19 agosto, 2024

¿Qué hace diferente al genocidio de Gaza? — Jeremy Salt

 

Destrucción masiva de la ciudad de Gaza.

(Foto: Mahmoud Ajjour, The Palestine Chronicle)


PALESTINE CHRONICLE – 18/08/2024

   Traducción del inglés: Arrezafe


Fruto maligno de semillas sembradas hace mucho tiempo


Estas masacres nos acercan a las preguntas centrales que la mente inquisitiva podría plantearse sobre el genocidio de Gaza.


Cada genocidio es diferente del anterior. El exterminio organizado los hace semejantes, pero no hay dos genocidios iguales. No son únicos, salvo en sí mismos.


De hecho, la historia es en parte una sucesión de genocidios, "asesinatos en masa" o "sucesos de exterminio", si no sabes cómo describirlos. No hay nada inusual en dichos sucesos. Es lo que nosotros, "animales humanos" (por aplicar la descripción peyorativa de Yoav Gallant a la realidad de lo que todos somos) nos hacemos unos a otros con regularidad.


Los genocidios (por emplear el término) suelen describirse como tales sólo después de que se han producido. Nunca se detienen durante su desarrollo, lo que constituye una peculiaridad en sí mismo. No es que no se puedan detener. No se detienen porque las personas que podrían detenerlos eligen no hacerlo, por diferentes motivos en cada ocasión.


¿En qué se diferencia el actual genocidio en Gaza de los genocidios anteriores? ¿Tiene un carácter específico, si se lo compara con el genocidio "industrial" de los judíos perpetrado por los nazis? Lo que definió ese acontecimiento en particular fue su carácter de cadena de montaje, no las cifras. Por lo demás, en otros genocidios se mató a un número mucho mayor de seres humanos.


El genocidio europeo de los africanos en el siglo XIX fue asunto de larga duración que se cobró la vida de quizás 60 millones de personas. En aquella época, para los europeos apenas contaban las vidas de los negros, es ahora cuando se calcula que murieron entre 10 y 12 millones de personas tan sólo en el "Estado Libre del Congo" del rey Leopoldo.


Por supuesto, "murieron" es una palabra completamente disociativa cuando de trata de describir la espantosa realidad de cómo "murieron".


Las cifras, que se cuentan por millones, están impresas en los mapas de todos los lugares a los que llegaron los ejércitos europeos para quedarse. No se trata de que los habitantes de esos territorios no se aniquilaran entre sí antes de la llegada de los europeos. Lo hicieron, pero los europeos trajeron consigo medios mucho más eficaces de control y masacre, en cantidad necesaria para "domesticar" a los lugareños.


Sabemos de estos acontecimientos por cuanto podemos leer o ver en documentales. Tenemos la palabra escrita, exacta o no, y la impresión del artista de Gordon en Jartum, valiente y erguido en lo alto de las escaleras mientras los salvajes de mirada enloquecida se precipitan hacia él con lanzas en la mano. La cámara, la fotografía de guerra, se utilizó por primera vez en la guerra mexicano-estadounidense de 1847, pero las imágenes de cadáveres en el campo de batalla no se mostraron hasta la Guerra Civil estadounidense. Los vemos, pero no de la forma en que podemos ver los cadáveres ahora.


Casi todos los que tenían edad suficiente para recordar la Segunda Guerra Mundial ya han muerto. Incluso un niño nacido en 1939 tendría recuerdos borrosos y un niño nacido entre 1943 y 1945 no tendría ninguno, de modo que incluso las personas que hoy tienen 80 años no guardan un recuerdo directo de la guerra, aunque al estar más cercanas a ella en el tiempo y afectadas directamente por ella de muchas maneras en su juventud, pueden haber estado más motivados a pensar, leer y escribir sobre ella.


Desde entonces, el número de asesinatos en masa y genocidios ha proliferado. Por atroces que fueran en su momento, la mayoría apenas dejaron huella en la historia. ¿Quién, excepto las víctimas, recuerda ahora Setif, Guelma y Kharrata, el 8 de mayo de 1945, al oeste de Constantina, Argelia, donde entre 6.000 y 45.000 personas fueron asesinadas por las "autoridades" francesas y colonos franceses pied noir en represalia por los "disturbios" en los que murieron más de 100 colonos? Si no se hizo ningún esfuerzo real por contar los muertos argelinos, fue porque sus vidas y sus muertes tenían poca importancia para las autoridades coloniales y, para fines oficiales, cuanto menor sea el número, mejor.


