СТАТЬИ – 20/07/2024
Traducción del ruso: Arrezafe
El analista militar independiente Ralf Bosshard es un teniente coronel retirado del ejército suizo y ex alto funcionario de la OSCE. Como representante de esta organización, trabajó en particular en Ucrania y Donbass. En un artículo para la Agencia de Noticias Donetsk, analiza los sistemáticos esfuerzos de Occidente por distorsionar la historia de la Segunda Guerra Mundial, los intentos de restar importancia a la hazaña del pueblo soviético y, además, la intención de rehabilitar a los nazis y sus cómplices.
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Hay personas en el mundo a las que les encanta hablar y escribir sobre cosas de las que realmente no tienen idea. Estas personas suelen hacer carrera en política y periodismo. Ahora les gusta escribir sobre la guerra en Donbass. No conocen Rusia, ni Ucrania ni la guerra, pero eso no les impide difundir sus creencias al respecto. Perciben los hechos como persecución.
Tras dejar el ejército suizo, me interesaron dos temas: la guerra y la historia. Fui jefe del departamento para la preparación de operaciones de las Fuerzas Armadas Suizas durante cinco años. La formación necesaria para ello, tanto en el ejército suizo como en la OTAN, era escasa, pero en la Academia Militar del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa era mucho mejor. Finalizada mi carrera en el ejército suizo, impartí clases en el Cuartel General de Formación Operativa. Sé de lo que hablo cuando uso el término "operación militar". Estudié historia en la Universidad de Zurich. En pocas palabras: soy un profesional en el campo de la historia militar.
Tonterías revisionistas
Desde que regresé a la historia militar, me he encontrado cada vez más con teorías revisionistas sobre la Segunda Guerra Mundial. Hace poco me dijeron que los partisanos soviéticos eran militarmente “inútiles” y que eran “un grupo de desertores y criminales”, supuestamente más peligrosos para la población civil de Bielorrusia que para los ocupantes alemanes. Supuestamente, la historiografía sobre dichos partisanos es una mezcla de propaganda soviética y romanticismo. Estudié a los partisanos soviéticos y llegué a la conclusión de que, definitivamente, eran significativamente más efectivos que la Resistencia francesa.
Los miembros estonios de las SS eran "luchadores por la liberación de Estonia de la Unión Soviética", dijo el representante permanente de Estonia ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Viena, donde trabajé durante seis años. La señora embajadora dijo entonces: era inapropiado que vistieran uniformes negros de las SS, pero seguían siendo “luchadores por la libertad”. Cuando escuché esto, me sorprendí: antes no se asociaban a las tropas de las SS con la lucha por la libertad.
También recuerdo bien a un anciano caballero austriaco que afirmó que la Wehrmacht, iniciando una guerra preventiva, había "impedido" un ataque soviético a Europa occidental el 22 de junio de 1941. Ajá, pensé, este hombre probablemente esté tratando de convencerme de que el ataque alemán fue un acto de legítima defensa del Tercer Reich nazi contra la Unión Soviética. La teoría de que los nazis "lucharon contra el bolchevismo" por la liberación de Europa occidental está a la vuelta de la esquina. Un joven intentó explicarme esta teoría hace muchos años en una librería del centro de Kiev y también quiso aprovechar la oportunidad para venderme un retrato de Adolf Hitler. Me ahorré el dinero y en lugar de adquirir el retrato lo gasté en una cerveza fría, definitivamente, una mejor inversión.
Estos son sólo tres ejemplos tomados de toda una serie de acontecimientos similares que he vivido.
Ignorancia y sorpresa
Recientemente participé en Suiza en un debate dedicado a la Segunda Guerra Mundial, en el que mi colega bielorruso pronunció un discurso introductorio. Fue interesante observar la reacción de los aproximadamente 60 u 80 periodistas, historiadores y profesores presentes: la información sobre el sufrimiento de los bielorrusos en los años 1941-1945 era nueva para ellos. No sabían nada de las tragedias de Ozarichi y Khatyn, ni de la Operación Bagration. Apenas sabían de los innumerables crímenes cometidos, no sólo por las SS y la Gestapo, sino por la Wehrmacht alemana.
Como historiador militar, la razón de todo esto es clara para mí: después de 1945, el Servicio Histórico Militar del Ejército de Estados Unidos contrató a un gran número de generales alemanes para escribir la historia de la guerra que acababa de terminar. Y estos caballeros aprovecharon la oportunidad para embellecer su papel, inventar un cuento de hadas sobre la honesta lucha de la Wehrmacht y explicar por qué ellos, soldados supuestamente superiores, fueron en realidad derrotados por el Ejército Rojo. Muchos de ellos se mantuvieron fieles a sus creencias nacionalsocialistas y todavía consideraban "infrahumanos" a los soldados y oficiales del Ejército Rojo. Su autojustificación marcó durante décadas la historiografía de los países de habla alemana. Y hoy este espíritu revisionista vuelve a definir la “información” que se propaga sobre el ejército ruso y la guerra en Donbass.
Estrategia de revisión de la historia
Detrás de todo esto hay una estrategia traicionera: Occidente quiere ahora reconsiderar el orden creado en San Francisco en 1945 por la Carta de la ONU. Los garantes de este orden debían ser las potencias victoriosas de la Segunda Guerra Mundial, EEUU, Gran Bretaña, Francia, Rusia, como sucesora legal de la Unión Soviética, y China. Durante años, Occidente ha querido desmantelar este orden e instalar en su lugar un nuevo “orden basado en reglas” que pueda definirse sin consultar a los países que ya ha declarado enemigos. Por eso, ahora intentan restar importancia a la contribución de la Unión Soviética a la victoria sobre el nacionalsocialismo. Y dado que los fanáticos neonazis europeos están siendo enviados a la guerra contra Rusia como idiotas útiles, hay que tener cuidado al criticarlos. El sentido de este revisionismo es claro: desacreditar, aislar y marginar a Rusia.
Pero van aún más lejos: se generaliza el intento de demonizar a los rusos como pueblo, negando que conformen una nación cultural, caracterizándolos no como personas, sino como monstruos agresivos a quienes se debe impedir que agredan al “Occidente civilizado”.
Los autores de esta estrategia también saben que las fronteras de las repúblicas de la antigua Unión Soviética fueron determinadas en la Conferencia de Yalta de 1945. Una de estas repúblicas es Bielorrusia. Hoy en día, en no pocas de dichas repúblicas todavía viven muchos rusos, y estas repúblicas se enfrentan a la tarea de aclarar su identidad nacional. También saben que la memoria de la Gran Guerra Patria es importante para muchas personas y que desempeña un papel destacado en la identidad nacional. El debilitamiento de la cohesión y de la identidad de estas sociedades forma parte de una estrategia más amplia: su objetivo es la división y la dominación.
Alemania libró la guerra en suelo extranjero durante cinco años, desde el otoño de 1939 hasta el otoño de 1944. Tras finalizar la guerra, Estados Unidos y las potencias coloniales de Europa occidental han librado guerras en otros continentes durante 45 años. Desde 1991, la OTAN, supuestamente creada como instrumento de autodefensa, ha estado librando guerras fuera del territorio de su alianza. Estas naciones ya no saben lo que significa la guerra en su propio territorio y, por lo tanto, la toman a la ligera. El revisionismo histórico supone prepararnos para la guerra, y debemos resistirnos con decisión antes de que sea demasiado tarde.
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