Voltairenet.org
– 26/09/2023
El viaje del presidente
ucraniano Volodimir Zelenski a Estados Unidos aclaró las últimas
ambigüedades sobre este personaje. Zelenski no parece interesado en
preservar las vidas de sus compatriotas. De hecho, Zelenski está
movilizando a todos los hombres del país y enviándolos a morir en
el frente, a pesar de que no hay esperanzas de victoria. Ya se ve
claramente que Zelenski no vacila en mentir ni en embaucar y que lo
que le interesa es tratar por todos los medios de lograr que ciertos
Estados sean expulsados de las organizaciones intergubernamentales.
Todo eso trae a la mente el recuerdo del tristemente célebre Stepan
Bandera, quien masacró a miles de sus compatriotas ucranianos
durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, o sea cuando
ya se sabía que la derrota del III Reich era claramente inevitable.
El actor Volodimir
Zelenski se puso su disfraz de soldado para hablar ante la Asamblea
General de la ONU.
El presidente ucraniano
Volodimir Zelenski se presentó ante la Asamblea General de la ONU
para recitar nuevamente su discurso habitual sobre el “terrorismo”
ruso. Fue ese su debut desde esa tribuna.
Este año, China,
Francia, Reino Unido y Rusia, cuatro de los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, no estuvieron
representados por sus jefes de Estado o de gobierno en la apertura
del 78º periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones
Unidas. Es evidente que, a pesar de las bellas declaraciones, algo no
funciona ya en esa organización internacional.
Veamos un breve resumen
del discurso del presidente Zelenski:
«Rusia utiliza los
alimentos como arma contra el resto del mundo y el “juego”, en su
favor, de ciertos países europeos. También utiliza los reactores
nucleares civiles como armas, como lo hace en Zaporijia. Ha
secuestrado “cientos de miles” de niños ucranianos que son
reeducados en suelo [ruso] en el odio a Ucrania, lo cual constituye
un “genocidio”. Rusia provoca una guerra cada 10 años. Hoy
amenaza a Kazajstán y los Estados bálticos. Numerosos escaños en
este hemiciclo estarían vacíos si Rusia alcanzara sus objetivos con
sus actos traicioneros. Gracias a Dios, nadie ha imaginado todavía
cómo utilizar el clima como arma. Las catástrofes naturales matan.
Suceden cuando en Moscú se ha decidido matar decenas de miles de
personas. Debemos unirnos contra esos desafíos. Podemos dar vida
otra vez al “orden mundial basado en reglas” apoyándonos en la
fórmula de paz ucraniana que yo presentaré dentro de un momento al
Consejo de Seguridad. Invito a todos ustedes a la Cumbre por la Paz
que organizamos. No podemos contar con la palabra de Rusia.
¡Pregúntenle a Prigozhin si [Rusia] respeta sus promesas! ¡Slava
Ukraini!»
Todas las delegaciones
aliadas de Estados Unidos aplaudieron con entusiasmo ese discurso,
mientras que las demás se hacían discretas.
Este discurso del
presidente Zelenski merece algunos comentarios:
• El argumento sobre la
utilización de los alimentos como arma recuerda los asedios
impuestos para rendir por hambre a los asediados… como sucedió
ayer con Corea del Norte y como hoy sigue sucediendo con Yemen. Eso
no tiene absolutamente nada que ver con lo que hacen los rusos en
Ucrania, donde sus acciones afectan las ganancias de las grandes
transnacionales estadounidenses (Cargill, Dupont y Monsanto),
propietarias de una tercera parte de todo lo que se cultiva en
Ucrania.
• Sobre el uso de las
centrales nucleares como arma de guerra, hay que recordar que los
rusos ocupan la central nuclear de Zaporijia… y todos los soldados
rusos allí desplegados morirían si hubiese fugas radioactivas en
esa instalación. Así que son las fuerzas de Kiev quienes amenazan
con provocar un incidente nuclear para obligar los soldados rusos a
retirarse.
• Rusia no ha
“secuestrado” niños ucranianos. Por el contrario, ha puesto a
salvo los niños de las zonas de combates evacuándolos hacia el
interior de su territorio. Las alegaciones antirrusas de la Corte
Penal Internacional (CPI) se basan únicamente en la negativa de
considerar como un acto legal la incorporación de Crimea, del
Donbass y de una parte de la Novorossiya, solicitada mediante
referéndum popular por las poblaciones de esos territorios, a la
Federación Rusa.
• El argumento del
“expansionismo ruso” –argumento que las poblaciones de
Kazajstán y de los países bálticos pudieran recibir con temor–
no pasa de ser una elucubración sobre supuestas intenciones de Rusia
hacia esos Estados.
