18 febrero, 2015

¿Cómo comprender el presente?

Horacio Bernardo 

Existe la creencia errónea de que comprender el presente es una tarea reservada a expertos o analistas. Sin embargo, cada individuo necesita formarse una idea de lo que se conoce como la actualidad para poder tomar decisiones adecuadas en su cotidianeidad. Desde este punto de vista, se hace relevante la pregunta sobre cómo es posible dicha comprensión. Para ello es necesario estudiar los modos en los que podemos caer en error y creer que nos hemos formado una idea adecuada del presente cuando, en realidad, no es así. Existen al menos tres falacias (razonamientos incorrectos que aparentan ser válidos) de falsa comprensión del presente que analizaré a continuación. Con distinto grado de sutileza, todas ellas terminan por dejar en estado de ignorancia a individuos que creen estar al tanto de una realidad que desconocen.

Falacia de la información – Esta es la modalidad más extendida, y consiste en creer que comprender el presente es equivalente a estar informado. Si bien es evidente que para formarse una idea de la actualidad no basta con la mera acumulación de noticias, el ideal de la sociedad informada crea la ilusión de que ambas acciones son equivalentes. Nuevos medios de comunicación, mensajes y hechos en tiempo real. El acceso a la información se convierte en símbolo de democracia, pluralidad e inclusión social. El resultado, sin embargo, es la generación de una cantidad de datos tan inabarcable que impide todo análisis o reflexión.

La falacia parte de la creencia de que la información puede ser una “foto” neutral de la realidad, y de que si los individuos contaran con todos los “fragmentos” de dicha foto podrían formarse una idea perfecta del conjunto. Siendo que la información no es neutral ni abarcable por persona alguna, esta falacia crea una necesidad permanente (e imposible) de actualización, una dependencia hacia los medios de comunicación y un sutil estado de ignorancia, escudado en la complejidad de una realidad imposible de conocer. Hace aparecer, asimismo, al periodista como presunto analista habilitado del presente, legitimado a su cercanía con la información, e independientemente de su meditación y reflexión real sobre la misma.

Falacia económico-política – Esta falacia consiste en creer que comprender el presente es equivalente a poder explicarlo en términos de causas políticas o económicas. Basta para ello ver el peso excesivo que se le da a los sucesos políticos o económicos en los medios de prensa o ámbitos de debate. Sin negar la importancia de dichas disciplinas, se produce una visión parcial del presente, subordinando todo otro aspecto. Así, temas como la educación o la salud pasan a formar parte de la actualidad sólo cuando hay una decisión política o cuestiones presupuestales en juego. Asimismo, cuestiones que no pueden ser abordadas desde estas perspectivas (afectividad, espiritualidad, temáticas existenciales) pasan a grado secundario, médico o banal, perdiendo toda posibilidad de integrar cualquier conjunto de hechos relevantes.

En nuestro país dicha falacia puede rastrearse a través de causas históricas. La política brinda la ilusión de explicación integral por constituir un pilar fundamental de nuestra nacionalidad. Tras la construcción artificial del Estado Uruguayo (Convención Preliminar de Paz, 1828) y de la Batalla de Carpintería (1836), buena parte del siglo XIX trasladó el nacionalismo al ámbito político, sustituyendo la identificación nacional por las divisas blanca y colorada. Adicionalmente, la fuerte influencia que el batllismo imprimió en la idiosincrasia del siglo XX, contribuyó a crear un imaginario en el que la política era constitutiva del ser-uruguayo. Por otra parte, la centralidad económica en nuestro país, se vincula a la idea de intelectualidad comprometida con el presente que proviene, al menos, desde la época de la generación de Marcha (1939-1974). Sin contar el detalle de que Carlos Quijano profesaba la economía, el socialismo crítico que marcó a la clase intelectual consideraba las instancias económicas como elemento particularmente central en relación al orden social. Este hecho, dejó signada la huella de que la explicación económica debía ser elemento fundamental de una comprensión “comprometida” de la realidad social, en la que la cotidianeidad del individuo quedaba implícitamente incluida.

Tras la dictadura, la cual desdibujó el mapa político e intelectual que sostenía aquella visión, la falacia económico-política elevó indebidamente a políticos, politólogos, economistas y cientistas sociales a la categoría de analistas comprometidos con el presente, agregando en el imaginario social la idea de que pensar la realidad insumía un conocimiento técnico o político casi inaccesible al ciudadano común.

Falacia científica – Vinculada a las dos falacias anteriores, la falacia científica consiste en creer que comprender el presente es equivalente a tener un conjunto de datos justificados científicamente. Basada en la creencia errónea de la objetividad de la ciencia, dicha falacia ha otorgado gran influencia a la estadística, las encuestas de opinión y los sondeos, los cuales son tomados como método por el cual la actualidad puede ser descubierta en tiempo real. Asimismo, estadísticos y analistas de datos pasan a ser especies de “dueños del presente”, adquiriendo incluso el poder de influir sobre la realidad que están describiendo (piénsese, por ejemplo, en los estudios de opinión pública o la enorme influencia de las estadísticas en los últimos procesos electorales nacionales o departamentales)

En definitiva, las tres falacias construyen lo que llamaré presente falaz, que opera minimizando la capacidad crítica de los ciudadanos a través de varias operaciones. Multiplica abrumadoramente la cantidad de presuntos analistas del presente, da apariencia técnica a los análisis, y excluye la reflexión sobre lo único que puede otorgar sentido a la inmensa cantidad de datos que son producidos sobre el presente: la propia vivencia individual y colectiva.

