Rafael Ordóñez
El 25 de mayo de 1938 tres aviones de la
Luftwaffe, las fuerzas aéreas alemanas, penetraron en territorio bajo control
de la República y lanzaron un ataque sobre cuatro localidades del interior de
Castellón, relativamente cercanas al frente, pero sin valor estratégico:
Albocàsser, Benassal, Ares y Vilar de Canes. Los aviones maniobraban de manera
que nadie había visto antes. Bajaban en picado sobre las viviendas y descargan
grandes bombas. Murieron 38 vecinos.
El país está en guerra, pero nadie entiende la
razón por la que las cuatro localidades son bombardeadas con tanta crudeza. Los
paisanos entierran a sus muertos, termina la guerra y las preguntas sin
respuesta quedan abandonadas. Óscar Vives, físico teórico de la
Universidad de Valencia perdió en el ataque en Benassal a tres antepasados.
Cuando se enteró de la historia no daba crédito. Con solo tres bombas había
desaparecido medio pueblo. La curiosidad de Vives le conduce hasta un archivo
en Friburgo, Alemania, donde la documentación del ejército alemán muestra toda
la verdad. Su búsqueda ha quedado reflejada en el documental Experimento Stuka, presentado ayer
en Festival Internacional DocsValència.
Casi ochenta años después de los bombardeos, Vives
descubre por qué bombardearon los pueblos castellonenses. La Legión Cóndor,
asentada en la localidad tarraconense de La Sènia, había recibido los primeros
modelos del avión Junker 87A. Eran los primeros Stukas de los alemanes y los
bombardeos fueron un ejercicio que los soldados de Hitler llevaron a cabo con
los pueblos del territorio Republicano sin consultar a nadie. Era un
experimento.
El documental de Pepe Andreu y Rafa Molés
profundiza los primeros descubrimientos de Vives. Su principal hallazgo es el
archivo militar al que accede en Friburgo y en el que se detalla con más de 66
fotografías los bombardeos del 25 de mayo. Documenta la destrucción de las
bombas de 500 kilos que por primera vez se lanzaban sobre la población civil
desde los Stukas.
Al hecho de descubrir por qué se había producido
el ataque en las localidades el documental confirma que éste se hace a espaldas
del Ejército Nacional. De hecho se documenta que existe una petición expresa de
Franco, de abril de 1938, a la aviación alemana para que no se bombardee a la población
civil y núcleos urbano. “En el momento de la guerra en el que se produce el
ataque Franco ya se ve con la guerra ganada y no quiere encontrarse con ataques
que como Guernica que tuvieran un coste en la opinión pública internacional”,
explica Rafael Molés, periodista y codirector del documental.
“Pero a la Legión Cóndor le acababa de llegar el
avión hacía un mes y medio. Tres modelos de Stuka que llegan desmontados para
ser probados por lo que desoyen la orden y por su cuenta usan el avión con una
bomba que es el doble de grande, 500 kilos, de lo que habitualmente carga y lo
documentan”, explica Molés. Ya habían estudiado la precisión de estos aviones
en puentes y cruces de carretera, pero necesitaban probarlo en poblaciones.
Los diarios de Wolfram von Richthofen, sobrino del
Barón Rojo y Jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor durante la Guerra Civil
detalla la estrategia. “Querían realizar ataques de experimentación
relativamente cerca del frente en objetivos donde no se ponga en riesgo el
material a probar. Lugares a los que era previsible que los nacionales fuesen a
llegar pronto para poder después analizar los daños antes de que se hubiese
empezado la reconstrucción”, explica Molés. “Es el encargo que tiene
Richthofen”, concluye.
Un nazi se fotografía en uno de los lugares de impacto de una bomba. |
Durante los cerca de 80 años que ha permanecido la
explicación oculta y nadie se explicaba por qué bombardearon a las iglesias.
Necesitaban saber el impacto de las bombas en edificios grandes. Y el insólito
daño se debía a los 500 kilos de explosivo que llevaban las bombas. El doble del
tamaño que podían portar los Stukas. De ahí la cercanía a su base aérea en
Tarragona, volaban con la mitad de combustible.
El documental recoge testimonios de testigos que
sobrevivieron a los bombardeos. Eran niños cuando la guerra se presentó en sus
vidas. Todos destacan que cuando vieron los aviones nadie corrió, nadie se
refugió; se quedaron contemplando a los aviones y sus maniobras. “Las bombas
eran como un señor vestido de negro”, cuenta un ya anciano Ángel Beltrán, quien
cuando era niño se quedó mirando los aviones.
Esos mismos niños que vieron caer la guerra desde
tres aviones recuerdan de mayores cómo, ya con sus pueblos tomados por las
fuerzas de Franco, se presentaron unos alemanes uniformados y se tomaron fotos
dentro de los boquetes que habían dejado las bombas.
El experimento fue un éxito, a lo largo de la
Segunda Guerra Mundial se construyeron más de 5.000 unidades para la Luftwaffe.
La fuerza aérea alemana tomó buena nota de su experimento en Castellón, se
hicieron varios modelos desde los Stukas usados en España. Entre otras
innovaciones aumentaron la potencia del motor para que pudieran llevar bombas
de 500 kilos como las que quitaron la vida a 38 personas el 26 de mayo de 1938.
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