Michael
Hudson – 28/07/2022
Traducción del inglés:
Arrezafe
Como en una tragedia
griega cuyo protagonista provoca el destino que precisamente ha
tratado de evitar, la confrontación de EEUU y la OTAN con Rusia en
Ucrania está logrando justo lo contrario del objetivo de EEUU de
evitar que China, Rusia y sus aliados actúen independientemente del
control de EEUU sobre su política comercial y financiera. Designando
a China como el principal adversario a largo plazo de Estados Unidos,
el plan de la Administración Biden era separar a Rusia de China y
luego paralizar la propia viabilidad militar y económica de China.
Pero el efecto de la diplomacia estadounidense ha sido unir a Rusia y
China, incorporándose Irán, India y otros aliados. Por primera vez
desde la Conferencia de Bandung de Naciones No Alineadas en 1955, una
masa crítica puede ser mutuamente autosuficiente para iniciar el
proceso de lograr la independencia de la Diplomacia del Dólar.
Enfrentados a la
prosperidad industrial de China, basada en la inversión pública
autofinanciada en mercados socializados, los funcionarios
estadounidenses reconocen que resolver esta contienda tomará varias
décadas. Armar al régimen ucraniano vasallo es simplemente un
movimiento inicial para convertir la Segunda Guerra Fría (y
potencialmente/o la Tercera Guerra Mundial) en una lucha para dividir
el mundo en aliados y enemigos, dependiendo de si serán los
gobiernos o el sector financiero los que planificarán la economía
mundial y la sociedad.
Lo que se eufemiza como
democracia al estilo estadounidense es una oligarquía financiera que
privatiza la infraestructura básica, la salud y la educación. La
alternativa es lo que el presidente Biden llama autocracia, una
etiqueta hostil asignada a los gobiernos lo suficientemente fuertes
como para impedir que una oligarquía mundial rentista tome el
control. Se considera a China autocrática por proporcionar las
necesidades básicas a precios subsidiados en lugar de cobrar lo que
el mercado decida. A hacer que su economía mixta tenga un costo
menor se lo denomina “manipulación del mercado”, como si eso
—algo que hicieron los Estados Unidos, Alemania y todas las demás
naciones industriales durante su despegue económico en el siglo XIX
y principios del XX— fuera algo malo.
Clausewitz popularizó el
axioma de que la guerra es una extensión de los intereses
nacionales, principalmente económicos. Estados Unidos considera que
su interés económico radica en difundir su ideología neoliberal a
nivel global. El objetivo evangelizador es financiarizar y privatizar
las economías cambiando la planificación de los gobiernos
nacionales por un cosmopolita sector financiero. En un mundo así
habría poca necesidad de política. La planificación económica
pasaría de las capitales políticas a los centros financieros, de
Washington a Wall Street, con satélites en la City de Londres, la
Bolsa de París, Frankfurt y Tokio. Las reuniones de la junta de la
nueva oligarquía se llevarían a cabo en el Foro Económico Mundial
de Davos. Los servicios e infraestructuras públicas serían
privatizados y tendrían un coste lo suficientemente alto como para
incluir las ganancias (y, de hecho, las rentas de monopolio),
financiación de la deuda y comisiones de gestión en lugar de
recibir subvenciones públicas. La deuda y el alquiler se
convertirían en los principales gastos generales de las familias, la
industria y los gobiernos.
La pugna de EEUU para
conservar su poder unipolar, “Estados Unidos primero”, imponiendo
políticas financieras, comerciales y militares al mundo, implica una
hostilidad inherente hacia todos los países que defienden sus
propios intereses nacionales. Al tener cada vez menos que ofrecer en
forma de ganancias económicas mutuas, la política estadounidense
amenaza con sanciones e intromisiones encubiertas en la política
exterior. El sueño de Estados Unidos prevé una versión china de
Boris Yeltsin que reemplace el liderazgo nacional del Partido
Comunista y venda su dominio público al mejor postor,
presumiblemente tras una crisis monetaria que elimine el poder
adquisitivo interno, como ocurrió en la Rusia postsoviética,
dejando al sector financiero internacional como compradores.
