15 agosto, 2022

La obsolescencia de la clase dominante

 

George Grosz


Capitulo 1 del libro La perestroika en Estados Unidos (réquiem para la civilización occidental), de Wim Dierckxsens y Walter Formento. Libro que puede descargarse en América Latina en movimiento.


Capítulo I


La Transición en Sociedades del pasado

La obsolescencia de la clase dominante al tornarse improductiva: en perspectiva histórica


El ascenso y la caída de las grandes culturas en la historia se encuentran estrechamente vinculados con el tema del trabajo productivo. El enunciado, que las relaciones existentes de producción se tornan en el trascurso del tiempo una traba para la continuidad del propio desarrollo de las fuerzas productivas, se manifiesta precisamente por el carácter im-productivo del trabajo que predomina en cada fase final de un modo de producción. Los conceptos de trabajo productivo y trabajo improductivo vistos por su contenido, es decir, más allá de la relación social existente, transcienden al capitalismo. Están presentes en todas las culturas de la humanidad. Solamente bajo la relación social capitalista adquieren una modalidad específica como Marx lo desarrolla en el Capítulo VI inédito. El trabajo productivo por lo que realmente es a través de la historia, Marx lo elabora en el primer tomo de su obra Teorías sobre la plusvalía y en el segundo tomo de El Capital.


A lo largo de la historia, el trabajo improductivo se asocia con la etapa de declive de las culturas, mientras que el trabajo productivo con la de ascenso de estas. El ascenso y declive de las élites o clases dominantes en el poder económico, dicho de otro modo, está en función directa con su propio carácter productivo. En cada crisis de un modo de producción, la clase dominante se torna superflua por el carácter improductivo de la/s actividad/es que asume en esa fase. Las grandes culturas de la América precolombina, así como las del antiguo Egipto, de la Mesopotamia, de la China antigua, todas ellas ven surgir y resurgir una dinastía tras otra con el desarrollo de grandes obras de culto, que encuentran su base económica en las grandes obras productivas que las anteceden. Cada expansión de las obras hidráulicas genera un desarrollo en las fuerzas productivas sociales y dan pie a una nueva expansión o ascenso ‘cultural’. El “esplendor” de éstas elites se apoya y potencia a partir de la base productiva, aunque no de modo lineal ni mecánico. Las obras (re)productivas (generalmente las obras hidráulicas como la canalización, la irrigación, las terrazas para el cultivo, etc.) reafirman el Bien Común de la Sociedad en su conjunto y legitiman la división social del trabajo entre la comunidad directiva y las comunidades de base-pueblo. Las obras de culto (como las pirámides) en honor a los dioses del sol, la luna, es decir al dios de la fertilidad, en un primer momento se legitiman por la subjetividad del pueblo que atribuye fuerza sobrenatural a dichos dioses. El Bien Común no es un resultado directo de la división del trabajo sino solo se obtiene de manera indirecta. Con el desarrollo de obras de culto o político-culturales cada vez más ostentosas, tienden a descuidarse e incluso a abandonarse las obras económico-productivas. La consecuencia general es una mala cosecha o hambruna y con este resultado se revela, indirectamente, que hay un choque de intereses entre los representantes (o mediaciones ante los dioses y/o sus descendientes) y el pueblo. La permanencia de la comunidad superior, en estos casos, se ha transformado en improductiva y pone en peligro la base productiva de las comunidades-pueblos. El resultado suele ser una rebelión popular y, con ella, el fin de una dinastía.


El choque de intereses de la comunidad superior con los de las comunidades de base-pueblo se hace evidente a partir de una hambruna, que revela el carácter improductivo de las obras de culto y con ello de la comunidad superior. Sin embargo, la ausencia de una comunidad directiva o superior también constituye una amenaza para la preservación y potenciación de la base productiva, ya que provoca la división o la fragmentación de la sociedad en muchas localidades aisladas, empeorando aún más la situación social. La misma crisis de desintegración demanda una nueva dirección para restaurar, reiniciar, repotenciar y extender las obras productivas. Reaparece una nueva dirección, a menudo en otro sitio, para levantar las obras productivas, pero suele repetirse la historia. La consecuencia es una crisis cíclica del sistema imperante, como se puede observar en la historia de la américa precolombina, la asiática (china, persa, india, etc.) y del África del Norte.


