Information Clearing House – 27/11/2020
Traducción: Arrezafe
¿Quién es tu papi...? He aquí por qué los líderes europeos se turban, sumisos y cautivados, ante el belicista equipo de “regreso a la normalidad” de Biden.
La UE se estremece de emoción ante la perspectiva de una administración de Joe Biden, a pesar de que las políticas que él defiende son precisamente la causa de sus problemas.
Su prisa por felicitarlo, incluso antes de que se certifique el resultado presidencial, dice mucho de su alegría por el hecho de que 'papá' esté de regreso en la Casa Blanca.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, apenas pudo contener su alegría por lo que, según dijo, era un "nuevo comienzo en la asociación global UE-EEUU."
Por su parte, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, dijo que era hora de "reconstruir una alianza fuerte UE-EEUU.", e invitó apresuradamente a Biden a una cumbre europea en Bruselas el próximo año, aunque las elecciones estadounidenses aún no han concluido formalmente.
Otros líderes nacionales europeos ya habían felicitado a Biden hace dos semanas, solo unos días después de la votación del 3 de noviembre, a pesar de la controversia del titular Donald Trump que prometió impugnaciones legales por presunta fraude electoral.
La euforia europea creció esta semana ante la posible presentación del gabinete de Biden. Lo que parece increíble, dado que el equipo entrante de la Casa Blanca está formado por personas asociadas con las administraciones de Obama (2008-16), en las que Biden había desempeñado el cargo de vicepresidente. Increíble, porque varios de los acuciantes problemas actuales de Europa se derivan de las guerras en el norte de África y Oriente Medio que fomentó la administración Obama. Respecto a lo cuál y a la defensiva, en su primera entrevista en profundidad como presidente electo, Biden afirmó que "esta no es una tercera administración de Obama".
Sin embargo, el hecho es que los nominados para formar su gabinete son vestigios de la era de Obama, con nombres como Antony Blinken como secretario de Estado y Jake Sullivan como asesor de seguridad nacional que defendió guerras o agresivas intervenciones en Libia, Siria y Ucrania. Estos y otros conflictos en Irak y Afganistán, que Biden apoyó personalmente siendo jóven senador y que exacerbó mientras era vicepresidente de Obama, han dado lugar a innumerables problemas en Europa, desde el terrorismo yihadista hasta las tensiones raciales con las comunidades musulmanas, pasando por la ingente inversión de recursos necesarios para tratar con una afluencia masiva de refugiados provenientes de zonas de guerra.
Esta semana, mientras los líderes europeos arrullaban la próxima administración de Biden, la policía francesa propició impactantes titulares al forzar brutalmente a cientos de refugiados, principalmente afganos, a abandonar un campamento improvisado en el corazón de París. Tales problemas se derivan directamente de las guerras ilegales que fueron obra de Obama, Biden y su reinterpretado equipo belicista.
Por tanto, la pregunta es: ¿por qué los políticos europeos son tan cobardes dando la bienvenida al regreso de los imperialistas estadounidenses convencionales? Olvídense de las sonoras declaraciones del equipo de Biden sobre "trabajar con aliados" y la "vuelta del multilateralismo". Los europeos serán tratados como siempre lo han sido: complementos de la estrategia de Washington en pos de sus propios intereses.
Es el equivalente político de "¿Quién es tu papá?" Los líderes europeos no sólo se están volcando en apoyar más abusos, sino que, además, lo hacen con mucho gusto.
¿Pero, por qué?
Hay varios factores. Uno, la nostalgia engañosa por la "normalidad" tras cuatro años de tensas relaciones con el díscolo Trump. El resentimiento personal de la alemana Angela Merkel, del francés Emmanuel Macron y de otros líderes europeos hostigados por el grosero Trump a gastar más en la OTAN y por los aranceles comerciales, todo ello forma parte del alivio que sienten al deshacerse de él. Además, los políticos y diplomáticos europeos verán a Biden y su equipo como personas con las que se podrá volver a conectar profesionalmente como años atrás. A diferencia de la caótica y confusa administración de Trump, la de Biden traerá coherencia y continuidad, independientemente del legado de las guerras, lo que facilitará la interacción personal y política. Mejor malo conocido.