Corea, 1950: más matanzas en masa, desde el aire y por parte de soldados sobre el terreno. En junio-julio de 1950, 7.000 personas –“comunistas”– son masacradas por milicias surcoreanas en el “Valle de la Muerte” de Daejong. Entre 700 y 900 médicos, enfermeras y pacientes, incluidos unos 100 soldados surcoreanos, son masacrados en el Hospital Universitario Nacional de Seúl por el Ejército Popular de Corea (KPA).


En enero de 1951, Picasso pintó Masacre en Corea como protesta contra las matanzas que llevaban a cabo las tropas estadounidenses a medida que avanzaban. En tres años, la guerra 'se cobra las vidas' de unos tres millones de coreanos, masacrados, muertos de hambre, torturados hasta la muerte o aniquilados de alguna otra forma.


Estados Unidos arrojó 635.000 toneladas de bombas sobre Corea del Norte, incluidas 32.557 toneladas de bombas de napalm, arrasando prácticamente todas las ciudades y pueblos y destruyendo el 85 por ciento de todos los edificios, aproximadamente el mismo porcentaje de edificios destruidos por Israel en Gaza.


Pasemos a Vietnam, otros tres millones de muertos y más masacres, la peor (?) tal vez, aunque hasta ahora la más conocida es la de My Lai, donde en marzo de 1968 las tropas estadounidenses de la Compañía Charlie violaron, torturaron, mutilaron y asesinaron a cerca de 500 mujeres y niños, incluidos bebés. De no ser por Ron Haeberle, que fotografió los cuerpos tirados en una zanja, en un camino, bajo un puente, y Seymour Hersh, que llevó la noticia al mundo, el mundo nunca lo habría sabido. Un soldado matando con un cigarrillo colgando de la boca, aparentemente tan despreocupado como un limpiador que friega el suelo.


Srebenica, julio de 1995: más de 7.000 hombres y niños bosnios asesinados por serbios, pero para entonces Estados Unidos ya ha lanzado su primera guerra contra Irak, una guerra contra "el enemigo como sistema", lo que significa filetear a Irak como un pescado, dejándolo sin carreteras, sin alcantarillado, sin sistemas de electricidad, sin agua y sin aeropuertos, de modo que el ejército queda incapacitado y la población civil apenas puede sobrevivir: alrededor de 200.000 civiles muertos/asesinados entre 1991 y 1994, y se estima que medio millón de niños murieron como resultado directo/indirecto de la guerra y las sanciones entre 1991 y 2002.


En los años 80 se produjo otra masacre: los refugiados fueron asesinados en silencio por la noche cuando hombres armados con cuchillos recorrían el campamento y los atacaban sin hacer ruido, antes de que pudieran darse cuenta de que estaban allí. Por la mañana, entre 1.500 y 3.500 personas habían muerto, junto con sus caballos y sus animales. No había nadie que les protegiera, mientras que los asesinos a sueldo, con sus cuchillos, estaban protegidos por el ejército que rodeaba el campamento y que incluso encendían los focos de sus vehículos para que pudieran ver lo que estaban haciendo. Por supuesto, estamos en Sabra y Chatila, Beirut, septiembre de 1982.


De las primeras masacres, sólo tenemos ante nosotros fotografías en blanco y negro. La calidad no es buena. Nos hablan en silencio, los mismos cuerpos desplomados y encorvados con las caras destrozadas y los ojos mirándonos fijamente y preguntándonos "¿por qué?". Los caminos en los que yacen y las zanjas en las que han sido empujados o arrastrados después de ser fusilados podrían ser los mismos, transferidos de Setif a My Lai.


Las fotografías en color no devuelven la vida a los cadáveres, pero sí acortan la distancia entre la vida y la muerte. Lo que hace que estén verdadera y horriblemente muertos en las fotografías de Sabra y Chatila es el intenso calor, que hizo que los cuerpos se hincharan hasta reventar antes de que los sacaran las excavadoras y los enterraran en fosas comunes, algunas de las cuales se encuentran bajo los cimientos de la Beirut reconstruida.


Además del color, el Líbano marcó el inicio de la aparición de la televisión por cable (CNN) en la cobertura de noticias internacionales. Los espectadores podían ver la guerra en sus hogares tal como estaba ocurriendo en el Líbano, lo que no dejaba una buena imagen de los israelíes y contradecía gravemente sus afirmaciones de que se trataba de una guerra justa que se libraba con medios justos.


Los israelíes afirman que no fueron ellos quienes llevaron a cabo las matanzas en Sabra y Chatila, pero incluso los nazis dejaron gran parte de sus masacres en las fiables manos de sus brigadas de guardia de hierro en Ucrania y los países bálticos.


Aun así, los israelíes mataron a cerca de 20.000 personas en el Líbano, en su mayoría civiles bombardeados en sus hogares desde el aire.


