KOLOZEG.org
- 25/05/2022
Traducción del inglés:
Arrezafe
En Davos y más allá, la
narrativa optimista de la OTAN suena como un disco rayado, mientras
que, sobre el terreno, Rusia acumula victorias que podrían hundir el
orden atlántico. Tres meses después del inicio de la Operación Z
de Rusia en Ucrania, la batalla de Occidente (12 por ciento) contra
el Resto (88 por ciento) sigue en metástasis. Sin embargo, la
narrativa, curiosamente, continúa siendo la misma.
El lunes, desde Davos, el
presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab,
presentó al comediante y presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, en
la última etapa de su gira de solicitud de armas, con un elogioso
homenaje. Herr Schwab enfatizó que un actor que se hace pasar por un
presidente que defiende a los neonazis cuenta con el apoyo de “toda
Europa y el orden internacional”.
Se refiere, por supuesto,
a todos excepto al 88 por ciento del planeta que suscribe el Estado
de derecho, en lugar de la falsa construcción que Occidente llama un
'orden internacional basado en reglas'.
De vuelta al mundo real,
Rusia, de forma lenta pero segura, ha estado reescribiendo el Arte
de la Guerra Híbrida. Sin embargo, dentro del carnaval de las
operaciones psicológicas de la OTAN, la infiltración cognitiva
agresiva y el deslumbrante servilismo de los medios, se está
hablando mucho del nuevo paquete de 'ayuda' estadounidense de $ 40
mil millones a Ucrania, considerado capaz de convertirse en un cambio
de juego en la guerra.
Esta narrativa de "cambio
de juego" es cortesía de las mismas personas que gastaron
billones de dólares para asegurar Afganistán e Irak. Y ya vimos en
qué acabó eso.
Ucrania es el Santo Grial
de la corrupción internacional. Esos $ 40 mil millones pueden
cambiar las reglas del juego solo para dos clases de personas:
primero, el complejo militar-industrial de EEUU, y segundo, un grupo
de oligarcas ucranianos y ONG's neoconservadoras que acapararán el
mercado negro de armas y ayuda humanitaria para, posteriormente,
lavar las ganancias en las Islas Caimán.
Un rápido desglose de
los 40.000 millones de dólares revela que:
● 8.700 millones de
dólares se destinarán a reponer las reservas de armas de EEUU (por
lo tanto, no irán a Ucrania en absoluto);
● 3.900 millones de
dólares para USEUCOM (la 'oficina' que dicta las tácticas militares
a Kiev);
● 5.000 millones de
dólares para una vaga y no especificada "cadena global de
suministro de alimentos";
● 6.000 millones de
dólares para armamento real y "entrenamiento" a Ucrania;
● 9.000 millones de
dólares en “asistencia económica” (que desaparecerá en
seleccionados bolsillos), y;
● 900 millones de
dólares para refugiados.
Las agencias de riesgo de
EEUU han degradado a Kiev al basurero de las entidades de préstamos
sin reembolso, por lo que los grandes fondos de inversión
estadounidenses se están deshaciendo de Ucrania, dejando a la Unión
Europea (UE) y sus estados miembros como única opción para el país.
Pocos de esos países,
aparte de las entidades rusofóbicas como Polonia, pueden justificar
ante sus propias poblaciones el envío de enormes sumas de ayuda
directa a un estado fallido. Por lo tanto, le corresponderá a la
maquinaria de la UE con sede en Bruselas hacer lo suficiente
como para mantener a Ucrania en un coma económico,
independientemente de cualquier contribución de los estados miembros
y las instituciones.
Estos 'préstamos' de la
UE, principalmente en forma de envíos de armas, siempre pueden ser
reembolsados por las exportaciones de trigo de Kiev. Esto ya está
sucediendo a pequeña escala a través del puerto de Constanta, en
Rumania, donde el trigo ucraniano llega en barcazas por el Danubio y
se carga en docenas de buques de carga todos los días. O, a través
de convoyes de camiones transportando la estafa-de-armas-por-trigo.