Rusia y el presidente
Putin no pueden ser perdonados por haber luchado contra las
“reformas” de los Harvard Boys [los chicos de
Haverd]. Es por eso que los funcionarios estadounidenses planearon
cómo crear la perturbación económica rusa para (esperaban)
orquestar una “revolución de color” que recuperara a Rusia para
el neoliberalismo global. Ese es el carácter de la "democracia"
y el "mercado libre" que se yuxtaponen a la "autocracia"
del crecimiento subsidiado por el estado. Como explicó el ministro
de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, en una conferencia
de prensa el 20 de julio de 2022 sobre el violento golpe de Estado en
Ucrania en 2014, los funcionarios estadounidenses y otros
occidentales definen los golpes militares como democráticos, si
están patrocinados por Estados Unidos, con la esperanza de promover
sus políticas neoliberales.
¿Recuerdan cómo se
desarrollaron los acontecimientos tras el golpe? Los golpistas
escupieron en la cara a Alemania, Francia y Polonia que eran los
garantes del acuerdo con Viktor Yanukovych. El acuerdo fue pisoteado
a la mañana siguiente. Conformes con ello, estos países europeos no
dijeron ni pío. Hace un par de años pregunté a alemanes y
franceses qué pensaban del golpe. ¿De qué se trataba si no exigían
que los golpistas cumplieran los acuerdos? A lo cual respondieron:
“Este es el costo del proceso democrático”. No estoy bromeando.
Increíble: eran adultos que ocupaban el cargo de ministros de
Relaciones Exteriores.
Este vocabulario de doble
pensamiento refleja cuánto ha evolucionado la ideología dominante
desde la disyuntiva planteada hace un siglo por Rosa Luxemburg sobre
la elección civilizatoria: socialismo o barbarie.
Los intereses
contradictorios de EEUU y Europa y las cargas de la guerra en Ucrania
Volviendo a la visión de
Clausewitz sobre la guerra como una extensión de la política
nacional, los intereses nacionales de EEUU divergen
significativamente de los de sus satélites de la OTAN. El complejo
militar-industrial de Estados Unidos, los sectores del petróleo y la
agricultura se están beneficiando, mientras los intereses
industriales europeos sufren. Ese es especialmente el caso de
Alemania e Italia como resultado del bloqueo de sus gobiernos a las
importaciones de gas North Stream 2 y otras materias primas rusas.
La interrupción de las
cadenas mundiales de suministro de energía, alimentos y minerales y
la inflación de precios resultante (que proporciona un paraguas a
las rentas de monopolio de los proveedores no rusos) ha impuesto
enormes tensiones económicas a los aliados de EEUU en Europa y el
Sur Global. Sin embargo, la economía estadounidense se está
beneficiando de ello, o al menos ciertos sectores concretos de la
economía estadounidense. Como señaló Sergey Lavrov en su
conferencia de prensa citada anteriormente: “La economía europea
se ve afectada más que cualquier otra cosa. Las estadísticas
muestran que el 40 por ciento del daño causado por las sanciones lo
soporta la UE, mientras que el daño a los Estados Unidos es menos
del 1 por ciento”.
El tipo de cambio del
dólar se ha disparado frente al euro, que se ha desplomado hasta la
paridad con el dólar y parece destinado a caer aún más hacia los
0,80 dólares de hace una generación. El dominio de EEUU sobre
Europa se fortalece aún más debido a las sanciones comerciales
impuestas al petróleo y el gas rusos. EE.UU es un exportador de GNL
[gas natural licuado], las empresas estadounidenses controlan el
comercio mundial de petróleo y las empresas estadounidenses son las
principales comercializadoras y exportadoras de cereales del mundo
ahora que Rusia está excluida de muchos mercados extranjeros.
Una reactivación del
gasto militar europeo: para la agresión, no para la defensa
Los fabricantes de armas
de EE.UU esperan obtener ganancias de las ventas de armas a Europa
occidental, que literalmente casi se ha desarmado al enviar sus
tanques y obuses, municiones y misiles a Ucrania. Los políticos
estadounidenses apoyan una política exterior belicosa para promover
sus fábricas de armas que emplean mano de obra en sus distritos
electorales. Y los neoconservadores, que dominan el Departamento de
Estado y la CIA, ven la guerra como un medio para afirmar el dominio
estadounidense sobre la economía mundial, comenzando por sus propios
“socios” de la OTAN.
