20 enero, 2023

"Su riqueza sirve a su poder y su poder sirve a su riqueza" — Michael Parenti

 


¿SON PATRIOTAS LOS PLUTÓCRATAS? 

La mayoría de quienes ocupan los más altos cargos del gobierno y la industria  tienen antecedentes de riqueza. Ellos y sus validos pueblan los consejos ele administración de las empresas, fundaciones e instituciones de alto rango. Son propietarios o tienen acceso directo a los gigantescos grupos de medios de información. Algunos de ellos financian entidades de pensamiento conservador. Los más políticamente activos entran y salen de elevadas posiciones políticas en Washington. Aunque relativamente pocos en número poseen la parte del león de los recursos materiales de la nación. Deciden los porcentajes de interés y controlan el suministro de dinero. Juegan un papel dominante en la determinación de los niveles de salarios y las condiciones de trabajo de millones ele personas. Disfrutan del control oligárquico de las principales tecnologías para la producción industrial y las comunicaciones. Considerados en su conjunto, estos diversos grupos de élite constituyen lo que podríamos llamar una plutocracia, un sistema de dominio por y para los ricos.


No operan con una cohesión perfecta. A veces tienen diferencias entre ellos y soportan confusiones y contratiempos. Sin embargo, en los temas básicos defienden sus intereses comunes ele clase, dedicados a comprobar que el proceso de la acumulación de capital continúa sin parar. Su riqueza sirve a su poder y su poder sirve a su riqueza.


Los dirigentes plutócratas están entre los principales proveedores del entusiasmo superpatriótico, pero ellos raramente practican lo que predican. Defienden la idea de una "América sana", y sin embargo se resisten a los programas de atención sanitaria general, privan de fondos a los servicios públicos sanitarios y trabajan codo con codo con los gigantes industriales farmacéuticos y compañías de seguros para hacer de la sanidad un negocio altamente rentable para esas corporaciones y dolorosamente caro para el resto de nosotros.


Nos urgen a que hagamos grandes sacrificios económicos y dependamos de nosotros mismos y nos dicen que no esperemos "donaciones del gobierno", mientras que ellos y sus enormes empresas se embolsan anualmente miles de millones de dólares en préstamos garantizados con el gobierno, capital riesgo, subsidios a la exportación y contratos con el gobierno tremendamente lucrativos. Insisten en que todos debemos soportar la carga de la deuda y el gasto públicos, pero ellos repetidamente presionan para que se reduzcan los impuestos a la clase rica. Además disfrutan de créditos a cargo de le impuestos y exenciones y a menudo son evasores de esos impuestos. El Servicio Interno de Renta estima que el empleo de subsidiarias y paraísos fiscales le cuestan al tesoro público 70.000 millones de dólares anuales y otros miles de millones adicionales por impuestos locales y estatales que dejan de pagarse.(1)


Los plutócratas superpatriotas también manifiestan poco interés en conservar el tesoro medioambiental de América. En vez de eso permiten que los intereses madereros, mineros y agrícolas destruyan nuestro entorno natural. Defienden el uso del combustible fósil y la energía nuclear que hacen estragos en nuestras tierras, aguas y atmósfera. Consideran los recursos naturales del país como material disponible para un beneficio rápido. Dicen que aman Estados Unidos, pero infringen heridas profundas en su paisaje.


Las élites dirigentes hablan constantemente de los valores de la familia, el carácter moral y la vida limpia, mientras que ellos nunca cumplen con esas normas, no siendo más honestos que el resto de nosotros en su vida personal y a menudo seriamente corruptos y deshonestos en su vida pública, como demostraron los escándalos empresariales multimillonarios de Enron, WorldCom, Halliburton, Harbin y otras corporaciones. Las criminales empresas utilizan sistemas contables ilícitos y manejos internos para ratear miles de millones de dólares a los fondos de pensiones de los trabajadores y a los pequeños inversores. El coste del delito callejero de bajo nivel en 2002 fue de 18.000 millones de dólares, mientras que el coste de las violaciones de la ley antimonopolio y otros delitos corporativos fue de 250.000 millones.(2) Esta delincuencia no encaja bien con la proclama de los plutócratas sobre las virtudes cívicas y el patriotismo.


