The Cradle – 13/12/2023
Traducción del inglés: Arrezafe
MOSCÚ – La semana pasada, el presidente ruso Vladimir Putin hizo dos destacadas visitas: una a los Emiratos Árabes Unidos y otra a Arabia Saudita a fin de reunirse con el presidente emiratí Mohammad bin Zayed (MbZ) y con el príncipe heredero saudita Mohammad bin Salman (MbS), antes de regresar a Moscú para reunirse con el presidente iraní, Ebrahim Raisi.
Los tres temas clave de las tres reuniones, confirmados por fuentes diplomáticas, fueron Gaza, la OPEP+ y la expansión de los BRICS, que por supuesto están interrelacionados.
La asociación estratégica Rusia-Irán se está desarrollando a una velocidad vertiginosa, junto con Rusia-Arabia Saudita (especialmente en la OPEP+) y Rusia-Emiratos Arabes Unidos (inversiones). Lo cual ya está provocando cambios radicales en la interconexión de la defensa en toda Asia occidental. Las implicaciones a largo plazo para Israel, mucho más allá de la tragedia de Gaza, son crudas.
Putin le dijo a Raisi algo extraordinario en muchos niveles:
"Sobrevolando Irán, quise aterrizar en Teherán y reunirme con usted, pero me informaron sobre su deseo de visitar Moscú. Las relaciones entre nuestros países están progresando rápidamente. Por favor, transmita mis mejores deseos al Líder Supremo, quien apoya nuestras mutuas relaciones".
La referencia de Putin de "sobrevolar Irán" se conecta directamente con cuatro Sukhoi Su-35 armados que volaron escoltando al avión presidencial a lo largo de 4.000 kilómetros (si se miden en línea recta) desde Moscú a Abu Dhabi, sin ningún aterrizaje ni repostaje de combustible.
Como observa un analista militar, un F-35 estadounidense es capaz de volar, en el mejor de los casos, 2.500 km sin repostar combustible. Sin embargo, el elemento más importante es que tanto MbZ como MbS autorizaron la escolta de los Su-35 rusos sobre su territorio, algo extremadamente inusual en los ámbitos diplomáticos.
Y eso nos lleva a una conclusión clave. Con un sólo movimiento en el tablero aéreo, combinado con el posterior gol decisivo de Raisi, Moscú cumplió cuatro tareas:
Putin demostró –gráficamente hablando– que se trata de una nueva Asia Occidental en la que la hegemonía estadounidense es ya un actor secundario; destruyó el mito político neoconservador del "aislamiento" ruso; demostró una amplia supremacía militar; y, por último, a medida que se acerca el inicio de la presidencia de los BRICS, Rusia conserva todas sus cartas geopolíticas y geoeconómicas cruciales.
Mátalos, pero suavemente
El 1 de Enero, los cinco miembros BRICS fundadores, liderados por la asociación estratégica Rusia-China, abrirán sus puertas a tres grandes potencias de Asia occidental: Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Su adhesión a la potencia multipolar ofrece a estos países una plataforma excepcional de cara a mercados más amplios, probablemente acompañada de una avalancha de inversiones e intercambios tecnológicos.
El sofisticado juego a largo plazo de Rusia y China está provocando un cambio tectónico completo en la geoeconomía y la geopolítica de Asia occidental.
El liderazgo de los BRICS 10 –teniendo en cuenta que el undécimo miembro, Argentina, por el momento y en el mejor de los casos, es un comodín– tiene el potencial, bajo una presidencia rusa, de convertirse en una contraparte efectiva de la ineficaz ONU.
Y eso nos lleva a la compleja interacción entre los BRICS y el Eje de Resistencia.
Al principio, había razones para sospechar que la tibia condena del genocidio en Gaza por parte de la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica (OCI) suponía una señal de cobardía.
Sin embargo, una evaluación renovada puede revelar que todo está evolucionando orgánicamente cuando se trata de la intersección del panorama general diseñado por el fallecido comandante iraní de la Fuerza Quds, el general Qassem Soleimani, con la meticulosa micro-planificación del líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar que, conocedor de la mentalidad israelí, planificó en detalle su devastadora respuesta militar.
Podría decirse que el foco más incandescente de las discusiones de estos últimos días en Moscú, es que podemos estar acercándonos al punto en el que "una señal" desatará una respuesta concertada del Eje de Resistencia.
Por el momento, lo que tenemos son ataques esporádicos: Hezbollah destruyendo las torres de comunicación de Israel frente a la frontera sur del Líbano, las fuerzas de resistencia de Irak atacando bases estadounidenses en Irak y Siria, y Ansarallah de Yemen bloqueando el Mar Rojo a los barcos israelíes. Todo ello no constituye una ofensiva concertada y coordinada… todavía.
Y eso explicaría la desesperación dentro de la administración Biden, junto con los rumores que EEUU necesita que Israel termine su agresión a Gaza entre Navidad y principios de enero.
