PEACE, LAND, & BREAD – 27/06/2020
Traducción del inglés: Arrezafe
Si el imperialismo es la etapa superior del capitalismo, entonces el antiimperialismo es la etapa superior de la lucha de clases.
Como muchos comunistas nacidos de familias inmigrantes en los Estados Unidos, mi desarrollo político ha sido una extensión de la conexión con mis raíces culturales. Aunque nací y crecí en los Estados Unidos, pasé muchos veranos de mi infancia en Tainan, la ciudad natal de mi madre en el sur de Taiwán, lo que sin duda fortaleció mi vínculo con mi herencia histórica.
Mi padre es un Hwagyo –miembro de la diáspora china en Corea– y aunque nació y creció en Corea, el régimen de Corea del Sur se negó a reconocerlo como ciudadano porque su padre no era coreano, el hecho de que naciera de madre coreana no le importó a los regímenes de Rhee y Park. Por entonces, el régimen de Corea del Sur no había establecido relaciones diplomáticas con el nuevo gobierno chino en Beijing y, por lo tanto, la “República de China” (cuya área administrativa efectiva se había reducido a Taiwán, Penghu, Jīnmén/Kinmen y Mǎzǔ/Matzu) fue el gobierno chino reconocido por Seúl. Debido a que el Kuomintang (KMT) perdió el continente y su autoridad fue desafiada abiertamente en 1947 por los taiwaneses, descontentos con el mal manejo de las contradicciones internas por parte del KMT, éste trató denodadamente de ganarse a los chinos residentes en el extranjero durante las primeras décadas para su posterior reubicación en Taiwán. Como resultado, personas como mi padre en Corea se convirtieron en ciudadanos de la “República de China” y asistieron a escuelas creadas para la comunidad china que impartían el plan de estudios diseñado por el Ministerio de Educación de la “ROC” [Republic of China]. Muchos de los que optaron por asistir a la universidad lo hicieron en Taiwán debido a que los programas de reafirmación nacional favorecían a los chinos de ultramar.
La información básica que absorbí mientras crecía me proporcionó una comprensión esquemática y francamente trivial de mis antecedentes, para entenderlos realmente necesitaba estudiar cómo surgió esta realidad. Además, me di cuenta a edad temprana de que siempre sería considerado un extranjero en los Estados Unidos, de la misma manera que mi padre nunca fue visto como un verdadero coreano a pesar de haber nacido y crecido en Seúl. Consciente de estas realidades, y de mi afinidad con Taiwán (la isla y su gente, no su clase dominante y reaccionaria), y por extensión con toda China, mantener nexos con mis raíces culturales se convirtió en un asunto serio que implicó asumir por mi cuenta el estudio de la historia, de la actualidad y del idioma chino.
La Guerra Fría situó a Taiwán y Corea del Sur en primera línea de una división global entre el capitalismo y el socialismo, por lo que mi deseo de profundizar en mi herencia cultural también fue inseparable de una comprensión de la Guerra Fría. Volví a los hechos que había aprendido de niño, como que Chiang Kai-shek era un maldito tirano, o la diferencia entre waishengren y benshengren e investigar su verdadero significado histórico. Al ser testigo de los disturbios que ocurrieron tras las elecciones de 2000, cuando se eligió al primer líder no perteneciente al KMT, descubrí que gran parte de la lucha surgió del antagonismo entre los waishengren y los benshengren, resultante de la política del KMT de excluir a los benshengren de los niveles más altos de gobierno durante las primeras décadas de su gobierno en Taiwán. La política del KMT profundizó la desconfianza entre dos amplias categorías de personas en Taiwán: las benshegren, que significa “gente de esta provincia”, refiriéndose a aquellas personas que ya vivían en Taiwán cuando los imperialistas japoneses se rindieron y Taiwán fue devuelto a China en 1945; y las waishengren , o “personas extraprovinciales”, es decir, aquellos que arribaron a Taiwán desde la China continental entre 1945 y mediados de la década de 1950. Debido a que las élites gobernantes del KMT eran todos waishengren, muchos benshengren consideraban opresores a los waishengren de todas las clases, aunque ninguno estaba a salvo del Terror Blanco anticomunista del KMT.
