REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG – 01/06/2022
El marxismo es una herramienta de análisis, la mejor, para entender y explicar las claves internas del funcionamiento del modo de producción capitalista, las formas de organización social y las ideologías a las que da lugar, los tipos de acción y de conciencia que genera, así como una guía política para superar el capitalismo y contribuir a la emancipación social.
Sin embargo, en las cuatro últimas décadas, paralelamente al surgimiento y hegemonía en las universidades de las teorías posmodernas, el marxismo fue prácticamente arrinconado como materia científica, también como herramienta política, al tiempo que lo hemos visto incluso reformulado bajo etiquetas como neomarxismo o postmarxismo.
Pero ¿requiere en realidad, el marxismo, este tipo de prefijos o añadidos? Post-marxismo, neo-marxismo, ¿son conceptos diferentes? ¿Qué tratan de explicarnos? Para aclararnos estas dudas entrevistamos al sociólogo y profesor Andrés Piqueras, autor de "De la decadencia de la política en el capitalismo terminal", una obra que explora estas cuestiones, entre otras muy pertinentes a nuestro mundo actual.
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Los anarquistas somos materialistas históricos, y comunistas, y socialistas, pero no marxistas. Porque, a fin de cuentas, nos damos cuentas de que, con o sin estado, con capitalismo o sin capitalismo, con mercancía o sin mercancía, el Dominio se ejerce por la fuerza. Y es esa fuerza, la lucha de poderes, la que determina quién establece la forma social. Por eso los anarquistas pedimos la Revolución Social, y no la Revolución Económica. Somos más bien Gramscianos.
ResponderEliminarTambién decir que admiro, me descubro ante Marx, reivindico, su vida, su obra y comparto de sobra su trabajo, el Manifiesto Comunista y Das Kapital. Tal vez los anarquistas las comprendamos mejor que muchos maxistas.
Salud!
Revolución social y revolución económica son inseparables. No se puede separar la política de la economía, salvo que se sea socialdemócrata o neoliberal. El hecho de repartir el trabajo y el pan equitativamente —por decirlo de manera abreviada— es un acto político, y Marx nos proporciona la herramienta para poder llevarlo a cabo. Posiblemente El Capital sea la obra más política que jamás se ha escrito, y convendría que quienes se refieren al mismo, para bien o para mal, lo leyeran y meditaran antes de emitir aventuradas opiniones. Yo te sugiero que leas lo que en 'PRAKTICA' está publicando Luis, leer a Néstor Kohan puede ser muy provechoso para quienes estén interesados en Marx y los marxismos.
Eliminar« ... El pequeño propietario, el pequeño patrón (tipo social que en muchos países europeos está muy difundido), que sufre bajo el capitalismo una presión continua y muy a menudo un empeoramiento brusco y rápido de sus condiciones de existencia que le lleva a la ruina, adquiere fácilmente una mentalidad ultrarrevolucionaria, pero que es incapaz de manifestar serenidad, espíritu de organización, disciplina, firmeza. El pequeño burgués «enfurecido» por los horrores del capitalismo, es un fenómeno social propio, como el anarquismo, de todos los países capitalistas», (Lenin, «La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo», pág. 18, ed. española, 1941).
Salud!
Simone de Beauvoir conversa con el septuagenario Jean Paul Sartre
ResponderEliminar(…) “Simone de Beauvoir: Esa fue su primera reacción política notable. Es importante. Y la explotación de los obreros, ¿la sintió siendo aún joven?
Jean Paul Sartre: Es difícil de decir. No lo recuerdo bien. Mi padrastro era director de unos astilleros navales en La Rochelle. Tenía muchos obreros bajo su mando. No recuerdo muy bien cómo lo enfocaba yo. Seguro que, en parte, a través de la visión que tenía mi padrastro, quien trataba a los obreros como si fueran menores de edad.
SB: Como a niños.
JPS: Como a niños. Después, el comunismo le hizo mucho daño, pues representaba la contradicción de toda su vida. No estuve a favor de una sociedad socialista antes de la guerra del 39 (Sartre nació en 1905).
SB: Sí.
JPS: Recuerdo aún que, durante la guerra, escribí en mi cuaderno de notas que la sociedad no debía ser socialista.
SB: Pensaba que no podría vivir en ella.
JPS: Sí. Pensaba que, por lo que me habían contado de la URSS, no podría vivir en ese país.
SB: Y sin embargo, tampoco se sentía muy a gusto en esa sociedad burguesa.
JPS: No. Así, pues, me inventaba sociedades míticas. Sociedades buenas en las que uno podría vivir.”
(…)
“SB: ¿Cuándo leyó a Marx por primera vez?
JPS: En el tercer año de la Escuela Normal. En tercero y en cuarto.
SB: ¿Y qué efecto le causó?
JPS: El efecto de una doctrina socialista, que me pareció bien razonada. Le he dicho que creía comprenderla, y que no comprendía nada: no veía qué sentido tenía en ese momento. Comprendía las palabras, las ideas, pero que eso se aplicara al mundo del presente, que el concepto de plusvalía tuviera un sentido actual, eso no lo comprendía.
SB: ¿Y no le impresionó?
JPS: No. No era el primer sistema socialista que había tenido ocasión de leer…
SB: Sí. Sólo que los otros eran utópicos. Y en éste había un análisis de la realidad.
JPS: Sí, pero me faltaba un compartimiento para diferenciar la utopía de lo que no era la utopía.
SB: Entonces, ¿no le causó mucho efecto? Yo he comprendido mal a Marx; sin embargo, me produjo una honda conmoción el concepto de plusvalía cuando lo leí a los dieciocho o diecinueve años. Comprendí realmente la explotación, la injusticia, que yo sólo presentía de una manera vaga, pues veía muy bien que había ricos, pobres, explotados… En Marx vi cómo eso se sistematizaba. Me impresionó mucho.
JPS: Yo lo había comprendido, pero no lo había sentido. Consideraba que era importante, que esos textos eran interesantes. Pero no me produjo esa conmoción. Leía demasiadas cosas en aquella época.”
Salud y comunismo
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