El problema de este
enfoque es que, aunque los monopolios militar-industriales,
petroleros y agrícolas de Estados Unidos se están beneficiando, el
resto de la economía estadounidense está siendo exprimido por las
presiones inflacionarias resultantes del boicot a las exportaciones
rusas de gas, cereales y otras materias primas, y el enorme el
aumento del presupuesto militar se utilizará como excusa para
recortar los programas y presupuestos sociales. Eso también es un
problema para los miembros de la eurozona. Han prometido a la OTAN
aumentar su gasto militar un 2 por ciento de su PIB, y EEUU está
instando a niveles mucho más altos para actualizar su gama más
reciente de armamento. Casi olvidado está el Dividendo de la Paz que
se prometió en 1991, cuando la Unión Soviética disolvió el Pacto
de Varsovia, esperando que la OTAN también dejara de tener razones
para existir.
Rusia no tiene ningún
interés económico evidente en acometer una nueva ocupación de
Europa Central. Eso no ofrecería ninguna ganancia a Rusia, como
comprobaron sus líderes cuando disolvieron la antigua Unión
Soviética. De hecho, en el mundo actual ningún país industrial
puede permitirse desplegar una ejército para ocupar a un país
enemigo. Todo lo que la OTAN puede hacer es bombardear a distancia.
Puede destruir, pero no ocupar. Estados Unidos lo descubrió en
Serbia, Irak, Libia, Siria y Afganistán. Y así como el asesinato
del archiduque Fernando en Sarajevo (ahora Bosnia-Herzegovina)
desencadenó la Primera Guerra Mundial en 1914, el bombardeo de la
vecina Serbia por parte de la OTAN puede contemplarse como el guante
arrojado para convertir la Segunda Guerra Fría en una verdadera
Tercera Guerra Mundial. Esa agresión marcó el punto en el que la
OTAN se convirtió en una alianza ofensiva, no defensiva.
¿Cómo incide esto los
intereses europeos? ¿Por qué debería Europa volver a armarse, si
el único efecto es convertirla en blanco de represalias en caso de
nuevos ataques contra Rusia? ¿Qué gana Europa convirtiéndose en el
cliente más importante del complejo militar-industrial de Estados
Unidos? Desviar el gasto para reconstruir un inútil ejército
ofensivo, que nunca se puedrá usar sin desencadenar una respuesta
atómica que acabaría con Europa, limitará el gasto social
necesario para hacer frente a los problemas actuales del Covid y la
recesión económica.
La única influencia
duradera que una nación puede ofrecer en el mundo actual es el
comercio y la transferencia de tecnología. En este sentido, Europa
tiene que ofrecer que Estados Unidos. Sin embargo, la única
oposición a la renovación del gasto militar proviene de los
partidos de derecha y del partido alemán Linke. Los partidos
socialdemócratas, socialistas y laboristas de Europa comparten la
ideología neoliberal estadounidense.
Las sanciones contra
el gas ruso convierten al carbón en “el combustible del futuro”
La huella de carbono de
los bombardeos, la fabricación de armas y las bases militares está
sorprendentemente ausente de la discusión actual sobre el
calentamiento global y la necesidad de reducir las emisiones de
carbono. El partido alemán que se autodenomina Verde lidera la
campaña de sanciones contra la importación de petróleo y gas
rusos, que las eléctricas están reemplazando con carbón polaco e
incluso con lignito alemán. El carbón se está convirtiendo en el
“combustible del futuro”. Su precio también se está disparando
en Estados Unidos, lo que beneficia a las empresas estadounidenses de
carbón.
A diferencia de los
acuerdos del Club de París para reducir las emisiones de carbono,
Estados Unidos no tiene la capacidad política ni la intención de
unirse al esfuerzo de conservación mediambiental. La Corte Suprema
dictaminó recientemente que el Poder Ejecutivo no tiene autoridad
para emitir normas energéticas a nivel nacional, tan sólo los
estados pueden individualmente hacerlo, a menos que el Congreso
apruebe una ley nacional para reducir los combustibles fósiles.