No sólo desde la óptica global el ataque a Gaza se ha tornado terriblemente insostenible, sino que, sobre todo, una campaña militar prolongada aumenta dramáticamente la probabilidad de "una señal" al Eje de Resistencia, lo que desembocaría en el fin de todos los planes elaborados por la Hegemonía para Asia Occidental.
Los objetivos geopolíticos del sionismo son bastante claros: restablecer su egocéntrica aura de dominio en Asia occidental, perpetuar su control sobre la política exterior estadounidense y mantener la alianza militar.
La depravación es un componente clave para lograr estos objetivos. Es muy fácil bombardear y abrasar objetivos civiles ultrablandos, incluidos miles de mujeres y niños, convirtiendo Gaza en un gran cementerio, mientras el White Man’s Burden Club azuza a las fuerzas de ocupación israelíes al genocidio, aunque, eso sí, de forma más silenciosa.
La tóxica atlantista y presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ofreció personalmente sobornos a los líderes de Egipto y Jordania (10 mil millones de dólares a El Cairo y 5 mil millones de dólares a Ammán), como lo confirmaron los diplomáticos de Bruselas. Esa es la burda solución de la UE para detener el genocidio de Gaza.
Todo lo que el presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sisi, y el rey jordano, Abdullah bin al-Hussein, tendrían que hacer sería "facilitar" el éxodo forzado y la limpieza étnica final de Gaza hacia sus respectivos territorios.
Porque el objetivo escatológico del sionismo sigue siendo el de una pura y dura Solución Final, pase lo que pase en el campo de batalla. Y, por supuesto, como sugiere la operación 'Inundación de Al-Aqsa', encabezada por Hamas el 7 de octubre, destruir la Mezquita Islámica de Al-Aqsa en Jerusalén y construir un Tercer Templo judío sobre sus cenizas.
¿Qué pasa cuando llega "la señal"?
Así pues, lo que tenemos es esencialmente la expulsión o aniquilación planificada por el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, versus lo que el veterano experto en Asia occidental Alastair Crooke ha acuñado como la "muerte de las líneas territoriales Sykes-Picot". Esa frase significa que la inclusión de árabes e iraníes en los BRICS reescribirá eventualmente las reglas en Asia occidental, en detrimento del proyecto sionista.
Esta vez, existe incluso la posibilidad de que los crímenes de guerra perpetrados por Israel en Gaza sean juzgados, a medida que palestinos, árabes y naciones de mayoría musulmana, con pleno apoyo de los BRICS, formen una comisión, reconocida por el Sur Global, para llevar a Tel Aviv y sus fuerzas armadas ante los tribunales.
Olvídense de la contaminada y servil CPI, que sigue siendo vasalla del orden "basado en reglas" de la Hegemonía. Los BRICS ayudarán a que el derecho internacional vuelva a ocupar el primer plano de la escena mundial, tal y como se pretendía cuando nació la ONU en 1945, antes de ser castrada.
El genocidio de Gaza también está obligando al conjunto del Sur Global a ser más inclusivo y a profundizar en la sabiduría de nuestra historia premoderna común y entrelazada. Toda persona consciente se ha visto obligada a profundizar en sí misma en busca de explicaciones para lo inexcusable. En este sentido, ahora todos somos palestinos.
Tal como están las cosas, no existe poder internacional porque Occidente lo corrompió y porque los BRICS y el Sur Global aún no han hecho su "jugada" para detener la Solución Final pretendida por una ideología racista y etnocentrista.
Sin embargo, esto también abre la sorprendente posibilidad de que ningún poder sea lo suficientemente fuerte como para detener al Eje de la Resistencia cuando llegue la “señal” de bajar el telón sobre el Proyecto Sionista. Para entonces, el Eje tendrá un imperativo moral supremo, reconocido como justo e incluso exigido por las poblaciones de todo el mundo.
Así que, ahí es donde nos encontramos ahora: evaluando la incandescente simetría entre impotencia e imperativo. Se romperá el estancamiento, tal vez antes de lo que todos esperamos.
Este momento evoca un paralelismo con un punto muerto anterior. El actual impasse – entre una perversa versión de la "civilización" hebraica y el nacionalismo islámico emergente– refleja el momento en el que nos encontrábamos en diciembre de 2021, cuando los tratados propuestos por Rusia sobre la "indivisibilidad de la seguridad" fueron rechazados por Washington.
En retrospectiva, esa fue la última oportunidad para una salida pacífica al enfrentamiento entre Heartland y Rimland… que el Hegemón rechazó. Rusia hizo su jugada acelerando exponencialmente el declive del hegemón.
La canción sigue siendo la misma, desde las estepas del Donbás hasta los campos petrolíferos de Asia occidental. ¿Cómo puede el Sur Global multipolar –representado cada vez más por los BRICS ampliados– gestionar un Occidente imperialista furioso, temeroso y fuera de control que mira hacia el abismo de su colapso moral, político y financiero?
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