No puede ser muy patriótico esquilmar los fondos locales, estatales y federales. Sin embargo, en manos de nuestros plutócratas superpatriotas el superávit federal de 281.000 millones de dólares que había en el año 2000 se disolvió para convertirse en un déficit de 480.000 millones en el año fiscal 2004, debido principalmente los elevados subsidios y recortes de impuestos a las e individuos más ricos.


No es muy patriótico sobrecargar el precio de los suministros y servicios al gobierno o hinchar los costes de los contratos con éste, o suministrar mercancía de bajísima calidad al personal militar en las zonas de combate. Sin embargo, en febrero de 2004 el Pentágono abrió una investigación por fraude criminal contra Halliburton, la gigantesca empresa petrolera de Texas, por sobrecargar el precio del combustible transportado a lraq desde Kuwait en al menos 61 millones de dólares. Los jefes militares en lraq le comunicaron al Pentágono que carecían de servicios sanitarios y barreras de defensa a prueba de explosiones que una subsidiaria de Halliburton se supone que debía haber suministrado. Halliburton también está siendo investigada por sobrecargar el precio de servicios de alimentación al ejército en 16 millones de dólares, así como por otros asuntos potencialmente escandalosos.(3)


No es muy patriótico beneficiarse con la guerra. En noviembre de 2003 se insertó una provisión de 87.000 millones en la cuenta de gastos programada para lraq, que hubiera supuesto la felonía de un sobreprecio al gobierno en cualquier mercancía o servicio destinado a la guerra o a la reconstrucción de lraq y Afganistán. Pero un comité controlado por los republicanos suprimió la provisión de la versión final de la factura.


No es patriótico fijar precios para sobrecargar a los consumidores americanos miles de millones de dólares por mercancías y servicios. No es patriótico reducir los niveles de seguridad en el trabajo, forzar a los empleados a trabajar tiempo extra sin remunerar y violar el Acta Nacional de Relaciones Laborales despidiendo a los trabajadores por pertenecer a un sindicato. Sin embargo todas éstas son prácticas comunes de los plutócratas.


Los plutócratas profesan una gran devoción a la democracia estadounidense, sin embargo sus agencias de seguridad del estado violan repetidamente la práctica y los principios democráticos, recurriendo al hostigamiento y la represión de las organizaciones disidentes, lanzando ataques policiales a los que se manifiestan en las calles, utilizando evidencias falsas, arrestos, intervención de teléfónos, infiltraciones y otros trucos sucios contra los ciudadanos cuyo único crimen es manifestar sus críticas a la política plutocrática en el país y en el extranjero. El Acta del Patriota de los Estados Unidos per­ mite a los agentes federales vigilar e investigar a cualquier ciudada­ no sin que tenga que haber ninguna causa especítlca. El gobierno tiene ahora pleno acceso a los archivos personales y profesionales, incluyendo las bibliotecas y los hábitos de compra de libros.(4)


Los plutócratas han estado subvirtiendo lo que queda de nuestra soberanía democrática en una serie de acuerdos de "libre comercio" con otras naciones capitalistas. Con tales acuerdos, como el GATT, GAATS, NAFTA, CAFTA Y FTAA, las empresas privadas de un país pueden prohibir al gobierno de otros países la implantación de medidas de seguridad en el trabajo y regulaciones a favor del medio ambiente y el consumidor, si esas medidas se consideran "trabas al comercio". Los acuerdos de "libre comercio" pueden prohibir a los gobiernos federales, estatales y locales la creación de servicios socia­ les sin ánimo de lucro si tales servicios crean una "pérdida de oportunidades de mercado" o de otra fórma "interfieren" las inversiones de las corporaciones extranjeras que quieran entrar en esos mercados.


