LAPUPILA INSOMNE – 09/04/2022
El texto que publicamos a continuación es una transcripción del discurso realizado por Gustavo Borges Revilla, director de esta tribuna, invitado por la Unión de Periodistas de Cuba al Coloquio Internacional «Patria» celebrado en la ciudad de La Habana, Cuba, los días 14 y 15 de marzo de 2022, coauspiciado por la Casa de las Américas y Resumen Latinoamericano.
Quisiera iniciar mi intervención saliéndome un tanto del foco que nos convoca a este encuentro, porque la radiografía de los retos que tenemos por delante en el ámbito informativo y de la comunicación, se hizo con bastante precisión en las intervenciones que me antecedieron. Por ello, por el valor que doy al análisis que hicieron mis colegas, me voy a permitir no redundar, por el contrario, intentaré sumergirme en algunas profundidades de lo que creo es el problema de fondo.
Podemos convenir que estamos ante un escenario global tremendamente complicado, algunos analistas insisten en marcarlo como el tiempo más peligroso desde la crisis de los misiles en 1962. Y cualquier discusión que nos propongamos para encarar cualquiera de nuestros problemas está determinada inevitablemente por un presente que me permitiré repasar ahora, de forma superficial, por razones de tiempo.
El ritmo de los acontecimientos y la escalada de las tensiones entre potencias con poder de destrucción nuclear es cada vez más alarmante. La dependencia de Estados Unidos hacia su propia lógica militarista ya es irremediable, y Europa sigue demostrando que no tiene intenciones de marcar un límite a su abusivo hermano mayor. La peligrosa burbuja económica creada por la Reserva Federal de Estados Unidos, con la impresión a mansalva de millones y millones de dólares, no para de crecer y anuncia una crisis mayor a la de 2008. La manipulación descarada de la realidad por parte de las grandes empresas de la comunicación está en su pico de cinismo más alto.
En la supuesta era de la democracia informativa, las mentiras más escandalosas se diseminan como verdad incuestionada entre una comunidad global de consumidores dramáticamente ignorantes. Los gigantes tecnológicos de la información, la denominada Big Tech, vitrinas del «mundo libre», ya se erigen abiertamente como censores globales, dueños de la verdad y del pensamiento único. La política de sanciones, bloqueo, embargo, saqueo, asfixia y chantaje se ha salido de todo control imaginable. En fin, no es difícil concluir que el orden internacional que conocimos ya es parte de la historia.
Mientras tanto, los pequeños países del Sur Global, por separado, libramos nuestras propias luchas existenciales, en algunos casos con el único propósito de mantenernos con vida. Y es ante este escenario de dificultades que somos arrastrados por los análisis inmediatistas de la realidad, reflexionando solo a partir de pequeños fragmentos de ella e ignorando la complejidad total del problema.
Lo expresado a partir del último episodio de censura en las redes sociales contra todo lo que esté relacionado de una forma u otra a Rusia, a su gentilicio y hasta a su cultura, es quizás la evidencia más cercana y más escandalosa que tenemos a mano para describir el problema de fondo. Porque no se trata solo de una censura limitada a las redes sociales, sino de una violenta ofensiva contra toda forma de pensamiento que se atreva a contrastar alguna opinión distinta a la cartelizada por Estados Unidos y Europa, en cualquier ámbito de la vida. Todo ha sido arrasado en nombre de la legalidad y de la protección de los supuestos consensos morales y éticos del «mundo libre». No hay derecho, ahora mismo, ni siquiera a presentar un análisis matizado o construido a partir de nuestros propios criterios y de nuestros propios estudios de lo que está pasando en el mundo.
Han borrado del mapa valiosos proyectos de comunicación alternativos sin ningún pudor alegando razones propias del pensamiento supremacista. La llamada cultura de la cancelación es promovida y aceptada tanto en la banalidad habitual de las redes sociales como en las más prestigiosas universidades con sus académicos. Elementos de valor histórico de la multiculturalidad rusa han sido condenados y estigmatizados con argumentos infantiles propios de la mentalidad más mediocre que el mundo ha visto. Música, arte, escultura, estudios, libros y hasta el idioma ha sido prohibido. Se ha estigmatizado absolutamente todo lo que no encaja en el relato de Estados Unidos y Europa, al punto de prefigurar un nuevo apartheid. Y es justo aquí donde quería llegar con el análisis, porque si lo pensamos bien, concluiremos que este fenómeno es básicamente el fin de lo que se nos dijo que eran los valores occidentales.
