01/08/2019 - Traducción del inglés: Arrezafe
Inserto en la vasta burocracia del Pentágono existe un grupo de agencias consultoras encargadas de monitorear el estado general del complejo militar-industrial y su capacidad para cumplir con los requisitos estratégicos de la defensa nacional. La Oficina de Adquisiciones y Mantenimiento y la Oficina de Política Industrial gastan unos 100.000 dólares anuales en la elaboración del Informe Anual al Congreso. Dicho informe está (o al menos estaba) disponible para el público en general. El último informe sorprendió a especialistas militares de otros países, incluyendo a los expertos rusos que habitualmente lo examinan con detención. Examinando este último, los rusos se lo han pasado muy bien.
Digan lo que digan, hoy los gobernantes de Rusia quieren la paz (El país sufrió en su propio territorio los devastadores efectos de las dos últimas guerra mundiales). Pero, al parecer, Estados Unidos quiere la guerra (sus dirigentes siguen haciendo gestos amenazadores contra una larga lista de naciones que se niegan a cumplir sus órdenes o simplemente no comparten sus “valores universales”).
Sin embargo, ahora resulta que las amenazas (y las sanciones económicas) son casi de lo único que Estados Unidos dispone, y ello a pesar de los niveles astronómicos de sus presupuestos militares.
Antes de comentar el informe es importante tener en cuenta que el documento es una auditoría, es decir no tiene como propósito convencer a los legisladores de ningún proyecto determinado. Esta peculiaridad lo hace más valioso que los habituales informes del Pentágono, los cuales siempre han tenido como objetivo obtener dinero, y por lo tanto estas repletos datos exagerados y poco transparentes.
Sin lugar a dudas, el secretismo y el engaño juegan un papel importante en los informes de defensa en todo los países, sin embargo, en este caso pareciera que las consultoras, al analizar la situación y formular las recomendaciones, no han querido o no han podido esconder la magnitud de los problemas existentes en el complejo militar-industrial.
Los expertos de INDPOL evalúan el complejo militar-industrial de los EEUU, con criterios... ¡basados en el mercado!
El primer aspecto que llamó la atención a los analistas rusos es que los resultados de la eficacia del complejo militar-industrial de los EEUU se evalúan en función de su rentabilidad. El estupor de los analistas rusos se debe a que en Rusia el complejo militar-industrial depende del Estado y trabaja exclusivamente para defender los intereses de la nación, cualquier otra cosa es considerada traición.
Al contrario, en Estados Unidos (según INDPOL) las industrias militares no sólo deben producir armas para el Pentágono, sino también deben maximizar su ganancias para ofrecer rentabilidad a los inversores privados.
De acuerdo a este criterio, el sistema está funcionando correctamente: en 2017, el margen bruto de ganancia (EBITDA) para los contratistas osciló entre el 15 y el 17 por ciento, y en algunos casos (Transdigm, por ejemplo) obtuvo más de un 42 por ciento de beneficios.
Los especialistas en defensa creen que esta es la clave del “problema” del complejo militar-industrial estadounidense: los contratistas de dicha industria están facultados legalmente y forzados por el “mercado” a obtener beneficios para sus accionistas. De hecho, el Pentágono se abastece totalmente a través de una extensa cadena suministros de “contratistas privados”, los cuales, sin excepción, tratan de maximizar ingresos. Es decir, todos trabajan por lucro.
Esto, por cierto, explica el concepto de “guerras lucrativas”, algo que también debería llamarse “corrupción sistémica”.
El “problema” se multiplica para las arcas del estado
Más de 28.000 compañías están involucradas en el negocio de las armas, pero los contratistas de primer nivel son solo seis: Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon, General Dynmics, BAE Systems y Boeing. El resto están organizados en una pirámide de subcontratas con varios niveles jerárquicos, cada uno de los cuales hace todo lo posible por alcanzar el nivel superior.
El “problema” es que el mercado –cuyo requisito básico es la rentabilidad– resulta ser incompatible con el gasto y las inversiones en defensa. ¿Porque? Porque el gasto en defensa es cíclico, con largos y costosos intervalos de investigación y de desarrollo tecnológico.
Para sortear esta dificultad “estructural del gasto“, los Big Six [los Seis Grandes] han hecho importantes recortes en las investigaciones militares a favor de una expansión de su producción con fines civiles. Y como en una economía de mercado las compañías crecen o son absorbidas, el sistema ha precipitado decenas de fusiones y adquisiciones. El resultado ha sido un fuerte debilitamiento de la innovación del sector por otras potencias altamente especializadas.
