04 septiembre, 2022

Los aparatos de la contrainsurgencia imperialista — Néstor Kohan

 


"Los aparatos de la contrainsurgencia imperialista no se reducen a la sigla más famosa en el cine de Hollywood que cuenta con tres letras: CIA.


En Estados Unidos, según la literatura especializada, existen no menos de veinte aparatos de inteligencia y contrainteligencia. A ellos se agregan un elenco interminable de fundaciones paraestatales y finalmente incontables ONG, que carecen completamente de autonomía. Ni la persona más crédula, desinformada e ingenua puede a esta altura aceptar que las ONG que inundan con sus dinerillos, no solo a Cuba sino el conjunto de nuestro continente, pertenecen a la burbuja incontaminada de una etérea y virginal «sociedad civil» globalizada —aquí podemos apreciar un buen ejemplo de cómo el imperialismo intentó apropiarse de la noción gramsciana de «sociedad civil» para terminar convirtiéndola en un comodín completamente funcional a su dominación.


¡Es un secreto a voces! Esas ONG y las fundaciones que siempre caminan a su par, son «tapaderas de la CIA», sellos legales para transferir y blanquear dinero sucio, utilizado en la contrainsurgencia.


Por eso, el primer problema general que recorre todos los trabajos aquí reunidos, gira en torno a los intentos imperiales que pretenden minar la hegemonía socialista de la Revolución Cubana, tratando de crear artificialmente una jabonosa y falsa «izquierda» —todas las comillas incluidas—, no revolucionaria, ajena y reacia al legado inasimilable de Fidel Castro y el Che Guevara. Un intento de «aproximación indirecta» —como lo hubiera denominado el célebre estratega y capitán B.H. Liddell Hart— destinado a ganar la guerra sin combatir, minando la moral del enemigo. Es decir, esforzándose por construir una opción pretendidamente «democrática» —poner aquí, igualmente, veinte pares de comillas—, contra el proyecto comunista, al que se sigue calificando, con escasa originalidad, de «totalitario» (¿por qué no es original esa descalificación? Pues porque la cruzada «antitotalitaria» proviene de la guerra fría y más precisamente del auge del macartismo —¡nacido hace nada menos que 70 años!—, al que capitularon ideológicamente desde la erudita y refinada Hannah Arendt hasta el marxista converso Karl Popper, por no hablar del empleado rentado de la CIA Isaiah Berlin, escritor de libros a sueldo y biografías por encargo contra Karl Marx).


Este supuesto «descubrimiento ultra novedoso», que vendría a rellenar los presuntos agujeros vacíos del socialismo y el comunismo, donde las palabras «democracia» y «república» se enarbolan sin nombre ni apellido, sin referencias de clase ni determinaciones históricas, sociales ni geopolíticas, no es tan nuevo como se postula.


Quizás por picardía o, mucho más probablemente por simple ignorancia, se hace tabla rasa con la historia intelectual de los debates socialistas y comunistas frente a la tradición liberal.


No es malo intentar innovar, porque el marxismo no puede quedarse petrificado en la historia, pero para eso hay que tomarse el trabajo de conocer en profundidad la historia intelectual de los problemas que pretenden abordarse (eso que en los estudios académicos suele denominarse «el estado del arte»). Cuando ese trabajo falta, la ignorancia, siempre perdonable y comprensible si es inocente y desprevenida, se transforma en imperdonable altanería y petulancia. Y si a eso le agregamos el financiamiento de instituciones que de ningún modo están interesadas en el conocimiento sino, lisa y llanamente, en derrocar a la Revolución Cubana, perdón, en lograr «la transición», el problema se complica aún más.


Durante aproximadamente 50 años el profesor italiano Norberto Bobbio (1909-2004) intentó convencer a los marxistas, socialistas y comunistas de todo el mundo, que debían zambullirse en la tradición del liberalismo para volverse más «democráticos»; esto es, para que acepten por fin las instituciones de la dominación burguesa como universales. Puede reconstruirse esa tozuda y persistente tarea desarrollada por Norberto Bobbio en su libro de 1999: Ni con Marx ni contra Marx (México, Fondo de Cultura Económica). Allí recopila sus prolongados y numerosos intentos de convencer a los marxistas de que abandonaran por fin la radicalidad política de Lenin y se aproximaran a Marx desde la suavidad y el terciopelo del social-liberalismo".


Fragmento extraído de (pdf):

http://cipec.nuevaradio.org/b2-img/HegemoniayculturaNestorKohan.pdf



5 comentarios:

  1. Estos son momentos de gran confusión en todos los sentidos. Las derechas se vuelven planificadoras y centralizadas, las izquierdas se vuelven capitalistas, los fascistas piden libertad y los comunistas se lanzan de cabeza a la guerra colonial. Cuando esto dé el pepinazo a saber qué monstruo saldrá. Gea pariendo monstruos. Salud!

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    1. Es precisamente en los momentos de confusión cuando hay que tener ciertas cosas muy claras.

      Salud!

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    2. Los fachas son fachas, pero se ven abocados a tomar iniciativas izquierdistas, como el control de precios. Los izquierdistas son izquierdistas, pero se ven empujados a someterse a los mercados, como China. Da igual lo que unos y otros piensen, sean de derechas o de izquierdas, esta situación les supera. Y no es la primera vez que a ocurrido. Recordemos por ejemplo como los procesos de descolonización hacen trabajar a ambos contra el imperio. Terrible. Salud!

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  2. vivo aqui y nada de eso sabia
    Saludos muy buena tu entrada

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  3. Me gusta leer sobre el pais que vivo Asi conozco mas como se siente escribiendo desde afuera del castigo

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