Eso parece poco probable
toda vez que convertirse en jefe de un comité demócrata del Senado
y del Congreso requiere ser líder en la recaudación de
contribuciones de campaña para el partido. Joe Manchin,
multimillonario propietario de una compañía de carbón, lidera a
todos los senadores en el apoyo a la campaña de las industrias del
petróleo y el carbón, lo que le permite ganar la subasta de su
partido para la presidencia del comité de Energía y Recursos
Naturales del Senado y bloquear cualquier legislación ambiental
seriamente restrictiva.
Junto al petróleo, la
agricultura es uno de los principales contribuyentes a la balanza de
pagos de Estados Unidos. El bloqueo de la importación de
fertilizantes y cereales rusos amenaza con crear una crisis
alimentaria en el Sur Global, así como una crisis europea, ya que no
hay gas disponible para producir fertilizantes domésticos. Rusia es
el mayor exportador mundial de cereales y también de fertilizantes,
y sus exportaciones de estos productos están exentas de las
sanciones de la OTAN. Pero el transporte marítimo ruso fue bloqueado
por Ucrania que colocó minas en las rutas marítimas a través del
Mar Negro para cerrar el acceso al puerto de Odessa, con la esperanza
de que el mundo culpara a Rusia de la inminente crisis mundial de
cereales y energía causada en realidad por las sanciones comerciales
de EEUU y la OTAN impuestas a Rusia. En su conferencia de prensa del
20 de julio de 2022, Sergey Lavrov expuso la hipocresía del intento
de distorsionar los hechos por parte de relaciones públicas
occidentales:
“Durante muchos
meses nos han dicho que Rusia tenía la culpa de la crisis
alimentaria porque las sanciones no cubren los alimentos y los
fertilizantes. Por lo tanto, Rusia no necesita encontrar formas de
evitar las sanciones, por lo que debe comerciar dado que nadie se
interpone en su camino. Nos tomó mucho tiempo explicarles que,
aunque los alimentos y los fertilizantes no están sujetos a
sanciones, el primer y segundo paquete de restricciones occidentales
afectaron los costos de flete, las primas de seguros, los permisos
para que los barcos rusos que transportaban estos productos atracaran
en puertos extranjeros. y los de barcos extranjeros que toman los
mismos envíos en puertos rusos. Nos están mintiendo abiertamente
cuando afirman que depende sólo de Rusia. Esto es juego sucio.”
El transporte de cereal
por el Mar Negro ha comenzado a reanudarse, pero los países de la
OTAN han bloqueado los pagos a Rusia en dólares, euros o monedas de
otros países en la órbita estadounidense. Los países con déficit
alimentario que no pueden permitirse pagar los altos precios de los
alimentos se enfrentan a una drástica escasez, que se verá
exacerbada cuando se vean obligados a pagar su deuda externa en
dólares estadounidenses. La crisis alimentaria y de combustible que
se avecina promete impulsar una nueva ola de inmigrantes a Europa en
busca de supervivencia. Europa ya se ha visto inundada de refugiados
por los bombardeos de la OTAN y su respaldo a los ataques yihadistas
contra Libia y los países productores de petróleo del Cercano
Oriente. La guerra por delegación de este año en Ucrania y la
imposición de sanciones contra Rusia es una ilustración perfecta de
la jocosa frase de Henry Kissinger: "Puede ser peligroso ser
enemigo de Estados Unidos, pero ser amigo de Estados Unidos es
fatal".
Rebote de los errores
de cálculo de EEUU/OTAN
La diplomacia
internacional de Estados Unidos tiene como objetivo dictar políticas
financieras, comerciales y militares que encerrarán a otros países
en una deuda en dólares y una dependencia comercial al impedirles
desarrollar alternativas. Si esto falla, buscará aislar a los
recalcitrantes de la esfera occidental centrada en Estados Unidos.
La diplomacia exterior de
Estados Unidos ya no se basa en ofrecer beneficios mutuos. Eso podría
afirmarse tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos
estaba en condiciones de ofrecer préstamos, ayuda exterior,
protección militar contra la ocupación, manufacturas para
reconstruir economías devastadas por la guerra, a los gobiernos a
cambio de que aceptaran políticas comerciales y monetarias
favorables a los exportadores e inversores estadounidenses. Pero hoy
sólo existe la diplomacia beligerante de amenazar con dañar a las
naciones cuyos gobiernos socialistas rechazan el impulso neoliberal
de Estados Unidos destinado a privatizar y vender sus recursos
naturales e infraestructura pública.