Curiosamente, sin embargo, los sentimientos anti- waishengren y anti-KMT no se tradujeron en sentimientos antiestadounidenses entre la oposición pequeñoburguesa que creció en las décadas de 1970 y 1980, a pesar de que la élite gobernante obtuvo su poder de los imperialistas estadounidenses. Tampoco se me escapó que los benshengren, que son mayoría Han al igual que los waishengren, a menudo excluyen a los indígenas taiwaneses de sus deliberaciones sobre los derechos de los taiwaneses.
Comparto estos hechos para ilustrar mejor mi camino hacia el comunismo y por qué los comunistas del siglo XXI no pueden descuidar el antiimperialismo. Ciertamente, estos hechos me brindaron una comprensión básica de Taiwán, pero eran simplemente un punto de partida. Para entender verdaderamente Taiwán, necesitaba estudiar más a fondo cómo surgieron estas realidades, lo que requería familiarizarme con la historia indígena de Taiwán, las diversas oleadas de migración de chinos Han desde la China continental a partir del siglo XVII, las actitudes del Imperio Qing hacia Taiwán, la colonización japonesa, el exilio del KMT en Taiwán, el Terror Blanco y la ley marcial de Chiang Kai-shek, la historia de la oposición al KMT, y especialmente el imperialismo estadounidense.
Por supuesto, uno puede estudiar todo esto a través de una lente liberal pro-estadounidense, pero tal enfoque deja inconexos muchos eventos y tendencias relacionados.
Una de las preguntas que me hice cuando era estudiante de primer año de la universidad fue esta: si el objetivo de la política exterior de los Estados Unidos es difundir la libertad y la democracia, ¿cómo es posible que dictadores como Chiang Kai-shek y Syngman Rhee no sólo obtengan el apoyo de los Estados Unidos, sino que sean defendidos como líderes democráticos? La respuesta liberal podría ser algo así: “Es cierto que Chiang y Rhee eran líderes brutales que distaban de ser ideales, pero luchaban contra el comunismo, que era mucho peor que cualquier cosa imaginable en Taiwán bajo Chiang o en Corea del Sur bajo Rhee”. Al mismo tiempo, los liberales restan importancia al hecho de que la mayoría de los encarcelados y ejecutados por Chiang fueran comunistas o presuntos comunistas. Las víctimas de su dictadura de derecha son tratadas hoy en día en los principales medios generales como "luchadores por la libertad", pero de manera abstracta y con escasa mención a su filiación comunista. Aunque Chiang Kai-shek está muerto, y aunque la oposición burguesa al KMT lo trata de forma negativa, su espíritu anticomunista sigue vivo. Al darme cuenta de esta hipocresía, comencé a estudiar el imperialismo estadounidense, su relación con el capitalismo, cómo ideologías, tales como la supremacía blanca, están diseñadas para justificar los diversos sistemas de opresión existentes y cuánto me habían mentido.
La mayoría de los gobiernos derrocados por Estados Unidos son gobiernos elegidos democráticamente que, una vez derrocados son, sin excepción, reemplazados por regímenes clientelares que sirven a los intereses corporativos estadounidenses. Estados Unidos estableció alianzas con figuras políticas como Chiang y Rhee para controlar tanta población y recursos como fuera posible. La interpretación liberal de la historia sin un contexto antiimperialista nos haría creer que Estados Unidos estaba empeñado en “civilizar” el mundo con los valores universales de “libertad”, “democracia” y McDonald's, a creer que tal empeño estaba destinado a redimir a equivocados y mal administrados, y que la aparición de los Chiangs, los Rhees, los Mobutus, etc., fueron la excepción y no la regla. Debido a que los liberales taiwaneses no lograron establecer estas conexiones, su idea de solidaridad internacional ha sido acudir al Tío Sam y a las clases dominantes de las “democracias avanzadas”, en lugar de establecer una solidaridad internacional con los pueblos oprimidos. Como resultado, la política “progresista” en Taiwán está suspendida en un limbo de nihilismo histórico sin soluciones reales.
