Consortium News – 06/07/2024
Medea Benjamin / Nicolas J.S. Davies
Traducción del Inglés: Arrezafe
Después de las ilegales y catastróficas invasiones de Yugoslavia, Libia y Afganistán, el 9 de julio la OTAN planea invadir Washington DC. La buena noticia es que la invasión sólo durará tres días. Los británicos no quemarán el Capitolio como hicieron en 1814, y los alemanes seguirán fingiendo dócilmente no saber quien hizo estallar su gaseoducto Nord Stream. Así pues, cabe esperar fotografías de rostros sonrientes y una exorbitante orgía de felicitaciones mutuas.
Los detalles de la agenda para la cumbre de Washington se revelaron en una reunión de ministros de asuntos exteriores de la OTAN celebrada en Praga a finales de mayo.
La OTAN arrastrará a sus miembros a la guerra fría de Estados Unidos contra China, acusándola de suministrar armas y tecnología de doble uso a Rusia. Así mismo, dará a conocer nuevas iniciativas destinadas a gastar el dinero de los impuestos estadounidenses en un misterioso "muro de drones" a ubicar en los países bálticos y en un costoso "sistema integrado de defensa aérea" en toda Europa.
Pero la característica principal de la cumbre consistirá en exhibir una aparente unidad a fin de convencer a la población de que la OTAN y Ucrania pueden derrotar a Rusia y que negociar con Rusia equivaldría a rendirse.
A primera vista, eso debería ser difícil de vender. En lo único en lo que están de acuerdo la mayoría de los estadounidenses sobre la guerra en Ucrania es en que apoyan una paz negociada. Preguntados en noviembre de 2023 por Economist/YouGovEncuesta "¿Apoyaría o se opondría a que Ucrania y Rusia acuerden un alto el fuego?", el 68 por ciento manifestó su apoyo y sólo el 8 por ciento se declaró "en contra", mientras que el 24 por ciento dijo no estar seguro.
Sin embargo, mientras el presidente estadounidense Joe Biden y los líderes de la OTAN mantienen interminables debates sobre las diferentes formas de intensificar la guerra, han rechazado reiteradamente las negociaciones de paz, especialmente en Abril de 2022, Noviembre 2022 y Enero de 2024, incluso cuando sus fallidos planes de guerra dejan a Ucrania en una posición negociadora cada vez peor.
El resultado final de esta no estrategia es que a Ucrania sólo se le permitirá negociar con Rusia cuando se enfrente a una derrota total y no le quede nada con qué negociar, exactamente la rendición incondicional que la OTAN dice querer evitar.
Como han señalado otros países en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el rechazo de Estados Unidos y la OTAN a la negociación y la diplomacia en favor de una guerra larga que, esperan, “debilite” a Rusia, es una violación flagrante de la “Solución Pacífica de Conflictos” al que todos los miembros de la ONU están legalmente comprometidos bajo Capítulo VI de la Carta de la ONU. Como consta en el artículo 33(1):
"Las partes en conflicto cuya continuidad pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales deberán, en primer lugar, buscar una solución mediante negociación, investigación, mediación, conciliación, arbitraje, arreglo judicial y recurso a organismos regionales, o a arreglos u otros medios pacíficos de su propia elección".
Pero los líderes de la OTAN no vienen a Washington para intentar cumplir con sus obligaciones internacionales y negociar la paz en Ucrania. Todo lo contrario. En junio, en una reunión previa a la cumbre, los ministros de defensa de la OTAN aprobaron un plan para incrementar el apoyo militar de la OTAN a Ucrania "durante los próximos años".
El apoyo, que tendrá su sede en la base militar estadounidense de Wiesbaden, Alemania y contará con casi 700 empleados, se ha descrito como una manera de "blindaje anti Trump" y respaldo de la OTAN a Ucrania, en caso de que el expresidente gane las elecciones e intente reducir el apoyo de Estados Unidos.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quiere que, en la cumbre, los líderes de la organización se comprometan a proporcionar a Ucrania equipos por valor de 43 millones de dólares anuales y de forma indefinida. Haciéndose eco del doble pensamiento de George Orwell de que "la guerra es paz", Stoltenberg declaró: "La paradoja es que, cuanto más la planeemos y más nos comprometamos [en la guerra], antes podrá Ucrania disfrutar la paz".
