26 mayo, 2023

Sergei Lavrov: "Tenemos que dar una respuesta firme y coherente a la guerra que nos han declarado"

 


Estados Unidos espera poder arrebatar la victoria de las fauces de su derrota en UcraniaM. K. Bhadrakumar


INDIAN PUNCHLINE – 26/05/2023

   Traducción del inglés: Arrezafe


La declaración de 2700 palabras de los líderes del G7 sobre Ucrania, emitida tras la cumbre en Hiroshima, pasa por alto la cuestión candente de hoy: la llamada contraofensiva contra las fuerzas rusas.


Se trata de un silencio ensordecedor, ya que corren rumores sobre la desaparición del comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas. Resulta significativo que el propio presidente Vladimir Zelensky se ausente de Kiev para recorrer diversas capitales del mundo: Helsinki, La Haya, Roma, el Vaticano, Berlín, París, Londres, Jeddah e Hiroshima. Parece ser que "algo huele a podrido en el Estado de Dinamarca"(1).


Al término de la cumbre del G7, el jefe de la compañía militar privada Wagner, Yevgeny Prigozhin, anunció el sábado que la operación rusa destinada a capturar el estratégico nudo de comunicaciones de Bajmut, en la región de Donbass, en el este de Ucrania, que duró 224 días, había concluido con éxito, venciendo la resistencia de más de 80.000 soldados ucranianos.


Momento doloroso para Zelensky, que el pasado diciembre se había jactado ante los legisladores estadounidenses en el Capitolio de que "al igual que la batalla de Saratoga (acontecida en 1777 durante la Guerra Revolucionaria estadounidense), la lucha por Bajmut cambiará el curso de nuestra guerra por la independencia y por la libertad".


Mientras tanto, para distraer la atención, ahora se habla de un sutil cambio en la política estadounidense respecto al suministro, en un futuro indeterminado, de aviones de combate F-16 a Ucrania. Sin embargo, nadie puede saber qué aspecto tendrá realmente el Estado ucraniano cuando dichos aviones lleguen. Como era de esperar, la Administración Biden aún parece indecisa. El F-16 es un artículo de exportación de moda; ¿qué pasaría si los rusos los hicieran saltar por los aires con sus armas de alta tecnología echando por tierra su fama?


Los rusos parecen haber llegado a la conclusión de que nada que no sea una victoria total hará que estadounidenses y británicos comprendan que Moscú va en serio en cuanto a los tres objetivos, no negociables, de la Operación Militar Especial: la seguridad y protección de la comunidad étnica rusa, su derecho a vivir dignamente en paz en los nuevos territorios; la desmilitarización y desnazificación de Ucrania; y una Ucrania neutral, soberana e independiente que, liberada de las garras estadounidenses, deje de ser un vecino hostil.


No cabe duda que los niveles sin precedentes de hostilidad estadounidense hacia Rusia no han hecho sino endurecer la determinación de Moscú. Si la alianza anglosajona persiste en la escalada, la campaña rusa bien podría ampliarse a toda la región al este del río Dniéper. Los rusos están en esta guerra a largo plazo y la pelota está en el tejado estadounidense.


Me viene a la mente un discurso pronunciado el pasado mes de julio por el presidente Vladimir Putin al dirigirse a la Duma. Dijo:


"Hoy sabemos que quieren derrotarnos en el campo de batalla. Bien, ¿qué puedo decir? Que lo intenten. Ya hemos oído hablar demasiado de que Occidente quiere combatirnos ‘hasta el último ucraniano’. Esto supone una tragedia para el pueblo ucraniano, pero parece ser que ese es el rumbo de los acontecimientos. No obstante, todo el mundo ha de saber que, en general, aún no nos hemos empleado a fondo".


Pues bien, la operación rusa ha empezado por fin "a fondo". La idea que subyace tras el retraso es inequívoca. Putin subrayó en su discurso que Occidente debe saber que cuanto más se prolongue la Operación Militar Especial, "más difícil les resultará negociar con nosotros".


Por lo tanto, la principal cuestión recae sobre la contraofensiva ucraniana. Desde el punto de vista militar, las fuerzas rusas gozan de una superioridad abrumadora en todos los sentidos. Incluso si el núcleo duro de las fuerzas ucranianas entrenadas en Occidente, que cuenta con unos 30-35.000 soldados, lograra algún "avance" en la línea del frente de 950 kilómetros, ¿qué ocurrirá después? No se equivoquen, se producirá un contraataque ruso masivo y los soldados ucranianos acabarán cayendo en una trampa de fuego, sufriendo decenas de miles de bajas. ¿Qué habría conseguido el eje anglosajón?


Además, agotado por completo el ejército ucraniano, no habrá nada que impida a las fuerzas rusas avanzar hacia Kharkov y Odessa. Y aquí reside la paradoja. A partir de ese momento, los rusos no tendrán con interlocutor con quién dialogar.


