Traducción del inglés:
Arrezafe
¿A qué velocidad está cambiando el clima? - John Molyneux
El peligro del cambio
climático no es una amenaza futura, es una realidad presente que se
agrava velozmente.
Está claro que ahora
existe una conciencia pública bastante generalizada sobre el hecho
de que el cambio climático es una realidad y una grave amenaza para
el futuro de la humanidad. Esto se refleja, en cierta medida, en los
principales medios de comunicación, a pesar de su renuencia a tratar
el problema como una verdadera emergencia. Sin embargo, todavía
existe una considerable disyunción entre la forma en que
generalmente se percibe el cambio climático y la realidad de lo que
está sucediendo.
La mayoría de la
población piensa en las consecuencias y la amenaza del cambio
climático principalmente en términos de derretimiento del hielo y
aumento del nivel del mar. Así es, ciertamente, como se ha
proyectado en los medios de comunicación, la imagen icónica de un
oso polar a la deriva en las corrientes de un hielo cada vez más
reducido.
[...]
Hay varios problemas en este enfoque parcial. En primer lugar, conduce a la confusión sobre los efectos del
derretimiento del hielo. La fusión del hielo marino, que incluye
todo el hielo del Polo Norte y parte de la Antártida, no eleva el
nivel del mar porque ya está en el agua y su volumen ya ha sido
desplazado (lo que no significa que no importe, volveré sobre ello).
Lo que eleva el nivel del mar es el derretimiento del hielo
terrestre, como los glaciares y los casquetes polares de Groenlandia y la Antártida.
En segundo lugar, aunque
el aumento del nivel del mar es obviamente una amenaza importante a
largo plazo, a menos que vivas en ciertos lugares
específicos, como las islas de los océanos Índico y Pacífico
(Maldivas, Solomons, Tuvalu, etc.), la principal amenaza para la población, que se verá afectada en el futuro cercano por el cambio
climático, serán los fenómenos climáticos extremos.
En tercer lugar, la visión simplista alimenta la idea de que el cambio climático es un episodio o
proceso que tendrá lugar en un futuro relativamente distante,
probablemente "no en el transcurso de nuestras vidas".
Dicha visión se ve reforzada por convenios y acuerdos
internacionales, como los Acuerdos de París y
el Plan de Acción
Climática de Leo Varadkar, que están basados en lejanos objetivos, para 2030 y 2050. A ello hay que añadir que, en general, la población está lógicamente preocupada por sus problemas inmediatos: trabajo, alquiler, hipoteca, alimento, niños, etc. Háblales pues de algo que va a suceder
dentro de treinta años y las respuestas más probables serán: a)
ignorarlo, alegando que tal vez nunca suceda o que, en todo caso, ya estarán muertos; b) ignorarlo, presuponiendo que para
entonces las autoridades ya habrán encontrado "algo"
para solucionarlo. Incluso hay activistas políticos que piensan que no es
una prioridad inmediata, que son mucho más urgentes otros temas en los que sí están implicados.
Problema inmediato
Sin embargo, el peligro del cambio climático no es solo que vaya a ocurrir en un futuro más o menos lejano, sino que está ocurriendo ahora, de manera evidente y
desde hace ya tiempo. Dije anteriormente que el principal impacto del
cambio climático y sus consecuencias se manifestaría a través de
eventos climatológicos extremos. Estos podrían citarse principalmente como; olas de calor excesivas, sequías, incendios
forestales, lluvias excesivas, tormentas e inundaciones, añadiendo inusuales períodos de frío. Todos estos
eventos se han mostrado claramente en todo el mundo durante los
últimos 12 meses.
[...]
En julio de este año
supimos que el junio de 2019 fue el más caluroso desde que
comenzaron los registros climáticos. La National Oceanic and
Atmospheric Administration de EE.UU. informó que la temperatura
global promedio para junio fue de 0.92°C por encima del promedio
del siglo XX. En julio ya tuvimos otra ola de calor masiva en América
del Norte y en toda Europa, incluyendo los más de 40°C en París.
Datos de última hora
informan que Bélgica y los Países Bajos han registrado sus
temperaturas más altas. La ciudad belga de Kleine Brogel, en la
provincia de Limburgo, alcanzó los 39.9°C, la más alta desde que
comenzaron los registros en 1833, mientras que la ciudad holandesa
meridional de Eindhoven alcanzó su temperatura más alta en 75
años de registros del Royal Meteorological Institute.
Entre estas olas de calor
hemos tenido sequías e incendios devastadores en California; temperaturas de 50ºC en gran parte de Australia; un catastrófico
ciclón en el sudeste de África; grandes incendios en Portugal y el
norte de Grecia, así como en Alaska y Siberia; sequía en el sur de
la India con una ciudad de 7 millones de habitantes sin
abastecimiento de agua; inundaciones en Nepal (90 muertos y 1 millón
de desplazados) y en Japón; una intensa ola de calor en el norte de China;
incendios en toda Suecia; e Islandia erigiendo un monumento póstumo
a un glaciar desaparecido.
