08 diciembre, 2025

A 47 AÑOS, EL RÉGIMEN DEL 78 SIGUE CELEBRÁNDOSE A SÍ MISMO — Andrés Piqueras

 


El blog de Andrés Piqueras – 07/12/2025


El Reino de España es una anomalía histórica. Es el único Estado europeo, junto con Portugal, en el que el fascismo no fue derrotado (gracias a la colaboración de casi todo el resto de Europa), y que por tanto no ha ajustado cuentas con su pasado dictatorial. Es por eso que el partido que heredó ese monopolio político, el PP (previo paso como AP), se niega sistemáticamente a condenar el terrorismo de Estado que supuso el franquismo. Por eso el Estado español se sigue riendo de todas las indicaciones de la ONU para ejercer la memoria histórica y la compensación de las víctimas de esa dictadura y mantiene más de 100.000 desaparecidos en las cunetas y fosas de su suelo. Por eso ni las principales familias franquistas ni la Iglesia que apoyó la dictadura han devuelto tampoco jamás las propiedades que robaron a la población republicana. Es un país-Estado que abortó cualquier proceso de reforma agraria y tiene por eso mismo decenas de miles de personas mendigando asignaciones institucionales para vivir.


"España" ha sido una anomalía anacrónica aislada del mundo, que tuvo que engancharse en condiciones de sumisión a la Europa que estaba gestando el Gran Capital en los años 80. Se vio forzada, así, a desindustrializarse y convertirse en un país de servicios turísticos: el parque temático de Europa. Eso explica por qué nuestra economía tiene unas bases tan endebles y ante cualquier crisis cíclica capitalista siempre sale la peor parada: estamos en el pódium de los ganadores en tasas de desempleo, desigualdad social, pobreza infantil, fracaso escolar… Pero por eso también crecemos más cuando la fiesta del capital ficticio-especulativo está en auge, es decir, cuando proliferan las "burbujas" financieras como pompas de jabón. Vivienda por las nubes, turismo desenfrenado escaparate de una economía de arenas movedizas y pies de barro. Una especulación por doquier que hace de la corrupción estructura.


No parece muy extraño que en un país como éste los miembros de las más importantes instancias judiciales estén puestos por los partidos dominantes de la oligarquía (los mismos que constituyeron el Bipartido del Régimen, para turnarse sine die en el Gobierno). Y que por tanto el poder judicial en su conjunto se transforme tan a menudo en un ariete de combate contra las luchas sociales, en defensa de aquella misma oligarquía, como demuestra continuamente.


La propia jefatura de Estado, la monarquía, también es parte de esa anomalía. No olvidemos que en este país-Estado coexisten dos reyes, pues el más viejo exigió no perder esa condición al abdicar y así no tener que responder ante la ley.


Frente a la luz cegadora ciertos cuerpos se hacen más traslúcidos. Los partidos y sindicatos institucionales (PPSOE-CCOUGT-PCE), que vienen sosteniendo el Régimen postfranquista desde los años 70, dejan claro que su función consiste en seguir sosteniéndolo a toda costa. Las fuerzas "emergentes" creadas para desviar la protesta social y lo instituyente hacia lo institucional, también, pero de otra forma: con pretendidas reformas (cada vez de menor alcance y más difíciles de llevar a cabo, dada la degeneración del capitalismo) que eviten la verdadera transformación de clase. Su ambigüedad calculada, sus juegos de "significantes vacíos" y su hablar sin decir nada, pueden funcionar en tiempos de normalidad social para pescar en todos los charcos. Pero en las encrucijadas históricas, cuando no se puede evitar el posicionarse, terminan decantándose por lo constituido, descartando sumarse a lo destituyente, como han demostrado cada vez que se les confronta con la UE, la OTAN y, en conjunto, el orden del capital. Por eso van quedando en la mayor liviandad política e irrelevancia social, porque en el fondo no tienen nada que proponer.


