por Crespo
De
proletarios pasamos a empleados. De sindicalistas pasamos a “cotizantes netos”.
De revolucionarios pasamos a “alterglobalizadores”. Los carceleros ahora son “funcionarios
de prisiones” y al despido libre y gratuito se le denomina “flexibilizar el
mercado”. La tortura se denomina prevención, las cárceles reinserción, los
ocupantes y los ejércitos son siempre –y en el peor de los casos- humanitarios.
Las huelgas son legales, las empresas son “grupos”, los menores son casi
siempre infractores, los marginados población excedente, los jefes son
encargados y los juzgados son capaces de velar por los derechos humanos.
Nosotros ya no somos pueblo sino que somos ciudadanos.
Los
políticos piden el voto a los ciudadanos. Representan a los ciudadanos y velan
por los intereses de los ciudadanos. Una mentalidad que se introyecta y se
extiende de forma contagiosa entre la sociedad: asistimos al advenimiento del
ciudadanismo. La palabra ciudadano hace hincapié en la individualidad de la
persona, en la ausencia de cualquier aspecto colectivo. Somos autómatas y
productivos ciudadanos. Buenos votantes y dóciles consumidores consumidos por
el constante “equilibrio progresista” con el que hacemos las cosas. Siempre
dentro de los cauces legales, siempre, de manera sistemática y cotidiana,
reproduciendo los valores y las actitudes del neoliberalismo.
Si
siempre pagas tus deudas eres un buen ciudadano. Si no te cuelas en el metro,
si condenas el robo, el sabotaje y siempre prefieres la acción mediada a la
acción directa, eres un estupendo ciudadano. Si desde tu simpatía por el
sindicalismo crees que es fundamental el derecho al trabajo en día de huelga.
Si cuando hay una injusticia delante de tus narices, el silencio es tu mejor
amigo; eres un estupendo ciudadano.
Si
crees que el capitalismo es el menos malo de los sistemas posibles que va de la
mano con otro inevitable sistema llamado democracia, eres un buen ciudadano. Si
te niegas a reconocer que democracia y fascismo son dos caras de una misma
moneda, que necesariamente sustentan al capitalismo, y por lo tanto a la
desigualdad, eres un buen ciudadano.
Si a
los cuerpos represivos les denominas trabajadores, si crees que la policía, el
ejército y las cárceles son instituciones necesarias y mejorables, eres un buen
ciudadano.
Si
crees que un pasado descrito siempre injusto por quien domina el presente y un
futuro mejor, que nunca llega, justifica todos los atropellos humanos y
animales, eres un gran ciudadano. Si crees que el trabajo asalariado puede ser
algún día digno, eres un gran ciudadano.
Si
amas la propiedad privada, si adoras el parlamentarismo. Si crees que
denunciando continuamente a tus vecinos o que comprando fabulosos bienes
materiales en cualquier centro comercial te va a convertir en más libre, eres
un buen ciudadano.
Si crees siempre en la negociación con las instituciones, en ese diálogo injusto que parte de premisas totalmente desiguales, eres un gran ciudadano.
Si “todavía es muy pronto” para tomar ese tipo de medidas “tan radicales”, si esperas para pasar a la acción a los permisos de los interlocutores válidos de la sociedad –a los gestores de capitalismo- eres un buen ciudadano.
Si la pasividad llena tu vida de hastió. Si crees en “las reglas del juego”. Si crees que quienes hacen negocios con la pobreza, “sin ánimo de lucro” como las ONGs y demás empresas que viven de ella, van acabar con esa miseria; eres un buen ciudadano.
Si crees siempre en la negociación con las instituciones, en ese diálogo injusto que parte de premisas totalmente desiguales, eres un gran ciudadano.
Si “todavía es muy pronto” para tomar ese tipo de medidas “tan radicales”, si esperas para pasar a la acción a los permisos de los interlocutores válidos de la sociedad –a los gestores de capitalismo- eres un buen ciudadano.
Si la pasividad llena tu vida de hastió. Si crees en “las reglas del juego”. Si crees que quienes hacen negocios con la pobreza, “sin ánimo de lucro” como las ONGs y demás empresas que viven de ella, van acabar con esa miseria; eres un buen ciudadano.