Está claro en este punto que ya no estamos hablando exclusivamente de los asuntos de la información y de la comunicación, sino de algo mucho más profundo y más amplio. Estamos hablando, repito, del descalabro de los llamados valores occidentales, pretendidamente globales, fundados en las ideas que inspiraron profundos cambios culturales y sociales en la época de la Ilustración y que hicieron posible una nueva idea del mundo que es la que nosotros y generaciones anteriores a nosotros conocimos. La libertad, la fraternidad, la igualdad, la supuesta confianza absoluta en el razonamiento humano, el combate a la ignorancia, las odas al conocimiento, la razón y al criterio propio. Todo este grupo de ideas que prefiguraron al mundo como lo conocemos, básicamente están en un colapso probablemente terminal.
Es decir, lo que creo que tenemos ante nuestros ojos en este lado del mundo es un descalabro de lo que se nos dijo que era la «civilización». Y a partir de aquí, ahora lo que queda es el esqueleto desnudo de la bestia, arrasando con todo lo que no coincida con su nueva dictadura de criterios, de pensamiento uniformado y de pretendidos consensos éticos que ya no significan nada para nadie.
Este último conflicto de alta intensidad en Ucrania nos está dando la oportunidad de ir al fondo del análisis. Y la comprensión de esto debería ser materia obligada para todos los pueblos y países víctimas de las mismas provocaciones. El asedio criminal ocultado durante ocho años consecutivos a los pueblos del Dombás en el este de Ucrania, pueblos de profundos vínculos con la cultura rusa, obtuvo una respuesta obligada. La Federación Rusa, movida por circunstancias históricas y de seguridad, decidió proteger a esta población de más de 2 millones de personas, cuyas súplicas de ayuda llegaron como consecuencia de una larga lista de humillaciones ignoradas a conciencia por el resto del mundo. Y por eso me permito hablar de la crisis de los valores de la Ilustración, porque justamente son Europa y Estados Unidos quienes le están negando a los pueblos del Dombás su derecho a la autodeterminación, su derecho al razonamiento propio, a la búsqueda de sus raíces, a la valoración de su cultura y a la vida, finalmente.
Entonces, cuando las familias del Dombás deciden ejercer su derecho a la autodeterminación y buscan protegerse de un paraestado claramente gobernado por elementos de ideología nazi, ese reconocimiento a la legítima búsqueda de la libertad y a la protección de la vida simplemente no existe para Estados Unidos y Europa. Y los grandes medios, respondiendo a la misma lógica criminal y a los mismos intereses económicos, silencian todas las voces contrarias a su relato abarcante, ocultan la cruda verdad y a las más de 14 mil víctimas de ese conflicto iniciado en el año 2014, producto de un golpe de Estado también de lógica criminal.
Se nos muestra entonces, una vez más, la realidad falseada, manipulada, alterada. Se nos pretende sensibilizar a partir de imágenes trucadas, de noticias falsas, de grandes eventos culturales e intelectuales a favor de los victimarios. Es la industria de la guerra, en todos sus niveles, tratando de imponerse. Pero paradójicamente, eso que Estados Unidos y Europa intentan mostrar como fuerza ejerciendo la brutalidad y la censura, no son más que signos de su propia debilidad, porque si realmente estuvieran en un momento de fuerza inobjetable, de hegemonía total, no habrían tenido que apelar a la destrucción de sus propios valores fundacionales. En cambio, lo estarían haciendo, como siempre, por la vía menos costosa, la de la seducción, la persuasión, el chantaje y el acoso, pero no es así, hoy lo están haciendo con absoluta brutalidad.
En definitiva, nos encontramos en un momento clave de la historia humana, que a los ojos de algunos desprevenidos pudiera parecer una afirmación tremendista o exagerada, pero la velocidad de los acontecimientos en el mundo se está encargando de demostrarlo una y otra vez, aunque las grandes mayorías decidan ignorarlo. Por esta razón, compañeros y compañeras, creo que vale la pena insistir siempre en ir al fondo del problema, porque frente a un momento de crisis global ninguna acción local o aislada tendrá un efecto significativo ni resolverá las consecuencias que pueden venirse sobre nosotros de no encontrar alternativas creíbles y realizables frente al descalabro del sistema capitalista.