Sin embargo, el trigo ucraniano seguirá alimentando al occidente
rico, no a los ucranianos empobrecidos.
Además, espera a que la
OTAN presente este verano otra monstruosa operación psicológica
para defender su derecho divino (no legal) de ingresar al Mar Negro
con buques de guerra para escoltar a los barcos ucranianos que
transportan trigo. Los medios pro-OTAN lo presentarán como si
Occidente fuera 'salvado' de la crisis alimentaria mundial, que
resulta haber sido causada directamente por la histérica serie de
sanciones occidentales.
Polonia apuesta por la
anexión blanda
De hecho, la OTAN está
aumentando masivamente su 'apoyo' a Ucrania a través de la frontera
occidental con Polonia, algo que está en sintonía con los dos
objetivos generales de Washington: primero, una 'guerra larga', al
estilo de la insurgencia, como Afganistán en la década de 1980, con
los yihadistas reemplazados por mercenarios y neonazis. En segundo
lugar, las sanciones instrumentalizadas para “debilitar” a Rusia,
militar y económicamente.
Otros objetivos
permanecen sin cambios, pero están subordinados a los dos
principales: asegurarse de que los demócratas sean reelegidos a
mitad de mandato (algo que no va a suceder); regar el complejo
industrial-militar con fondos que vuelven reciclados en forma de
sobornos (lo que ya está sucediendo); y mantener la hegemonía del
dólar estadounidense por todos los medios (complicado: el mundo
multipolar ya se
está conformando).
Un objetivo clave, que se
está alcanzando con asombrosa facilidad, es la destrucción de la
economía alemana y, en consecuencia, la de la UE, con gran parte de
las empresas supervivientes que acabarán siendo vendidas a los
intereses estadounidenses.
Tomemos, por ejemplo, al
miembro de la junta de BMW, Milan Nedeljkovic, quien dijo a Reuters:
"nuestra industria representa alrededor del 37 por ciento del
consumo de gas natural en Alemania", que se hundirá sin los
suministros de gas rusos.
El plan de Washington es
mantener la nueva 'guerra larga' en un nivel no demasiado
incandescente –piensa en Siria durante la década de 2010–,
alimentada por reatas de mercenarios y con escaladas periódicas de
la OTAN por parte de cualquiera, desde Polonia y los enanos bálticos
hasta Alemania.
La semana pasada, ese
lastimoso eurócrata que se hace pasar por Alto Representante de la
UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell,
delató el juego al adelantar la próxima reunión del Consejo de
Asuntos Exteriores de la UE.
Borrell admitió que “el
conflicto será largo” y “la prioridad de los Estados
miembros de la UE” en Ucrania “consiste en el suministro
de armamento pesado”.
Luego, el presidente
polaco, Andrzej Duda, se reunió con Zelensky en Kiev. La gran
cantidad de acuerdos que ambos firmaron indican que Varsovia tiene la
intención de beneficiarse generosamente de la guerra para mejorar su
influencia político-militar, económica y cultural en el oeste de
Ucrania. Los ciudadanos polacos podrán ser elegidos para los órganos
gubernamentales de Ucrania e incluso aspirar a convertirse en jueces
constitucionales.
En realidad, eso
significa que Kiev está prácticamente transfiriendo la gestión del
estado fallido de Ucrania a Polonia. Varsovia ni siquiera tendrá que
enviar tropas. Llámalo una anexión suave.
La apisonadora en
movimiento
Tal y como está, la
situación en el campo de batalla se puede examinar en este mapa.
Las comunicaciones interceptadas del mando ucraniano revelan su
objetivo de construir una defensa por capas desde Poltava a través
de Dnepropetrovsk, Zaporozhia, Krivoy Rog y Nikolaev, lo que resulta
ser un escudo para la ya fortificada Odessa. Nada de eso garantiza el
éxito contra el ataque ruso en marcha.