En el régimen esclavista de Grecia y Roma no existe ninguna posibilidad, ni directa ni indirecta, para el desarrollo del Bien Común de la sociedad. La relación entre amos y esclavos es la negación del último como ser humano integrante de la sociedad y jurídicamente se lo considera un 'instrumento de trabajo parlante'. En el régimen esclavista no existe ningún mecanismo natural para la reproducción de la fuerza de trabajo esclava. Mujeres y hombres son vendidos por separado, así como sus hijos. Para garantizarles la reproducción de los esclavos a los amos, existe la necesidad de una tercera clase social: los ciudadanos libres. La esclavitud por deudas que sufren históricamente los propios civiles (campesinos libres en su inmensa mayoría) tiene su límite objetivo. Su desaparición constituye una amenaza para la reproducción futura de la mano de obra esclava.


Tanto en Roma como en Grecia, se han tenido que im-poner límites a la esclavitud por deudas a fin de salvar el reemplazo (reproducción) de los esclavos en el tiempo. La guerra constituye el mecanismo por excelencia para reclutar mano de obra esclava. La demanda sólo puede satisfacerse si también hay una oferta, y en el mercado nadie se ofrece voluntariamente como esclavo. La reducción a la esclavitud de los pueblos conquistados es la única modalidad efectiva para mantener la ‘oferta’. Al no poder reproducirse biológicamente los esclavos, la demanda y con ello la guerra adquieren carácter permanente. La guerra en sí constituye un trabajo improductivo; lo que para los conquistadores aparece como productivo, es pérdida absoluta de riqueza ante los conquistados y a nivel social global solo puede hablarse de transferencia de riqueza, pero jamás producción de la misma a través de la guerra de conquista.


La guerra resulta “productiva” ante los ojos de los con-quistadores mientras sus costos (de mantener un ejército) son largamente compensados por el botín de guerra y el reclutamiento de mano de obra esclava. Cuando se invierte la relación y el gasto militar para mantener los territorios ocupados superan los beneficios en términos de botín y esclavos, entonces se manifestará el carácter improductivo de la guerra. Para los conquistados el panorama se revela exactamente al revés, ya que con mayor frecuencia logran esquivar el pago de tributos. En esencia, la captura de esclavos, botín de guerra y los tributos no representan sino una redistribución forzosa de la riqueza ya existente y de ningún modo constituye la generación de riqueza nueva. Conforme el imperio esclavista se expande, la demanda de esclavos se desarrolla a escala ampliada y el costo de la guerra aumenta conforme se amplía la relación esclavista. Una esclavitud a escala ampliada demanda una conquista en escala igualmente ampliada. Con las primeras conquistas, la “oferta” de esclavos abundaba. A mayor capacidad de reposición, más brutal es el trato de esclavos. Al acortarse la vida media de los esclavos por efectos del brutal maltrato, la necesidad de retornar al campo de batalla, a la guerra se acelera. En medio de todo ello, surge la necesidad objetiva de ampliar la tercera clase, que a menudo suele morir en los campos de batalla. La ciudadanía se reproduce artificialmente al otorgárseles a los pueblos conquistados, que brindaron escasa o ninguna resistencia. La reproducción ampliada de la ciudadanía ha sido vital también para recaudar los impuestos, reponer y reclutar guerreros necesarios a fin de sostener la guerra perpetua.


Con cada expansión del imperio, los costos de la guerra y de la defensa tienden a incrementarse. Conforme se expande el imperio más duro resulta sostenerlo y el costo de la guerra crece más rápidamente que su beneficio principal: la generación de mano de obra esclava. Si la afluencia de esclavos disminuye ante una demanda existente, el precio de los mismos va en alza. Entonces, se manifiesta una crisis de reproducción de la relación social esclavista.


Conforme el trabajo de defensa del imperio se torna improductivo, cae el comercio de esclavos. La manutención del imperio en función de los patricios, en tanto esclavistas, se torna insostenible. La autosuficiencia de cada una de las provincias periféricas se convierte en una necesidad y posibilidad inevitable. Al crecer en el imperio la cantidad de provincias autosuficientes, el centro de poder va perdiendo relativamente la fuerza para cohesionarlo y unificarlo, basada ésta en la economía de mercado esclavista. Luego, el imperio se desintegrará primero en aquel entorno donde reina mayor atraso comercial: Occidente.


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1 comentario:

  1. Buff, gran repaso. Lo que se puede inferir es que el sistema se topó con sus límites físicos hasta chocar con sus contradicciones. Sin embargo yo le encuentro un pero. Y es que el sistema esclavista, cualquier sistema, puede aumentar su amplitud aumentando los conocimientos tecnológicos que le faciliten la expansión. En conclusión, si el sistema romano hubiese contado con un sistema tecnoindustrial de i+d similar al actual, su expansión se hubiese producido hasta abarcar el globo. Lo mismo le pasó a todos los imperior, anteriores y posteriores. Y lo mismo le sucederá a los chinos y rusos cuando caiga EEUU. Salud!

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