El primer objetivo es
evitar que Rusia y China se ayuden mutuamente. Esta es la vieja
estrategia imperial de divide y vencerás. Minimizar la capacidad de
Rusia para apoyar a China allanaría el camino para que Estados
Unidos y la OTAN Europa impusieran nuevas sanciones comerciales a
China y enviaran yihadistas a su región occidental de Xinjiang
Uighur. El objetivo es desangrar el depósito de armamento de Rusia,
matar a suficientes soldados y propiciar escasez y sufrimiento a los
rusos, no sólo para debilitar su capacidad de ayudar a China, sino
también para incitar a su población a apoyar un cambio de régimen,
una “revolución de color” patrocinada por Estados Unidos. El
sueño es promover un líder, tipo Yeltsin, amigo de la “terapia”
neoliberal que desmanteló la economía de Rusia en la década de
1990.
Por sorprendente que
parezca, los estrategas de EEUU no anticiparon la respuesta obvia de
los países que se encuentran juntos en la mira de las amenazas
económicas y militares de EEUU y la OTAN. El 19 de julio de 2022,
los presidentes de Rusia e Irán se reunieron para anunciar su
cooperación frente a la guerra de sanciones en su contra. Eso fue
tras la reunión anterior de Rusia con el primer ministro indio Modi.
En lo que se ha caracterizado como “dispararse a sí mismo en el
pie”, la diplomacia estadounidense está uniendo a Rusia, China,
India e Irán y, de hecho, acercándose a Argentina y otros países
para que se unan al banco BRICS+ para protegerse.
El propio EEUU está
poniendo fin al patrón dólar de las finanzas internacionales. La
administración Trump dio un paso importante para sacar a los países
de la órbita del dólar en noviembre de 2018, al confiscar casi $ 2
mil millones de las reservas estatales de oro de Venezuela
depositadas en Londres. El Banco de Inglaterra puso estas reservas a
disposición de Juan Guaidó, el marginal político de derecha
seleccionado por Estados Unidos para reemplazar al presidente electo
de Venezuela como jefe de Estado. Esta conspiración se definió como
democrática, porque el cambio de régimen prometía introducir el
“mercado libre” neoliberal, lo que se considera la esencia de la
definición estadounidense de democracia para el mundo actual.
Este robo de oro no fue
en realidad la primera confiscación de este tipo. El 14 de noviembre
de 1979, la Administración Carter paralizó los depósitos bancarios
de Irán en Nueva York tras el derrocamiento del Shah. Esta
incautación impidió a Irán el pago programado de su deuda externa,
lo que la obligó a incumplir con dicho pago. Aquella operación fue
considerada como única y excepcional en lo que respecta a los demás
mercados financieros, pero ahora que Estados Unidos es la
autoproclamada “nación excepcional”, tales confiscaciones se
están convirtiendo en norma de la diplomacia estadounidense. Nadie
sabe todavía qué pasó con las reservas de oro de Libia que Muammar
Gadafi pretendía utilizar para respaldar una alternativa africana al
dólar. Y Washington simplemente tomó el oro y otras reservas de
Afganistán como pago por el costo del respaldo a los talibanes y la
“liberación” del país del control ruso. Pero cuando la
Administración Biden y sus aliados de la OTAN se apoderaron de
activos mucho mayores, unos 300.000 millones de dólares, de las
reservas en bancos extranjeros y fondos de divisas de Rusia en marzo
de 2022, se consagró una nueva y radical época de la diplomacia del
dólar. Cualquier nación que siga políticas contrarias a los
intereses del gobierno de los EEUU corre el riesgo de que las
autoridades estadounidenses confisquen sus depósitos de reservas
extranjeras en bancos o valores de los EEUU.
Esto supuso una señal de
alerta que llevó a muchos países al temor de realizar su comercio,
ahorros y deuda externa en dólares, y a evitar el uso de depósitos
y valores bancarios en dólares o euros como medio de pago. Al
incitar a otros países a pensar en cómo liberarse del sistema
monetario y comercial mundial centrado en EEUU y establecido en 1945
con el FMI, el Banco Mundial y, posteriormente, la Organización
Mundial del Comercio, las confiscaciones de EEUU han acelerado el fin
de la moneda de referencia estándar que ha regido las finanzas
mundiales desde que Estados Unidos abandonó el patrón oro en 1971.
