Traducción de Luciano F. Rincón
de la edición original francesa La
société sans maître. Essai sur la société de masse, publicada en París, en
1978, por Editions Galilée.
Ruedo Ibérico. Biblioteca
crítica Al otro lado
«El campo [de concentración]
no está protegido únicamente por sus alambradas. Está a resguardo, cuando
existe, detrás de la incredulidad de sus contemporáneos».
«El principio de anonadamiento consiste en hacer funcionar
una realidad inaceptable para el sujeto que la recibe. En el campo nazi esta
realidad es radical: indica al sujeto que no existe y que su única vocación es
concretar esta inexistencia muriendo».
«Hacer pasar al detenido a mejor vida se asimila a una
operación del orden de la fabricación; para aludir al exterminio se utiliza la
noción industrial de “Ferting machen”, tomada de la noción de
“acabado” tal como se emplea para su producto. A través de la mecánica límite
del campo se perfila la imagen de la industria y del comercio».
«La serie juega un papel primordial en la operación. Antes
de llegar a ser una serie de elementos materiales, el sujeto debe perder toda
identidad integrándose en una gestión basada en la numeración».
«Están muy próximos el efecto de anonadamiento, que tiende a
separar al sujeto de su realidad, y el de infantilización, que presenta la
realidad como una amenaza permanente frente a la que el sujeto es impotente».
«Renunciaban a toda reacción y se convertían en objetos. Con
ello, renunciaban a su calidad de persona».
«Por oposición al orden degradado, para el detenido, el
mundo de los SS es el de “los chalés bien acondicionados, con grandes jardines
y una serie de instalaciones espléndidas: zoológicos, invernaderos, parques,
picaderos, círculos, etc., que formaban un cuadro extraordinariamente agradable
a la vista”».
«Asombra la extraordinaria energía gastada por seres
extenuados en discutir de forma apasionada sobre el porvenir del campo, las
transformaciones internas, los cambios de jerarquía interna o las amenazas que
pesaban sobre él».
«La primera categoría de campos tiene por objeto experimentar
la ciudad como sistema de gestión de la mano de obra. Son los diferentes campos
de trabajo. La idea es no solamente determinar las condiciones óptimas de
organización de la mano de obra, sino realizar tests sobre el sistema social y
espacial capaz de someter la mano de obra a los trabajos más diversos y sobre
todo más absurdos. Se experimenta la capacidad de soportar el trabajo pese a la
degradación de las condiciones de vida y la disociación entre el sentido de la
producción y su realización. Se trata de saber hasta dónde se puede llegar en
la disociación entre el agente de la producción y su actividad productora y sus
productos. Sucede como si, en una especie de reflexión exploratoria, los nazis
subrayaran el carácter cada vez más absurdo de las condiciones de la producción
industrial e intentaran experimentar las condiciones de su perduración».
«El poder hace trampas. Intercambia el alejamiento de la
muerte por las condiciones de su supervivencia, la protección por la sumisión».
«Cuando lo social desaparece de la sociedad, el Estado
intenta desalojar la política de sus órganos.
Encontraremos en el uso de los mass-media, en la propaganda,
en el principio de la constitución del Estado SS como entidad sobrehumana, las
primicias de una escenificación de la disolución de lo político».
«El exterminio ha abandonado el campo de concentración; ha
abandonado el terreno de su realización para invadir, en suspensión, todo lo
social».
«En la historia del urbanismo se puede contemplar esta
preocupación permanente por regenerar el centro. El poder político pasa el
tiempo inscribiendo en él, incansablemente, sus marcas, sus signos, como otros
tantos señuelos. Renovar, rehabilitar, regenerar, reactivar ese polo de la
seducción, y finalmente vaciar la periferia, despojarla de intensidad. Que la
vida no sea posible más que allí donde se inscribe el signo de la dominación,
por el centro, para el centro, congelar el territorio».
«El punto focal del campo, su realidad anonadante, se
presenta como una centralidad urbana de absorción. El espejismo del oasis se
transforma en alucinación de agujero negro».
«Sabemos ahora que la barbarie no está fuera de los muros de
la ciudad, que se aloja en el corazón mismo de la aglomeración; que en todo
momento la trampa puede cerrarse. La angustia de la bomba cayendo sobre la
metrópolis es coextensiva a la de la ciudad que se transforma en campo de
concentración y se cierra sobre la masa triturándola».
«La compactación y la miniaturización cruzan el conjunto de
ese campo del par medios-masa. Reproducen, en la técnica, lo que sucede a nivel
social. Lo que se ventila es simple. La masa sólo puede “funcionar” en un
proceso cada vez más compacto. Una vez en marcha la implosión, no podemos
detenernos en el camino, es necesario densificar más y más. El microprocesador
es una etapa importante en este proceso, sobre todo cuando va acompañado de la
utilización de los satélites y la desmaterialización de los modos de
comunicación (desaparición de cables). La miniaturización de los circuitos
electrónicos permite una verdadera diseminación de los artefactos implosivos,
al mismo tiempo que los progresos de la comunicación a distancia permiten la
extensión del campo de la masificación».
