Mesrine, «El Grande» –así lo apodaban los miembros de la brigada especial de la policía que lo ejecutaron en las calles de París– fue un hombre que dio el salto cualitativo de vivir fuera de la ley a vivir contra la ley: una expedición sin retorno durante la cual no olvidó ni la suerte que corren los presos, ni el juramento de venganza que había lanzado a sus enemigos.
Fragmentos del libro "Instinto de muerte", de Jacques Mesrine, la autobiografía del enemigo público número uno, editado por pepitas de calabaza.
"Había adquirido la costumbre de mirar a mi alrededor, de fijarme en todos los que se cruzaban conmigo en la calle, en el metro, en el pequeño restaurante donde comía al mediodía. ¿Qué era lo que veía? Caras tristes, miradas cansadas, individuos agotados por un trabajo mal pagado, pero constreñidos a hacerlo para sobrevivir y que no podían permitirse más que el estricto mínimo. Seres condenados a la mediocridad perpetua. Seres que se asemejaban entre sí por la vestimenta y los problemas financieros de fin de mes. Seres incapaces de satisfacer sus menores deseos, condenados a ser eternos soñadores ante los escaparates de las tiendas de lujo y de las agencias de viajes. Estómagos acostumbrados al menú del día y al vaso de tinto corriente. Seres que conocen su porvenir, porque no tienen. Autómatas explotados y controlados, más respetuosos de las leyes por miedo que por integridad moral. Seres sometidos, vencidos, esclavos del despertador. Yo formaba parte de esa mayoría por obligación, pero me sentía ajeno a ella. No la aceptaba. No quería que mi vida estuviera reglamentada de antemano o decidida por otros. Si a las seis de la mañana tenía ganas de hacer el amor, quería tomarme el tiempo de hacerlo sin tener que mirar al reloj. Quería vivir sin horario fijo, pues estaba convencido de que la primera coacción del hombre comenzó en el instante en que se puso a calcular el tiempo. En mi cerebro resonaban las frases habituales de la existencia de todos los días. No tengo tiempo de Llegar a tiempo Ganar tiempo Perder el tiempo Yo quería «tener tiempo para vivir» y el único medio de poder hacerlo era no ser su esclavo. Sabía que era una teoría irracional, inservible para fundar una sociedad. Pero ¿qué sociedad era aquella, con sus bonitos principios y sus leyes?"
"Si bien he robado, nunca he despojado a los pobres. La mayoría de mis atracos han sido dirigidos contra bancos y empresas importantes. Nunca he utilizado la violencia contra un cajero ni contra alguien que transportara dinero. Estoy convencido de haber trabajado siempre con limpieza. No he violado a nadie, ni agredido a ancianos, ni explotado a una mujer. Si he abrazado la aventura, es porque amaba el peligro. Si muchos hombres perdieron la vida a causa de mis balas era porque no quedaba otra opción: o ellos o yo. Se arriesgaron tanto como yo al aceptar el cara a cara".
"Sabrina volvió de Montreal en el momento en que yo me ponía a escribir un libro sobre mi vida sin rehuir las graves consecuencias que el texto podía depararme a la hora del juicio. Pero había alcanzado el «punto cero», y como ya no tenía nada que perder, me decidí a lanzar «mi verdad» a la cara de la sociedad que muy pronto se encargaría de juzgarme. Aquella verdad, sin embargo, podría ser interpretada como un desafío. Un asesino describiendo sus crímenes indignaría quizá a los honrados ciudadanos. Las últimas páginas del libro amenazaban con convertirse en los primeros peldaños de la guillotina. Pero no tenía la menor importancia. Una celda no es más que una tumba a la que de vez en cuando se le levanta la losa que la cubre para comprobar si el enterrado vivo sigue todavía allí".
Breve biografía de Jacques Mesrine.
Nace el 28 de diciembre 1936 en una familia de clase media. Pasa su infancia en el Par’s de la guerra. Le expulsan de dos escuelas por su agresividad. Deja de estudiar. Se casa joven con una joven martiniqueña, pero pronto se pelean y se separan. Se va a Argelia y es entrenado por la OAS. Se casa otra vez en 1961 con Soledad, española a la que conoció en la Costa Brava.
Su género de vida dedicada ya al crimen, le hacen huir del hogar. Trafica con armas, roba bancos, se enamora de una prostituta, Jeanne Schneider y se van a Canadá. Secuestran a un anciano, piden rescate, pero les sale mal. Huyen y en un Motel donde se alojan aparece estrangulada la dueña. Le detiene la policía y le condenan a 15 años de cárcel. Se fuga.
Sus fugas serán desde entonces espectaculares. Es un genio del disfraz. Con un cómplice se esconden en un bosque y matan a los dos viejos guardabosques que les intentan detener. A la semana están robando un banco y a los tres días lo roban de nuevo. Es su modus operandi, los "robos en cadena". La OAS le ayuda a conseguir pasaportes falsos para Venezuela. La Interpol le localiza y consigue huir a Francia. En París, en dos semanas comete doce delitos. Alquila varios pisos francos, donde almacena un arsenal de armas. La policía da con él y huye hiriendo de un disparo a un guardia. Las entrevistas que concede a periodistas le hacen famoso.
Se le llama "El enemigo público número 1", cosa que le encanta. Por fin le detiene la policía y confiesa haber matado a 39 personas, lo que es una invención, pero los titulares de la Prensa son suyos. Encerrado en La Santé de París, prisión de máxima seguridad, escribe su autobiografía que es una novela de aventuras. En el juicio se presenta como un gran actor y el público le aplaude.
La autobiografía es sacada clandestinamente de la cárcel y se publica con el título de "L´instinct de Mort" (El instinto asesino). Con más osadía que nunca, consigue lo que nadie ha hecho, escapar de La Santé con dos compañeros, uno de lo cuales muere de un disparo de la policía. Mesrine logra escapar.
La Policía crea una "Brigada especial" para capturarle por orden del propio Presidente Giscard. Poco después asesina a un periodista, Jacques Tillier, por haberle traicionado. Se refugia en Montmartre y se viste de anciano con pelucas diversas, pero a través de su cómplice, la Policía descubre su escondrijo y lo rodea. Cuando sale en un BMW le cortan el paso dos camionetas con toldo que van cargadas de tiradores de la policía. Era una encerrona y el final de Jacques Mesrine. Sin avisar, levantan los toldos y le cosen el coche a balazos. Muere en el acto, pero un policía se acerca y le dispara un tiro de gracia en la cabeza por si acaso. Fue una ejecución sin juicio previo. Fue enterrado en el cementerio de Clichy en la tumba de sus padres.