Strategic Culture – 14/02/2023
Traducción del inglés: Arrezafe
Lo que nos queda a todos es nadar en un pantano repleto de chivos expiatorios abandonados, sospechosas historias de portada y escombros de inteligencia.
El informe bombazo de Seymour Hersh sobre cómo el gobierno de los Estados Unidos hizo estallar los oleoductos Nord Stream 1 y 2 en el Mar Báltico, en septiembre pasado, continúa generando ondas geopolíticas en todo el espectro.
Excepto, por supuesto, en la burbuja paralela de los principales medios de EEUU, que lo ignoraron por completo o, como en algunos selectos casos, decidieron dispararle al mensajero, repudiando a Hersh como un periodista "desacreditado", un "blogger" y un prosélito de la "Teoría conspiratoria".
Ya ofrecí un enfoque inicial, centrado en los abundantes méritos de un informe aparentemente completo, pero también noté algunas inconsistencias graves.
El corresponsal de la vieja escuela radicado en Moscú, John Helmer, ha ido aún más lejos, y lo que ha descubierto puede ser tan candente como la propia narrativa de Sy Hersh.
El meollo del asunto en el informe de Hersh se refiere a la atribución de responsabilidad por un ataque terrorista industrial de facto. Sorprendentemente, no hay CIA; lo cual hace que la planificación recaiga directamente sobre el tóxico trío Sullivan, Blinken y Nuland, neocons del combo "Biden", y que la luz verde final provenga del Ultimate Decider: el propio presidente, senil lector de teleprompt. Los noruegos aparecen como ayudantes menores.
Eso plantea el primer problema serio: en ninguna parte de su narrativa hace Hersh referencia alguna al MI6, ni a los polacos (gobierno, Marina), ni a los daneses, ni incluso al gobierno alemán.
Hay una mención de que, en enero de 2022, "tras algunos titubeos", el canciller Scholz "ahora estaba firmemente en el equipo estadounidense". Bueno, a estas alturas el plan había ya había sido discutido, según la fuente de Hersh, durante al menos unos meses. Eso también significa que Scholz permaneció "en el equipo estadounidense" hasta el ataque terrorista, en septiembre de 2022.
En cuanto a los británicos, los polacos y todos los juegos de la OTAN llevados a cabo en la isla de Bornhom más de un año antes del ataque, eso había sido ampliamente informado por los medios rusos, desde Kommersant hasta RIA Novosti.
La Operación Militar Especial (SMO) se puso en marcha el 24 de febrero, hace casi un año. La explosión de Nord Stream 1 y 2 ocurrió el 26 de septiembre. Hersh asegura que hubo “más de nueve meses de debate ultra secreto en el seno de la comunidad de seguridad nacional de Washington sobre cómo 'sabotear los oleoductos'”.
Eso confirma que la planificación del ataque terrorista precedió, por meses, no solo a la SMO sino, de manera crucial, a las cartas enviadas por Moscú a Washington en diciembre de 2022, solicitando una discusión seria sobre la "indivisibilidad de la seguridad" que involucra a la OTAN, Rusia y el espacio post-soviético. La solicitud obtuvo la desdeñosa no respuesta estadounidense.
Sorprende que un profesional de primer nivel como Hersh ni siquiera se moleste en examinar el complejo contexto geopolítico mientras escribía la historia de una respuesta terrorista a un grave problema geopolítico.
En pocas palabras: el máximo anatema Mackinderiano para las clases dominantes de EEUU, –y eso significa ambos partidos– es una alianza entre Alemania y Rusia, extendida a China: eso significaría la expulsión de EEUU de Eurasia, y eso condiciona todo lo que cualquier gobierno estadounidense piensa y hace en términos de la OTAN y Rusia.
Hersh también debería haber notado que el momento de la preparación para “sabotear los oleoductos” destroza por completo la narrativa oficial del gobierno de los Estados Unidos, según la cual se trata de un esfuerzo colectivo de Occidente para ayudar a Ucrania contra la “agresión rusa no provocada”.
Esa fuente escurridiza
La narrativa no deja dudas de que la fuente de Hersh, si no el propio periodista, apoya lo que se considera una política estadounidense legal: luchar contra la "amenaza al dominio occidental de Rusia [en Europa]".
Así pues, lo que parece una operación encubierta de la Marina de los EEUU, según la narrativa, puede haber sido equivocada, no por razones geopolíticas serias; sino porque la planificación del ataque evadió intencionalmente la ley de los EEUU "que exige que el Congreso esté informado". Esa es una interpretación extremadamente palurda de las relaciones internacionales. O, para ser franco: eso es una apología del Excepcionalismo.
Y eso nos lleva a lo que puede ser el Rosebud en esta saga digna de Orson Welles. Hersh se refiere a una "habitación segura en el último piso del antiguo edificio de oficinas del ejecutivo... que también fue la sede de la Junta Asesora de Inteligencia Extranjera del presidente".
