El OGRO TÁRTARO (Eduardo Galeano)
Gengis Kan fue el Ogro de los cuentos que durante mucho tiempo aterrorizaron a los adultos europeos, el Anticristo que encabezaba las hordas enviadas por Satán desde Mongolia.
—¡No son hombres! ¡Son demonios! —clamaba Federico II, rey de Sicilia y de Alemania.
En realidad, Europa estaba ofendida porque Gengis Kan no se había dignado invadirla. La había despreciado, por atrasada, y había preferido el Asia. Y con métodos no muy delicados había conquistado un enorme imperio, que se extendía desde la meseta mongola hasta la estepa rusa, pasando por China, Afganistán y Persia.
La mala fama se transmitió a todos los miembros de la familia Kan.
Sin embargo, el nieto de Gengis, Kublai Kan, no se comía crudos a los viajeros europeos que muy de tanto en tanto llegaban hasta su trono de Pekín. Los agasajaba, los escuchaba, les ofrecía empleo.
Marco Polo trabajó para él.
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