Me permito decir también que es en nuestros países del Sur Global donde florecerán las respuestas a la crisis civilizatoria. Porque es a nosotros a quienes nos preocupa la preservación de la vida en todas sus formas, el equilibrio de las relaciones entre culturas diversas y la valentía de la verdad frente a la gran máquina de mentiras y manipulaciones.
El marco de ideas que configuró este mundo y este sistema de profundas aberraciones está colapsando, y con ello el futuro de las élites que lo sostienen. Resulta evidente entonces que solo un marco de ideas nuevas, pensadas por nosotros, los ninguneados del mundo, podría prefigurar otra forma de vida, otra forma de relacionarnos y de entendernos sin la cultura de la guerra. Una alternativa es posible solo si decidimos pensarla a partir de la conciencia del presente y no por la sola necesidad de resistir. Por esa razón estamos aquí hoy en La Habana, convocados por la audacia de Fidel y de Chávez, cuando nos propusieron pensar globalmente y no aislados en nuestras pequeñas realidades. Solo juntos es posible parar la tragedia y la mentira.
Muchas gracias.
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Lo que es inadmisible, Loam. Decir que Rusia inició una supuesta invasión, cuando fueron los lacayos de la OTAN, quienes empezaron una invasión una semana antes, como preludio a un genocidio, en el Donbass, previsto para unos días después a la intervención salvadora de Rusia.
ResponderEliminarNo hay mejor prueba de la anterior invasión ukro-nazi, que las fechas de evacuación del personal de las embajadas de los Paises occidentales, muy anteriores a las fechas de la supuesta invasión rusa.
Otra prueba concluyente camarada Loam, es que a pesar del conocido potencial de la propaganda Otánica, su funcionamiento, sin fisuras, al unísono, acompañada de medidas, como el robo del oro y divisas rusas, ataque al rublo, provocaciones, insultos y amenazas, que hasta llegaron a lo nunca visto, como traspasaron el ámbito de armas atómicas. Demuestran sin duda alguna, una previa preparación, que no dejaba cabo suelto alguno, por no faltar, ni faltaron las quintacolumnas trotskistas, liberticidas, progres y sectas ultras. Con sus invenciones de guerras interimperialistas. Invenciones ya zanjadas en la controversia entre Marx y Lenin contra Rosa de Luxemburgo y otros, cuando los primeros conminaban apoyar los movimientos de independencia polaco, aunque de claro cariz burgués, contra el mucho más reaccionario imperio zarista. Los comunistas siempre nos decantamos, nunca permanecemos en la ambiguedad, siempre hay una opción mejor, y el marxismo nos enseño a protagonizar la historia, y abandonar la actitud contemplativa. Nada más anti-marxista y pequeño burgués, que los movimientos "ni-ni" que tanto daño ha hecho a la humanidad, con su equidistancia de comparar a victimas con criminales agresores. El capitalismo está moribundo, mientras los capitalistas cierran filas, para salvar a unos Estados Unidos, otra vez arruinados, como en el 2008 con la estafa bancaria Ponzi, sacrificando el sistema bancario de media Europa, ahora necesitan sacrificar a toda Europa. Pero como con el fascismo o los nazis, los capitalistas siempre se decantan por Estados Unidos, porque saben de su importancia para salvar el capitalismo. De esa simbiosis entre capitalismo e imperialismo anglo-sionista, su usura y su prepotencia supremacista de pueblo elegido, ya fue Marx, el primero en acusar, hace bien tiempo. Rubrica todo lo acontecido de una autoría, que negada o atribuirla a Rusia, es llamarnos gilipollas en nuestra propia cara. Como decir fíate de lo que nosotros te contamos, y no, de lo ven tus propios ojos. Saludos y comunismo.
A ver, si poseen los medios poseen la realidad.
ResponderEliminarPero la realidad es que lo que sucede en el capitalismo ya es tan evidente que nadie hace nada, todo el mundo espera a que caiga solo.
Por eso no hubo movilizaciones cuando el covid, ni con las reformas, ni con marruecos... ¿Quien se manifestó? Negacionistas-fascistas, La patronal, policías, los cayetanos... El viejo mundo que está por caer.
Lo mejor es que para que el capitalismo caiga no tenemos que hacer nada, solo estar preparados para darle la puntilla.
Salud!