14 enero, 2023

ESALADILLA RUSA ANTIIMPERIALISTA

 













































"NO TEMA, ES POR SU SEGURIDAD"


EL IMPERIO RENQUEANTE





8 comentarios:

  1. TELÓN DE ACERO SOBRE EL BOULEVARD SAINT MICHEL. Formateo y Desinformación en el “Mundo Libre”
    Jean Salem


    “…A Albert Soboul le gustaba repetir, sin embargo, en aquellos cursos consagrados a la Revolución francesa, que el 10 de agosto de 1792, no había habido “caída” sino derrocamiento de la monarquía. Porque, añadía con una sonrisa, ésta ¡no se cayó ella sola! ¡Y tampoco la U.R.S.S. en 1991! ¿Acaso el principio de la “guerra fría” y el fin de su resurgimiento, después del intermedio de la ‘detente’ en los años 72-80, no estuvieron marcados por dos advertencias militares de lo más explícito? Fueron dos amenazas, no sólo de guerra, sino de guerra total o de aniquilamiento: la destrucción atómica de Hiroshima y Nagasaki decidida por Henry Truman y el programa de “guerra de las galaxias” lanzado por Ronald Reagan. Nadie, o casi nadie, de aquellos que han descrito el reciente fin de la U.R.S.S. habrá dado cuenta de que uno de los objetivos explícitos de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) lanzada en 1983 por el equipo de Reagan, era “poner de rodillas a la potencia soviética”, quebrantarla, para después arruinarla por medio de un relanzamiento desenfrenado de la carrera armamentística. Por eso nos parece absolutamente evidente el carácter mistificador de categorías que pretenden definir como un proceso puramente espontáneo e interno una crisis que no se puede separar de la formidable presión ejercida por el campo contrario. Y la categoría de ‘implosión’ o de ‘colapso’, así como todos sus sucedáneos enumerados más arriba, podría por tanto hacer parte perfectamente de una mitología apologética del capitalismo y del imperialismo. Como escribe Losurdo, ya no sirve más que para “coronar  a los vencedores”.
    A decir verdad, la U.R.S.S. se había implicado, a principios de los 80, en una competición militar no sólo con los Estados Unidos, sino con el conjunto del mundo exterior, incluida Europa, China y Japón. Los adversarios de los soviéticos tenían, tácita o explícitamente, la posibilidad de compartir el peso de esta competición militar, coordinando sus políticas y uniendo más o menos sus esfuerzos. La situación era muy diferente en la U.R.S.S. Sus aliados y clientes de Europa, de América central, de Asia del Este, del Oriente Medio y de África, apenas estaban en condiciones de ayudarle. Es evidente que la decisión americana de subir el nivel tecnológico de la carrera armamentística puso a la Unión soviética en una posición más que difícil. Frente a la iniciativa de defensa estratégica lanzada por la administración Reagan en 1983, o la U.R.S.S. perdía la apuesta debido a su incapacidad de igualarse con Estados Unidos en el plano económico y tecnológico, o emprendía reformas políticas y económicas radicales. Correspondió en cierta manera al complejo “militar-industrial” soviético, que hasta entonces había sido el principal obstáculo a las reformas, la misión de emprender los cambios que, en definitiva, costaron la vida a la U.R.S.S…”


    Libro aquí:
    https://elsudamericano.wordpress.com/2023/01/15/telon-de-acero-sobre-el-boulevard-saint-michel-formateo-y-desinformacion-en-el-mundo-libre-por-jean-salem/

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    1. «Por eso nos parece absolutamente evidente el carácter mistificador de categorías que pretenden definir como un proceso puramente espontáneo e interno una crisis que no se puede separar de la formidable presión ejercida por el campo contrario. Y la categoría de ‘implosión’ o de ‘colapso’, así como todos sus sucedáneos enumerados más arriba, podría por tanto hacer parte perfectamente de una mitología apologética del capitalismo y del imperialismo. Como escribe Losurdo, ya no sirve más que para “coronar a los vencedores”.»

      A tener muy en cuenta a la hora de analizar la catastrófica desaparición de la URSS. Yo mismo, he de reconocerlo, he utilizado alguna vez el término 'colapso' en referencia a dicho acontecimiento.

      Gracias por tu valiosa aportación.