• Las palabras de
Zelenski sobre el uso del clima como arma de guerra, demuestran la
ignorancia de este individuo. Estados Unidos ya usó esa forma de
guerra contra el pueblo de Vietnam, provocando durante meses lluvias
incesantes sobre la “Ruta Ho Chi Min” –el corredor de
aprovisionamiento de las fuerzas vietnamitas que luchaban
simultáneamente contra el régimen de Vietnam del Sur y contra los
soldados estadounidenses. Sólo después de haber utilizado esa forma
de guerra contra Vietnam, en lo que el Pentágono designó como
“Operación Popeye”, Estados Unidos firmó la Convención
sobre la Prohibición de Utilizar Técnicas de Modificación
Ambiental con Fines Militares u Otros Fines Hostiles (ENMOD).
• Afirmar, sin
nombrarlas, que Polonia, Hungría y Eslovaquia «hacen el juego a
los rusos» cuando prohíben la importación de cereales
ucranianos a bajo precio es un insulto hacia esos países. Olvidando
que durante la Segunda Guerra Mundial los nacionalistas integristas
ucranianos masacraron a más de 100.000 polacos, Polonia acogió en
su suelo 1,5 millones de refugiados ucranianos desde el inicio de
esta guerra… así que los polacos seguramente no verán con agrado
las palabras de Zelenski.
• El llamado a defender
«el orden mundial basado en reglas» sólo puede
interpretarse como un desafío a la mayoría de los miembros de la
ONU, que hoy luchan por un regreso al respeto del Derecho
Internacional, y el «plan de paz» ucraniano sólo concierne
al bando occidental y en realidad apunta a extender la guerra.
• La conclusión del
discurso de Zelenski viene de un poema de Taras Shevchenko
(1814-1861).
• La divisa «¡Slava
Ukraini!», utilizada por Zelenski al final de su discurso, era
el grito de guerra de los nacionalistas integristas ucranianos de
Dimitro Dontsov y de Simon Petliura en su cruzada contra la
revolución soviética, conflicto durante el cual masacraron a los
judíos y los anarquistas de la Novorossiya. «¡Slava Ukraini!»
se convirtió después en el grito de victoria que lanzaban los
nacionalistas integristas ucranianos de Dimitro Dontsov y de Stepan
Bandera cuando masacraban a judíos, gitanos y miembros de la
resistencia. A partir de 1941, «¡Slava Ukraini!» acabó
convirtiéndose en el equivalente del «¡Heil Hitler!» de
los nazis. Utilizada hoy, precisamente desde la tribuna de la
Asamblea General de la ONU, esa consigna contradice las resoluciones
contra la propaganda nazi adoptadas después de la Segunda Guerra
Mundial, resoluciones a las que Ucrania se opone hoy.
El presidente ucraniano
Zelenski hizo uso de la palabra antes que los miembros del Consejo de
Seguridad, en violación del reglamento de esa instancia de las
Naciones Unidas.
La posterior reunión del
Consejo de Seguridad estaba prevista para dos días de debates.
Además de los miembros del Consejo, otros 45 países habían
solicitado hacer uso de la palabra.
Albania, país que ocupa
la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad, decidió dar la
palabra al presidente ucraniano inmediatamente después de la
intervención del secretario general de la ONU y antes de que
intervinieran los Estados miembros del Consejo, en violación del
reglamento interno. Y también incluyó a la OSCE entre los oradores.
El ministro de Exteriores
de la Federación Rusa, Serguei Lavrov, denunció enérgicamente el
comportamiento evidentemente parcializado del presidente del Consejo
de Seguridad.
Desde el inicio del
debate, el ministro de Exteriores de la Federación Rusa, Serguei
Lavrov, solicitó la palabra para una cuestión de orden, denunció
el privilegio concedido al presidente ucraniano en violación del
reglamento interno del Consejo y exigió que el representante de
Macedonia del Norte –que intervendría como presidente en funciones
de la OSCE– se limitara a abordar el tema sobre el cual esa
organización le había concedido un mandato. Como presidente de la
sesión, el representante de Albania, Edi Rama, se burló
abiertamente de la cuestión de orden presentada por el ministro ruso
y respondió que ya existían precedentes de oradores que habían
hecho uso de la palabra antes que los miembros del Consejo… pero no
dijo que esas excepciones siempre se habían sometido a la aprobación
previa de los miembros del Consejo y aceptado por unanimidad. El
representante de Albania concluyó afirmando que para evitar que el
presidente ucraniano fuese el primero en hacer uso de la palabra,
Rusia podía simplemente retirarse de Ucrania. Y luego invocó el
artículo 33 del reglamento interno para relegar la cuestión de
orden a una discusión posterior.