Desde que terminó la
convertibilidad del dólar en oro en agosto de 1971, la dolarización
del comercio y la inversión mundiales ha propiciado la necesidad de
que otros países mantengan la mayor parte de sus nuevas reservas
monetarias y depósitos bancarios internacionales en valores del
Tesoro de los Estados Unidos. Como ya se señaló, eso permite a los
Estados Unidos confiscar depósitos y bonos de bancos extranjeros
nominados en dólares estadounidenses.
Y lo que es más
importante, Estados Unidos puede crear y gastar pagarés en dólares
e insertarlos en la economía mundial a voluntad, sin límite. No
tiene que ganar poder adquisitivo internacional mediante un superávit
comercial, como tienen que hacer los demás países. El Tesoro de
EEUU puede simplemente imprimir dólares electrónicamente para
financiar sus gastos militares en el extranjero y las compras de
recursos y empresas extranjeras, y dado que es el “país
excepcional”, no tiene que pagar estas deudas, reconocidas como
demasiado grandes para ser pagadas. La tenencia de dólares
extranjeros son crédito gratuito de EEUU a los Estados Unidos, y no
requieren más reembolso que el que se espera de los dólares de
papel en nuestras billeteras (retirándolos de la circulación).
El rebote resultante
del aislamiento de sus sistemas económico y monetario por parte de
EEUU y la OTAN
Es difícil ver cómo
sacar a los países de la órbita económica de EEUU pueda servir a
los intereses nacionales de EEUU a largo plazo. Dividir el mundo en
dos bloques monetarios limitará la diplomacia del dólar a sus
aliados y satélites de la OTAN.
El rebote que ahora se
está produciendo a causa de la diplomacia estadounidense comienza
con su política anti-Rusia. Se esperaba que la imposición de
sanciones comerciales y monetarias impidiera que los consumidores y
las empresas rusas compraran las importaciones de EE UU/OTAN a las
que se habían acostumbrado. Se suponía que la confiscación de las
reservas de divisas extranjeras de Rusia colapsaría el rublo,
“convirtiéndolo en escombros”, como prometió el presidente
Biden. Se suponía que la imposición de sanciones contra la
importación de petróleo y gas rusos a Europa privaría a Rusia de
los ingresos de exportación, lo que provocaría el colapso del rublo
y aumentaría los precios de importación (y, por lo tanto, los
costos de vida) para la población rusa. En cambio, el bloqueo de las
exportaciones rusas ha originado una inflación mundial y el alza de
los precios del petróleo y el gas, lo que ha aumentado
considerablemente las ganancias de las exportaciones de Rusia, que
exportó menos gas, pero ganó más. Y con sus dólares y euros
bloqueados, Rusia exigió el pago de sus exportaciones en rublos, lo
que hizo que su tipo de cambio se disparara en lugar de colapsar,
permitiendo a Rusia reducir sus tipos de interés.
Se suponía que incitar a
Rusia a enviar sus tropas al este de Ucrania para defender a los
rusoparlantes bajo ataque en Luhansk y Donetsk, junto con el impacto
esperado de las consiguientes sanciones occidentales, haría que los
votantes rusos presionaran por un cambio de régimen. Pero como casi
siempre sucede cuando se ataca a un país o a una etnia, los rusos
estaban consternados por el odio ucraniano hacia los hablantes de
ruso y la cultura rusa, y por la rusofobia de Occidente. El efecto
que los países occidentales propiciaron prohibiendo la música de
compositores rusos y retirando la literatura rusa de las bibliotecas,
coronado por Inglaterra, que prohibió a los tenistas rusos
participar en el torneo de Wimbledon, fue hacer que los rusos se
sintieran atacados simplemente por ser rusos y cerraran filas en
torno al presidente Putin.
Las sanciones comerciales
de la OTAN han servido de catalizador para que la agricultura y la
industria rusas sean más autosuficientes al obligar a Rusia a
invertir en la sustitución de importaciones. Un éxito agrícola muy
publicitado fue desarrollar su propia producción de queso para
reemplazar al importado de Lituania y otros proveedores europeos. Su
producción automotriz y otras industrias se están viendo obligadas
a alejarse de las marcas alemanas y europeas para dedicarse a sus
propios fabricantes y a los chinos. El resultado es una inmensa
pérdida de mercados para los exportadores occidentales.