El imperialismo traza una línea que conecta puntos aparentemente no relacionados. El estudio de las obras de revolucionarios como Marx, Lenin y Mao iluminó la estructura subyacente de los acontecimientos históricos. “La historia de toda la sociedad humana existente hasta ahora”, en palabras de Karl Marx, “es la historia de las luchas de clases”. Si el imperialismo es la etapa superior del capitalismo, como teorizó Vladimir Lenin, entonces se deduce que el antiimperialismo es la etapa superior de la lucha de clases. Pronto, comencé a ver la conexión entre varios eventos aparentemente no relacionados: los comunistas chinos luchando contra los invasores japoneses, las guerrillas coreanas dirigidas por Kim Il Sung y la rebelión antijaponesa en Wushe (Taiwán) por parte del pueblo indígena Seediq que terminó trágicamente con el lanzamiento de armas químicas por la Fuerza Aérea Japonesa. Estos tres eventos fueron todos parte de una lucha mayor contra el imperialismo japonés. En 1950, el estallido de la Guerra de Corea no sólo aplastó los sueños de mi abuelo de regresar de Corea a su hogar en la provincia china de Shandong (estaba en el sur cuando estalló la guerra, mientras que su hermano, en el norte, escapó y regresó a China mientras la Fuerza Aérea de los EEUU estaba bombardeando todas las ciudades al norte del paralelo 38), sino que también dio forma al destino de Taiwán a medida que la actitud de los EEUU hacia Chiang cambió, pasando del abandono al apoyo reticente, rescatando al régimen de la “ROC” de una derrota segura. Esta vez, fue el imperialismo estadounidense el que se convirtió en el mayor factor común entre acontecimientos aparentemente no relacionados. Décadas más tarde, las Panteras Negras y otros grupos que lucharon por la liberación llegaron a una conclusión similar sobre la Guerra de Vietnam y la lucha por la desigualdad racial: que la clase dominante estadounidense era el enemigo común y que, además, enfrentarse a la clase dominante estadounidense significaba apoyar al Ejército Popular de Vietnam y al Frente de Liberación Nacional.
Saber hasta qué punto ha sido uno mismo y su entorno moldeado por el imperialismo hace que lo percibamos como un sistema de opresión muy real y no cual mero concepto abstracto.
Estudiar el imperialismo es un proceso que exige cuestionar todo cuanto te han enseñado. Es una lucha colmada de ira y tristeza, pero también de amor y liberación. Por desgracia, esta no es una lucha asumida por muchos de cuantos hoy en día se autodenominan izquierdistas, especialmente aquellos cuyas familias han estado generacionalmente en el núcleo imperial, ya que el interés por comprender las raíces propias se ha eliminado durante generaciones.
Si tus allegados no tienen memoria de Corea, por ejemplo, no escucharás historias sobre cómo el Ejército Popular de Corea trató con dignidad a las personas en los territorios que liberó, mientras que las fuerzas estadounidenses y el ejército de Corea del Sur que EEUU controlaba, actuaron como las tropas de ocupación que eran. Por lo tanto, dicha carencia histórica hace menos probable que cuestiones la narrativa dominante sobre la Guerra de Corea, llena de menciones sobre la Corea del Sur "democrática" y la Corea del Norte "dictatorial".