El primer ministro
interino de Albania, Edi Rama, abusó de su posición como presidente
de la sesión para violar el reglamento interno del Consejo de
Seguridad.
A pesar de la actitud
parcializada del embajador de Albania, el ministro Lavrov no se
retiró de la reunión –recordando probablemente que, durante la
guerra de Corea, cuando la URSS abandonó el debate para protestar
contra la presencia de los representantes de Chiang Kai-chek en lugar
de los representantes de la República Popular China, Estados Unidos
aprovechó la ausencia de la delegación soviética para lograr que
la ONU votara la ayuda de la comunidad internacional a Corea del Sur
contra Corea del Norte.
En todo caso, lo sucedido
esta vez demuestra la parcialidad de la presidencia albanesa del
Consejo y seguramente tendrá consecuencias. Albania está en su
derecho de ser un adversario declarado de Rusia –de hecho, ya
organizó un debate según la fórmula Aria sobre los presuntos
secuestros de niños por parte de Rusia. Pero no tiene derecho a
violar el reglamento interno cada vez que preside el Consejo de
Seguridad. Así lo hacía ya, el 28 de junio de 2022, cuando convocó
por su cuenta una reunión sobre la situación en Ucrania, sin avisar
a los demás miembros del Consejo. E invitó entonces al presidente
Zelenski, autorizándolo «excepcionalmente» a intervenir
ante el Consejo por videoconferencia, con lo cual violó el
reglamento interno. También hizo observar un minuto de silencio,
igualmente sin avisar a los demás miembros del Consejo. Y, al día
siguiente, el 29 de junio de 2022, presidió una sesión sobre la
situación en Siria, invitando al debate, otra vez sin prevenir a los
demás miembros del Consejo, una asociación estadounidense que se
hace llamar Syrian Emergency Task Force y que se expresó de manera
abiertamente grosera e insultando a varios miembros del Consejo.
Esta vez, el debate sobre
Ucrania prosiguió con la intervención del secretario general de la
ONU, Antonio Guterres, quien recordó inicialmente que algunas
reuniones multilaterales se desarrollan de manera eficaz, como la
realizada sobre el plan de salvaguarda de los objetivos del
desarrollo durable. Guterres calificó después la intervención rusa
en Ucrania de violación flagrante de la Carta de la ONU y del
derecho internacional. Seguidamente anunció que los equipos de
investigadores siguen recogiendo evidencia sobre violaciones
chocantes y generalizadas de los derechos humanos «que son
principalmente actos de la Federación Rusa», incluyendo los
traslados forzosos de niños. Finalmente, deploró que Rusia no
prolongara el acuerdo sobre los cereales.
La posición del
secretario general expresa sólo su opinión personal. En este caso,
no se basa en ninguna decisión de justicia y no tiene en cuenta la
posición rusa. El proceso en marcha ante la Corte Internacional de
Justicia –el tribunal interno de la ONU– debe permitir que se
escuchen las posiciones de las dos partes. Sólo esa Corte tiene
derecho a juzgar si hubo o no una violación de la Carta de la ONU,
teniendo en cuenta que Rusia declara que inició su operación
militar especial de conformidad con la resolución 2202 del Consejo
de Seguridad de la ONU, que hizo suyos los Acuerdos de Minsk. En todo
caso, la decisión de la Corte Internacional de Justicia responderá
sólo sobre la cuestión de saber si el régimen de Kiev estaba
masacrando a sus propios conciudadanos antes de la operación
especial rusa. Se habla de 20.000 civiles masacrados.
El presidente ucraniano,
Volodimir Zelenski, intervino después de las palabras del secretario
general de la ONU. Inició su discurso preguntando cómo podía un
Estado que viola la Carta de la ONU ocupar un escaño en el Consejo
de Seguridad. Resaltó que la Asamblea General reconoció a Rusia –no
a Ucrania– como responsable de la guerra y presentó entonces su
plan de paz de 10 puntos. Ese plan, ya presentado en el G20 de Bali,
no tiene en cuenta los reclamos de Rusia. Por consiguiente, no es
propiamente un plan de paz sino más bien una presentación de las
exigencias de Ucrania. Zelenski, exigió de paso que la Asamblea
General de la ONU modifique sus estatutos para despojar a Rusia de su
derecho al veto en el Consejo de Seguridad. Y terminó llamando todos
los Estados representados en el debate a participar en la
«conferencia de paz» que organiza su país.
El presidente de la
sesión, el albanés Edi Rama, se interrogó después sobre la actual
situación. ¡Un miembro del Consejo de Seguridad viola el documento
constitutivo de la ONU! Felizmente, según Rama, a pesar de que ese
miembro abusa de su derecho al veto, la mayoría de los miembros del
Consejo de Seguridad vela por el respeto de sus valores. Rama dio
después la palabra a los miembros del Consejo según su orden de
inscripción.