En ese sentido, el presente falaz puede así hablar acerca de todo, excepto de una cosa: el individuo, sus decisiones, preocupaciones y necesidades cotidianas.

Comprender el presente, por lo tanto, se hace imposible desde esta óptica por dejar afuera el para qué y el para quién del análisis. Una verdadera comprensión comienza por cuestionar la utilidad de todo lo que se habla sobre el presente, y por pensar la vivencia humana como punto de reflexión fundante sobre el que debería asentarse todo discurso sobre la actualidad.

10 comentarios:

  1. Mientras leía tu entrada y, sobre la cuestión, de las falacias económicas-políticas me ha venido a la mente una reflexión que he leído en un blog sobre la economía, más mito que ciencia que creo que viene al caso...
    http://blognanin.blogspot.com.es/2015/02/la-economia-mas-mito-que-ciencia.html
    Salud Loam

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    1. Muy interesante el artículo que nos envías. Un clarificador remate para el de Horacio Bernardo.

      "La economía es un campo de la experiencia humana que, como tantos otros, se alimenta de un mito fundacional que, cuando es descubierto, nos muestra su verdadero rostro de ciencia-pufo, un armatoste teórico que reproduce su mito original al objeto de justificar (en el caso de la economía) a la “academia”, a esa clase de expertos e intelectuales que, como los gobernantes, aspiran a ser alimentados por la clase de los gobernados, en virtud de un supuesto derecho que consideran sagrado, propio de los que no necesitan mancharse las manos para vivir, porque, a diferencia de los súbditos, ellos se dedican a 'pensar'."

      Salud Ángel.

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  2. En un nivel, digamos interno, la economía es ciencia objetiva (ej. si disminuye la oferta, los precios aumentan), pero a un nivel mayor, que es el que aquí nos interesa, la economía ortodoxa no es sino política disfrazada de una supuesta objetividad científica. Es decir, desde la propia economia no se puede justificar científicamente por qué hemos de regirnos por la ley monetaria de la oferta y la demanda. Pero eso a los técnicos, excesivamente empiristas, les suele traer sin cuidado :P

    Un abrazo!

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    1. Yo diría que, más que política disfrazada, como herramienta que es del poder, la economía ortodoxa está impregnada de ideología.

      Salud Hugo!

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  3. Me permito dejar aquí un enlace sobre el interesante y complejo asunto de la economía y la lucha de clases en la situación actual:http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7742

    Un saludo.

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    1. Agradezco tu aportación.
      Efectivamente: "se piensa que las transferencias son entre países. Así, hoy se afirma que “Grecia (o España) debe pagar sus deudas” [...] ...conlleva un inmenso flujo de transferencia de recursos que es soportado por ciertas clases sociales en beneficio de otros grupos o clases en esos y otros países (por ejemplo, del norte de Europa)."

      Salud

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  4. Es muy importante y personalmente creo que muy muy difícil comprender el presente.
    Siendo consciente de mis carencias, cuando hablo con mucha gente que creo menos limitada que yo, suelo descubrir que aun andan más perdidos. Creo que ese es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad, que no somos capaces de entender el mundo en el que vivimos y es principalmente porque no lo ocultan a la vez que nos muestran otro, totalmente falso para que no seamos capaces de entender el real y de hacerlo no ser capaces de aceptarlo tras haber vivido toda la vida engañados.
    No podemos aceptar determinadas cosas o no podemos creer que sean ciertas, entre otras cosas porque nuestro mundo, la idea que nos han hecho formarnos de él, es completamente distinto.
    Por esto la gente muere de hambre en las calles, mientras disfrutamos de una plácida paz social.

    Salud!

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    1. "Un zoólogo que en África observó de cerca a los gorilas, se asombra de la uniformidad de su vida y de su gran ocio. Horas y horas sin hacer nada... ¿No conocen el aburrimiento? Esta es la típica pregunta de un hombre, de un mono ocupado. Lejos de huir de la monotonía, los animales la buscan y lo que más temen es que cese. Pues solo cesa para ser reemplazada por el miedo, causante de toda actividad. La inacción es divina. No obstante el hombre se rebeló contra ella. En la Naturaleza solo él es incapaz de soportar la monotonía, solo él quiere que algo nuevo suceda, sea lo que sea. Así se muestra indigno de su antepasado: la necesidad de novedad es lo propio de un gorila descarriado". Emil Cioran

      Los animales, pues, son los únicos que viven plenamente el presente.

      Salud!

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  5. Encantada de leeros. Todos estos comentarios están en relación con ideas que estoy intentando plasmar en la tarea que me ocupa ahora con un libro que voy a ver si soy capaz de construir. A veces pienso que cada vez estoy más liada...
    La economía, esa "ciencia" que demuestra lo que haga falta... Ja,ja, qué triste, tras unos cuantos años de estudio , en que sólo dos asignaturas mostraron algo de "verdad", precisamente las dos en que la y el profesor nos hacían pensar y trabajar para que empezásemos a dilucidar sobre el origen de las desigualdades y en que no hay una teoría única válida....El resto de asignaturas, más de lo mismo y herramientas para el sistema...
    Y otra idea muy interesante, que sale por ahí arriba, los tiempos para la vida, el no hacer, el estar en el presente...
    Es duro mirar con unas gafas que no son precisamente de color rosa.
    Salud!
    Sonia

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    1. Siempre bienvenida, Sonia.
      Seguro que escribirás ese libro que te traes entre manos, y espero que cuando lo hayas escrito nos hagas partícipes.
      En cuanto a las gafas... mirar es gratis, ver puede salir muy caro.

      Ánimo, y Salud!

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