En enero / febrero de este año, Estados Unidos también
padeció una extraordinaria ola de frío, las condiciones semiárticas se
extendieron al corazón del país en lo que fue un "vórtice
polar" con temperaturas tan bajas como –30°C. (El vórtice
polar está relacionado con el cambio climático porque el aumento de
las temperaturas en el Ártico afecta la corriente en chorro en la
atmósfera superior, impulsando vientos fríos hacia el sur y
atrayendo vientos cálidos hacia el norte).
El tiempo se acaba
Ha habido muchos otros
fenómenos climáticos extremos, muchos más de los que
se pueden enumerar aquí. En términos de futuro inmediato, es decir, en los próximos años, tendrán lugar otros dos
acontecimientos muy peligrosos. El primero es la fusión
del hielo
marino en la Antártida. La gran extensión de
hielo marino alrededor de la Antártida ha sufrido una acelerada pérdida desde 2014, según muestran los datos proporcionados por los
satélites, pérdida más rápida que la observada en el Ártico. La
merma de la extensión media anual significa que la Antártida perdió
tanto hielo marino en cuatro años como el Ártico perdió en 34.
Lo que hace que esto sea
tan peligroso no es su impacto inmediato en el nivel del mar (como dijimos anteriormente), sino el hecho de que el hielo refleja la luz del sol
hacia la atmósfera, mientras que los océanos oscuros absorben y
retienen el calor. De tal manera, esta gran fusión de hielo crea un
circuito de retroalimentación que intensifica el calentamiento.
El segundo acontecimiento. Se trata del
estado del permafrost
(suelo, roca o sedimento congelado). [...] La pérdida de permafrost
es significativa porque está liberando grandes cantidades de metano.
De hecho, tras dos décadas liberándose, el
metano es hoy 84 veces más potente, como gas de efecto invernadero, que el
dióxido de carbono. En otras palabras, tenemos otro ciclo de
retroalimentación importante.
Quizás lo más alarmante de todo sea el hecho de que todos estos
sucesos, especialmente la pérdida de hielo antártico y de
permafrost ártico, apuntan a la probabilidad de que las advertencias
y predicciones dramáticas del IPCC en 2018 sean, de hecho, estimaciones conservadoras de lo que realmente está sucediendo. Según informa el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, la Antártida ha experimentado un aumento de la temperatura del aire
de 3°C, aunque eso pueda no parecer mucho, es 5
veces la tasa media de calentamiento global, y la fusión del
permafrost va 70
años por delante de la mayoría de las predicciones científicas.
[...]
Implicaciones
políticas
Todo esto tiene enormes
implicaciones políticas. En primer lugar, significa que todos los
diversos planes gubernamentales y acuerdos internacionales llevados a cabo hasta ahora son completamente inadecuados. Cualquier político
que hable en términos de objetivos para 2030 y 2050 simplemente no ha comprendido nada. Para cuando Irlanda reciba su prometido millón de
autos eléctricos en 2030 o llegue a cero emisiones de
carbono en 2050, es muy probable que se haya causado un daño
irreparable a nuestro planeta. Los políticos y pensadores convencionales simplemente no lo entienden. En otras palabras,
cuando se trata del "mundo real" imaginan que la
economía simplemente seguirá funcionando como de costumbre
durante los próximos 80 años. No hay posibilidad de que ello sea así.
En segundo lugar, la
cuestión del cambio del sistema, no del cambio climático,
se sitúa cada vez más en primer plano. A lo largo de los años ha
habido innumerables debates sobre si el capitalismo puede o podría,
en teoría, detener el cambio climático. Lo que ha quedado
manifiestamente claro es que no lo ha hecho y no lo hará en el
tiempo que resta disponible.
Vamos a necesitar el
socialismo, es decir, una economía de propiedad pública y
planificada democráticamente, que produzca para las necesidades
humanas, no para el lucro de una minoría. Y lo necesitamos no solo
a nivel nacional, sino internacional, tanto para evitar el cambio
climático descontrolado como para hacer frente a los cambios que ya
se están produciendo en el sistema.
Por último, cabe esperar una
seria resistencia general: de los estudiantes, de los pueblos
indígenas, de los trabajadores organizados... Si el 3.5% de la
población de Puerto Rico puede movilizarse contra su gobernador, por
el huracán María, contra el sexismo y la homofobia, y el pueblo de
Sudán puede derrocar a su dictador, la población mundial puede
resistir y enfrentarse a los efectos del cambio climático.
La cuestión clave para
nosotros es garantizar que las voces y los argumentos socialistas se
escuchen dentro de esta resistencia. La otra alternativa, personificada
por la figura de Donald Trump, apunta en la dirección del
racismo, el fascismo y la barbarie.