      Salud y comunismo

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    2. “Sólo se valora lo que ya se ha perdido”, es un aserto que hemos leído, escuchado y ‘aplaudido’ más de una vez, por no decir demasiadas veces. Se trata de una expresión aparentemente muy completita en cuanto a forma/significante y contenido/significado: suena bien y , a bote pronto, consigue seducirnos con un sustancioso argumento que resulta fácil de comprender y compartir. A bote pronto, ese es el busilis. Porque si descartamos las prisas, siempre malas consejeras, y lo pensamos con cierta calma, estamos ante una aseveración (significante) que lo abarca todo en general y no dice nada en concreto (significado). En general, todo el mundo que ha sufrido una pérdida importante, la que sea, suele llegar a la conclusión de que no supo valorar en su momento y en su justa medida aquello que irremediablemente ya ha perdido (un amor, una amistad, un trabajo, una patria…).

      En concreto, la pérdida puede ser para unos la existencia de la URSS, o simplemente el trabajo garantizado, la vivienda asequible, la educación y la sanidad gratuitas…

      Y para otros la RUSIA ZARISTA con su sacrosanta propiedad privada de la tierra y demás medios de producción que permiten, a los menos, la explotación en régimen semi-feudal y semi-esclavista de millones de hambrientos campesinos para disfrute exclusivo unas minorías aristocráticas nativas asociadas a un selecto ramillete de bancos y empresas ubicadas en las potencias colonialistas e imperialistas europeas.

      En fin, que todo son pérdidas y valoraciones, cierto, pero aunque todo parezca lo mismo, nada es igual. No puede serlo en una sociedad divida en clases con intereses antagónicos. Aunque lo parezca, el lenguaje no es neutral. El lenguaje dominante, que inevitablemente utilizamos los dominados, es el lenguaje del opresor, son sus significantes y significados. Y funcionan únicamente al servicio de la clase dominante.

      La verdad es concreta, dijo un tal Lenin. Del mismo modo podemos proceder con términos como ‘implosión’ («romperse hacia adentro»: ¿él o lo que rompe, está afuera? ¿cosa de troyanos endógenos?) o ‘colapso’ («destrucción, ruina, paralización…» ¿cuál o cuales los sujetos y las causas?), y no sólo teniendo muy en cuenta el contexto específico en el que se insertan e interrelacionan esas expresiones sino también el marco de la cultura hegemónica que los determina y les dota de un mensaje, claro que en su propio interés clasista, con un sentido concreto, y todo ello gracias al concepto socialmente predominante, y al significante/significado que en la comunicación le sirve de vehículo.

      Salud y comunismo

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    3. " ...cómo a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor", que decía Manrique y hoy repiten los nostálgicos de El Pardo. Ni la URSS, ni el dictador pueden volver, pero "el trabajo garantizado, la vivienda asequible, la educación y la sanidad gratuitas" sí. La nostalgia es la tuberculosis de la memoria. Machado decía que "se canta lo que se pierde", pero también decía que "todo pasa y todo queda", aunque a esto último le añadía Machado un 'pero' con el que no estoy de acuerdo, porque "lo nuestro" no es "pasar", lo nuestro es "ir".

      Salud y comunismo

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    4. Ciertamente lo nuestro es ir, aunque sea de fracaso en fracaso, de derrota en derrota, porque nosotros no pensamos ni actuamos como derrotados. Y en palabras de Samuel Beckett:

      «Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor»



      Salud y comunismo

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    5. Nunca he contemplado la "victoria" política o el "éxito" personal como un fin. Para la primera se necesita un pueblo y una revolución que la renueve cotidianamente. En la trampa del segundo afortunadamente nunca he caído. Mientras las múltiples y diversas derrotas no derriben la barrera de los principios en los que uno basa su existencia y su relación con la vida, todo irá razonablemente bien. En síntesis, tal vez el término más apropiado sea resistencia.

      Y, ciertamente camarada, quienes resisten no piensan ni actúan como derrotados.

      Salud y comunismo

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    6. Lo que diferencia a los resistentes comunistas, esos cabezotas que nunca dejan de intentarlo, de los actuales charlatanes populistas, socialdemócratas, anarquistas o trotskistas, lo dejó escrito hace un siglo un tal Lenin: «El trabajo de los marxistas es siempre ‘difícil’, pero lo que los hace diferentes de los liberales es que no declaran que lo que es difícil sea imposible. El liberal llama imposible al trabajo difícil y así esconde su renuncia a él».

      Salud y comunismo

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    7. Leningrado: “Aquel invierno, la muerte nos miró directamente a los ojos. Y nos miró mucho tiempo, sin pestañear… Pero quienes nos enviaron tanta muerte cometieron un error de cálculo: subestimaron nuestra voraz hambre de vivir”. Olga Bergholz


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