Estas masacres nos acercan a las preguntas centrales que cualquier persona interesada podría hacerse sobre el genocidio de Gaza, independientemente de que los israelíes estén de acuerdo o no en que se trata de un genocidio. ¿Qué lo diferencia de otros genocidios? ¿Tiene alguna característica específica propia? ¿Es en cierto modo peor que otros genocidios conocidos?


Una diferencia es que quienes están lejos del lugar de los hechos nunca habían visto, nunca habían sido testigos de un genocidio hasta ahora, en el sentido de poder proporcionar evidencia convincente, de ser "testigos oculares" de lo que han visto.


Ahora podemos ver cómo un misil destruye un edificio de apartamentos, cómo un francotirador mata a un joven que mira al mar desde la playa, cómo un misil impacta en un recinto hospitalario, cómo trozos de cuerpos quedan esparcidos por la calle. Los propios soldados registran orgullosos sus propias y criminales acciones, desde la destrucción de viviendas y aulas, hasta la demolición de oficinas gubernamentales y universidades.


A los medios occidentales todavía se les impide entrar en Gaza a menos que estén insertos en una unidad del ejército israelí, de modo que sólo podrán informar lo que Israel quiere que el mundo vea, no de lo que necesita ver y quiere ver.


Gracias a los increíblemente valientes periodistas palestinos, aunque no podamos verlo todo, sí podemos ver lo suficiente como para horrorizarnos. Su valentía es la razón por la que el gobierno israelí sigue esforzándose en destruirlos: lo que no se puede contar es como si nunca hubiera sucedido.


De hecho, el genocidio de Gaza sí tiene algunas características que lo diferencian de otros. Una de ellas es el doloroso número de niños muertos: en agosto de 2024, casi 17.000 de un total estimado de 40.000 civiles muertos, entre ellos más de 2.100 niños menores de dos años.


Miles de niños siguen desaparecidos, muertos y enterrados en las ruinas, bajo los escombros de sus hogares; decenas de miles han sufrido heridas que les han cambiado la vida para siempre, como la pérdida de brazos o piernas, y cerca de 20.000 no sólo han quedado huérfanos, sino que no tienen a nadie de su familia inmediata o lejana que los cuide. Todos han muerto, excepto ellos, y en muchos casos, también han muerto todos los niños: apellidos que ya no existen en Gaza, salvo en el recuerdo.


Hay pruebas de que los francotiradores están matando deliberadamente a niños y adultos que se encuentran al descubierto. Llegan al hospital con heridas en la cabeza que indican que recibieron disparos intencionados mientras jugaban en sus casas o en la calle. Un caso que horrorizó al mundo, Hind al Rajab, de 6 años, quedó atrapada durante horas entre los restos del coche de la familia, bombardeada por un tanque, junto a otro miembro superviviente, su hermana, hasta que fue asesinada.


La propia Hind realizó llamadas desesperadas pidiendo ayuda antes de que también ella fuera asesinada, junto a los dos paramédicos que finalmente pudieron acudir en su ayuda, bombardeados por un tanque y muertos en su ambulancia. A fines de octubre de 2023, la UNESCO describía Gaza como "un cementerio para miles de niños".


Nada de todo esto es daño accidental o “colateral”. El 47 por ciento de la población de Gaza es menor de 18 años y los israelíes saben que cuando disparan misiles o contra edificios de apartamentos o escuelas y hospitales donde los refugiados han buscado refugio, van a matar niños.


La indignación por la muerte de niños judíos el 7 de octubre ha sido durante meses una constante en los medios occidentales.


En marzo de 2024, el Consejo de Seguridad Infantil de Israel estimó la cifra en 48, muchos de ellos víctimas de los disparos de tanques o misiles israelíes, y otros 47 fueron capturados y llevados a Gaza. Los medios de comunicación ignoraron por completo el número de niños palestinos de Gaza asesinados por ataques israelíes en años anteriores al asalto de Hamás: 313 en 2008/9, 551 en 2014, cerca de 50 abatidos por francotiradores que celebraban su puntería durante la "Gran Marcha del Retorno" (2018/19).


La abrumadora cantidad de niños palestinos masacrados tras el 7 de octubre (456 a mediados de agosto de 2024, y el número aumenta cada día) no suscitó siquiera la condena de los gobiernos "occidentales".


En el fondo de esta incapacidad de respuesta solo hay una palabra: racismo. Si esos niños hubieran sido judíos o cristianos y de piel blanca en lugar de morena, el número de muertos nunca habría llegado a ser una fracción de esa cifra sin que Occidente interviniera para detener la matanza.