Los acuerdos están diseñados para eliminar los servicios y protecciones públicos. Los superpatriotas de la Casa Blanca nos han impuesto estos acuerdos sin consultar o pedir la aprobación de gobernadores, asambleas estatales o consejos locales, virtualmente sin ninguna intervención pública y haciendo frente a la oposición de la gente de otros países del mundo y de los propios Estados Unidos. Lo que se está perdiendo no son sólo los servicios y regulaciones públicos en sí mismos, sino el derecho a la Joberanía democrática de los americanos (y de la gente de otras naciones) para promover tales leyes y programas de protección. El derecho a invertir del mercado libre se coloca por encima de otros derechos públicos, incluyendo el derecho al propio gobierno. En efecto, los intereses monetarios internacionales asumen un poder de veto sobre la política pública y la legislación democrática.(5)


Los plutócratas nos hablan de su dedicación a construir una nación próspera para todos. Sin embargo muchas compañías se llevan sus fábricas más allá de nuestras fronteras buscando los mercados laborales con sueldos bajos. En 2004 la Casa Blanca publicó un informe que respaldaba oficialmente esta política, diciendo en una parte: "Cuando una mercancía o servicio se produce más barato en el extranjero, tiene más sentido importarla que fabricarla o suministrarla internamente".(6) Como consecuencia de esta salida hacia mercados laborales más baratos las fábricas americanas perdieron 2,7 millones de empleos sólo de 2001 a 2003. Pero en 2004, con la economía mostrando signos de salir de su larga recesión, el nivel de empleo siguió retrocediendo tanto que la gente habló de "recuperación del desempleo".(7)


El objetivo de la corporación transnacional es hacerse verdaderamente transnacional, colocarse por encima del poder soberano de cualquier nación en particular, mientras se apoya en el poder soberano de todas las naciones. Cyril Siewert, director financiero de Colgate Palmolive, podía haber hablado por todas las transnacionales cuando dijo: "Los Estados Unidos no tienen un control sobre nuestros recursos [corporativos]. No hay nada que coloque primero a este país".(8) Como cualquier buen plutócrata, Siewert colocaba primero a su compañía.


Simpatizantes del nazismo celebran el cumpleaños de Adolf Hitler en la Casa Alemana. Los Ángeles, 1935. (Foto: cortesía Steven Ross)


La hipocresía del patriotismo de la plutocracia nunca se ha visto más clara que en sus relaciones con el régimen nazi antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Después de que Adolf Hitler tomara el poder en Alemania en 1933, se estableció un gobierno represivo y reaccionario que abolió los sindicatos, redujo drásticamente los salarios, eliminó los beneficios laborales, ignoró la seguridad en el trabajo, privatizó varias empresas estatales, financió fuertemente a las grandes empresas y recortó de forma drástica los impuestos para los muy ricos. Hitler también siguió una política exterior agresiva que hizo temblar a toda Europa. Se anexionó Austria, los Sudetes checos y finalmente toda Checoslovaquia, lanzándose a un rearme masivo que auguraba una gran guerra en Europa.


No desde mucho antes las gigantescas corporaciones americanas, incluidas Du Pont, Ford, General Motors, Texaco, General Electric, Unión Carbide, Westinghouse, Goodrich, Standard Oil de New Jersey, J.P. Morgan, IBM e ITT, hacían negocios florecientes con el Tercer Reich, incapaces de resistirse a los sueldos e impuestos bajos y a los beneficios elevados. Henry Ford, Irene Du Pont, Tom Watson de IBM, Torkild Rieber de Texaco y otros plutócratas se hicieron grandes admiradores de Hitler. "Las corporaciones americanas hacen gran cantidad de dinero en la Alemania de Hitler; ésta, y no el pretendido carisma del Führer, es la razón de que los empresarios y directores de estas corporaciones le adoren".(9) Había otras razones para adorarle. Algunos, como Henry Ford, compartían abiertamente el antisemitismo de Hitler y todos ellos daban por bienvenido su anticomunismo, viendo en Hitler un salvador que haría desvanecerse a la Unión Soviética y rescataría a Europa de la Revolución Roja. Si los actos de terror político y asesinatos de masas perpetrados por el Führer molestaron a los plutócratas, éstos no dieron señales de ello.


Importantes empresarios norteamericanos, como Henry Ford y Thomas Watson, negociaron con los nazis, siendo incluso condecorados por el Tercer Reich de Adolf Hitler. 