Supuestamente, este era el lugar donde se discutía la planificación del ataque terrorista.
Así que, bienvenidos a PIAB: President Intelligence Advisory Board [Consejo Asesor de Inteligencia del Presidente]. Todos los miembros son designados por el POTUS actual, en este caso Joe Biden. Si examinamos la lista de miembros actuales de PIAB, deberíamos, en teoría, encontrar la fuente de Hersh (ver, por ejemplo, "President Biden Announces Appointments to the President's Intelligence Advisory Board and the National Science Board"; "President Biden Announces Key Nombraments”; “El presidente Biden anuncia nombramientos clave para juntas y comisiones”; “El presidente Biden anuncia nombramientos clave para juntas y comisiones”; y “El presidente Biden anuncia nombramientos clave para juntas y comisiones".
Estos son los miembros del PIAB designados por Biden: Sandy Winnefeld; Gilman Louie; Janet Napolitano; Richard Verma; Evan Bayh; Anne Finucane; Marck Angelson; Margaret Hamburgo; Kim Cobb; y Kneeland Youngblood.
La fuente de Hersh, según su narración, afirma, sin lugar a dudas, que "las tropas rusas se habían estado acumulando de manera constante y siniestra en las fronteras de Ucrania" y que "la alarma crecía en Washington". Es increíble creer que este grupo supuestamente bien informado no sabía sobre la concentración de tropas ucranianas dirigidas por la OTAN a través de la línea de contacto, preparándose para lanzar una guerra relámpago contra Donbass.
Lo que todos ya sabían para entonces, como muestra el registro incluso en YouTube, es que el combo detrás de "Biden" estaba decidido a terminar con los Nord Streams por cualquier medio necesario. Tras del inicio de la Operación Militar Especial, lo único que faltaba era encontrar un mecanismo para una negación plausible.
A pesar de la meticulosidad de su informe, sigue existiendo la ineludible sensación de que lo que acusa la narrativa de Hersh es al gambito combo terrorista de Biden, y nunca al plan principal de EEUU de provocar a Rusia para una guerra indirecta con la OTAN utilizando a Ucrania como carne de cañón.
Además, la fuente de Hersh puede ser eminentemente defectuosa. Él, o ella, dijo, según Hersh, que Rusia "no respondió" al ataque terrorista contra el oleoducto porque "tal vez quieren poder hacer lo mismo que hizo Estados Unidos".
Esto, de por sí, puede probar que la fuente ni siquiera era miembro de PIAB y que no recibió el informe clasificado de PIAB que evalúa el discurso crucial de Putin del 30 de septiembre, que identifica a la parte "responsable". Si ese es el caso, la fuente está simplemente conectada (las cursivas son mías) a algún miembro de PIAB; no fue invitada a la sala en los meses que duró la planificación, y ciertamente no está al tanto de los detalles más finos de la guerra de esta administración en Ucrania.
Teniendo en cuenta el historial estelar de Sy Hersh en el periodismo de investigación, sería muy refrescante para él aclarar estas inconsistencias. Eso eliminaría la niebla de los rumores que describen el informe como un limitado mero lugar de reunión.
Teniendo en cuenta que hay varios "silos" de inteligencia dentro de la oligarquía estadounidense, con sus correspondientes aparatos, y que Hersh ha cultivado sus contactos entre casi todos ellos durante décadas, no hay duda de que la información supuestamente privilegiada sobre la saga Nord Stream provino de un lugar muy preciso, con una agenda muy precisa.
Así pues, ya veremos a quién acusa realmente la historia: sin duda, al combo straussiano/neocon detrás de "Biden", y al tambaleante presidente mismo. Como señalé en mi análisis inicial, la CIA se sale con la suya.
Y no debemos olvidar que la Gran Narrativa está cambiando rápidamente: el informe RAND, la inminente humillación de la OTAN en Ucrania, la histeria de los globos, la operación psicológica OVNI. La verdadera "amenaza" es, quién si no, China. Lo que nos queda a todos es nadar en un pantano repleto de chivos expiatorios abandonados, historias de portada sospechosas y escombros de inteligencia. Sabiendo que aquellos que realmente dirigen el espectáculo nunca muestran su mano.
★
¿Que cuánto nos podemos fiar de Hers? Solo el tiempo nos dirá, pero su historia es muy verosimil a pesar de los flecos. Lo que es inverosimil es que fueran los Ucranianos, Alemanes o los Rusos. Como en toda gran conspiración, 11-S, 11-M, Bataclan... primero tienes indicios y después llegan las pruebas. Lo que está claro es que, sea todo tal cual lo cuenta o no, EEUU y Noruega junto con la OTAN montaron ka operación. Salud!
ResponderEliminarEscobar no pone en duda la verosimilitud del informe de Hersh, pero advierte de que una verdad puede ser utilizada para encubrir otra mayor.
EliminarSalud!