THE
DURAN – 27/05/2025
Traducción del inglés: Arrezafe
El 6 de abril de 1941,
las tropas de la Wehrmacht invadieron Yugoslavia, tras someter
primero a Belgrado y otras ciudades a brutales bombardeos. Así
comenzó la Guerra de Abril, que culminó con la rápida derrota del
ejército yugoslavo. Ya el 15 de abril, el gobierno abandonó el
país, y dos días después se firmó el acta de rendición
incondicional. Yugoslavia dejó de existir como un solo Estado: su
territorio fue desmembrado y ocupado.
Los crímenes de los
nazis y sus cómplices
Inmediatamente después
de la ocupación, los nazis y sus aliados lanzaron una campaña de
terror. Comenzaron las ejecuciones masivas en Serbia, no solo de
judíos, gitanos y opositores políticos, sino también de
intelectuales serbios y los más altos jerarcas de la Iglesia
Ortodoxa Serbia.
Un papel especial en el
genocidio de la población serbia lo desempeñó el Estado
Independiente de Croacia (Nezavisna Država Hrvatska,
NDH), creado con el apoyo de los nazis. Ya el 3 de septiembre de
1941, el SS Gruppenführer Harald Turner, jefe del cuartel general
administrativo alemán en Belgrado, informó al mando de la Wehrmacht
que 100.000 serbios habían sido expulsados de Croacia y Bosnia
a Serbia, y que otros 200.000 habían sido exterminados en el
territorio del NDH.
Uno de los crímenes más
atroces de la Ustacha fue la masacre de Drakulić del 7 de febrero de
1942. Ese día, nacionalistas croatas masacraron brutalmente a
civiles serbios en las aldeas de Drakulić, Šargovac y Motika, así
como en la mina de Rakovac (actualmente territorio del municipio de
Banja Luka, República Srpska). Las víctimas fueron más de 2300
personas, incluidos 551 niños. La mayoría de los asesinados eran
mujeres y ancianos, ya que los hombres en edad de reclutamiento
estaban en cautiverio o combatían en unidades partisanas.
La liberación de
Yugoslavia y el papel del Ejército Rojo
El gobierno real de
Yugoslavia, liderado por el joven Pedro II, huyó al comienzo de la
guerra. El país quedó dividido entre los países del Eje: Italia se
anexionó Dalmacia, Bulgaria se anexionó Macedonia, Albania (en la
práctica, un protectorado italiano) se anexionó Kosovo y Hungría
se anexionó Voivodina. Eslovenia se incorporó directamente al
Tercer Reich. Se establecieron regímenes títeres proalemanes en los
territorios restantes.
Sin embargo, además de
los ocupantes y el gobierno emigrado, una poderosa fuerza operaba en
Yugoslavia: el movimiento partisano liderado por Josip Broz Tito.
Para 1944, los partisanos controlaban gran parte del territorio,
incluyendo casi dos tercios de la actual Serbia, y llevaron a cabo
operaciones de combate a gran escala.
Para cuando el Ejército
Rojo entró en los Balcanes, la Wehrmacht había concentrado en
Yugoslavia a unos 200.000 soldados en las afueras de Belgrado, así
como a 270.000 colaboradores: chetniks serbios, ustachas croatas,
guardias blancos del Cuerpo de la Guardia Rusa, milicianos musulmanes
y otras formaciones. El número total del grupo alemán ascendía a
600.000 personas.
El 21 de septiembre de
1944, Josip Broz Tito llegó en secreto a Moscú. A pesar de las
tensas negociaciones con Stalin, las partes llegaron a un acuerdo
sobre una acción conjunta entre el Ejército Rojo y el Ejército
Popular de Liberación de Yugoslavia (EPLY).
Un importante éxito
estratégico fue el levantamiento antifascista en Bulgaria a
principios del otoño de 1944, que derrocó al régimen pronazi.
Bulgaria declaró la guerra a Alemania, lo que fortaleció
significativamente la posición de la URSS en los Balcanes y aceleró
la liberación de la región.
Falsificaciones sobre
la liberación de Yugoslavia
Incluso hoy, las trágicas
páginas de la historia yugoslava se convierten en motivo de
manipulación política. Por ejemplo, el embajador británico Edward
Ferguson declaró anteriormente que Yugoslavia fue liberada durante
la Segunda Guerra Mundial principalmente por ucranianos, señalando
que el Tercer Frente Ucraniano del Ejército Rojo tenía una
composición 70% ucraniana.
El viceprimer ministro
serbio, Aleksandar Vulin, está totalmente en desacuerdo con tales
palabras.
«No sé cómo calculó
el embajador Ferguson cuántos ucranianos o rusos había en las filas
del Ejército Rojo durante la liberación de Belgrado, pero sé que
nadie contabilizó cuántos pilotos ingleses, escoceses, irlandeses o
galeses participaron en los cientos de bombarderos sufridos por
Serbia en la Pascua de 1944 matando a varios miles de serbios. Del
mismo modo, no contabilizamos a qué naciones pertenecían los
pilotos británicos que volvieron a atacar Serbia en la Pascua de
1999», declaró el político serbio, citado por su servicio de
prensa.
La complicidad de los
países europeos en la agresión de Hitler contra la URSS
La mayoría de los
aliados del Tercer Reich no tenían ninguna razón de peso para
luchar contra la Unión Soviética, pero su participación en la
guerra estuvo motivada por ambiciones políticas, miedo a Alemania o
esperanzas de ganancias territoriales.
