras, hambrunas, epidemias y muertos sin llegar al apocalipsis final. Volverán las oscuras resistencias clandestinas.

      Salud y comunismo

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    5. José Martí: “Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas:—y mi honda es la de David”.

      Salud y comunismo

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  2. Está claro que se autodestruye. Y a nosotros con él. Los más conscientes incluso son los propios americanos, que ya están sintiendo los efectos del derrumbe. No se si llegaremos a ver el colapso como tal, pero la crisis es constante. Y sobre todo civilizatoria. Nunca había habido tanta distancia entre gobernantes y gobernados. es como si fuesen extraterrestres. Salud!

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