Es importante tener
siempre presente que la Operación Z comenzó el 24 de febrero con
alrededor de 150.000 combatientes, que definitivamente no son las
fuerzas de élite de Rusia, y que, sin embargo, liberaron Mariupol y
destruyeron el batallón de élite neonazi Azov en cuestión de solo
cincuenta días, limpiando una ciudad de 400.000 personas con mínimas
bajas.
Mientras luchan en una
guerra real sobre el terreno –no mediante esos bombardeos aéreos
indiscriminados de EEUU–, en un país enorme y contra un gran
ejército, enfrentando múltiples desafíos técnicos, financieros y
logísticos, los rusos también lograron liberar Kherson, Zaporizhia
y prácticamente toda el área de los 'bebés gemelos', las
repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.
El comandante de las
fuerzas terrestres de Rusia, general Aleksandr Dvornikov, ha
turbo-lanzado misiles, disparos de artillería y ataques aéreos a
un ritmo cinco veces más rápido que durante la primera fase de la
Operación Z, mientras que los ucranianos, en general, tienen poco o
muy poco combustible, municiones para artillería, especialistas
capacitados, drones y radares.
Lo que los generales
estadounidenses de sillón y televisión simplemente no pueden
comprender es que, en la visión rusa de esta guerra –que el
experto militar Andrei Martyanov define como una "operación
policial y militar combinadas"–, los dos objetivos principales
son la destrucción de todos los activos militares del enemigo y la
preservación de la vida de sus propios soldados.
Por ello, si bien perder
tanques no es un gran problema para Moscú, perder vidas sí lo es. Y
eso explica esos masivos bombardeos rusos; cada objetivo militar debe
ser destruido definitivamente. Los golpes de precisión son
cruciales.
Existe un acalorado
debate entre los expertos militares rusos sobre por qué el
Ministerio de Defensa no actúan en pos de una victoria estratégica
rápida. Podrían haber reducido Ucrania a escombros, al estilo
estadounidense, en poco tiempo. Eso no va a suceder. Los rusos
prefieren avanzar lento y seguro, en una especie de pauta de
apisonadora. Solo avanzan después de que los zapadores hayan
inspeccionado completamente el terreno; después de todo, hay minas
por todas partes.
El patrón general es
inconfundible, cualquiera que sea el aluvión de giros de la OTAN.
Las pérdidas ucranianas se están volviendo exponenciales: hasta
1.500 muertos o heridos cada día, todos los días. Si aún hay
50.000 ucranianos en los embolsamientos de Donbass, ya no estarán a
finales de junio.
Ucrania debe haber
perdido hasta 20.000 soldados, sólo en Mariupol y sus alrededores.
Esa es una masiva derrota militar, superando en gran medida a la de
Debaltsevo en 2015 y a la anterior de Ilovaisk en 2014. Las pérdidas
cerca de Izyum pueden ser incluso mayores que en Mariupol. Y ahora
vienen las derrotas en el rincón de Severodonetsk.
Estamos hablando aquí de
las mejores fuerzas ucranianas. Ni siquiera importa que solo el 70
por ciento de las armas occidentales enviadas por la OTAN lleguen al
campo de batalla: el principal problema es que los mejores soldados
se van... se van... se van y no serán reemplazados. Los neonazis de
Azov, la brigada 24, la brigada 36, varias brigadas de asalto aéreo:
todas sufrieron pérdidas de más del 60 por ciento o fueron
completamente demolidas.
Así que la cuestión
clave, como han destacado varios expertos militares rusos, no es
cuándo 'perderá' Kiev como punto de no retorno; es cuántos
soldados está dispuesto a perder Moscú para llegar a este punto.
Toda la defensa ucraniana
se basa en la artillería, así pues, las batallas clave que se
avecinan involucran artillería de largo alcance. Habrá problemas,
porque EE UU está a punto de entregar sistemas M270 MLRS con
munición guiada de precisión, capaces de alcanzar objetivos a una
distancia de hasta 70 kilómetros o más.