Cuando Hitler lanzó su guerra de conquista en 1939, los plutócratas americanos colaboraron de buena gana, iy continuaron haciéndolo incluso después de que Alemania y los Estados Unidos se convirtieran en beligerantes en diciembre de 1941! En toda la Europa ocupada hicieron uso incansable de los trabajadores-esclavos suministrados por las autoridades nazis. De acuerdo con documentos desclasificados de la inteligencia holandesa y de los archivos del gobierno americano, Prescott Bush, padre y abuelo de dos presidentes, consiguió buenos beneficios con los trabajadores-esclavos de Auschwitz. Su Union Banking Corporation ayudó a Thyssen a fabricar el acero nazi que mataba a los soldados aliados y también ayudó a financiar las minas de carbón de Thyssen en las que traba­jaban normalmente prisioneros judíos hasta la muerte. La familia Bush es la heredera de estos beneficios del holocausto.(10)


Las fábricas de propiedad estadounidense en la Europa ocupada por los nazis suministraron tanques, camiones, aviones de guerra, bombarderos, petróleo, caucho y sistemas avanzados de comunicaciones que ayudaron enormemente a los nazis a aguantar la guerra. Sin estos materiales cruciales hubiera sido imposible para las fuerzas alemanas matar americanos y otros soldados aliados, hundir barcos americanos y bombardear ciudades británicas. Igualmente IBM prosperó en Alemania y en los territorios ocupados suministrando la tecnología necesaria para identificar, apresar y exterminar a millones de judíos europeos y otras víctimas.(11)


Durante la guerra los directores de las corporaciones mantuvieron la propiedad y el control de sus subsidiarias alemanas con una interferencia mínima de los nazis, cuyo interés principal era mantener la producción en marcha. Las autoridades americanas no hicieron nada para que las grandes compañías pararan de dar servicio a la maquinaria de guerra nazi. El presidente Roosevelt incluso dio b orden de no bombardear las propiedades de las corporaciones en Alemania y en la Europa ocupada. Así, mientras la ciudad alemana de Colonia era reducida a cenizas, su factoría de la Ford –que suministraba armas y vehículos utilizados para matar a los soldados americanos– permaneció intacta; después de algún tiempo fue utilizada por los civiles como refugio antiaéreo.(12)


Hubo mucha propaganda interna alabando la Gran Empresa de construir las defensas de Estados Unidos y ganar "la batalla de la producción". Los líderes estadounidenses necesitaban la tecnología corporativa de Estados Unidos y sus recursos petrolíferos tanto como los nazis, así que miraron para otra parte y no hicieron nada respecto a la relación amistosa entre Hitler y las empresas americanas. Los juicios y la prisión hubieran hecho difícil a los colaboradores de las corporaciones poder ayudar a los Estados Unidos en sus esfuerzos bélicos, según señala Charles Higham. Además el gobierno americano temía que un escándalo de ese tipo deteriorara la moral pública, fuera causa de huelgas y quizá incitara al motín entre las filas militares. Con la llegada de la Guerra Fría que los líderes estadounidenses hicieron mucho por provocarse consideró que lo mejor era olvidar el papel colaboracionista que jugó la América corporativa.(13)


La historia es peor. Tras la guerra, más que ser perseguidos por ayudar y abastecer al enemigo, ITT obtuvo 27 millones de dólares del gobierno americano por los daños infligidos en sus plantas alemanas por las bombas aliadas. Y General Motors recibió otros 33 millones por daños. Ford y otras compañías recibieron sumas considerables. Enfrentándose a diversos litigios entre 1999 y 2000 un número creciente de empresas admitieron haber utilizado y haberse beneficiado de los trabajadores gratuitos suministrados por los nazis desde los campos de concentración(14), pero ningún director de empresa estadounidense fue perseguido por su complicidad en los crímenes de guerra.


Si esto es patriotismo, ¿Qué es la traición?


NOTAS


(1) Carta del Centro para la Política Corporativa. octubre 2003. Washington, D.C. y Jonathan Blattmachr, "The Loophole Artist", New York Times Magazine, 21 de diciembre 2003.

(2) De los costes del crimen en las calles informa el FBI; los costes del crimen corporativo están estimados por el estudioso de la justicia criminal Francis Cullen, citado por M.M. Acosta en San Francisco Chronicle. 16 de noviembre 2003. El FBI se niega a realizaar estadísticas del crimen corporativo.

(3) USA To Day, 20 de febrero 2004; New York Times, 24 de febrero 2004; Associated Press, 11 de marzo 2004.