No olvidemos, además, que hay muchos atlantistas europeos que, desde una convicción ideológica, creen de verdad en los beneficios estratégicos de un eje EEUU-UE. Este tipo de políticos y burócratas del estado profundo europeo son creyentes defensores de que la OTAN y Estados Unidos han de "liderar el mundo libre" contra (las anteriormente Unión Soviética y China Roja) Rusia, China y su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Así pues, es música para sus oídos escuchar a Biden declarar que "América ha vuelto" y "Renovando alianzas".
Un aspecto específico positivo en el discurso del presidente electo Biden es el de devolver a Estados Unidos al acuerdo nuclear con Irán. La destrucción de dicho acuerdo (2015) por parte de Trump le costó a los estados europeos sacrificar muchas esperanzas de inversiones y negocios con Irán. Además, su pretendida imagen de independencia se vio afectada por las sanciones que Trump impuso a los países europeos que establecen negocios con Irán, humillándolos para que siguan su línea. Con Biden, Europa ve una oportunidad para reanudar relaciones comerciales y económicas con Irán. Sin embargo, eso está por verse.
Otra posible ventaja de Biden es su aparente disposición a entablar conversaciones de control de armas con Rusia. En particular, la renovación del tratado New START que pone freno a las armas nucleares estratégicas. El imprudente alejamiento de Trump de las convenciones de control de armas, incluido el tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) y el Tratado de Cielos Abiertos, causó una gran contrariedad en toda Europa por una posible nueva carrera armamentista y la amenaza que ello supone para la seguridad continental. Biden, por lo tanto, podría propiciar cierta estabilidad en el control de armas, a pesar de que él y su equipo han hecho numerosas y agresivas declaraciones contra Rusia.
Pero quizás lo más atractivo que los líderes europeos ven en Biden es que la propia salida de Trump es un buen presagio de cara a contrarrestar el aumento del populismo que ha estado socavando gravemente el proyecto de la UE. El establishment liberal europeo se refiere a estos diversos movimientos como de “extrema derecha”, lo cual es una generalización injusta. Algunos son de derecha, otros de izquierda, pero en general existe un sentimiento de alienación en la UE respecto a cuestiones relacionadas con el fracaso neoliberal capitalista y la inmigración, aparentemente incontrolada, directamente relacionada con las interminables guerras estadounidenses, apoyadas e instigadas por las potencias europeas de la OTAN.
Según el ex presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk: “La derrota de Trump puede ser el comienzo del fin del triunfo de los populismos de extrema derecha en Europa. Gracias, Joe".
Trump es detestado por los políticos del establishment europeo porque lo ven como un mentor de partidos nacionalistas populistas en toda Europa. Su apoyo abierto al Brexit irritó a la UE. El ex embajador de Trump en Alemania, Richard Grenell, abogó abiertamente por el partido euroescéptico AfD de Alemania. Steve Bannon, ex asesor político de Trump, intentó provocar una revuelta populista en toda Europa.
En resumen, Trump y su política de America First son vistos como una influencia dañina y corrosiva para los pilares de la UE.
Biden, sin embargo, es un regreso al trans-atlantismo convencional, donde las naciones europeas son al menos tratadas con un mínimo de respeto, aunque en realidad estén subordinadas a quienes en Washington les dirán cuándo, dónde y qué tan alto saltar. Una relación degradante que el establishment europeo contempla como la mejor manera de preservar su orden, restando oxígeno político a los populistas. No importan las guerras, los refugiados, las tensiones multiculturales, la austeridad económica, ser suplente del Tío Sam es una especie de consuelo.
La trágica ironía es que este no tan "nuevo comienzo" en las relaciones UE-EEUU, conducirá inevitablemente a más contradicciones internas en el futuro, porque la política de Biden se basa en más intervencionismo e imperialismo bajo la bandera de "liderar el mundo libre", que es la causa fundamental de la inestabilidad de Europa.
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