Cada vez son más los militares estadounidenses de alta graduación que denuncian la política imperialista y las guerras emprendidas por su propio país. Mediante artículos, libros, entrevistas y comparecencias, tanto en los medios corporativos como en las llamadas redes sociales, estos oficiales exponen, con mayor o menor contundencia, las atrocidades perpetradas por la globalizada maquinaria militar de su país.
No dudo de la honesta y sincera intención de algunos de estos oficiales, sucesores del famoso general Smedley Butler. Sin embargo, entre los integrantes de este peculiar colectivo de militares whistle-blowers, ("disidentes" tardíos, en su mayoría lujosamente jubilados) abundan los oportunistas con mucho tiempo (ahora sí) libre y un muy capitalista y american deseo de hacer caja.
Estos súbitamente concienciados oficiales, que ocuparon altos cargos en las poderosas fuerzas armadas de su país, suelen prologar indefectiblemente sus denuncias con un extenso y patriótico currículo "al servicio de la nación". Eso sí, ninguno confiesa su propia culpabilidad, su directa participación en lo crímenes que ahora denuncian. Una vez blindados por el historial de tan abnegada aportación y entrega a la siempre amada patria, a salvo de cualquier duda o acusación posible de traición a la misma, pasan a relatar las atrocidades perpetradas por su gobierno y el stablishment a los que, como prueban sus historiales profesionales, tan fiel y voluntariosamente sirvieron.
No está nada mal ¿eh?: una buena pensión asegurada, la admiración de todas las partes, best sellers, fama y respeto, todo en un mismo lucrativo paquete. Sin embargo, uno no puede dejar de preguntarse ¿en qué pensaban estos repentinos defensores del bien y la verdad cuando eran obedientes partícipes y ejecutores del horror que ahora denuncian? ¿Qué hicieron para atajarlo? ¿Dónde situaron entonces el límite (que lo tiene) de la “obediencia debida”? ¿Pensaban tal vez en el ascenso, en los honores, en la puerta giratoria... en la pensión?
Llama la atención, al menos a mí, que muchos de estos militares denunciantes (insisto, muchos, no todos) empleen como tribuna canales mediáticos afines o propiedad del stablishment al que denuncian, y que invariablemente aparezca publicitado en pantalla el "último libro" a la venta escrito (supuestamente) por el contestatario oficial entrevistado.
Cosas del calculador capitalismo. Supongo, mal pensado de mí, que el daño infligido a la imagen del acusado, queda ampliamente compensado por los dividendos monetarios que el acusador genera. Tal vez ello sea debido a que acusado y acusador son el mismo. Verdugo que cobra doblemente, primero por matar al reo y luego por disculparse con su familia mientras se lava las manos en la pantalla... y en su cuenta corriente. O, lo que es aún peor, que la desinhibida exposición de tanto horror no sea sino otra sutil, prepotente y lucrativa forma del generalizado terrorismo mediático.
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La esquizofrenia es la enfermedad mental que produce el capitalismo, su modo de producción, que dijo Deleuze. Otra muestra más. Salud y análisis!
ResponderEliminarBien traído, Conrado. Yo, sin embargo, pienso que la enfermedad es el capitalismo mismo y que la esquizofrenia es su síntoma. Aunque es muy posible que esté equivocado.
EliminarSalud!
Efectivamente. La locura como síntoma. La guerra es otro.
EliminarEl más extremo y virulento.
Eliminar«Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica».
ResponderEliminar*
«Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo».
«Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad».
(Bertolt Brecht)
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Creo que es cierto. En un alto porcentaje no son más que efectos oratorios, golpes de efecto.
ResponderEliminarChiloé
Estoy de acuerdo con el texto pero la cuestión es peor de lo que parece. Porque, a pesar de ser todos fascistas, unos son imperialistas, los nazis, y los otros son nacionalistas, los patriotas. Y ahora andan a tortas pero exhibiendo descaradamente impunidad y connivencia por ambas partes. Porque al final, todos son lo mismo.
ResponderEliminarSalud!