La amnesia imperialista no sólo distorsiona nuestra concepción de los acontecimientos mundiales, también perjudica nuestra capacidad para interpretar los acontecimientos internos, porque ambos son inseparables en la era del imperialismo. Sin una comprensión firme del imperialismo, seremos engañados por reformistas como Bernie Sanders, que reclaman una forma falsa de “socialismo” financiada por la hiperexplotación del Sur Global por parte del núcleo imperial. ¿De qué sirve el “socialismo”, o más exactamente, la socialdemocracia en los Estados Unidos si millones continúan sufriendo bajo la bota de la agresión estadounidense? ¿Pueden estos socialdemócratas “progresar junto a la comunidad inmigrante latinoamericana” cuando Estados Unidos continúa atacando y desestabilizando a los países latinoamericanos, sometiendo a los pueblos a niveles de pobreza inimaginables para el estadounidense medio y condenando a líderes como Hugo Chávez, “un dictador muerto” como ha dicho Bernie Sanders? ¿Tienen los políticos socialdemócratas en Estados Unidos alguna credibilidad cuando hablan de los derechos de los negros estadounidenses mientras son complacientes con la "intervención humanitaria" que propicia el resurgimiento de la esclavitud en el extranjero, como en el caso de Libia? No creo que los sanderistas tengan la intención de hacer daño en el exterior, pero es a eso a lo que conduce la socialdemocracia una y otra vez. La socialdemocracia es capitalismo con una mejor red de seguridad; se promociona a sí mismo como capaz de gestionar las crisis que él mismo origina, ofreciendo un humano "camino intermedio" entre el capitalismo del laissez-faire y el socialismo real, pero sin respuestas científicas socialistas al problema del imperialismo, sólo puede proporcionar un retraso temporal y engañoso a crisis capitalistas aún mayores. Sin las descomunales ganancias generadas por el imperialismo, se evapora la fuente de su “riqueza compartida” y con ella la legitimidad de la “socialdemocracia” como posición política.
Sin una línea política que sea intransigentemente antiimperialista, nos conformaremos con concesiones que, lejos de amenazar a nuestros enemigos de clase, oprimen a poblaciones en todo el mundo, incluida la población de Estados Unidos. ¿Podemos pasar por alto el hecho de que Sanders apoyara el bombardeo de Yugoslavia y apoye a Israel, un estado colonialista que ha ocupado Palestina y aterrorizado al pueblo palestino durante décadas? ¿De qué sirve popularizar a Bernie como “socialista” si el significado de la palabra ha sido adulterado hasta tal punto? Irónicamente, con la misma premura que los sanderistas corren a señalar cómo los principales medios de comunicación ensalzan a los falsos "socialistas", también se apresuran a arrojar mentiras —de acuerdo al dictado de dichos medios— sobre aquellos países que desafían la hegemonía de EEUU. El socialismo no es capitalismo con una gran red de seguridad, sino el establecimiento de un estado proletario al servicio de los intereses de quienes trabajan para ganarse la vida. A medida que la gente adquiera una mayor comprensión del imperialismo, no se conformará con personas como Sanders o AOC [Alejandra Ocasio-Cortez], su visión irá más allá de todos esos arribistas sin principios.
En los Estados Unidos, la herramienta favorita de la clase dominante ha sido la ideología propia de la supremacía blanca. Bebiendo profusamente de la falsa "ciencia" racial europea, la clase dominante de EEUU estableció dos amplias categorías sociales: población blanca y no blanca, que permitió a la clase dominante dividir y someter a la clase trabajadora, sabedora de que un proletariado unido amenazaría su poder. A partir de ahí, podemos ver cómo la supremacía blanca sabotea no sólo la solidaridad entre blancos y no blancos, sino también la solidaridad entre los diversos grupos de personas no blancas. En respuesta a esta realidad, surgieron en Estados Unidos ideologías y movimientos opuestos a la supremacía blanca. En términos generales, estas ideologías se sitúan entre un chovinismo reaccionario, que no representa amenaza para la burguesía, y un nacionalismo revolucionario que no contradice el internacionalismo. Así como es importante conectar entre sí las luchas de los diferentes grupos étnicos para socavar la supremacía blanca, debemos conectar entre sí las diversas luchas en todo el mundo para socavar el sistema imperialista.