En el ámbito de los
servicios financieros, la exclusión de Rusia por parte de la OTAN
del sistema de compensación bancaria, SWIFT, no logró crear el caos
de pagos previsto. La amenaza había sido tan fuerte y constante, que
Rusia y China tuvieron mucho tiempo para desarrollar su propio
sistema de pagos. Esto les proporcionó una de las condiciones
previas de cara a sus planes de separar sus economías de las de
EEUU/OTAN Occidental.
Tal y como ha resultado
todo, las sanciones comerciales y monetarias contra Rusia están
cargando los mayores costos sobre las espaldas de Europa Occidental y
es probable que se extiendan al Sur Global, haciendo que se planteen
si sus intereses económicos radican en unirse a la beligerante
diplomacia del dólar y a EEUU. La disrrupción se está sintiendo
más seriamente en Alemania, provocando el cierre de muchas empresas
como resultado de la escasez de gas y otras materias primas. La
negativa de Alemania a autorizar el gasoducto North Stream 2 ha
llevado su crisis energética a un punto crítico. Esto plantea la
pregunta de cuánto tiempo los partidos políticos alemanes podrán
permanecer subordinados a las políticas de la Guerra Fría de la
OTAN a costa de que la industria y los hogares alemanes enfrenten
fuertes aumentos en los costos de calefacción y electricidad.
Cuanto más se tarde en
restaurar el comercio con Rusia, más sufrirán las economías
europeas y su ciudadanía en general, y más caerá el tipo de cambio
del euro, lo que estimulará la inflación en todos sus países
miembros. Los países europeos de la OTAN están perdiendo no sólo
sus mercados de exportación, sino también sus oportunidades de
inversión para beneficiarse del crecimiento mucho más rápido de
los países euroasiáticos, cuya planificación gubernamental y
resistencia a la financiarización ha demostrado ser mucho más
productiva que el modelo neoliberal de EEUU y la OTAN.
Es difícil ver cómo una
estrategia diplomática puede hacer algo más que ganar tiempo. Ello
implica vivir a corto plazo, no a largo plazo. El tiempo parece estar
del lado de Rusia, China y las alianzas comerciales y financieras que
están negociando para reemplazar el orden económico neoliberal
occidental.
El principal problema
de Estados Unidos es su economía posindustrial neoliberal
Los fracasos y retrocesos
de la diplomacia estadounidense son el resultado de problemas que van
más allá de la propia diplomacia. El problema de fondo es el
compromiso de Occidente con el neoliberalismo, la financiarización y
la privatización. En lugar del subsidio gubernamental de los costos
de vida básicos que necesita el trabajo, toda la vida social se está
convirtiendo en parte del "mercado": un mercado desregulado
de los "Chicago Boys" excepcionalmente thatcheriano en el
que la industria, la agricultura, la vivienda y las finanzas están
desregulados y son cada vez más depredadores, mientras se subsidian
fuertemente los valores y activos financieros rentistas, es decir, la
riqueza del uno por ciento más rico. Los ingresos se obtienen cada
vez más mediante la búsqueda de rentas financieras y monopólicas,
y las fortunas se hacen mediante ganancias de "capital"
apalancadas con deuda en acciones, bonos y bienes raíces.
Las empresas industriales
de EEUU han apostado más a la “creación de riqueza” aumentando
el precio de sus acciones mediante la inversión de más del 90 por
ciento de sus ganancias en la recompra de acciones y el pago de
dividendos, en lugar de invertir en modernizar sus equipos de
producción y contratar más mano de obra. El resultado de una
inversión menguante de capital es el desmantelamiento y
canibalización financiera de la industria corporativa para producir
ganancias bursátiles. Las empresas que emplean mano de obra y
generan nueva producción, lo hacen en el extranjero, donde la mano
de obra es más barata.
