27 junio, 2018

La persecución a Julian Assange debe cesar ——— John Pilger





Sydney, Australia. Denuncia de los seis años de reclusión de Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres.

Traducción: Arrezafe

La persecución de Julian Assange debe cesar, o terminará en tragedia. El gobierno australiano y el primer ministro Malcolm Turnbull tienen una oportunidad histórica de decidir cuál será.

Pueden permanecer en silencio o pueden actuar en interés de la justicia y la humanidad, y llevar a este extraordinario ciudadano australiano a casa.
Assange no solicita un tratamiento especial. El gobierno tiene claras obligaciones, diplomáticas y morales, de proteger a los ciudadanos australianos en el extranjero de una gran injusticia: en el caso de Julian, por un grave error judicial y el peligro extremo que le amenaza si sale sin protección de la embajada ecuatoriana en Londres.

Sabemos, por el caso de Chelsea Manning, qué puede esperar si una orden de extradición de los EE. UU. se ejecutara (un relator especial de las Naciones Unidas lo calificó de tortura).

Conozco bien a Julian Assange, lo considero un buen amigo mío, una persona de extraordinaria capacidad y coraje. He visto cómo se lanzaba contra él un vengativo, pérfido e incesante tsunami de mentiras y calumnias, y sé por qué intentan desacreditarlo.

En 2008, un plan para destruir tanto a WikiLeaks como a Assange fue plasmado en un documento secreto con fecha del 8 de marzo de 2008. Sus autores, de la Subdivisión de Evaluaciones Cibernéticas de Contrainteligencia del Departamento de Defensa de los EE. UU., describieron detalladamente la importancia de destruir el "sentimiento de confianza", que es el "centro de gravedad" de WikiLeaks.

Esto se lograría, según consta en dicho documento, con amenazas de "exposición y persecución penal" y mediante un implacable asalto a la reputación. El objetivo era silenciar y criminalizar a Wiki Leaks y a su editor. Una guerra sucia urdida contra una persona y contra el principio mismo de la libertad de expresión.

Su arma principal sería el ataque personal y la difamación. Sus tropas de choque se reclutarían en los medios de comunicación, esos cuya misión se supone debería ser la de registrar los hechos y decirnos la verdad.

La ironía es que nadie les dijo a estos periodistas qué debían hacer. Yo los llamo periodistas de Vichy, por el gobierno de Vichy que sirvió y permitió la ocupación alemana en Francia durante la guerra.

El pasado octubre, la periodista del Australian Broadcasting Corporation, Sarah Ferguson, entrevistó a Hillary Clinton, a quien calificó de "icono de su generación". La misma Clinton que amenazó con "destruir por completo" a Irán y que, como secretario de Estado de los Estados Unidos en 2011, fue una de los instigadores de la invasión y destrucción de Libia como estado moderno, con la pérdida de 40.000 vidas, y que, al igual que la invasión de Iraq, se basó en mentiras.

Cuando el presidente libio fue asesinado públicamente y horriblemente con un cuchillo, las cámaras captaron a Clinton gritando y vitoreando entusiasmada. Gracias en gran parte a ella, Libia se convirtió en caldo de cultivo para ISIS y otros yihadistas. Gracias en gran parte a ella, decenas de miles de refugiados huyeron poniendo en peligro sus vidas en el Mediterráneo, en el que muchos perecieron ahogados.

Los correos electrónicos filtrados publicados por WikiLeaks revelaron que la fundación de Hillary Clinton, que comparte con su esposo, recibió millones de dólares de Arabia Saudita y Qatar, los principales patrocinadores de ISIS y el terrorismo en todo Oriente Medio.

Como secretaria de Estado, Clinton aprobó la mayor venta de armas de todos los tiempos, valorada en $ 80 mil millones, para Arabia Saudita, uno de los principales benefactores de su fundación. Hoy, Arabia Saudita está utilizando estas armas para aplastar a personas hambrientas y golpeadas por un ataque genocida contra Yemen.