Rusia, sin embargo,
dispone de un contraataque: el Pequeño Complejo Operativo-Táctico
Hermes, que utiliza munición de alta precisión, posibilidad de guía
láser, un alcance de más de 100 kilómetros y pueden trabajar en
conjunto con los sistemas de defensa aérea Pantsir, ya producidos en
masa.
El barco que se hunde
Ucrania, en sus fronteras
actuales, ya es cosa del pasado. Georgy Muradov, representante
permanente de Crimea ante el presidente de Rusia y viceprimer
ministro del gobierno de Crimea, es tajante: “Pienso que Ucrania ya
no permanecerá en la forma en que estaba. Esa ya es la antigua
Ucrania”.
El Mar de Azov se ha
convertido ahora en un “mar de uso compartido” por parte de Rusia
y la República Popular de Donetsk (RPD), según ha confirmado
Muradov.
Mariupol será
restaurado. Rusia ha tenido mucha experiencia en esta tarea, tanto en
Grozny como en Crimea. El corredor terrestre Rusia-Crimea está en
marcha. En Mariupol, cuatro hospitales de cinco ya han reabierto y ha
vuelto el transporte público, así como tres gasolineras.
La pérdida inminente de
Severodonetsk y Lysichansk hará sonar serias alarmas en Washington y
Bruselas, porque eso representará el principio del fin del régimen
actual en Kiev. Y eso, a todos los efectos prácticos, y más allá
de toda la altisonante retórica de "Occidente está contigo",
significa que los pesos pesados del juego no se animarán exactamente
a apostar por un barco que se hunde.
En el frente de las
sanciones, Moscú sabe exactamente qué esperar, como detalló el
Ministro de Desarrollo Económico, Maxim Reshetnikov: “Rusia parte
de que las sanciones en su contra tienen un objetivo a muy largo
plazo, y del hecho de que el giro hacia Asia, la acelerada
reorientación hacia los mercados del este, hacia los mercados
asiáticos, es un giro estratégico para Rusia. Haremos todo lo
posible para integrarnos en las cadenas de valor precisamente junto a
los países asiáticos, junto a los países árabes, junto a América
del Sur”.
En cuanto a los esfuerzos
para "intimidar a Rusia", sería prudente que los jugadores
escucharan el sonido hipersónico de los 50 misiles de última
generación Sarmat, listos para el combate este otoño, como explicó
el jefe de Roscosmos, Dmitry Rogozin.
Las reuniones de esta
semana en Davos sacan a la luz otra alineación que se está formando
en la batalla mundial unipolar versus multipolar. Rusia, los 'bebés
gemelos', Chechenia y aliados como Bielorrusia ahora se enfrentan a
los 'líderes de Davos', en otras palabras, la élite occidental
combinada, con algunas excepciones como el primer ministro de
Hungría, Viktor Orban.
Zelensky estará bien.
Está protegido por fuerzas especiales británicas y estadounidenses.
Según informes, su familia vive en una mansión de 8 millones de
dólares en Israel. Es dueño de una villa de 34 millones de dólares
en Miami Beach y otra en Toscana. Los ucranianos comunes fueron
engañados, robados y, en muchos casos, asesinados por la pandilla de
Kiev que él preside: oligarcas, fanáticos del servicio de seguridad
(SBU), neonazis. Y los ucranianos que queden (10 millones ya han
huido) seguirán siendo tratados como prescindibles.
Mientras tanto, el
presidente ruso, Vladimir “el nuevo Hitler” Putin, no tiene
ninguna prisa por poner fin a este drama más grande que la vida, que
está arruinando y pudriendo hasta la médula el ya de por sí
decadente occidente. ¿Por qué debería? Lo intentó todo, desde
2007, en el frente del "por qué no podemos llevarnos bien".
Putin fue totalmente rechazado. Así que, ahora es momento de
sentarse, relajarse y observar la Decadencia de Occidente.
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