«La electrónica tiende a encargarse de la producción, ya no
es utilizada más que para disuadir lo que de explosivo tiene toda producción.
Controlar la avería, evitar el accidente, resumen las nuevas tareas. El
trabajador, el agente de la producción, aquel del que habla Marx, está todavía
inscrito en un sistema social explosivo. La sociedad de masa produce el agente
de control. Ya no se puede hablar de movilización de la fuerza de trabajo,
puesto que se ha volcado hacia los automatismos del sujeto. Se trata, por el
contrario, de una verdadera desmovilización de esa fuerza de trabajo en
beneficio de la utilización de un imaginario captable, el del control de la
producción. Quizá sea todavía fuerza de trabajo, quizá también haya existido
siempre su control, pero el problema radica en la aparición del predominio de
esa fuerza en una sociedad bloqueada en sus usos.
¿Es todavía posible hablar de producción? En el campo de
concentración se desarrolla una forma anulada del trabajo. A menudo ni siquiera
se utiliza ya por su carácter productivo, sino como medio de matar el trabajo.
Esta lógica del trabajo improductivo, del trabajo por el trabajo, esta dislocación
decidida entre el agente de la producción y el objeto de la producción, se
realiza en el campo mediante la locura exterminadora. El propio cuerpo es
transformado en mercancía».
«El sistema del campo de exterminio no puede instalarse más
que mediante un proceso que anula cualquier posibilidad de réplica de los
prisioneros, neutralizando su propio cuerpo, en profundidad por el
anonadamiento y haciendo entrar a la masa así constituida en un proceso de
asunción de su propia destrucción. La infantilización y la autogestión del
exterminio que hayamos en los campos es la realización catastrófica de este
final de lo político que aún vivimos. El proceso social que produce el nazismo
y, más allá, el campo de exterminio, atañe a la expulsión de lo político. El
jefe, la representación, el poder, son las otras tantas imágenes de la
neutralización del poder social. Se traducen en la forma de organizarse, como
en un juego de espejos. La sociedad transfiere al orden simbólico el cuidado de
introducir en ella su sentido, su organización, su socialización».
«Lo político se hace hiperreal. Se instala en la red como
una mercancía disuadida, a consumir en el simulacro de la teatralidad. Teatro
de sombras, pero de sombras que reproducen enteramente la imagen que doblan. El
político que aparece en la pequeña pantalla se parece rasgo a rasgo al
político, pero desactivado. La Gran Voz ha vuelto a ser la Gran Voz. La masa
convoca regularmente a sus jefes a la televisión para estar segura de que están
ahí, en el terreno de la masa, el medio, de que sólo pueden hablar. Formidables
esos discursos, nuevamente diversiones populares; bocadillos entre un anuncio
publicitario y una recitación descarnada sobre los sucesos del mundo. Lo
político ha hallado su lugar, el del discurso mágico para una sociedad de
irrisión».
«El dispositivo instaurado para el exterminio masivo descansa
menos en disposiciones disciplinarias que en la puesta en marcha de
configuraciones de fascinación y anonadamiento que van a permitir la asunción
del proceso por los propios exterminados. Los modos posteriores de de la
concentración disuasiva prolongan, generalizando y sofisticándolas, esa formas
de anonadamiento. Las volveremos a encontrar, desactivadas respecto al
exterminio pero vivas respecto a la pasividad colectiva, funcionando en el seno
de todos los dispositivos implosivos.
«La posición de exterminio está inscrita en la lógica
demencial de un sistema que articula estrechamente industria y tecnocracia y
que pretende llegar hasta el fin de su experimento con una especie de rigor
científico. Si se desea conocer la capacidad de los súbditos para asumir los
proyectos de un Estado, ¿cómo verificarlo mejor que pidiéndoles que asuman el
proyecto de su propio exterminio?
«Una de las particularidades de la hipnosis consiste en una
parálisis de la voluntad y de los movimientos, parálisis resultante de la
influencia ejercida por una persona todopoderosa sobre un sujeto impotente, sin
defensa, y esa particularidad nos aproxima a la hipnosis que se provoca entre
los animales por el terror».
«Lo tecnocrático introduce la manipulación imaginaria en la
quincalla del poder y dibuja ya el esbozo de la sociedad posdisciplinar. Su
forma de proceder en ese terreno es clara: se trata de producir y de
cristalizar imágenes lo suficientemente atractivas como para que la sociedad
pueda conectar con ellas sin dificultad. Entre el tecnócrata y el agente de
publicidad no hay más que un paso, la autonomización frente a lo político. Pero
el paso ya está dado en esa actividad privilegiada que es la planificación».
★