Pero los discursos de
estos no aportaron nada nuevo. Ninguno se atrevió a hacerse eco del
llamado de Ucrania a privar a Rusia de su derecho al veto.
En este punto, es
necesario hacer un poco de historia. Durante la creación de la ONU,
el estadounidense Franklin D. Roosevelt y el británico Winston
Churchill se opusieron al soviético Josef Stalin. Estados Unidos y
Reino Unido querían crear una organización que gobernara el mundo
en función de las concepciones de Washington y Londres mientras que
la URSS estimaba que la nueva organización internacional debeía
establecer el Derecho Internacional y evitar las guerras. Finalmente
triunfó la visión soviética. El derecho al veto tiene en cuenta la
realidad militar de aquella época. No existe un derecho al veto
legítimo y otro abusivo. Simplemente, no es posible que todos
respeten el Derecho Internacional si este contradice intereses de uno
de los miembros más poderosos del Consejo. La idea de despojar a
Rusia de su derecho al veto nunca se había mencionado antes en
público. Pero el año pasado el Departamento de Estado
estadounidense tanteó esa posibilidad interrogando a todos los
Estados Miembros sobre el asunto… y resultó que era imposible
reunir la mayoría de dos tercios.
En vez de pronunciar un
nuevo discurso ante el Congreso de Estados Unidos, el presidente
Zelenski tuvo que conformarse esta vez con una reunión a la que
asistieron sólo algunos congresistas.
Después de haber
pronunciado su discurso, el presidente Zelenski abandonó la sala del
Consejo de Seguridad –no tenía tiempo que perder escuchando a los
demás oradores– y partió inmediatamente para Washington, con
intenciones de pronunciar otro discurso ante el Congreso de Estados
Unidos reunido en sesión plenaria, como ya lo había hecho en
diciembre de 2022. Pero cuando llegó al Capitolio, el presidente de
la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, le espetó que esta vez
no habría reunión plenaria del Congreso debido a la cargada agenda
de los congresistas. El decepcionado presidente ucraniano tuvo
entonces que conformarse con una reunión con los presidentes de las
dos cámaras en presencia de algunos senadores demócratas.
Conclusión: se acabaron
los tiempos del apoyo incondicional a Kiev. Al igual que todos sus
homólogos occidentales, los parlamentarios estadounidenses se han
dado cuenta de que:
● hay escasez de
municiones y la industria armamentista de Occidente no puede
rivalizar con la de Rusia, ni a corto ni a mediano plazo;
● la rebelión del
propietario del grupo Wagner, Evgueni Prigozhin, contra el Kremlin
fue un fracaso;
● la contraofensiva de
Kiev está resultando extremadamente mortífera –para los
ucranianos– entre cuyas filas se cuentan más de un millar de
muertos diarios, desde hace al menos 2 semanas y sin alcanzar
resultados significativos.
Así que muchos quisieran
negociar una salida para la crisis ucraniana o al menos poner fin a
unos gastos astronómicos que están resultando claramente inútiles.
Congresistas republicanos han escrito a la administración Biden
exigiéndole que rinda cuentas, con la mayor precisión, del uso que
se ha dado a los fondos estadounidenses ya entregados. Y, en espera
de respuesta, no asignarán ni un dólar más. El Pentágono ya está
elucubrando cómo desviar medios para mantener el apoyo material de
Estados Unidos a Kiev. Eso es lo que se esconde tras el posible
bloqueo del presupuesto federal, que puede concretarse en caso de
desacuerdo entre el Capitolio y la Casa Blanca.
El presidente
estadounidense Joe Biden trató de consolar a su “hijo”,
Volodimir Zelenski.
En aras de hacer un poco
menos dolorosa la afrenta de los congresistas, el secretario de
Defensa y el presidente Joe Biden concedieron juntos una entrevista
al presidente ucraniano. Zelenski visitó además una universidad, la
sede de la Fundación Clinton y la del Atlantic Council y pudo
conversar con los jefes de firmas financieras.
Pero, a pesar de todo,
ahí están los hechos. Todos han podido comprobar el extremismo del
presidente Zelenski y su incapacidad para ganar esta guerra. Para
todos ha quedado demostrado que Volodimir Zelenski no está tratando
de defender su país. Al contrario, sigue enviando sus hombres a
morir inútilmente ante las líneas defensivas rusas. Y actúa como
siempre lo han hecho los nacionalistas integristas y los nazis: no
vacila en mentirle a los suyos, en recurrir a triquiñuelas y está
tratando por todos los medios de provocar un enfrentamiento general…
aunque el precio consista en sacrificar a su propio pueblo.
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