Sarah Ferguson, una reportera muy bien pagada, con Hillary Clinton sentada frente a ella, no mencionó ni una palabra de todo esto. En cambio, invitó a Clinton a describir el "daño" que Julian Assange le hizo "personalmente". En respuesta, Clinton difamó a Assange, ciudadano australiano, calificándolo como "una clarísima herramienta de la inteligencia rusa" y "un oportunista nihilista que hace las veces de dictador". No ofreció ninguna prueba, ni se le pidió ninguna, para respaldar sus graves acusaciones.

En ningún momento se le ofreció a Assange el derecho de respuesta a esta impactante entrevista, que el organismo de radiodifusión público australiano tenía el deber de darle.

Y por si eso no fuera suficiente, la productora ejecutiva de Ferguson, Sally Neighour, siguió la entrevista con un pérfido retweet: "Assange es la perra de Putin. ¡Todos lo sabemos!”

Hay muchos otros ejemplos de “periodismo de Vichy”. The Guardian, que una vez fue un reputado periódico liberal, llevó a cabo una vendetta contra Julian Assange. Como un amante rechazado, The Guardian dirigió sus ataques personales, mezquinos, inhumanos y cobardes a un hombre cuyo trabajo una vez publicó y del cual se benefició.

El ex editor de The Guardian, Alan Rusbridger, llamó a las revelaciones de WikiLeaks, que su periódico publicó en 2010, "una de las mejores primicias periodísticas de los últimos 30 años". Los premios fueron prodigados y celebrados como si Julian Assange no existiera.

Las revelaciones de WikiLeaks se convirtieron en parte del marketing de The Guardian al objeto de para aumentar el precio de cobertura del periódico. Ganaron dinero, a menudo mucho dinero, mientras WikiLeaks y Assange luchaban por sobrevivir.

Sin que un céntimo fuera a parar a WikiLeaks, un libro de The Guardian promocionó un lucrativo negocio de películas de Hollywood. Los autores del libro, Luke Harding y David Leigh, tildaron gratuitamente a Assange de ser una "personalidad dañada" y "insensible". También revelaron la contraseña secreta que Julian le había confiado a The Guardian y que fue diseñada para proteger un archivo digital que contiene los correos de la embajada de los EE. UU.

Con Assange ahora atrapado en la embajada ecuatoriana, Harding, que se ha enriquecido a costa de Julian Assange y Edward Snowden, se posicionó junto a la policía afuera de la embajada y se regodeó en su blog diciendo que "Scotland Yard podría tener la última palabra".

La pregunta es, por qué.

Julian Assange no ha cometido ningún crimen. Nunca ha sido acusado de crimen alguno. El episodio sueco fue falso, una farsa de la que ha sido absuelto. Katrin Axelsson y Lisa Longstaff de Women Against Rape [Mujeres contra la violación] lo resumieron cuando escribieron: "Las acusaciones contra Assange son una cortina de humo tras la cual varios gobiernos están tratando de reprimir a WikiLeaks por haber revelado audazmente al público la planificación secreta de guerras y ocupaciones con sus correspondientes violaciónes, asesinatos y destrucción... A las autoridades les importa tan poco la violencia contra las mujeres que manipulan las acusaciones de violación a voluntad".

Esta verdad se perdió o se enterró en una mediática cacería de brujas que, desgraciadamente, asoció a Assange con la violación y la misoginia. La caza de brujas incluía voces que se describían a sí mismas como de izquierda y feministas, que deliberadamente ignoraron la evidencia del peligro extremo que suponía la posible extradición de Assange a los Estados Unidos.

De acuerdo con un documento publicado por Edward Snowden, Assange está en una "lista de objetivos Manhunt [caza del hombre]". Una nota oficial filtrada dice: "Assange va a ser una linda novia en prisión. Que le follén al terrorista. Estará comiendo comida para gatos para siempre ".

En Alexandra, Virginia, hogar de la élite estadounidense que hace la guerra un gran jurado secreto, un regreso a la edad media ha pasado siete años tratando de inventar un crimen por el cual Assange pudiera ser procesado. Esto no es fácil; la Constitución de EE. UU. protege a editores, periodistas y denunciantes. El crimen de Assange es haber roto un silencio.