Por su parte, las familias franquistas más poderosas fueron grandes clanes empresariales y financieros que acumularon fortunas durante la dictadura y que, en muchos casos, son las que siguen teniendo capacidad decisoria en la actualidad. Entre ellas destacan los March, Koplowitz, Entrecanales, Oriol, Abelló, y Botín, además de figuras como Amancio Ortega, cuya riqueza se consolidó en el marco de las estructuras económicas heredadas del franquismo.


Como describe y analiza Fonsi Loaiza, en "Oligarcas. Los dueños de España, las mismas cien familias franquistas siguen siendo las más ricas de España", estas élites lograron mantener y multiplicar sus fortunas gracias a la transición pactada y a la monarquía, que no cuestionó sus privilegios. Su influencia se extiende hoy en sectores clave como banca, energía, construcción, telecomunicaciones y moda.


🏛️Algunas de las principales familias franquistas y su poder actual



La continuidad de estas élites explica la concentración de riqueza y poder sin precedente, con fuerte capacidad de influencia sobre gobiernos y políticas públicas. Auténticas dinastías económicas nacidas o fortalecidas en el franquismo que siguen mandando en "democracia".


Estas familias representan una oligarquía heredada del franquismo, con influencia política y mediática. Y a la que encima hay que compensar cuando causa terremotos, como al presidente de la parte blanca del "bipartidismo futbolístico" (Florentino Pérez) y su empresa Castor, que recibió unos 1.350 millones de euros por la paralización del almacén de gas responsable de aquellos percances, cuya cantidad repercute en la factura del gas que venimos pagando todos.


Poco pueden extrañar, entonces, los chanchullos que se hacen para trasvasar riqueza pública a ese gran capital privado, jugando o especulando literalmente con la salud de la población. Sólo en Madrid, desde que Ayuso gobierna, las arcas públicas han transferido más de 2.300 millones de euros adicionales a hospitales gestionados por los grupos Quirón y Ribera Salud (este último detentado por el fondo francés Vivalto Santé). Tampoco puede sorprender el descuartizamiento de la universidad pública y la multiplicación de las privadas, como sucede con el resto de la riqueza colectiva. Lo que pudiera ser más llamativo es cómo todo ello se realiza sin un verdadero seísmo social, sin que las otrora organizaciones políticas que cuestionaban el capitalismo no sólo no movilicen incesantemente contra ello, sino que formen parte de gobiernos del Régimen que lo llevan a cabo.


¿Pero entonces "democracia" es que se desahucien 80 familias al día, que el jefe de Estado sea hereditario por sangre, que haya trabajos precarios y precios de los bienes básicos que no permitan llegar a fin de mes, que pasen generaciones de jóvenes imposibilitadas de emanciparse, que maten mujeres por dejar en manos de empresas su revisiones mamográficas, que cuiden de nuestros bosques también empresas que si no hay incendios no ganan (tanto) dinero, que se derive a la guerra cada vez más parte de lo que debería sustentar el "bienestar" social, que no se pueda decidir sobre política fiscal ni monetaria ni sobre el margen de intereses porque viene impuesto desde Bruselas, que la pobreza infantil sea la más alta de la UE, que…?


Claro, si eso es "democracia", y que cada vez los ricos sean más ricos (la riqueza de los multimillonarios españoles aumentó 21,5% en 2025, hasta 213.100 millones de dólares -182.602 millones de euros-: el 10% más rico posee alrededor del 53,8% de la riqueza total, el 1% más rico concentra en torno al 22,4%, y el 0,1% más rico supera el 10% del patrimonio estatal), mientras más parte de la población se empobrezca, entonces podemos entender por qué las elites del Régimen y sus servidores políticos, celebraban los 47 años de la Constitución surgida de la dictadura. Una de las pocas que promueve expresamente la "libre empresa", es decir el capitalismo, y que como todas sólo posibilita sancionar las violaciones de los artículos que protegen a lo privado capitalista, pero que no ofrece ningún dispositivo para castigar cuando no se cumplen los artículos sociales (o derechos de la ciudadanía), aunque incluso se sepa qué empresa es la que te está tirando de tu casa, por ejemplo.


Y es que, esa Constitución es ante todo un instrumento de neutralización de la soberanía popular. Por eso la celebran.



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