La mayoría de las personas que se autodenominan izquierdistas estarían de acuerdo en que la convocatoria reaccionaria del poder blanco, es cualitativamente diferente de la convocatoria revolucionaria del poder negro, algo que, desgraciadamente, pierden de vista cuando se trata del ámbito internacional. Ultraizquierdistas y anarquistas, a menudo se niegan a solidarizarse con los países y pueblos atacados por el imperialismo estadounidense. Al no reconocer al imperialismo estadounidense como la principal amenaza, otorgando mayor relevancia a los problemas políticos internos de los países víctimas, sostienen que ambos lados son “igualmente malos”, con lo cual se sitúan “objetivamente” del lado imperialista. Durante la Guerra Civil China, se formó un frente único antijaponés entre el Partido Comunista de China y el Kuomintang, en el entendimiento de que la contradicción entre los imperialistas japoneses y el pueblo chino se había vuelto primordial, y la contradicción entre los comunistas y el KMT chino se había vuelto secundaria. Mao enfatizó el hecho de que la caída de China ante Japón habría agravado las opresiones existentes afrontadas por el pueblo chino y habría hecho que su liberación fuera mucho más difícil. Si el pueblo chino hubiera tomado la posición de considerar al KMT y a los japoneses “igualmente malos”, China habría sido completamente subyugada por la bota extranjera, que suele ser más difícil de combatir que la propia. Los comunistas debemos aprender de este ejemplo y analizar honestamente las contradicciones del mundo actual.
Simpatizar, excusar y blanquear “objetivamente” al imperialismo estadounidense en el escenario internacional es similar a excusar y permitir “objetivamente” la supremacía blanca dentro de los Estados Unidos. No podremos superar la división nacional ni alcanzar solidaridad política dentro de nuestra clase, la clase trabajadora, sin comprender y combatir la supremacía blanca, y no podremos esperar solidaridad internacional si no nos oponemos activamente al imperialismo estadounidense. Esperar nada menos que la perfección de otros países mientras se hace de la vista gorda ante el proceder imperialista del propio, no es más que insolidario chovinismo. Por ejemplo: incluso si todo cuanto dicen los principales medios de comunicación sobre China fuera cierto (aunque evidentemente no es el caso), deberíamos preguntarnos: ¿Quién amenaza a quién? ¿Es China o Estados Unidos el que tiene al otro rodeado de bases militares situadas en estados clientes? ¿Es China o Estados Unidos el que derroca gobiernos democráticamente elegidos? ¿Es China o Estados Unidos quien apoya decididamente dictaduras militares en todo el mundo? ¿Podemos honestamente decir que "son tan malos el uno como el otro”? Incluso si somos críticos con China, como yo personalmente lo soy, ¿no deberíamos apoyar la defensa de su soberanía ante la obvia agresión estadounidense, especialmente quienes estamos en los Estados Unidos y tenemos la posibilidad de ejercer presión sobre sus dirigentes?
Vivimos en la era del imperialismo capitalista y Estados Unidos, aunque no es la única, es su principal potencia. Esto hace de la lucha contra el imperialismo yanqui la principal tarea en el mundo actual. Muchos de cuantos en Occidente se consideran "izquierdistas" no lo creen así y se posicionan en contra de una forma abstracta de imperialismo que a menudo considera a todos los países en conflicto igualmente malos.
Si somos capaces de reconocer la falsedad del sistema legal estadounidense, cuando proclama la “igualdad ante la ley” y que esta es igual para ricos y pobres, entonces también deberíamos reconocer que quienes afirman que EEUU y Assad son “tan malos el uno como el otro” realmente se están poniendo del lado del imperialismo estadounidense.
