04 abril, 2017

La única forma de detener la máquina es destruirla.

 
Las Naciones ya no lo son, aunque aún no se hayan percatado de ello sus respectivos gobiernos. Sus banderas y emblemas nacionales lucen raídos y descoloridos. Destruidos por la globalización de arriba, enfermos por el parásito del Capital y con la corrupción como única señal de identidad, con torpe premura los gobiernos nacionales pretenden resguardarse a sí mismos e intentar la reconstrucción imposible de lo que alguna vez fueron.
En el compartimento estanco de sus murallas y aduanas, el sistema droga a la medianía social con el opio de un nacionalismo reaccionario y nostálgico, con la xenofobia, el racismo, el sexismo y la homofobia como plan de salvación.
Las fronteras se multiplican dentro de cada territorio, no sólo las que pintan los mapas. También y, sobre todo, las que levantan la corrupción y el crimen hecho gobierno.
Las fronteras siguen siendo lo que siempre han sido: cárceles.
La destrucción y la muerte son el combustible de la gran máquina del Capital.
Y fueron, son y serán inútiles los esfuerzos por “racionalizar” su funcionamiento, por “humanizarlo”. Lo irracional y lo inhumano son sus piezas claves. No hay arreglo posible. No lo hubo antes. Y ahora ya tampoco se puede atenuar su paso criminal.
La única forma de detener la máquina es destruirla.
Quienes todavía pretenden “arreglar” o “salvar” al sistema, en realidad nos proponen el suicidio masivo, global, como sacrificio póstumo al Poder.
No hay “crisis” alguna de la que haría falta salir, hay una guerra que nos hace falta ganar.


6 comentarios:

  1. ¡Cuidado, amigo terrorista, con lo que dices! Aunque sólo serás peligroso si lo que dices se difunde mucho. Porque a la Máquina no le viene mal una crítica controlable. Da una apariencia de Libertad.

    Nada más real que el suicidio colectivo inducido, hacia el que van las grandes masas, prietas las filas, con bandera y banda de música.

    El aire apesta a opios del pueblo.

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    1. Desgraciadamente no creo que se difunda mucho lo que decimos, pero, ciertamente y dado el cariz que están tomando las cosas, cualquier día podemos ser blanco del "ataque preventivo" de algún nostálgico juez.

      Nunca fue tan poderosa la flauta de Hamelin.

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  2. Estado y Capital dos caras de la misma moneda. Sin desjerarquización, sin el fin de la propiedad privada, sin el fin de la explotación... no hay victoria posible. Y no hay mayor enemigo que la progresía esta defensora del capital y del sometimiento a cambio de recibir ellos unas prebendas y de pintar la servidumbre de colorines...
    Salud!

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  3. lo que yo digo, antes bastaba con quemar unos cuantos conventos e Iglesias, pero ahora hay que quemar los Bancos.

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    1. ...lo malo es que (acojonad@s) estamos más pendientes de los extintores que de las antorchas.

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