En mi vida, ningún periodismo de investigación puede igualar la importancia de lo que WikiLeaks ha hecho convocando al poder rapaz a rendir cuentas. Es como si una pantalla moral hubiera expuesto retroactivamente el inherente imperialismo de las democracias liberales: el compromiso con la guerra interminable, la división y degradación de las vidas "desechables": desde la Torre Grenfell hasta Gaza.

Cuando Harold Pinter aceptó el Premio Nobel de Literatura en 2005, se refirió a "un vasto tapiz de mentiras en el que nos alimentamos". Preguntó por qué "la brutalidad sistemática, las atrocidades generalizadas, la represión implacable del pensamiento independiente" de la Unión Soviética eran bien conocidas en Occidente, mientras que los crímenes imperiales de Estados Unidos "nunca sucedieron ... incluso mientras sucedían, nunca ocurrieron".

En sus revelaciones de guerras fraudulentas (Afganistán, Irak) y las mentiras de los gobiernos (las Islas Chagos), WikiLeaks nos ha permitido vislumbrar cómo discurre el juego imperial en el siglo XXI. Es por eso que Assange está en peligro de muerte.

Hace siete años, en Sydney, acordé reunirme con un prominente miembro liberal del Parlamento Federal, Malcolm Turnbull. Quería pedirle que entregara una carta de Gareth Peirce, el abogado de Assange, al gobierno. Hablamos de su famosa victoria, en la década de 1980 cuando, como joven abogado, había luchado contra los intentos del gobierno británico de suprimir la libertad de expresión e impedir la publicación del libro Spycatcher, a su manera, un WikiLeaks de la época, porque reveló los crímenes del poder del estado. La primera ministra de Australia era entonces Julia Gillard, miembro del Partido Laborista que había declarado que WikiLeaks era "ilegal" y quería cancelar el pasaporte de Assange, hasta que le dijeron que no podía hacer eso: que Assange no había cometido ningún delito: que WikiLeaks era editor, cuyo trabajo estaba protegido por el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la cual Australia fue uno de los signatarios originales.

Al abandonar a Assange, ciudadano australiano, y participar en su persecución, el escandaloso comportamiento de la primera ministra Gillard forzó el tema de su reconocimiento, bajo el derecho internacional, como un refugiado político cuya vida estaba en riesgo. Ecuador invocó la Convención de 1951 y otorgó refugio a Assange en su embajada en Londres.

Julia Gillard e Hillary Clinton son consideradas como pioneras feministas. Pero, si hay algo por lo que recordar a Julia Gillard es por su belicoso, adulador y embarazoso discurso en el Congreso de los EE.UU., poco después de que exigiera la ilegal cancelación del pasaporte de Julian.

El padre de Julian Assange ha escrito Malcolm Turnbull, actual primer ministro de Australia. Es una carta conmovedora, en la que le pide que traiga a su hijo a casa, refiriéndose a la posibilidad real de una tragedia.

He visto cómo la salud de Assange se deterioraba en sus años de confinamiento sin luz solar. Ha padecido una tos persistente, pero ni siquiera se le permite el tránsito seguro a un hospital para una radiografía.

Malcolm Turnbull puede permanecer en silencio, o puede oportunamente emplear la influencia diplomática de su gobierno para defender la vida de un ciudadano australiano, cuyo valiente servicio público es reconocido por innumerables personas en todo el mundo. Él puede traer a Julian Assange a casa.





3 comentarios:

  1. Mierda de gentuza que nos lleva a la muerte tarde o temprano

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  2. Esta mierda de gentuza nos llevará a la extinción. Cuando corrompan a la mitad más uno de los habitantes de cada nación, el fascismo triunfará democráticamente, y los pueblos serán depurados. Los supervivientes se despedazarán entre ellos.

    Jeremías ya lo predicaba hace dos mil seiscientos años.

    Jeremiadas mías, pero al tiempo...

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    1. Jeremiadas que, de hecho, ya se están produciendo. Como dice la periodista Abby Martin: "A medida que el imperio se expande, su voracidad supera el tamaño del planeta". Nos enfrentamos a un monstruo a que, fatal y paradójicamente, no cesamos de alimentar.

      Abby Martin

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