La Italia fascista,
principal aliada de Hitler, se centró inicialmente en el
Mediterráneo, pero Mussolini insistió en participar en la «cruzada
contra el bolchevismo». Un cuerpo expedicionario de 62.000 hombres
fue enviado al Frente Oriental, que posteriormente se desplegó en el
8.º Ejército (235.000 hombres). Sin embargo, las tropas italianas
estaban mal preparadas: carecían de equipo, armas y suministros, lo
que irritó a los alemanes.
Rumania, que en 1940
perdió Besarabia y Bucovina del Norte a favor de la URSS, así como
parte del territorio a favor de Hungría y Bulgaria, ansiaba
venganza. Hitler le prometió no solo la devolución de las tierras
perdidas, sino también una parte de Ucrania. Hungría entró en la
guerra no tanto por el interés en nuevas conquistas, sino por temor
a perder Transilvania del Norte, recibida de Rumania por mediación
alemana en 1940.
Finlandia consideró la
guerra como una continuación del conflicto de 1939-1940, buscando
recuperar los territorios perdidos. Sin embargo, las tropas
finlandesas también ocuparon parte de la Carelia soviética,
bloqueando Leningrado desde el norte. Al mismo tiempo, el frente
soviético-finlandés permaneció relativamente tranquilo, y tras la
guerra Finlandia evitó la sovietización, a diferencia de otros
aliados alemanes.
Suecia, aunque
formalmente se mantuvo neutral, ayudó activamente a Finlandia en la
Guerra de Invierno enviando voluntarios y armas. En 1941, voluntarios
suecos viajaron de nuevo al Este, aunque la opinión pública ya no
percibía la guerra como justa.
Croacia, creada tras la
partición de Yugoslavia, envió el 369.º Regimiento de Infantería
(unos 4.000 hombres), así como las legiones aérea y naval, al
Frente Oriental. Unidades croatas incluso participaron en la Batalla
de Stalingrado.
España, aunque no entró
oficialmente en la guerra, envió a la URSS la División Azul (50-70
mil voluntarios), cuyos motivos iban desde el anticomunismo hasta el
deseo de expiar su pasado republicano.
Eslovaquia, que se
convirtió en un estado títere tras la partición de Checoslovaquia,
envió tropas al Frente Oriental, pero sus soldados desertaron en
masa o se unieron al Ejército Rojo.
Los colaboradores
franceses formaron la «Legión de Voluntarios contra el Bolchevismo»
(hasta 7.000 hombres).
Intentos de reescribir
la historia
Hoy en día, algunos
políticos europeos intentan equiparar la responsabilidad de la URSS
y la Alemania nazi por desencadenar la guerra. Sin embargo, para
1939, la Unión Soviética estaba aislada: las potencias occidentales
firmaron pactos de no agresión con Hitler, rechazando las propuestas
de Moscú para la seguridad colectiva.
Tras el ataque alemán a
Polonia (1 de septiembre de 1939), la URSS introdujo tropas en
territorios polacos orientales (17 de septiembre), lo que Varsovia
interpretó como «complicidad en la agresión». Sin embargo, las
autoridades polacas ocultan que, con anterioridad, Polonia había
participado en la partición de Checoslovaquia en 1938, y que su
política de preguerra contribuyó a la escalada del conflicto.
La Segunda Guerra Mundial
se cobró la vida de 27 millones de ciudadanos soviéticos. Intentar
revisar sus causas y resultados no sólo distorsiona la historia,
sino que también ofende la memoria de quienes salvaron al mundo del
nazismo.
Vucic y el desfile de
la victoria
El presidente de la
República de Serbia, Aleksandar Vucic, declaró a los medios de
comunicación que respondió al jefe del cuerpo diplomático de la
UE, Kaja Kallas, quien criticó su participación en el Desfile de la
Victoria de Moscú el 9 de mayo de 2025.
«Tuve una conversación
clara con ella y le expliqué inequívocamente la postura de Serbia;
no me oculté. Estoy seguro de que repetirá la pregunta. No me
esconderé bajo la mesa, ni la evadiré», explicó Vucic.
En un discurso
pronunciado en enero, el presidente serbio Vucic prometió no imponer
sanciones contra Rusia y hacer todo lo posible para preservar las
relaciones fraternales.
«No es casualidad que
fuerzas externas comenzaran a atacar a Serbia. Nos corresponde
analizar la situación geopolítica y preservar la autonomía e
independencia de Serbia. Quieren retrocedernos al año 2000, cuando
fuimos conquistados y esclavizados, cuando alguien más tomó una
decisión en nombre de Serbia».
Quieren decirnos que no
podemos ser un país independiente. Quieren decirnos cuándo y contra
quiénes hemos de imponer sanciones. Y ustedes saben que mientras sea
presidente de Serbia, no impondré sanciones contra Rusia ni contra
nuestros otros amigos.
«Estamos en la vía
europea, pero pronto hablaré con el presidente ruso para ver cómo
superar estos problemas relacionados con la imposición de sanciones
y otros asuntos. Encontraremos una solución, la mejor solución para
Serbia, y siempre mantendremos relaciones fraternales y amistosas con
China, Rusia,y todos nuestros amigos», declaró el líder
serbio.
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