Si
crees que la prensa es independiente, si eres objetivo y neutral, a ti que te
gusta “de todo” (menos luchar colectivamente por una causa anticapitalista),
que crees que los extremos se tocan, que las organizaciones revolucionarias
armadas son terroristas y los que saquean, expolian y exterminan pueblos son
honrados profesionales, eres un buen ciudadano.
Si ves
en la industria farmacéutica un sinónimo de progreso, en la tecnología aspectos
revolucionarios, en la psiquiatría una ciencia indispensable. Si un sueldo te
cierra la boca y te cambia las actitudes. Si crees que la lucha de clases es
cosa del pasado, eres un gran ciudadano.
En
suma, si legitimas continuamente la opresión, la injusticia y la desigualdad
del capitalismo con ese tufillo demócrata, con esa máscara judeo‑cristiana de
la tan manida tolerancia, con ese aire de no-queda-más-remedio, eres un
estupendo ciudadano.
Si nunca te saltas los límites establecidos que marca el capital. Si cuando votas crees que estas participando y diciendo algo. Si, como los peces que siguen la corriente del río, llevas esta renovada actitud de vasta sumisión, reproduciendo los valores de la dominación con ese desdén democrático eres, quien sabe si conscientemente o no, un válido y efectivo ciudadano. Eres entonces, simple y llanamente, un trepa, un chota, un cómplice de la explotación que miras para otro lado. Un esquirol de la vida.
Si nunca te saltas los límites establecidos que marca el capital. Si cuando votas crees que estas participando y diciendo algo. Si, como los peces que siguen la corriente del río, llevas esta renovada actitud de vasta sumisión, reproduciendo los valores de la dominación con ese desdén democrático eres, quien sabe si conscientemente o no, un válido y efectivo ciudadano. Eres entonces, simple y llanamente, un trepa, un chota, un cómplice de la explotación que miras para otro lado. Un esquirol de la vida.
Totalmente de acuerdo. Hasta las narices de ver cómo la gente pretende cambiar la situación sin salirse del discurso capitalista. ¿Qué coño es eso de pedir permiso para cualquier acción reivindicativa?
ResponderEliminarUn saludo:D
Gracias por tu comentario, Claudia.
ResponderEliminarSalud!
Que gran artículo. Enhorabuena.
ResponderEliminarEl mérito es de su autor, Crespo. Y, efectivamente, es un gran artículo.
EliminarGracias, Saulo, por tu comentario.
¡Pues yo no estoy de acuerdo! Que no, que era por decir algo diferente. :p
ResponderEliminarDemasiados ciudadanos y demasiados estragos causados por la "sociedad del bienestar" y esa izquierda estatista que nos ha convertido en sumisos y buenos ciudadanos.
Salud!
La "sociedad del buen pastar"... y esa izquierda que nunca lo fue, y nosotros, convertidos por voluntad propia en lo que somos...
EliminarSalud!
Si, eso es lo peor, que este régimen no se ha impuesto por la fuerza sino a través de la propaganda apelando a los instintos más bajos de cada uno de nosotros, hemos claudicado voluntariamente y es muy difícil que una mayoría significativa renuncie a sus comodidades, aun teniendo que dedicar su existencia a adquirirlas y mantenerlas.
EliminarSalud!
Claro que si, lleva toda la razon, somos trabajadores y proletarios, eso de ciudadanos es otro invento burgues
ResponderEliminarEs como con la religión, "cuentos para personas con miedo a la oscuridad", que decía Hawking. La gente deja que la engañen para poder seguir viviendo. Si pensaran que los jueces están al servicio de los políticos, que el 90 % de los políticos son corruptos y no al revés, que los medios de comunicación no tienen nada que ver con el periodismo, que la policía tortura, etc., muchos no podrían soportarlo.
ResponderEliminarYo diría que una persona así es simplemente alguien sin capacidad pensante propia ni aptitud crítica ante lo que le han enseñado. Es el típico producto de las escuelas religiosas, donde el dogma se impone a la razón y la verdad es Única, sin ser necesario pensar, porque el ser humano está limitado en esa facultad. Y así salen ellos luego; dogmáticos, idiotizados, intolerantes, incapaces de dialogar ni aceptar otra realidad diferente a la suya, e inmovilistas. Todo debe de quedarse como está porque ya está bien así.