Junto a las matanzas de niños está el asesinato de sus profesores, la destrucción de sus escuelas y hogares, sus libros y sus ordenadores, y el intenso trauma psicológico que sufren los supervivientes. Los niños también están siendo utilizados como escudos humanos. Tras la reducción de la unidad canina Oketz, el ejército israelí ha estado enviando a civiles ancianos y niños bajo tierra con cámaras adheridas a sus cuerpos mientras “limpian” los túneles. “Nuestras vidas son más importantes que sus vidas”, manifestaron los comandantes al periódico Haaretz.


Como los niños, mujeres y niñas son una categoría destacada de personas que sufren. En mayo de 2024, los expertos en derechos humanos de la ONU informaron de que 63 mujeres, incluidas 37 madres, eran asesinadas cada día: al menos 10.000 mujeres habían sido asesinadas y 19.000 habían resultado heridas desde el 7 de octubre. Los abortos espontáneos habían aumentado hasta un 300 por ciento debido a la desnutrición y la falta de acceso a una atención sanitaria adecuada.


Incluso en las primeras etapas de la guerra, las mujeres daban a luz por cesárea sin anestesia debido a la negación de suministros médicos por parte de Israel. Los niños prenatales mueren en los hospitales y los niños vivos mueren de hambre.


Los expertos estiman que unas 155.000 mujeres embarazadas o madres primerizas carecen de atención sanitaria básica y padecen inseguridad alimentaria. Cerca de 700.000 mujeres y niñas que menstrúan no tienen acceso a toallas sanitarias, retretes, papel higiénico e incluso agua corriente. La detención, tortura y agresión sexual de mujeres y niñas por parte de sus captores israelíes es otra de las formas de maltrato calculado que padecen.


Una categoría específica es la destrucción de hospitales y el asesinato de personal médico. En mayo de 2024, 31 de los 36 hospitales de Gaza habían sido dañados o destruidos. En los pocos hospitales que todavía funcionan a un nivel muy reducido, más de 9.000 pacientes corrían un grave riesgo de morir debido a la falta de atención sanitaria. La OMS informó de 890 ataques israelíes a instalaciones sanitarias desde el 7 de octubre, no sólo en Gaza sino también en Cisjordania, incluida la destrucción deliberada de cientos de ambulancias. Al menos 500 trabajadores sanitarios y 278 trabajadores humanitarios han muerto asesinados.


El hospital de Shifa, el más grande de Gaza, fue objeto de un ataque militar sostenido hasta que quedó inoperativo. En mayo de 2024, los expertos en derechos humanos de la ONU informaron que se habían descubierto otros 390 cadáveres, incluidos mujeres y niños, en los hospitales de Shifa y Nasser, muchos de los cuales mostraban signos de tortura, ejecución sumaria e incluso habían sido enterrados vivos.


El tratamiento disponible en los hospitales se pone a prueba aún más con cada exorbitante aumento de víctimas. Las condiciones son ya como las de una cámara de muerte en la que los médicos luchan por salvar a los vivos. El personal médico está agotado, traumatizado y apenas puede ya hacer frente a casi un año de salvajismo israelí.


Dos cirujanos estadounidenses describieron la situación cuando llegaron al Hospital Europeo como “lo que imaginábamos que sería y olería un apocalipsis zombi en las primeras semanas” (Mark Perlmutter y Feroze Sidhwa, “Trabajamos como voluntarios en un hospital de Gaza. Lo que vimos fue indescriptible”, Politico Magazine, 19 de julio de 2024).


¿El genocidio de Gaza parece peor que otros sólo porque es el primero en la historia en el que se puede ver un genocidio en tiempo real o, en algunos aspectos, es realmente peor? En respuesta, si bien en la guerra siempre mueren mujeres y niños, si el genocidio de Gaza tiene una característica particular, es sin duda la matanza masiva de niños, concentrada, implacable, despiadada y sin remordimientos.


Mientras Israel exista, nunca podrá escapar de estos crímenes. Los niños muertos de Gaza lo seguirán y lo perseguirán hasta el fin de los tiempos. El "genocidio de los niños", de los totalmente inocentes, nunca será olvidado mientras Israel exista.


Los israelíes "liberales" de más edad están conmocionados. Dicen que este no es el Israel en el que crecieron, pero siempre lo fue. Simplemente no lo vieron, no lo quisieron ver o fueron demasiado adoctrinados como para verlo.


La evidencia está en los cientos de aldeas destruidas y violentamente despobladas, y en las personas masacradas desde el comienzo hasta 1967, incluidos niños tan dulces e inocentes como los aniquilados en Gaza. El perpetrado en Gaza forma parte de un genocidio de larga data, es el fruto maligno de semillas sembradas hace mucho tiempo.



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