En la cumbre también se discutirá cómo hacer a Ucrania miembro de la OTAN, una medida que garantizaría la continuidad de la guerra, dado que la neutralidad de Ucrania es el principal objetivo de Rusia.
Como Ian Davis, de NATO Watch, señaló, la retórica de la OTAN vuelve a ser la misma que escuchó durante los 20 años de guerra en Afganistán: "Que los talibanes (hoy Rusia) no esperen que nos vayamos". Sin embargo, esta vaga esperanza de que la otra parte finalmente se rinda no es una estrategia.
No hay pruebas de que Ucrania vaya a ser diferente de Afganistán. Estados Unidos y la OTAN parten de las mismas suposiciones, lo que conducirá al mismo resultado. La presuposición es que el mayor PIB de la OTAN, los extravagantes y corruptos presupuestos militares, y el fetiche de la costosa tecnología armamentista llevarán a Ucrania, de alguna mágica manera, a la victoria sobre Rusia.
Estados Unidos y la OTAN finalmente admitieron su derrota en Afganistán, pero fueron los afganos quienes pagaron con sangre la locura de Occidente, mientras que la maquinaria de guerra de Estados Unidos y la OTAN simplemente pasó a su siguiente "desafío", sin haber aprendido nada y extrayendo provecho político de su abyecta ineptitud.
Recientemente y apenas tres años después de la derrota en Afganistán, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, manifestó que la OTAN es "la alianza más poderosa y exitosa de la historia". Es una esperanzadora señal para el futuro de Ucrania que la mayoría de los ucranianos sean renuentes a arrojar sus vidas al incendiario cubo de basura de la OTAN.
En un artículo titulado "La nueva teoría de la victoria ucraniana es la misma que la antigua", escribe Mark Episkopos del Instituto Quincy, "la planificación occidental sigue siendo estratégicamente obsoleta. Apoyar a Kiev se ha convertido en un fin en sí mismo, divorciado de cualquier estrategia coherente destinada a poner fin a la guerra".
Episkopos concluye que, "la clave para ejercer su influencia [Occidente] de manera efectiva es abandonar finalmente un marco de victoria 'suma cero'…"
Añadiríamos que se trataba de una trampa tendida por Estados Unidos y el Reino Unido, no sólo para Ucrania, sino también para sus aliados de la OTAN. Al negarse a apoyar a Ucrania en la mesa de negociaciones en abril de 2022 y, en cambio, exigir este "encuadre de victoria de suma cero" como condición para el apoyo de la OTAN, Estados Unidos y el Reino Unido escalaron de lo que podría haber sido una guerra muy corta a una guerra prolongada, una guerra potencialmente nuclear entre la OTAN y Rusia.
Líderes y diplomáticos turcos se quejaron sobre cómo sus aliados estadounidenses y británicos socavaron su proceso de paz, mientras Francia, Italia y Alemania escurrieron el bulto durante uno o dos meses, pero pronto se entregaron al terreno de la guerra.
Cuando los líderes de la OTAN se reúnan en Washington, lo qué deberían hacer, aparte de averiguar cómo afrontar el Artículo 33 (1) de la Carta de las Naciones Unidas, es llevar a cabo una revisión lúcida de cómo esta organización que proclama ser una fuerza para la paz continua fomentando guerras imposibles de ganar y dejando países en ruinas.
La cuestión fundamental, cuya respuesta es obvia, es si la OTAN podría llegar a ser alguna vez una fuerza para la paz o si nunca podrá ser más que una extensión peligrosa y servil de la maquinaria de guerra estadounidense.
Creemos que, en el mundo multipolar de hoy, la OTAN es un anacronismo: una alianza militar agresiva y expansionista cuya inherente y egoísta miopía institucional, y sus imaginarios enemigos nos condenan a todos a una guerra sin fin y una posible aniquilación nuclear.
Sugerimos que la única forma en que la OTAN podría contribuir a la paz sería haciendo lo mismo que hizo su contraparte, el Pacto de Varsovia, en 1991, y disolver lo que el Secretario Austin debió más bien denominar "la alianza militar más peligrosa de la historia".
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