El informe analiza 17 grandes sectores militares y su conclusión es preocupante: el Pentágono sólo tiene opción de compra en un tercio de dichos sectores. Esta limitación esta provocando un deterioro de la calidad de los productos y un aumento artificial de los precios, afectando especialmente a la Armada, las fuerzas terrestres, la fuerza aérea, la electrónica, las armas nucleares y la tecnología espacial.
A pesar de su extraordinario poder industrial y financiero, el Pentágono se enfrenta a más de un problema insoluble. Concretamente, hoy los Estados Unidos tienen sólo un astillero capaz de construir portaaviones nucleares (está ubicado Virginia y es de propiedad de “Northrop Grumman Newport” y de “News Shipbuilding Newport”).
En teoría, podrían funcionar tres astilleros en paralelo, pero dos están ocupados por los portaaviones que requieren mantenimiento. Pero esta no es el la única dificultad. Sólo un astillero está capacitado para construir submarinos nucleares, destructores y otros tipos de embarcaciones militares.
La situación es algo mejor con respecto a la fabricación de aviones. Las plantas que existen pueden producir 40 aviones al mes, pero podrían producir 130 en caso de conflicto.
Estados Unidos no ha construido un nuevo tanque desde hace 15 años
Por otro lado, la situación respecto a los tanques y la artillería es absolutamente sombría. Según el informe, la industria militar ha perdido por completo la capacidad de construir una nueva generación de tanques. En los últimos 15 años, los estadounidenses no han producido ni un solo tanque de nueva generación, y aunque continúan modernizando los antiguos, la tasa no supera los 100 al año.
En ese caso, el problema no es la falta de factorías. El problema es que los actuales ingenieros del complejo militar-industrial nunca han diseñado un tanque y no tienen de quien aprender, sólo conocen los tanques modernos a través de películas videojuegos. En cuanto a la artillería, solo queda una instalación que pueda producir munición de más de 40 mm.
Para los auditores, la situación es similar en todos los ámbitos de la defensa, aunque es mejor en las tecnologías de origen civil, es significativamente peor en las especializadas del ámbito militar.
El costo total para el equipamiento militar aumenta año tras año y, por razones presupuestarias, se adquieren cada vez menos equipos. Debido a esta tendencia, la industria de la defensa esta perdiendo no sólo su personal calificado, sino también su capacidad productiva.
Los expertos de INDPOL estiman que el déficit en maquinaria y herramientas ha alcanzado el 27 por ciento durante el último cuarto de siglo, periodo en el que Estados Unidos ha dejado de fabricar una amplia variedad de equipos. La mitad de estos equipos sólo pueden importarse de aliados o naciones amigas, para el resto del armamento solo hay una fuente: China.
Analizando las cadenas de suministro de los 600 tipos principales de armas, el informe señala que un tercio son prácticamente inútiles, mientras que otro tercio se ha comprobado que son inservibles. La clave de este desastre es que en la pirámide de subcontratas los fabricantes de componentes casi siempre están relegados al nivel más bajo.
A pesar de todo, Estados Unidos todavía es capaz de fabricar armas (y compensar las pérdidas en conflictos localizados y de baja intensidad), pero en caso de un conflicto serio (contra cualquier nación bien armada) el Pentágono debería recurrir a sus reservas de artillería y material de repuesto.
Jaqueados también en armamento estratégico
Una situación análoga impera en el ámbito de elementos militares producidos mediante “tierras raras” y otros materiales electrónicos. Al ritmo actual de consumo, las reservas acumuladas de estos materiales (indispensables para producir misiles y tecnología espacial, incluyendo los satélites) sólo cubren los próximos cinco años.
El informe subraya la grave situación en el sector de las armas nucleares estratégicas. Casi toda la tecnología para comunicaciones, objetivos, cálculos de trayectoria y armado de ojivas ICBM se desarrolló en los años sesenta y setenta.
A día de hoy, los datos aún se cargan desde disqueteras de 5 pulgadas que se produjeron por última vez hace 15 años. No hay repuestos para estos dispositivos y el personal que los diseñó está jubilado y “cultivando el jardín”. La elección supone comprar pequeñas partidas, producidas a un costo exorbitante, o desarrollar desde cero todo los componentes de la tríada estratégica a un costo que se acerca a tres presupuestos anuales del Pentágono.
Hay múltiples problemas específicos en cada uno de los sectores descritos en el informe, pero el principal es la pérdida de personal técnico cualificado y de ingeniería debido al bajo nivel de pedidos y a la falta de innovación.
La situación es tal, que el Pentágono no ha podido desarrollar los nuevos productos provenientes de centros de investigación como DARPA. Para atender toda una serie de especialidades fundamentales hay menos de tres docenas de especialistas capacitados y con experiencia.