Si bien no debería ser controvertido condenar la agresión de EEUU contra la RPDC y apoyar la lucha del pueblo coreano contra el imperialismo de EEUU, expresar tales puntos de vista aviva el desprecio de todo el espectro político estadounidense, incluyendo a los pseudo-izquierdistas, a quienes incluso oiréis pedir el asesinato de Kim Jong Un. En aras del argumento, incluso si todas las mentiras que se cuentan sobre él fueran ciertas (que es el tirano maníaco y despiadado que los medios de comunicación burgueses hacen creer que es), ¿cuándo y dónde ha habido algún cambio de régimen patrocinado por EEUU que haya desembocado en más libertad y democracia para la población del país intervenido? ¿Mejoró la situación de los iraníes tras del derrocamiento de Mosaddegh? ¿Vivieron mejor los chilenos tras el asesinato de Allende y la imposición de Pinochet? ¿Disfrutan los libios de más libertades ahora que antes con Gadafi? ¿Disfrutaron los bolivianos de derechos humanos y mejores niveles de vida con Morales exiliado? Los problemas, reales e imaginarios, de los países atacados por el imperialismo no son excusa para escatimar nuestra solidaridad internacionalista. A menudo, problemas como la libertad de expresión limitada en países agredidos por el imperialismo se exacerban, cuando no son causados por la propia agresión imperialista. Si realmente queremos que estos países prosperen, y si realmente nos preocupamos por la población de esos países, entonces debemos cumplir nuestra parte como pueblo que vive en el núcleo imperial y hacer frente a la agresión militar, al sabotaje económico y al aislamiento político llevado a cabo por el país en el que residimos. Todas las demás posiciones, incluida la elaboración de falsas equivalencias ("ambas partes son malas, así que no tomo partido por ninguna"), o la mentalidad liberal de quien aboga por la no intervención en función de factores no políticos, o de apatía (“desde aquí no se puede hacer nada”), son simplemente posturas del chovinismo occidental que deja la puerta abierta a la intervención estadounidense. Así como la supremacía blanca daña la solidaridad entre diversos grupos étnicos dentro de los Estados Unidos, estas actitudes chovinistas mantienen a los trabajadores del mundo divididos y a merced de los imperialistas. La burguesía tiene su propia solidaridad internacional conocida como globalismo para ellos e imperialismo para nosotros. Es hora de combatir su solidaridad internacional con nuestra propia solidaridad antiimperialista.
★
Su reverenda madre
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=Pymxn-VUE3o
Salud!
Buenísima! Gracias, Conrado. La guardo para protestas y elecciones.
EliminarSalud!
Su Madre Patria - (Edson Velandia)
EliminarHace más de cinco siglos
Que los vagos del gobierno
Arribaron del infierno
En los barcos de un pirata
Con letras, curas y ratas
A llevarse sin pagar
Oro, plata y Reficar
Agua, tierra, pan y leche
Y a lavar con Odebreche
Las lucas en Panamá
Que los mantenga su madre patria
Su madre patria
Que los mantenga su madre patria
Su madre patria
Su madre patria
Su madre patria
Su reverenda madre
Su madre patria
Estos son los requisitos
Pa' ser multimillonario
Pague el mínimo salario
Al que necesite un puesto
Evada todos los impuestos
Y apoye su candidato
Pa' que agilice contrato
Dele coima al enemigo
Cianuro dele al testigo
Y dele cuota al paraco
Que los mantenga su madre patria
Su madre patria
Que los mantenga su madre patria
Su madre patria
Su madre patria
Su madre patria
Su reverenda madre
Su madre patria
En la Casa de Nariño
Secuestraron al Estado
No quieren estudiantado
Ni universidades públicas
Se rascan las partes púbicas
Con la plata de la gente
Y a sus hijos delincuentes
Los meten a las privadas
No estudian ni aprenden nada
Pero van pa' presidentes
Que los mantenga su madre patria
Su madre patria
Que los mantenga su madre patria
Su madre patria
Su reverenda madre
Su madre patria
Que los mantenga su madre
Su madre patria
Vengo con este merengue
Pa' decirle al policía
Que cante esta melodía
Que se aprenda los pregones
Contra sus viles patrones
Que al pueblo tienen amargo
Y ayuden a echar en barco
A liberales, godos, perros
Curas, lepras y banqueros
Reinas, pastores y narcos
Que los mantenga
Su madre patria
Que los mantenga su madre
Su madre patria
Su reverenda madre
Su madre patria
Que los mantenga su madre patria
Su madre patria...
Impepinable
ResponderEliminar