La mayoría de los
trabajadores asiáticos pueden darse el lujo de trabajar por salarios
más bajos porque tienen costos de vivienda mucho más bajos y no
tienen que pagar la deuda educativa. La atención de la salud es un
derecho público, no una transacción de mercado financiarizada, y
los asalariados y los empleadores no pagan por adelantado las
pensiones, sino que son públicas. El objetivo, en China en
particular, es evitar que el sector rentista financiero, de los
seguros y de los bienes raíces (FIRE por sus siglas en inglés) se
convierta en una carga onerosa cuyos intereses económicos difieren
de los de un gobierno socialista.
China trata el dinero y
la banca como un servicio público, que debe crearse, gastarse y
prestarse con fines que ayuden a aumentar la productividad y el nivel
de vida (y cada vez más para preservar el medio ambiente). Rechaza
el modelo neoliberal patrocinado por Estados Unidos e impuesto por el
FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.
La fractura económica
mundial va mucho más allá del conflicto de la OTAN con Rusia en
Ucrania. Cuando la administración Biden asumió el cargo a
principios de 2021, Rusia y China ya habían estado discutiendo la
necesidad de desdolarizar su comercio e inversión exterior
utilizando sus propias monedas. Eso implica el salto cuántico de
organizar una nueva institución de compensación de pagos. La
planificación no había avanzado más allá de las líneas generales
de cómo funcionaría un sistema de este tipo, pero la confiscación
de las reservas extranjeras de Rusia por parte de EEUU hizo que dicha
planificación adquiriera crácter de urgencia, comenzando con un
banco BRICS-plus. Una alternativa euroasiática al FMI que eliminará
su capacidad de imponer "condiciones" de austeridad
neoliberal para obligar a los países a reducir los salarios y dar
prioridad a sus acreedores extranjeros por encima del desarrollo sus
propias economías. En lugar de solicitar nuevos créditos
internacionales, principalmente destinados a pagar las deudas en
dólares, será parte de un nuevo proceso de inversiones mutuas en
infraestructura básica diseñada para acelerar el crecimiento
económico y los niveles de vida. Se están perfilando otras
instituciones, ya que China, Rusia, Irán, India y sus posibles
aliados representan una masa crítica lo suficientemente grande como
para “ir solos”, en función de sus propios recursos naturales y
su propio poder de fabricación.
Básicamente, la política
de EEUU ha consistido en amenazar con desestabilizar países e
incluso bombardearlos hasta que acepten adoptar políticas
neoliberales y privatizar su dominio público. Pero enfrentarse a
Rusia, China e Irán supone un orden de magnitud mucho mayor. La OTAN
se ha despojado de la capacidad de librar una guerra convencional al
entregar su suministro de armamento, ciertamente en gran parte
obsoleto, para ser devorado en Ucrania. En cualquier caso, ninguna
democracia en el mundo puede actualmente imponer un reclutamiento
militar para librar una guerra terrestre convencional contra un
adversario significativamente mayor. Las protestas contra la Guerra
de Vietnam a fines de la década de 1960 terminaron con el servicio
militar obligatorio en EEUU, y la única forma de conquistar
realmente un país es ocuparlo mediante una guerra terrestre.
Eso deja a las
democracias occidentales con la capacidad limitada de un sólo tipo
de guerra: la guerra atómica, o al menos, el bombardeo a distancia,
como se hizo en Afganistán y el Cercano Oriente, sin necesidad de
mano de obra occidental. Esto no es diplomacia en absoluto.
Simplemente se está actuando asumiendo un papel destructor. Pero esa
es la única táctica que queda disponible para los Estados Unidos y
la OTAN-Europa. Es sorprendentemente similar a la dinámica de la
tragedia griega, donde el poder conduce a una arrogancia perjudicial
para los demás, antisocial y finalmente autodestructiva.
Así pues, ¿cómo puede
Estados Unidos mantener su dominio mundial? Se ha desindustrializado
y ha acumulado una deuda oficial externa mucho más allá de
cualquier forma previsible de pago. Mientras tanto, sus bancos y
tenedores de bonos exigen que el Sur Global y otros países paguen a
los tenedores de bonos extranjeros en dólares frente a su propia
crisis comercial como resultado del aumento vertiginoso de los
precios de la energía y los alimentos, aumento causado por la
beligerancia antirrusa y antichina de Estados Unidos. Este doble
estándar es una contradicción interna básica que va al núcleo de
la cosmovisión occidental neoliberal de hoy.
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