Se prevee que esta situación continúe deteriorándose, dado que la cantidad de personal empleado en el sector disminuirá entre un 11 y 16 por ciento en la próxima década, principalmente debido a la escasez de jóvenes calificados capaces de reemplazar a los que se han jubilado.
Para entender el singular carácter de la industria militar, nos puede servir este ejemplo: el F-35 está casi terminado y, teóricamente, no habría necesidad de desarrollar un nuevo caza a reacción hasta 2035-2040. ¿Que será del personal cualificado de aquí al 2040? Bueno, si no es destinado a un sector similar quedará inactivo y, lógicamente, su nivel de competencia disminuirá. ¿Que empresa privada está dispuesta a sobrellevar las perdidas derivadas?: ninguna.
Aunque en este momento los Estados Unidos siguen liderando los gastos en defensa (aproximadamente el 36% de todo el gasto militar de todo el mundo), su economía ya no es capaz de sostener el crecimiento tecnológico.
En tiempos de “paz relativa”, Estados Unidos figura como el líder en tecnología militar, sin embargo ya no cabe ninguna duda de que los cimientos de su supremacía se ha erosionado gravemente. Los resultados están a la vista:
• EEUU amenazó a Corea del Norte con una acción militar. Luego se vio forzado a retractarse porque el Pentágono advirtió que, por el momento, no tiene capacidad para afrontar una guerra contra Corea.
• EEUU amenazó a Irán con una acción militar. Ahora, se han visto obligados a retractarse y están apostando (silenciosamente) por la vía diplomática.
• EEUU ha perdido la guerra en Afganistán contra los talibanes.
• Los países lacayos del Golfo Pérsico (Arabia Saudita entre otros) agredieron brutalmente a Yemen dando lugar a un desastre humanitario. Pero no han podido ganar la guerra, pese al armamento y la asesoría norteamericana.
• Las acciones de EEUU, en Siria han resultado infructuosas. Finalmente se ha consolidado en el poder el gobierno Sirio y la influencia Rusia, Irán y Turquía en la región ha mejorado considerablemente.
• Turquía, el segundo país con mayor poder militar de la OTAN, ha comprado a Rusia el sistema de defensa antiaéreo S-400. La alternativa ofrecida por Estados Unidos es el sistema Patriot, que es el doble de caro y se ha mostrado realmente ineficaz.
Todo ello apunta a un hecho: EEUU ya no es “la potencia militar dominante y sin rival”. Lo cual es una buena noticia para el mundo, al menos por las siguientes razones.
Primero, EEUU es, con mucho, el país más beligerante del planeta; han invadido a decenas de naciones y siguen ocupando muchas de ellas. Si su capacidad militar se debilita, la posibilidad de consolidar la paz aumentará.
En segundo lugar, el Pentágono no es más que una cloaca repleta de fondos públicos y de corrupción, por tanto, un gobierno razonable debería tarde o temprano restringir su financiamiento.
En dichas hipotéticas circunstancias, la ciudadanía estadounidense podría exigir que ese dinero que actualmente engorda a corruptos y especuladores de la guerra, se destinara a la construcción de carreteras, puentes, escuelas y gasto social. (Claro que lo más probable es que ese dinero se dedique a pagar los intereses de la descomunal deuda estadounidense contraída con… China).
En tercer lugar, y no menos importante, si así ocurriera, los políticos estadounidenses perderían la capacidad de manipular a una población a la que mantienen en un estado de ansiedad permanente por la «seguridad nacional».
Estados Unidos, que goza de una «seguridad natural» (océanos al este y oeste, naciones amigas al norte y al sur)océanos) no necesita ninguna defensa excepcional. Tal vez el sur requiera algo de vigilancia, que puede ser cubierta a nivel federal o por algunos de esos, siempre predispuestos, “chicos buenos” de gatillo fácil para con los “no blancos”.
Una vez que el primate de la “defensa nacional” deje de despilfarrar la friolera de 1,7 trillones de dólares en gasto militar innecesario, los estadounidenses podrán trabajar menos, divertirse más y sentirse menos agresivos, ansiosos, deprimidos y paranoicos.
Por último, sería maravilloso ver a los especuladores de la guerra reducidos a raspar sus bolsillos para vivir... como la mayoría.
Todo lo que el Pentágono ha producido durante demasíado tiempo es miseria, cuyo término técnico es “desastre humanitario”.
Observemos –con ojos libres de intoxicación mediática– las consecuencias de las guerras de Estados Unidos en Serbia / Kosovo, Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen. Solo veremos miseria. Miseria para la población de esos países y miseria para los estadounidenses que perdieron a sus familiares o que los vieron regresar mutilados y con graves trastornos postraumáticos.
Sería de justicia que la terrible y destructiva miseria ocasionada por las guerras, se volviera en algún momento contra aquellos que las provocan y se benefician de ellas.
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