ResponderEliminarSalud y un abrazo.
Un abrazo, Carlos.
EliminarEl ciudadano forma parte de esa élite masiva de los que repiten como loros por los bares y tavernas lo que ven en la tele. Aunque en los bares son considerados filósofos intelectuales visionarios.
ResponderEliminarOda a ti Wayoming, verdadero mesías de la izquierda. Puagh!
Salud
C's es la cristalización, la hiper-institucionalización del ciudadanismo tal y cómo lo describe Crespo.
EliminarSalud!
en 1975 en plena apertura democrática la casa real estaba formada por cinco miembros, el rey, la reina y tres hijos, actualmente este índice a aumentado considerablemente si le añadimos yernos y nietos, si a esto le sumamos los politicas desde esntonce, con los sueldos vitalicios, familiares y allegados, de estos y los que están, a día de hoy vemos como claramente este numero de individuos es una nueva clase social de burgueses acomodados a expensas de las clases inferiores, con nuestro sistema seguirá creciendo y tened por supuesto que si en casi cuarenta años no se han puesto contramedidas, nuestra sociedad tal como la conocemos esta condenada al colapso, al igual que civilizaciones anteriores, pero este solo es temido por esta nueva burguesía acomodada, a las clases inferiores este cambio siempre les ha favorecido, aunque tratan de inculcarnos su temor. Actualmente se están viendo nuevas ideas para evitar un enfrentamiento físico pues tenemos unas herramientas tecnológicas que en manos de los ciudadanos nos otorgaría el autogobierno, pasando los gobernantes de ahora a ser meros funcionarios sin poder, sin sueldos astronómicos de astros del fútbol, ni vitalicios. Al igual que la revolución industrial significo un gran cambio para la sociedad y un mejor reparto de las riquezas, la revolución tecnológica de la información esta empezando a transformar nuestras vidas, y es imparable.
ResponderEliminarEl número de miembros de la realeza es casi irrelevante comparado con el resto de las instituciones públicas y privadas que componen la clase dirigente (banqueros, empresarios, líderes políticos, autoridades eclesiásticas, etc.) Mientras esta "casta dirigente" no desaparezca, no habrá justicia social ni democracia real posible.
EliminarEs cierto que la revolución industrial significó un cambio social significativo, pero no en lo referente al reparto de la riqueza: la explotación y la desigualdad han persistido e incluso se han agudizado a nivel global. Los cambios industriales y económicos no llevan aparejados cambios en las relaciones entre explotadores y explotados, mas que cuando se producen revoluciones sociales, humanas. Ninguna herramienta, por perfecta que sea, traerá por sí sola verdaderos cambios sociales de justicia, igualdad y fraternidad, si no realizamos una auténtica revolución humana y social.
Gracias por tu comentario.
Salud!
tremendo articulo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarSí que lo es.
EliminarSalud! Jotaerremonte
Muy bueno, aunque discrepo en que el judeocristianismo solo fuera pasivo, hasta Marx y Engels reconocieron que tuvieron un papel revolucionario en la caída del imperio romano, aunque luego ya sabemos todos que la Iglesia y el Papado de turno se adueñó de lo que dijera Jesucristo o los Evangelios.
ResponderEliminarEl viejo dicho: "el poder corrompe". Esto es cierto para todos, sean políticos, banqueros o religiosos.
EliminarTotalmente de acuerdo.
ResponderEliminarEntonces, estamos de acuerdo en lo esencial.
EliminarHola,
ResponderEliminarMe ha gustado este artículo, gracias.
Cuál es el nombre completo de Crespo, o dónde puedo leer más artículos de él.
Salud,
Damián
Hola Damián.
EliminarEste artículo fue publicado hace muchos años en "Rebelión", de cuya web lo extraje. Ignoro el nombre completo de su autor, en el artículo sólo figuraba este apellido. Al igual que tú, he indagado para ver si encontraba otros artículos de su autoría, pero de momento no he encontrado nada.
Gracias a ti por tu comentario y por tu interés.
Salud.