(4) Joseph A. Palermo. "Here We Go Again, Relieving History with the Patriot Act'', Because People Matter, enero/febrero 2004.

(5) John R. MacArthur, The Selling of "Free Trade": NAFTA, Washington and the Subversion of American Democracy (Nueva York: Hill y Wang, 2000) y Chris Slevin,

''Bush Poised to Trade Away Soverignty". Public Citizen News, mayo/junio 2003.

(6) Citado en Democratic News (publicación del Comité Demócrata Nacional), 13 de febrero 2004.

(7) Sam Zuckerman, ''Feble Growth in U.S. Jobs", San Francisco Chronicle, 7 de febrero 2004 y el informe especial ''Looking Offshore", San Francisco Chronicle, 7 de marzo 2004.

(8) R. Citado en New York Times, 21 de mayo 1989.

(9) Jacques R. Pauwels. "Profits Uber Alles! American Corporations and Hitler", Labour/Le Travail, 51, primavera 2003.

(10) Ver Webster G. Tarpley y Anton Chaitkin, George Bush: The Unauthorized Biography (Washington, D.C.: Executivc lntelligence Review, 1991) y John Loftus & Mark Aarons, The Secret War Against the Jews: How Western Espionage Betrayed the Jewish People (Nueva York: St. Martin's Press, 1997).

(11) Charles Higham, Trading with the Enemy (Nueva York: Dell. 1983); Reinholcl Billstein y otros, Working for the Enemy: Ford, General Motors, and Forced Labor during the Second World War (Nueva York: Berghahn, 2000) y Edwin Black, IBM and the Holocaust (Londres: Crown Publishers, 2001), 297-99.

(12) Informe de testigos de E.F. Patterson, Ramparts, agosto 1974 y Pauwels, "Profits Uber Alles!"

(13) Higham, Trading with the Enemy, 12-15.

(14) New York Times, 29 de abril 2000.


Del libro Más patriotas que nadie, de Michael Parenti



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2 comentarios:

  1. PARENTI INVESTIGA, RECOGE LAS PRUEBAS, Y NOS REGALA LA COSECHA:

    “Cuando Hitler lanzó su guerra de conquista en 1939, los plutócratas americanos colaboraron de buena gana, iy continuaron haciéndolo incluso después de que Alemania y los Estados Unidos se convirtieran en beligerantes en diciembre de 1941! En toda la Europa ocupada hicieron uso incansable de los trabajadores-esclavos suministrados por las autoridades nazis. De acuerdo con documentos desclasificados de la inteligencia holandesa y de los archivos del gobierno americano, Prescott Bush, padre y abuelo de dos presidentes, consiguió buenos beneficios con los trabajadores-esclavos de Auschwitz. Su Union Banking Corporation ayudó a Thyssen a fabricar el acero nazi que mataba a los soldados aliados y también ayudó a financiar las minas de carbón de Thyssen en las que trabajaban normalmente prisioneros judíos hasta la muerte. La familia Bush es la heredera de estos beneficios del holocausto.”

    La familia Bush, la familia Thyssen, los esclavos de Auschwitz, los beneficios de la Guerra o del Holocausto, Parenti es único a la hora de espigar y cruzar datos, informaciones, documentos… a la hora de arrojar luz sobre los crímenes del Capitalismo.

    Sin embargo, lo que son las cosas, en Washington erigieron el “Museo de las víctimas del comunismo”, y como ya se habrán imaginado fue inaugurado en 2007 por un tal George W. Bush… todo queda en la famiglia…


    Salud y comunismo

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    1. Finalizada la guerra, EEUU ofreció a la URSS la "ayuda" del plan Marshall. La URSS (el odiado Stalin que de tonto no tenía un pelo) rechazó dicho plan, negándose a que el dólar (ese tremendo caballo de Troya) entrara en su sistema económico. Ese fue el principal motivo y el origen de la llamada Guerra Fría, y eso es lo que el "democrático Occidente" jamás perdonó a la URSS, la tenaz defensa de su independencia.
      Ahora, instale a cualquier ruso a que elija entre Stalin y Yeltsin, quienes erigieron el infame monumento en Washington quedarían amargamente contrariados.

      Salud y comunismo

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