Del comportamiento estadounidense en el pasado, ya sea en Vietnam, Afganistán o Irak y Siria, podemos deducir que Washington no hará nada. El conocido estratega estadounidense, coronel (retirado) Douglas MacGreggor, no podría haber expresado mejor la situación cuando a principios de esta semana dijo:


"Puedo anticiparles que Washington no va a hacer nada. Y siempre lo he advertido… nosotros (Estados Unidos) no somos una potencia continental, no somos una potencia terrestre en ningún lugar, salvo en nuestro propio Hemisferio. Somos principalmente una potencia aérea y marítima, como lo fue Gran Bretaña. ¿Y eso qué significa? Que cuando las cosas nos van mal, navegamos, volamos de vuelta a casa… Eso es lo que hacemos siempre. Al final, nos vamos. Y creo que es eso lo está en la agenda ahora".


El silencio sepulcral del G7 sobre la contraofensiva ucraniana es comprensible. La declaración del G7 debe yuxtaponerse a un informe aparecido en Politico en vísperas de la cumbre de Hiroshima que, citando a altos funcionarios estadounidenses, elaboraba un audaz plan para transformar la guerra de Ucrania en un "conflicto congelado", por analogía con la península de Corea o Cachemira.


Un funcionario del Pentágono declaró a dicho diario que los recientes paquetes de ayuda militar a Ucrania reflejan el "cambio hacia una estrategia a más largo plazo" de la administración Biden. Según se informa, los funcionarios estadounidenses ya están hablando con Kiev sobre la naturaleza de su relación futura.


Principalmente, si la candidatura de Ucrania a la OTAN se estanca, las garantías occidentales podrían ir desde un acuerdo de defensa mutua, al estilo del Artículo 5 de la OTAN, hasta acuerdos para el suministro de armas a Ucrania al estilo de Israel, de modo que "el conflicto acabe situado en algún punto intermedio entre una guerra activa y un enfrentamiento frío".


De hecho, la declaración del G7 empezó conceptualizando la "europeización" de Ucrania mediante reformas tales como: una economía de mercado impulsada por el sector privado y las instituciones financieras occidentales, y el fortalecimiento en el plano militar de la capacidad disuasoria de Kiev frente a Rusia.


Resulta sorprendente que, apenas desentrañada una narrativa errónea, la que propugna la derrota militar de Rusia en Ucrania y el derrocamiento de Putin, ya se está enarbolando otra narrativa, ahora basada en la cándida noción de que Rusia simplemente contemplará pasiva cómo Estados Unidos integra a Ucrania en el sistema de alianzas occidentales, originando una herida abierta y supurante en las fronteras occidentales de Rusia, herida que drenará sus recursos durante décadas y complicará las relaciones con sus vecinos.


Sin embargo, la respuesta del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, a la cumbre del G7 confirma que Moscú no caerá en la trampa de un "conflicto congelado". Lavrov manifestó:


"¿Podrían echar un vistazo a las decisiones que se están debatiendo y adoptando en la cumbre del G7, en Hiroshima, y que tienen como objetivo la doble contención de Rusia y la República Popular China?


Dicho objetivo, que se enunció en voz alta y con franqueza, es el derrotar a Rusia en el campo de batalla para, sin detenerse en ello, eliminarla después como rival geopolítico, por así decirlo, junto a cualquier otro país que reclame un lugar independiente en el mundo".


Lavrov señaló también que la comunidad de expertos de los países occidentales está planteándose abiertamente propiciar escenarios encaminados al desmembramiento de Rusia, y que "no ocultan que la existencia de una Rusia independiente es incompatible con el objetivo de dominación global de Occidente". El ministro añadió: "Tenemos que dar una respuesta firme y coherente a la guerra que nos han declarado".


Sin embargo, no es que todos los estadounidenses sean incapaces de ver la guerra a través de los ojos de Rusia. Lean aquí una carta pidiendo un poco de cordura a Washington, escrita por un grupo de distinguidos ex diplomáticos y militares estadounidenses asociados a la Eisenhower Media Network (Red Mediática Eisenhower). Por cierto, pagaron para su publicación en el New York Times, pero el resto de los medios del establishment prefirieron ignorarla.


(1) "Algo huele a podrido en Dinamarca", frase pronunciada por Marcelo en Hamlet, famosa obra dramática de William Shakespeare.



2 comentarios:

  1. Al final nos vamos y tras nuestra marcha solo quedan cadáveres y miseria. Y esta vez además la vergüenza desnuda de la civilizada Europa. Salud!

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    1. Quedarán, en lo que reste, los desalmados buitres de siempre, cuya única patria es el lucro, su lucro. Europa se hunde en las letrinas yanquis.

      Salud!

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